Apr 19, 2014 15:53
Mi (ex-) compañera de piso decidió que era hora de compartir el mistol con su novio y he tenido que buscar otra casa. No me metió prisa pero no me apetecía compartir esa intimidad.
Ahora vivo con otra compañera de clase y sus dos gatos, un hámster y una iguana llamada Leopolda. Adoro a Leopolda y Ártax, el gato blanco, me esquiva. El despertador suena media hora más tarde porque ya puedo ir caminando a la facultad. Gastar las suelas de los zapatos a ritmo que marca la voz de Billy Corgan o Layne Staley es una sensación alucinante, mi pequeño momento de éxtasis del día antes de entrar en el 5º Infierno. Ese Infierno que desplaza mi vida personal y mis líos mentales a un lugar innacesible para que nada me distraiga de los malditos apuntes. Quedapoco, pienso.
Ojalá pueda volver pronto a leeros a diario con una taza de té en las manos en vez de con un reloj tic-tac eando siniestramente haciéndome sentir culpable.