Aug 07, 2009 15:14
Se despertó; sobre el suelo donde se encontraban tiradas todas las botellas de la juerga de la noche anterior, o más bien de la madrugada, o era de la mañana, buff, la verdad es que no recordaba el momento justo en el que la fiesta había terminado.
Se levantó y caminó tanteando el lugar donde ponía sus pies, no fuese a pisar algo de lo que luego se arrepentiría; una botella rota por aquí, algunos cristales manchados por ahí, allá ropa interior colgando de los muebles y más allá algunas personas como él se levantaban como las flores al rocío.
Río ante aquella ingeniosa comparación pero en seguida tuvo que taparse la boca pues los efectos del alcohol le pasaban factura y lo poco que había cenado (O comido?) el día anterior luchaban por salir disparados de ella; y bien que luchaban, pues a los dos pasos más salió todo sin poder evitarlo.
Una chica le miró desde el sofá, tenía los ojos enrojecidos y parecía confusa; se apartó el pelo de la frente y sin tener en cuenta la cara de asco de la muchacha se limpió la boca con la manga y luego escupió al suelo.
Ella pareció asustarse, la verdad es que normalmente no estaba de buen humor, y aquella vez se había despertado de todavía peor humor si cabía, aunque no encontraba una razón en la que exculparse, lo más probable es que hubiese demasiadas, pero era tan dejado de mente como de apariencia.
-Ayer no me mirabas de esa manera- le contestó la chica sacudiéndose aquella melena rojiza que se deslizaba salvajemente cubriendo su espalda delgada y pálida.
Él no le contestó, simplemente frunció el ceño y lanzó un gruñido profundo y seco.
Ella pareció ofendida así que se levantó, y tomando sus cosas esparcidas por el suelo, las cuales iba recogiendo según caminaba en su dirección, le golpeó con ellas en la cara y se metió en el baño.
El joven no se movió del sitio resopló y golpeó la pared con el puño cerrado; de nuevo había vuelto a hacerlo, la casa estaba hecha un asco, todavía quedaba gente tirada por las esquinas y lo peor, aparte de que todavía no se había duchado y de que se paseaba como Dios le trajo al mundo por la casa, es que esa misma mañana llegaría una persona para ver el piso y ser su, posible, compañero.
Y dicho y hecho; no terminaban de salir todas las personas rezagadas que quedaban en la casa, cuando dos chicos bastante sorprendidos se plantaron en la puerta de su casa.
-Sois los de la entrevista?-preguntó mientras se enrollaba una toalla en la cintura que ocultase sus partes.
Ambos se quedaron perplejos, dudando entre dar la vuelta y marcharse sin dirigirle la palabra a semejante individuo o preguntarle por aquello.
Cuando el más bajito de los dos se disponía a preguntarlo, o por lo menos a abrir la boca para decir algo y romper aquella inquietante situación, la mujer que había entrado en el bañó salió sonrientemente por la puerta, claro está, despidiéndose con un besazo de tornillo sobre los morros del chico que solo vestía una toalla, bastante corta por cierto; él le dio una palmada en el trasero y la chica bajó riéndose las escaleras.
-Ejem-carraspeó el más bajito de los dos chicos que esperaban plantados ante la entrada-supongo que te habrás olvidado de que la entrevista era hoy, no? Porque al menos diría algo de tu persona menos hiriente de lo que estoy pensando ahora.
El muchacho moreno parecía no escucharle se limitaba a hurgar con su dedo meñique en la oreja como si aquello le importase bien poco, y una vez el otro chico terminó de hablar bostezó dejando a la vista cada uno de sus dientes.
-Pues no-dijo finalmente-no me había olvidado, pasad si queréis, este es el antro, si os hace quedaros, buscar un hueco por ahí sino ya os estáis pirando, vale?- le contestó con desgana mientras se encaminaba por a casa rascándose el trasero
-Déjalo Sol-le dijo el otro chico algo más alto que el que había hablado y agarrando a este por una manga para evitar que golpeara al chico de la toalla-no vale la pena.
-Sol?-río el inquilino de aquella pocilga- menudo nombrecito.
-No se llama así-contestó el mismo chico con un tono más severo- así solo lo llamo yo, que te quede claro.
El muchacho de la toalla les miro con detenimiento arqueando las cejas, primero a uno y luego al otro, fijándose en ellos; aunque los dos eran delgados, el más alto era mucho más delgado y vestía de una manera un tanto rara para un hombre aunque, visto el peinado (un moño extraño adornaba lo alto de su coronilla) que llevaba, en conjunto, digamos que no era tan raro, era … rarísimo; en cuanto al otro, bajito y fuerte de ojos pequeños y mirada amigable que ocultaba con una gorra, suspiro, ambos parecían sacados de alguna especial de estudio de un estilista loco o algo así.
-Sois gays?-les preguntó arqueando todavía más la ceja.
-Joder…-suspiró el más bajito-que pasa eres homófogo o algo así?
-A mi eso me la suda mientras no me peguéis nada de vuestra mariconería, me da igual lo que os metáis por el culo.
-Sol..-dijo el otro chico con tono dulce impidiendo de nuevo la tentativa de ataque por parte de su acompañante.-mira bien este sitio, bueno imaginándotelo sin mierda claro, es amplio y céntrico, con nuestro escaso sueldo no podíamos tener mejor suerte, hagamos un intento, por favor~~
-Pero GD…-aunque su idea era buscar una manera lógica en la que convencer a su amigo para desechar la idea de terminar viviendo en ese piso no pudo resistirse a su tierna miradita de niño lindo y suspirando acabó por ceder.- vale, nos quedamos.
-Bien!!!!-exclamó el más alto emocionado a lo cual el chico de la toalla bostezó de nuevo.- cuando podemos mudarnos?
-Por mi ya mismo, me voy a dar una ducha, tengo q ir al curro, tenéis una llave en ese mueble de ahí, … no recuerdo ahora en que cajón, haceros unas copias y ya de paso recoger esto.-les dijo con la misma parsimonia con la que les había hablado todo el rato mientras se dirigía de camino a la ducha.
El chico al que había llamado Sol miró a GD, el cual estaba rebosante de felicidad imaginando todas las posibilidades que le brindaba aquella casa, para él, salvajemente virgen en el ámbito del estilo; el más bajito suspiró y movió su cabeza negativamente, verdaderamente aquello no le parecía una buena idea pero no podía decirle que no.
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Un chico de no más de 19 años cruzaba dos calles más allá de la casa del muchacho de la toalla, su semblante era sublime, caminaba erguido y con seguridad; al cruzar uno de los varios pasos de peatones que había por aquellas calles el viento movió ligeramente su cabello corto y él se detuvo para colocarlo mejor mirando su reflejo en un escaparate de una tienda moda, a la cual no prestó atención a su nombre, sonrió de medio lado y pasó su dedo gordo por los labios al más puro estilo chico Martini, él era un triunfador o por lo menos así era como se sentía, y como lo hacía verse en cada uno de sus movimientos por las calles.
Saludó a dos de las chicas que cruzaron por su lado a lo que ellas contestaron con unas risillas; las tenía en el bote, lo sabía, sabía que podía hacer lo que quisiese con su encanto, tanto podía ser un seductor como un niño inocente y lindo, aquello las volvía locas, y aunque no le agradaba la idea de resultar tan tentador tanto a hombres como a mujeres, en alguna que otra ocasión había sacado beneficio, siempre a su favor, como no.
Acababa de llegar a su trabajo de los fines de semana, porque él solo trabajaba los fines de semana y claro está no por las noches, las noches había que dejarlas para salir de cacería.
Alzó la cabeza y miró el nombre de aquel pequeño y acogedor local “Sunset glow”, ese era el nombre de la pastelería donde llevaba trabajado un par de meses, no le desagradaba aunque a veces no tenía muchas ganas de ir; no por su reputación, ya que en muchas ocasiones el echo de haber estado aprendiendo sobre repostería le había venido genial para conquistar a alguna damisela algo golosilla de más, el motivo era otro, el motivo era…
-Lee… Seung…. Hyun…*love*-sonó un vocecilla chillona a sus espaldas.
-Se puede saber porque pronuncias mi nombre con si añadieses un maldito corazoncito al final de la frase?-el chico Martini miró a la persona que le había llamado frunciendo el ceño.
-Por que suena mucho más lindo no crees?-río el otro chico quitándole importancia a aquella señal de desagrado que le hacía su interlocutor- y no me frunzas el ceño-prosiguió con su escandaloso discurso mientras le tomaba por el mentón y ponía morritos- tas mucho más mono cuando sonríes jejeje.
Lee Seung Hyun suspiró, no podía hacer nada contra aquel payaso que consumía toda su paciencia, era por él, por lo que en ciertas ocasiones (más de las que debería) rezaba (y eso que no era creyente) para que no llegase nunca la hora de ir al trabajo.
El muchacho de amplia sonrisa se le colgó del brazo y apoyando su cabezota redonda sobre el hombre del chico Martini lo arrastró a dentro del local mientras el pobre secuestrado luchaba porque la vena de su sien no estallase de los nervios.
-Hiiiiiiiiiii! Daeeeeeeeeeee ya está aquí!!!!!!!-gritó nada más entrar mientras estallaba en carcajadas y su pobre compañero se tapaba la cara con la mano esperando que nadie les oyese (cosa poco probable ya que hasta un sordo le podría haber escuchado).
-DeaDae? Seungri?- preguntó una jovencita de sonrisa dulce saliendo de una de las puertas de servicio.-Ya habéis llegado, qué bien!
Ahí estaba ella, Taeyeon, el motivo principal por el que Lee Seung Hyun (Seungri para la muchacha) aguantaba al cazurro pesado que tenía por compañero.
La cara de Seungri se iluminó en el mismo momento en el que la chica salió por la puerta, si hubiese sido una película Taeyeon hubiese salido en cámara lenta, con su pelo castaño moviéndose seductoramente al viento imaginario que los despeinaría dejándolo luego colocado como si hubiese estado en las manos de mejor peluquero, sus dientes habrían brillado destellando la escena, porque sus dientes solo podrían ser blancos y hermosos como los de una estrella del cine; sus pestañas habrían parpadeado con elegancia y ternura moviendo los gruesos y negros pelillos embelleciendo su mirada angelical; su vestido de camarera estilo Lolita habría flotado en aquellos pequeños y precisos (o preciosos) movimientos hacia ella y todo aquel vuelo mágico de ribetes, flecos, tutús, encajes y demás habrían caído gracilmente en su baile al quedarse ella quieta frente a ellos.
Eso habría sucedido de haber sido una peli, aunque Seungri no necesitaba una filmación editada para verlo de esa manera, porque él ya era capaz de hacerlo.
-Seungri? Seungri?-llamó la chica parpadeando confundida y moviendo la mano frente a su cara sonriente que parecía estar perdida en lo más profundo de su imaginación.
Daesung (que así se llamaba el chico de los alborotos) le miró torciendo la mirada y resoplando, él sabía lo que estaba pasando, y aquello le molestaba, Seungri siempre alucinaba con su joven compañera y él no lo comprendía, bueno vale, la chica era mona pero aquello era exagerado, así que sintiendo mucho lo que iba a hacer tomó el batido que Taeyeon había estado preparando en la sala y se lo puso de sombrero aguantando las ganas de reír que le entraron al ver al magnífico chico Martini cubierto de batido de chocolate por encima.
-Te parece gracioso?-le dijo refunfuñando y volviendo, por fin, en si.
-No -contestó el otro y tomando el bote de nata le hizo una montañita sobre la cabeza y luego le colocó una guinda y un barquillo- ahora si me lo parece jeje.
-Un día de estos, Dae, te juro que un día de estos…
-Ya ya-le cortó el susodicho dándole la espalda y caminando hacia los vestuarios- un día de estos me las devolverás todas juntas, jeje, tengo ganas de que llegue ese día para verlo.
-No juegues conmigo mi paciencia tiene un límite.-le contestó con un tono quizás demasiado serio (pero es que ya llevaba mucho tiempo aguantando las pesadas bromas de su compañero, incluso antes de estar en esa pastelería, pues poco tiempo después de haber conseguido el puesto había aparecido él, y antes ya habían compartido otros trabajos, aquello le había dado a pensar de que el pirado ese podría estar siguiéndole).
-Qué?-Dae se giró y le mantuvo la mirada de la misma manera-no juegues tú conmigo porque ni te imaginas como soy cuando me cabrean de verdad- entonces aquella amenazadora mirada que puso los pelos de punta a Seungri (principalmente porque no se lo esperaba y segundo porque la voz dulce que solía tener su Hyun había desaparecido para dar paso a otra profunda que lo congeló en el lugar) desapareció y la sonrisa bonachona recobró el dominio de la cara regordeta-venga boy vamos a cambiarnos, no?- le guiñó un ojo (aunque sus ojos eran tan pequeños que aquello casi no era apreciable) y entró en los vestuarios.
Taeyeon miró preocupada a ambos chicos (bueno a Dae no porque ya había pasado la puerta, en el caso de este solo pudo ver a la puerta que ya estaba cerrada) y suspiro.
-Me gustaría tanto que dejasen de discutir.-dijo con algo de pena.
-Sabes que es él, no soporto sus bromas, no tienen gracias, parece que me odia o algo, joder.
-Eso nunca!!-exclamó elevando la voz más de lo que pretendía por lo que enseguida llevó las manos a la boca para taparla y luego volvió a bajar la voz- Dae no te odia, creo que no entiendes la situación Oppa.
Seungri suspiró de nuevo, la verdad es que en ese momento ya no entendía nada y ya poco le importaba, se excusó con la chica y se dirigió a cambiar a ver si por lo menos trabajando podía mantener la cabeza algo más tranquila.
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Lo bueno era que ya habían acabado de transportar todas sus pertenencias a la casa nueva, lo malo es que aquello era así porque no tenía nada más que una maleta cada uno.
Kwon Jijong, el más alto de los dos, desempacó sus cosas sobre la cama que había tomado ya como suya; puso todo sobre el colchón como en exposición, sacando las cosas lentamente y con cuidado, como si cada uno de esos objetos fuesen más valiosos de lo que aparentaban.
Una vez hubo terminado (que no fue mucho tiempo porque poco tenía) se agachó ante el colchón apoyando los codos sobre él y manteniendo su cabeza sobre las manos para admirar todas aquellas cosas, y entonces suspiró.
Por cuántas casas habían pasado ya? Cinco, siete, más? No lo recordaba, había perdido la cuenta y lo peor era que Yong Bae (el otro muchacho que le acompañaba) se había vuelto involucrado en aquello sin tener nada que ver, pero sin decir nada, sin protestar ni una sola vez, había permanecido a su lado todo ese tiempo, pasando las noches en vela, malviviendo en cualquier lugar, peleando por mantenerse vivos al día siguiente, robando y asaltando si hacía falta; Jijong sabía que aquella no era vida para nadie y muchas veces había querido dejar a su buen amigo atrás y marchar el solo pero Bae siempre estaba ahí, sonriéndole cuando todo iba mal, tomando su mano cuando esta no para de temblar, calmando su hambre cuando las tripas furiosas no dejaban de sonar, dándole calor cuando hacia frío, lo destrozaba tanto por dentro como por fuera y callado, siempre callado sin decir ni una sola palabra más alta que la otra, manteniendo la calma y cuidándole.
Tomó un pequeño peluche entre las manos, estaba roído, sucio y mohoso, pero aquello que todos los demás hubiesen visto como basura era lo que impulsaba a GD a continuar con vida, porque era la única clave al gran enigma de su vida y el motivo de su busca que ya había comenzado hacía 5 años atrás cuando la dueña del peluche y el mismo había protegido a un joven Young Bae de la lluvia y juntos se habían prometido no separarse jamás.
-Pensando en ella?-la dulce voz de Sol sonó a sus espaldas; Jijong se giró y le miró apoyado en el marco de la puerta, sus ojos se nublaron y las ganas de llorar se agolparon en su alma.- eh?-se acercó a él y le abrazó-qué pasa? No llores, sabes que la encontraremos, aquel hombre dijo que estaba en esta ciudad, pronto la volveremos a ver, venga Jijong no te has pasado 4 años en su busca para rendirte tan cerca.
Bae era tan bueno y sus palabras siempre le reconfortaban, era como si siempre supiese que decir para llegar hasta su corazón y sanarlo; Jijong agarró con fuerza una de las manos de Young Bae y la apretó con ternura, así podía sentirse protegido y así había sido desde hacía 4 años desde que la había perdido.
-La echas de menos no es así?-le susurró al oído-Yo también.
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Se rascó la nuca y miró hacia el cielo, la verdad es que hacía un sol que cegaba por lo que a pesar de llevar gafas de sol tuvo que entrecerrar los ojos para que no le molestase la luz, se humedeció la boca con la lengua y luego la chasqueó; hizo crujir su espalda acartonada por la mala postura con la que había dormido y miró la hora en el enorme reloj de pulsera que llevaba en su muñeca izquierda.
Era casi la hora de entrar a trabajar y llegaba tarde, aun por encima en su primer día de trabajo, la verdad es que no daría una buena impresión pero poco le importaba; en la mayoría de los trabajos en los que había estado había durado bastante poco, pero mientras le pagasen a él eso le daba igual.
Entonces sucedió.
Fue todo demasiado rápido, casi sin darse cuenta como si el destino le quisiese gastar una broma, como si derepente todas las dudas que existieron o podrían existir en su vida se disipasen de golpe sin haberlas buscado y, al mismo tiempo, se alejasen de manera imposible de retener.
Aquellos ojos sorprendidos, brillantes y pequeños le habían mirado fijamente, y su corazón había dado un vuelco; el codazo en el costado, el empujón desde atrás…nada importó, porque aquella mirada, aquel fugaz intercambio de visión lo había cambiado todo.
El viento se llevó el único sonido que salió de sus labios, un suave y dulce jadear y la fragancia de su persona, un olor como a frutas o a pastel quedó flotando en el ambiente.
Aquella chica escapaba de alguien era obvio, nadie, a no ser que tuviese mucha prisa, caminaría (correría) de esa manera por la calle.
No pudo verla mucho, ni su ropa, ni su pelo (aunque le pareció que llevaba trenzas), ni su cara, nada, solo sus ojos, dos pequeñas bolitas oscuras, brillantes y asustadas que no dejaban de mirarle.
Los perseguidores de la muchacha pasaron de igual modo que ella tirándole al suelo, todavía perplejo se quedó ahí mirando a la nada y luchando por evitar que su corazón desbocado se le saliese del pecho.
Nunca había creído en el amor a primera vista pero algo le decía que tenía que volver a ver a aquella chica, lo necesitaba.
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No podía más, el corazón se le iba a salir del pecho, si seguía corriendo de esa manera seguro que le daba algo; ah!, resopló apoyándose contra una pared y agarrándose por la zona del vientre, estaba agotado.
Podía escuchar como aquellas personas que le venían siguiendo (mejor dicho persiguiéndole) desde que había salido corriendo de la pastelería estaban por ahí; tragó saliva con algo de fuerza y cerró los ojos esperando que no le descubrieran.
Se escurrió por aquella pared acurrucándose en el suelo detrás de un cubo de basura, rezando mentalmente porque no le descubrieran.
-Esta me las vas a pagar Seungri-dijo por lo bajo entre jadeos.
Porque era por culpa de ese chico por el que ahora se encontraba travestido en medio de un callejón con una peluca ridícula sobre la cabeza y una marabunta de gente siguiéndole los talones, y todo por qué? Por salvar a esa niñita que tenía loco a Seungri; si por esa dulce niñita que él también quería pero…
Cerró los ojos y se llevó las manos al pecho.
-Seungri-murmuró- y Taeyeon…
Se les veía tan lindos juntos y él lo sabía, sabía como Seungri bebía los vientos por aquella jovencita y como ella, en secreto, besaba cada paso que daba el apuesto chico Martini, y ahí, en el medio, estaba él; el mejor amigo de la chica, queriéndola como a una hermana y el amigo pesado del chico, amándole con todo su corazón.
Por eso se había dejado vestir así, por eso había corrido despistando a aquellos hombres que sin motivo aparente se había lanzado sobre la muchacha y por eso era tan tremendamente pesado con él.
-Te amo…-susurró.
-Y eso que no nos conocemos, si le dices eso a toda la gente que te encuentras vas a parecer una facilorra.
Daesung se sobresaltó, un chico algo más alto que él estaba justo detrás suya, tenía una pinta algo rara (aunque no más que la suya propia) como entre descuidado y peligroso.
El chico le miró divertido y bajando algo las enormes gafas de sol que llevaba levantó una ceja y se acercó más, con lo que Dae retrocedió precavido cayendo de espaldas al suelo y abriendo cada vez más aquellos pequeños ojos que tenía.
-Esos ojos-pensó en alto el chico moreno-eres la chica con la que me crucé hace un rato, no?
-Eh?-fue la única respuesta inteligente que se le ocurrió en el momento, la chica?, es que ese tío no tenía ojos en la cara? Pero bueno para evitar engorrones sería mejor seguirle el rollo.-Eh..sí…esto perdón por el golpe, es que me venían siguiendo.
-Y porque lo hacían?
Y a él que le importaba? Pensó Dae que todavía seguía tumbado en el suelo con el mastodonte despeinado encima suya impidiéndole la movilidad, frunció el ceño y le dio un golpecito con la pierna en sus partes para que le dejase levantar.
El chico moreno le miró sorprendido y torció aun más la sonrisa.
-Que pasa es que quieres marcha?
-Marcha?-(OwO) ah dios! Ese tío se creía en serio que era un chica y …-Yo…-intentó excusarse mientras que con la mirada buscaba una salida.
Pero no la encontró y el muchacho de constitución más ancha le besó, sin avisar, sin conocerse, sin ni siquiera un motivo y lo peor de todo, él había cerrado los ojos y no oponía resistencia.
todae,
fic,
gdyb,
big bang