Prisas

Jan 13, 2010 12:06

Ring, ring, ring...

Maldición, suena el despertador, me levanto de nuevo. El calor sube desde mi estómago hasta mis mejillas. '¡Oh no, otra vez no! Y caigo, me desplomo, son sólo unos pocos segundos de inconsciencia, pero no soy capaz de ver nada, de dilucidar nada, ni siquiera de ecuchar. Cuando me levanto todo está en órden, no ha pasado nada. Mi vida sigue y yo fluyo como el agua arrastrada por la corriente del río. Sin embargo pienso. Mi cabeza ha estado dos segundo encendida sin estar pegada al cuerpo, sin dirigir mis pensamientos. ¿A dónde habrá volado mi imaginación? Me suele pasar que siempre, las mejores historias son las que me imagino mientras duermo. Las soluciones a mis problemas las encuentro cuando me hallo en un etado de duermevela insoportable, cuando ni siquiera puedo mantener los ojos abiertos. Muchas veces, he pensado en dormir con una libreta encima de mi mesita de noche para anotar todo aquello que se me ocurra antes de que mi cuerpo entre en ese estado REM tan famoso; pero por mucho que lo hje intentado y he estirado la mano para agarrarla, el cansancio ha podido conmigo y la libreta se ha quedado ahí, y mis pensamientos a la deriva en esta agente tan sumamente extraordinario como es mi cabeza.

Como he dicho antes, soluciones, historias, best seller, pensamientos más íntimos, intereses, proyecciones, todos campan a sus anchas por la noche en mi cabeza sin ni siquiera dignarse a quedarse por la mañana. Se apoderan de mi y es entonces cuando entro en un estado de bienestar tan sumamente inaudito, que a la mañana siguiente cuando tengo que abrir los ojos a un nuevo día, lo maldigo sin ni siquiera saber si está o no despejado. ¿Por qué nadie inventa una grabadora donde enchufar la cabeza cuando nos vamos a dormir? La cantidad de películas porno buenas que saldrían. La cantidad de historias subrealistas que podrían salir a luz. La cantidad de best sellers que se podrían escribir si tal aparato se inventara. Además, no tendría ningún otro motivo insidioso, nada más que ofrecer a su dueño lo que es suyo, lo que tiene dentro de la cabeza. Quizá incluso podríamos curar algunas enfermedades mentales con eso, quitar traumas de la infancia, no sé, cosas por el estilo que seguro que serían beneficiosas para toda la humanidad, ¿o no?

También saldrían secretos escondidos en lo más profundo de la mente, pero es un pequeño precio que se tendría que pagar. ¿Acaso tenemos secretos tan escondidos que no queremos sacarlos a la luz? No todo lo que aparece en sueños tiene que ser verdad. Puede qe incluso soñemos que somos la pareja de Johnny Depp, o un personaje de dibujos animados, o la Reina de España, y eso no tiene por qué ser cierto. ¿Quién dilucidaría entonces si una infidelidad ha sido consumada o es solamente parte de una secreta ensoñación?

Dios, demasiado pensar en esta mañana temprano. Al menos no está lloviendo. Al menos mi cabeza está donde tiene que estar. Me encuentro revisando una historia a la que tengo más cariño que ami vida propia. Una de esas empalagosas historias de amor que soñé hace más de cuatro años y a la que empecé a dar forma hace tres. La terminé hace poco, pero me falta darle un final, no demasiado feliz, para que mi obra esté completa. Quizá el cúlmen de la felicidad sea verla algún día publicada y que alguien pueda dar rienda suelta a su lectura con esa avidez con la que yo la he escrito. Quizá mi deseo interno sea nunca terminarla, quedándomela para mí y enterrándola en lo más profundo del disco duro para que nadie la toque, que no se cometa ningún sacrilegio, que nadie me diga lo mala que es.

Quizá quiera guardarla para mí, como todo lo que es demasiado mío. Quizá sea que, inconscientemente. esté tan enamorada de mi Sean Cook que no quiera compartirlo con nadie.

pensamientos

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