Se encontraba tirado en el suelo, tosiendo sangre, apretando
con fuerza su katana, con lágrimas de dolor saliendo de sus ojos, cayendo en la
árida tierra, brindándole algo de su propio dolor. Sus alrededores estaban
completamente destruidos. Se arrastró en el suelo con las pocas fuerzas que aún
tenía. Utilizó su preciada katana a modo de un leve empuje. Le dolía el
interior. La sangre mezclada con sus lágrimas continuaba manchando el suelo.
Levantó la vista, sólo para enfocar borrosamente el rostro de la persona que le
había causado todo eso.
No podía verlo bien. Alargó el brazo, como si quisiera
tocarlo con los dedos a pesar de que aún se encontraban a una distancia
considerable el uno del otro. Sabía inconscientemente que el otro lo observaba
sin rastro de piedad en sus facciones. Pero aún así… aún así tenía algo de
esperanzas. Quizás, aún existía alguna posibilidad, pequeña, pero era una
posibilidad de todas formas, de que todo eso no fuera más que una terrible
pesadilla de la que pudiera despertar. Había una pequeña posibilidad, de que
eso no fuera cierto.
Pero de todas maneras no podía cambiar el hecho de que allí
estaba él mismo, tirado en el suelo, con el cuerpo herido, con llagas
destrozando su piel, con pocas energías, escupiendo sangre, respirando
entrecortadamente, intentando en vano poder gritar a los cuatro vientos que
quería detener eso, que se rendía, que ya no podría continuar… A pesar de haber
sido él mismo quien causó todo eso… a pesar de ser él mismo quien ocasionó
primero las heridas que el otro seguramente aún poseía.
Gracias a él, había logrado muchas cosas. Se había abierto
un poco más al resto, había aprendido muchas cosas, e incluso, había tomado
algunas cosas de él para su propia cultura. Habían sido grandes amigos en el
pasado, casi inseparables, pero sin embargo… todo eso quedaba en el pasado.
Todos los sueños y las esperanzas del pasado habían
terminado derrumbándose y quemándose en ese inmenso calvario llamado guerra.
Ahora definitivamente las cosas entre los dos ya no serían las mismas a partir
de ese momento. Si quería, su adversario podía acabar con él en ese instante,
después de todo, ya no le quedaba más fuerza para continuar con esa inútil
batalla. Todo lo que había querido ahora no era más que un montón de cenizas
que el viento se llevaba, cosas que él ya nunca conseguiría a partir de ese
entonces…
…Porque todo lo que él había querido, todas sus esperanzas y
todos sus sueños, esa amistad que había parecido inquebrantable, todo ahora se
había perdido. Y él era el único responsable de todo eso. Se había apartado de
su lado, y ahora, el daño que le había causado regresaba a él mismo.
A partir de ese entonces, ya no era nada.
Pudo oír el sonido de un arma. Su adversario estaba a punto
de darle el golpe final. Él simplemente cerró los ojos esperando a que el
impacto llegara, y lo ayudara a calmar todo ese sufrimiento. Qué bien se
sentiría el poder caer preso en las garras de la muerte. Ya no podría sentir
más dolor nunca más… y ya no lo vería nunca más.
Ya no era dueño de su propio destino, ahora alguien más
estaba a cargo de él. Pero el disparo nunca llegó. El punto final que daría
silencio a su alma herida que clamaba por algo que le calmara todo ese dolor
que sufría al sentir desgarrarse poco a poco, nunca fue puesto en el capítulo
final del diario personal de su propia vida. Al contrario, pudo percibir el
sonido sordo del arma al golpearse contra el suelo, luego de caer de las manos
de su adversario.
…Aún existía una posibilidad a pesar de todo, pero era mejor
para su persona el no saber cual.
No sabía que su adversario lo observaba horrorizado.
Observaba con terror el producto de su propia crueldad. Observaba sus manos
manchadas con sangre… sangre que había sido derramada sólo por capricho de
ambos. Pero lo que veía era aún más horrible. Podía ver a las personas…
familias enteras, gente que no tenía relación alguna con esa disputa, gente que
no tenía la culpa de que su gobierno fuera tan imprudente y los hiciera cargar
con el peso de la guerra sobre sus espaldas por toda la eternidad… todos
lloraban, se retorcían en el suelo por el dolor que les había provocado… niños,
mujeres, ancianos… todos esparcidos en un campo de muerte, preguntándose por
qué el destino les había hecho tal jugada.
Se sentía un ladrón de sangre, se sentía un ladrón de vidas.
Ahora llevaría a cuestas toda la culpa sobre su espalda, al igual que el ser
criticado duramente por el resto de los países, sólo porque su maldito jefe le
había presionado para que hiciera tal atrocidad. Él no había tenido más opción
que aceptar con la voz temblorosa, pero firme, tal orden, a pesar de que sabía
perfectamente las consecuencias de tal acto… Sabía que luego de eso ya no vería
a Japón de la misma forma que antes…
Tantos recuerdos bonitos que habían surgido entre ambos
ahora ya solo el viento del olvido y el remordimiento podía llevar a quien
supiera dónde…
…Ahora él tenía que marcharse definitivamente de su lado… a
pesar que realmente no quería hacerlo…
___________________________________________________________________________
Observó con profunda tristeza a aquél que se encontraba
tirado en el suelo, esperando a que le diera el golpe final que acabaría para
siempre con eso, pero no podía matarlo. A pesar de todo, la relación que ambos
habían construido en el pasado le impedía continuar con eso. Los ojos se le
aguaron en lágrimas, y se dejó caer en el suelo, de rodillas, ahogándose en sus
propios sollozos… porque todo eso le dolía más que las heridas recibidas
durante la guerra…
Alargó la mano, tocando el rostro ensangrentado de Japón,
quien mantenía los ojos fuertemente cerrados. Quería pedirle perdón, quería
suplicar que todo eso quedara en el pasado. Que una vez que terminara la
guerra, él iría a su lado, e intentaría ayudarlo a salir adelante… Pero no
podía. El resto de los aliados, y su propio jefe no se lo permitirían.
Su propia tristeza iba matándolo poco a poco, en silencio…
No podía hacer nada más que callar, y dejar que su grito se ahogara en su
propia garganta…
Ya no podía continuar de ese
modo. Con mucho esfuerzo se puso en pie, alejándose sin mirar atrás, con la
mirada baja, los puños apretados, y sintiendo un gran peso en el pecho. Ya no
podía llamarse a sí mismo un héroe nunca más. Se sentía un asesino. Se sentía
un criminal que merecía la muerte… La imagen de toda esa gente sufriendo aún se
encontraba grabada en su mente… Y a partir de ese momento, cargaría con esa
imagen por el resto de su vida…
Japón, al sentir que su adversario se marchaba, dejándolo
así, sin poder hacer nada… Se puso en pie ayudado por su propia katana,
sintiendo que su propia sangre aún manchaba el suelo, haciendo un juramento…
Algún día, luego de recuperarse de esas heridas, iba a hacer todo lo posible
para ser alguien muy fuerte, alguien cuyo poder sólo se comparara con la de
Estados Unidos de América… Y no iba a poder permitirse a sí mismo el perder
ante nadie más.
Se levantaría una vez más, y esperaría pacientemente el día
en que su adversario volviera a dedicarle una sonrisa como lo hacía en el
pasado… Con las últimas fuerzas que le quedaban, dirigió una última mirada a
Alfred F. Jones, quien terminó perdiéndose entre la multitud que festejaba el
término de la guerra, y sintió que una parte de si mismo se iba con él…
Finalmente, cayó, pero no tocó el suelo. Una gran cantidad
de manos se extendieron para evitar que lo hiciera. Manos de mucha gente que lo
había visto derrumbarse ante el enemigo… Manos de personas que querían
ayudarlo, y sacarlo de la situación en la que se encontraba… Millones de
personas que le brindaron su apoyo y su solidaridad… y lo ayudaron a levantarse
de nuevo, y a salir adelante, hasta el día que, finalmente, con la voz
temblorosa, pero la mirada firme y decidida, pudo ver nuevamente al rostro de
la persona que le había ocasionado tanto dolor en la vida, y decirle…
- Okaerinasai, America-san…
… Porque si bien, ya no existía posibilidad de que volvieran
a ser igual de amigos que antes… aún existía una muy pequeña… pero él no debía
saber cual…
...Y eso fue todo. Estoy pensando escribir una continuación, pero más desde el punto de vista de Alfred. Una vez más, arigatou por haber leído este fic *reverencia*