Fandom: Axis Powers Hetalia/World Series
Disclaimer: Personajes de Himaruya Hidekaz.
Claimer: Hecho sin ánimos de lucro (de fans para fans). No postees esto en ningún otro lugar de la web sin mi previo consentimiento♥
Nota: este es el más largo hasta ahora :$ no estaba inspirada ni nada, pero de repente empezó a tomar forma y aquí lo tienen~
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| Miedo |
Él le temía a lo desconocido, a aquello que no se puede predecir.
Ella le tenía miedo a lo repetitivo, a la monotonía.
«Hoy desaparezco y, ¿mañana que será de mí? ¿Desapareceré completamente junto a los restos de mi imperio, con el viento?».
«Es todos los días igual, con la represión y esa cara tuya de que no te rendirás pero que no crees que haya una oportunidad».
-Somos diferentes-le soltó Prusia, en la cara y sin rodeos, como siempre.
-Creo que eso salta a la vista-la húngara enarcó una ceja pero no se preguntó el motivo oculto detrás de aquel comentario fuera de lugar del hombre.
Gilbert era así, espontáneo y distraído. Siempre andando a trompicones y lleno de epifanías que no iban hacia ninguna parte.
Y molesto. Siempre tan molesto.
(La verdad duele, y ellos la eludían a veces).
-¿No crees que eso marque un fin en algún momento?
Se apartó el cabello castaño que actuaba como cortina y le impedía observarlo. No quería mirarlo pero de repente lo estaba haciendo, como si fuera necesario.
-¿Qué estás tratando de decirme?-espetó, cansada de tanto misterio. Era mejor un "no quiero volver a verte" que un incierto "quizás esto no haya sido lo mejor, sabes...". Lo incierto siempre deja esperanzas atrás.
(La esperanza mata, la mayor parte del tiempo).
-Nada que no puedas comprender-desvió los ojos escarlata y se echó un poco hacia atrás en su asiento. Era la perfecta imagen de la despreocupación y hasta parecía que el tema no tenía importancia.
Pero la tenía, o eso creyó Elizaveta.
-¿Estás tratando de romper nuestra...?-se detuvo a mitad de la oración porque, ¿qué se suponía que eran? Amistad, pensó, le parecía bastante estúpido. Gilbert no era amigo (nunca lo había sido). Nunca había sido muy buena que se diga con todo ese asunto de las etiquetas.
¿Quién las necesita, de todas formas? Son superficiales, y estúpidas, toda una pérdida de tiempo pero-
Lo cierto es que estaba muy confundida, además de que el prusiano salía ahora con eso de que eran demasiado diferentes. ¿Qué demonios pretendía diciendo eso?
Tan molesto.
-No quiero romper nada-negó el albino, como si le fastidiara que la mujer siquiera lu hubiera pensado-. Era una observación inocente, Liz.
-Es que no puedo confiarme en nada cuando se trata de ti-se excusó la húngara, frunciendo el ceño. Él contuvo una risa y compuso una perfecta expresión de ultraje.
-Qué insulto. Como si yo alguna vez te hubiera dado motivos.
-¡Insulto es que niegues lo evidente!-gritó, para estamparle la sartén en el cráneo como acto seguido. Lo escuchó soltar un quejido de dolor y una risa masoquista. Quiso seguir su ejemplo y echarse a reír ante lo absurdo de la situación pero estaba absorta con otros detalles-. Somos diferentes. Pero así es mejor, no me gusta lo repetitivo.
Después de pensar en voz alta, se levantó y lo dejó sentado allí, sobándose la adolorida cabeza pero feliz de alguna extraña y retorcida manera.
(Ella siempre hacía eso, irse y dejarlo atrás, pero también solía regresar: con sonrisas encantadoramente femeninas, deseos de revivir el pasado dejando de pretender ser quién no era y promesas de dolor físico).
-Lo sé-le susurró al aire Gilbert, dejándose caer en el cómodo suelo-. Lo sé y por eso estoy tranquilo, Liz.
Los temores podía dejarlos de lado cuando la tenía cerca. Elizaveta era un lugar seguro en su propia variabilidad porque él ya la conocía.