Me voy a Londres en unas horas (aunque antes he de hacer noche en Barajas) y sí, me voy con unos amigos y
sramulder a frikear (bueno a frikear básicamente vamos sramuler y yo), vamos a psicopatear a Gillian, porque aunque pienso disfrutar mucho de la ciudad y de mi primera salida fuera de España, voy con el firme propósito de ver a Gillian aunque sea a 10 metros.
Ahora los interrogantes que se plantean son: ¿Conseguiremos entrada para la obra? ¿Veremos a Gillian a la salida? ¿Nos firmará? ¿Seré capaz de balbucear algo coherente? ¿Saldrá por otra puerta y no podremos ver ni la sombra de Mark?
Todo esto lo responderé a la vuelta, pero confío, cruzo los dedos, rezo, porque sí pueda verla aunque sea de refilón
Si lo consigo, habré cumplido uno de mis sueños... Y que conste que no psicopateo a Hugh porque nadie ha sabido decirme dónde vive, que sino me pasaría todo el fin de semana dando vueltas por su barrio hasta que le viera la coronilla XDDD
Con respecto a mi vida no friki, mi trabajo ya está terminado y entregado, ahora sólo queda que a mi profe le guste y sobre todo que mantenga la nota del primer parcial. Por cierto, empiezo los exámenes el 1 de junio, así que me veréis poco por aqui y por msn.
Ah!!!
Nuevo fic de House que dejo aquí antes de irme porque soy así de mala y quiero comiéndoos las uñas hasta mi vuelta XDDD que conste que no me convence mucho el resultado porque empecé a escribirlo inmediatamente despues de ver el 5x23, pero los acontecimientos del 5x24 me obligaron a reescribirlo.
Lo admito, más que con el huddy sex, estoy obsesionada con el día después, así que este es el resultado de lo que me hubiera gustado ver en el caso de que el huddy sex hubiese ocurrido realmente.
El título es de una canción de Noa que me gusta mucho, no tiene demasiado que ver con el fanfic, pero no soy muy buena poniendo títulos XDD
Ah!! Aviso: no he empezado a escribir la 2ª parte, no la escribiré durante el finde porque obviamente estaré sin acceso a internet y tampoco voy a escribirla durante las próximas semanas porque el dia 1 tengo mi primer examen, así que vais a tener que esprar para leer la continuación. Eso sí, prometo que lo terminaré, no haré como todos esos fics que empiezo y no termino XDDD
AVISO: DESTRIPO TOTALMENTE EL FINAL DE TEMPORADA DE HOUSE, ASÍ QUE SINO LO HABÉIS VISTO AUN, ABSTENEOS DE LEER ESTE FANFIC. EL QUE AVISA NO ES TRAIDOR.
DREAMER
“Identificar la felicidad cuando está a los pies de uno, tener el valor y la determinación de agacharse para tomarla entre los brazos… y conservarla. Eso es la inteligencia del corazón. La inteligencia a secas, prescindiendo de la del corazón, no es más que lógica, y eso no es gran cosa.”
Marc Levy - Ojalá fuera cierto
Una suave frisa mañanera se coló en la habitación, provocándole un escalofrío.
En esos momentos en los que su mente y su cuerpo empezaban a abandonar el mundo de los sueños, recordó que la noche anterior había olvidado cerrar la ventana… pero ¡qué diantres! Después de meses respirando aire limpio sólo a las horas prefijadas por su terapeuta, necesitaba sentir que el oxígeno entraba en sus pulmones con total libertad.
Cuando quería y como quería.
Había llegado a sentirse prisionero, no por las cuatro paredes de su habitación, sino por su propio interior y ahora que se sentía más libre de su pasado, de los demonios que le habían perseguido durante años, lo único que quería era respirar cada mañana el aroma de las hojas secas que ya comenzaban a dejar desnudos los árboles y el olor a bollos de chocolate de la panadería de la esquina… antes no le daba importancia a todo aquello, pero como se suele decir, no se valora lo que se tiene hasta que se pierde.
Y él en aquellos meses de reclusión y de enfrentamiento consigo mismo, había entendido que echaba mucho de menos la cotidianeidad a la que siempre había contestado con un gruñido.
No es que de repente hubiera dejado de ser él, no es que ya no gritara improperios después de oír a su vecino de arriba tirar de la cadena a las tres de la madrugada justo cuando Angelina Jolie se quitaba el sujetador en sus calenturientos sueños, ni que hubiera dejado de molestarle que le despertaran cada mañana los regaños de las mamás cuando sus hijos se escapaban camino del colegio… sólo que en el fondo había añorado su antigua vida.
Y ahora estaba feliz de estar de vuelta.
Le había costado demasiado aceptar que todo lo que le atormentaba formaba parte de su yo interior. Que cada golpe, cada reproche, cada inseguridad, cada temor, cada palabra no pronunciada, cada punzada de dolor, se habían ido uniendo poco a poco para materializarse en uno de aquellos fantasmas que le perseguían en sueños, a duermevela y despierto, y que ya no le hacían distinguir la realidad de la ficción.
Todavía seguía alucinando.
Aun sus enemigos, su propia conciencia, se le aparecían de vez en cuando para hacerle recordar que en la vida todo se paga, pero había aprendido que cada vez que se reconciliaba con alguno de sus tormentos, ellos se desvanecían como el humo.
Primero fue su padre quien le dijo adiós para no volver a hacer acto de presencia en sus pesadillas. Después Kutner, que con una sonrisa cómplice y la PSP en una mano, caminó hacia la luz. Su anciano y solitario vecino al que solía despertar cada noche con el piano se despidió tarareando la melodía que él siempre tocaba para fastidiarle. Luego Ámber.
Ya sólo quedaban los menos dañinos para sí mismo, aquellos que le acompañaban silenciosamente y su presencia no era molesta, sino divertida y a veces hasta gratificante. Sólo tenía que ir venciéndose de los miedos que representaban cada uno y como diría aquella terapeuta a la que certeramente había apodado, “la piernas”, estaría curado.
Escuchó un trueno caer a los lejos y rápidamente las gotas de lluvia golpearse contra el alfeizar de su ventana.
Genial, el nuevo día amanecía con tormenta y la humedad tenía un único significado: más dolor en la pierna.
Con los ojos aun cerrados por el sueño, respiró profundamente, esperando sentir el olor a tierra mojada y ahora que estaba solo, no pudo evitar sonreír al pensar en lo idiota que se había vuelto de repente. ¿Desde cuándo era tan estúpidamente cursi?
¡Dios! Si Wilson o alguno de sus patitos le vieran, sería el hazmerreír del hospital durante generaciones y toda su imagen de sarcástico gruñón se vendría abajo… y él no podía permitir que eso ocurriera, tenía una reputación que mantener.
Además, qué diantres, aun era él. Aun echaba a la gente de su lado y gruñía al primer saludo mañanero. Aun le dolía aquella jodida cicatriz y aun tenía su miseria.
Y aun estaba enamorado de ella.
Ella.
Intentaba no preguntarse por qué en aquellos meses no había recibido una visita, una llamada, un simple mensaje vía Wilson. Trataba de convencerse que bastante había hecho con no despedirle, con sacarse una coartada de la manga que no pusiera en peligro su puesto. Pero lo cierto es que aquella aparente indiferencia le dolía más de lo que él mismo se permitía aceptar.
Todos aquellos meses había tratado de convencerse de que no merecía la pena calentarse la cabeza con preguntas que no llevan a ninguna respuesta, había intentado ignorar que la quería más de lo que él mismo se imaginaba. Pero ahora de nuevo, ella se hacía presente, cual demonio escapado de su propio infierno.
La mujer es el diablo mejorado.
Sí. Sin duda ella era el mismísimo Satán, que ni siquiera en aquel primer despertar de libertad conseguía darle un mínimo de paz y se hacía presente en sus pensamientos, en aquel olor a vainilla y almendras del champú con el que, deducía, se lavaba el cabello, en aquella respiración pausada que le hacía cosquillas en el brazo…
Y de repente abrió los ojos, sintiendo como una opresión se instalaba en su pecho, mientras cientos de escenas, retazos de una ilusión, se agolpaban en su cabeza.
Se incorporó como un resorte, respirando agitadamente y cerró los ojos, deseando que su imaginación no hubiera vuelto a jugarle una mala pasada. Otra vez no…
-Mmm -Un suspiro. Un suspiro procedente del otro lado de la cama, a pocos centímetros de su cuerpo, le paró el corazón y le hizo sentir unas ganas tremendas de llorar y reír al mismo tiempo. Suspiró con evidente frustración y volvió a colocar la cabeza en la almohada, con los ojos todavía cerrados y las lágrimas a punto de desbordarse, aunque aun no sabía si eran de desesperación por seguir alucinando con ella o de alegría porque aquellas ilusiones realmente le daban la paz que buscaba.
Era un jodido miserable.
Toda su vida había sido un cabrón con mayúsculas y ahora su propia mente, cual Dios castigador, le estaba haciendo expiar sus pecados, a base de darle caramelos para quitárselos cuando aun recién había empezado a saborearlos.
Notó como el cuerpo de su acompañante de cama se movía bajo las sábanas, pegándose más a él y deseó morir. ¿Por qué tenía que ocurrirle esto sólo en su imaginación? ¿Por qué no podía por una sola vez ser real? Con miedo abrió sus ojos acuosos y dejó que se acostumbraran a la luz del día. Una lágrima rebelde escapó y se deslizó silenciosa por su mejilla, dejando un rastro salado en sus labios… le dolía. Realmente le dolía más esa sensación de que se estaban burlando de él, que la cicatriz.
Era capaz de vivir con sus alucinaciones, de hecho llevaba meses haciéndolo. Podía convivir con aquel amigo de la infancia que le lanzaba pelotas imaginarias a la cabeza porque un House demasiado niño le quitaba la bicicleta; podía convivir con el fantasma de la abuela Meredith, que le regañaba por sortear la prohibición psiquiátrica de tomar vicodinas, escondiéndolas en sus zapatillas.
Pero no podía seguir viviendo con una Cuddy irreal que cada mañana despertaba junto a él tras una noche de pasión. Porque aquella alucinación no era como las otras. Las demás eran divertidas, le recordaban momentos de la niñez y escenas que creía olvidadas.
Pero soñar despierto con Cuddy era horrible, porque cuando despertaba a la realidad, el vacío que sentía dolía más que la pierna y mil músculos extirpados.
Tal vez tenía razón “la piernas”, debería aceptar lo que bullía en su interior, reconciliarse consigo mismo y con la decana, y sólo así sería capaz de mandar las alucinaciones al carajo, pero era pedirle demasiado a alguien como él.
Volvió levemente la cabeza, lo suficiente para ver su cara adormecida y su oscura melena esparcida por la almohada y sintió deseos de echar a correr y volver al manicomio para no salir de allí nunca más. Ya no entendía nada, su mente era un ir y venir de imágenes de una supuesta noche anterior en la que habían compartido algo más que palabras, pero en aquellos momentos, el miedo y la tristeza y un cierto ápice de felicidad, le impedían distinguir si había sido realidad o ficción.
Empezaba a pensar que había salido del psiquiátrico demasiado pronto… ¡maldita sea! No era más que un loco, deberían haberle encerrado allí y tirar la llave al mar.
Y es que era una verdadera utopía pensar que realmente hubiera ocurrido, porque él seguía siendo un demente y ella estaba demasiado cuerda como para caer de nuevo en la tentación…
Pero a la vez era tan real… respiraba y una bocanada de su aroma femenino se introducía en él… notaba la tibieza de su cuerpo junto al suyo… su respiración adormilada… definitivamente, la vida era mucho mejor en su imaginación.
Tomó aire y se volvió con cuidado hacia ella, siéndole imposible evitar que sus dedos se acercaran a su mejilla, temiendo que al rozarla, su imagen se desvaneciera cual ilusión rota… pero no se marchó. Notaba el calor de su piel traspasar la yema de su pulgar y su respiración le hacía cosquillas en el antebrazo.
¡Maldita sea! Si existía algo muy parecido al bienestar, a la paz, inclusive a la felicidad, era ese momento… por eso no quería que aquellas alucinaciones se acabaran nunca…
Dejaría la medicación, la terapia y aquellos estúpidos libros de autoayuda que Wilson le había regalado por su cumpleaños. Su vida era una auténtica porquería, así que si era feliz en su cabeza, ¿por qué no seguir perdiéndose en su locura? ¿Por qué debía abandonar todo aquello? Llevaban años diciéndole que debía ser feliz, pues bien, él era feliz loco y así seguiría. Puede que no estuviese ocurriendo realmente, pero se sentía tan bien…
Se quedó observándola largo rato, esperando que abriera los ojos.
Durante años, el recuerdo de una joven Lisa adormilada junto a él le había perseguido en las noches de insomnio y en las de somnolencia y ahora de nuevo estaba allí. En su mente, sí, pero estaba junto a él.
Dormida. Como aquella resacosa mañana post Lucas, post novatadas, post borrachera y post polvo entre desconocidos, cuando la había mirado dormir, preguntándose cómo se llamaría aquella novata que se había colado entre sus sábanas la noche anterior y que le tenía hipnotizado hasta el punto de no poder apartar los ojos de ella.
Entonces recordó algo que hizo aquella mañana, años atrás, y no pudo evitar sonreír y poner en práctica aquel juego que había querido volver a repetir en numerosas ocasiones.
Se acercó a su cara, soplándole suavemente y algo muy parecido a una sonrisa, se instaló en su rostro cuando ella, aun dormida, arrugó graciosamente la nariz.
Volvió a hacerlo, esperando alguna otra reacción que no se produjo, lo cual le indicó que ya estaba despierta. Y se disponía a hacerlo una tercera vez, cuando su voz le detuvo:
-¿Te vas a estar quieto de una vez? La primera vez tuvo su gracia, pero repetir el mismo juego veinte años después revela lo pasado que te has quedado, doctor House. -¡Dios! Como le ponía aquella Cuddy de su imaginación, más inclusive que la real, porque podía modelarla a su antojo. Mmm ¿y si la obligaba a disfrazarse de Cat Woman? Ohhh siii ¡Como adoraba su calenturienta imaginación!
-Mmm la primera vez me respondiste repitiendo el polvazo, así que yo diría que te hizo algo más que gracia. -Vio como ella murmuraba algo ininteligible y se daba la vuelta, tapándose aun más con la sábana y volviéndole la espalda. ¡Oh no! ¡Nada de eso! Puede que en la realidad, en el hospital, incluso en su vida, mandase ella, pero en su imaginación él era el rey absoluto y haría realidad sus más oscuras fantasías. Después de todo, tenía que aprovechar, ¿no?
Empezó a tirar de la sábana que cubría su cuerpo desnudo, intentando ver más allá de la espalda, pero sólo consiguió ganarse una palmada en la mano.
-¡Oh vamos mujer! ¡Aquí no valen remilgos! ¡Aquí mando yo y tienes que hacer lo que yo quiera! -Lisa se dio la vuelta y por primera vez desde que despertó, sus ojos le miraban, con un ápice de enfado, diversión y algo que no era capaz de descifrar pero le gustaba. Mucho.
-¿Por qué no duermes un rato? Aun quedan… -Sacó el brazo que mantenía oculto bajo la almohada y miró el reloj, resoplando con evidente fastidio. -¡Mierda! ¡Son más de las 8.30! ¡Me he dormido! -Cuddy hizo un intento de incorporarse, pero las fuertes manos de House, sujetándole los brazos, la mantuvieron pegada a la cama.
-Ni hablar. En mi mente no existen despertadores, ni crías que necesitan que mami las amamante, ni Wilsons pesados llamando cada diez minutos, no Cameron hablando de velos de novia y lacitos. En mi imaginación sólo existe la cama, tú desnuda y yo palote, así que, nena, no pienses que vas a fastidiarme MI fantasía.
-House… -Ella le miraba extrañada y sin saber qué demonios le estaba pasando por la cabeza al loco de su mejor médico. -Ya sé que tienes miles de fantasías comigo, pero no creas que voy a disfrazarme de enfermera sexy, ni de profesora autoritaria y muchísimo menos de cabaretera, además, llego tarde al hospital y tú también llegas tarde a tu primer día post baja, así que dile a tu fantasía que tendrá que esperar… al menos hasta la noche. -Su sonrisa le hizo perder el control de sí mismo por un momento y ceder ante la promesa de una noche aun mejor que la que habían pasado, pero ¿y si por la noche ya no alucinaba? ¿Y si la dejaba marcharse y ya no volvía a su mundo? Le había ocurrido la última vez, amaneció solo y ya ella no volvió.
Definitivamente, no podía dejarla ir.
-Te quedas. -Susurró muy cerca de su boca, para acto seguido capturar sus labios en un beso demasiado dulce para proceder de un hijo de puta como él y demasiado apasionado para ser tan mañanero y adormilado. Los dientes de la decana capturaron su labio inferior, mordisqueándolo levemente, para instantes después separarse de él y mirarle a sus profundos ojos azules.
-House… -Susurró, aun con su boca demasiado cerca, mientras uno de los brazos ,que había conseguido deshacerse de los amarras de él, le acariciaba la barbilla rasposa. -Me encantaría quedarme todo el día aquí. Contigo. Pero sabes que tengo que ir al hospital.
Él negó con la cabeza, evidentemente fastidiado. ¿Por qué ni siquiera podía mandar en sus alucinaciones? Estaba solo, con la cama y su mente. Entonces, ¿por qué no podía seguir imaginando que Cuddy y él hacían el amor una y otra vez como si el mundo fuera a terminarse al día siguiente?
¿Por qué aquella Lisa irreal le daba la lata con el hospital y sus obligaciones de decana?
Estaba claro que hasta su imaginación se empeñaba en joderle la vida.
La soltó y se dejó caer en su lado de la cama, resoplando con resignación, mientras veía como ella se incorporaba y empezaba a buscar su ropa, esparcida por la habitación.
-¿Sabes? -Susurró, mientras su mano tapaba sus ojos, aun a sabiendas de que sólo el eco le respondería. -Me hubiera gustado que fuera real...
Notó como ella detenía sus movimientos y aun con los ojos cerrados, podía sentir su mirada verdosa clavándose en él. Sólo le respondía el silencio… roto por su respiración y el roce contra el suelo de los pliegues de la sábana que la envolvían, mientras caminaba silenciosa hacia él.
-¿De qué estás hablando?
Suspiró, al sentir como ella se sentaba en la cama, inclinándose hacia él. Cerró fuertemente los ojos, rezando todo lo que recordaba a un Dios en el que ni siquiera creía, para que ella siguiera allí cuando volviera a abrirlos.
Notó su mano acariciar su mejilla y no pudo evitar que una lágrima traidora escapara de la lucha por contenerlas. Total, ¿para qué contenerse si nadie le estaba viendo?
-House…
Abrió sus ojos humedecidos y la vio. Allí. Junto a él. La maldita alucinación seguía estando allí y él empezaba a sentirse tremendamente afortunado, lo cual resultaba una paradoja. ¿Quién puede sentirse afortunado por estar loco? ¿Por imaginar aquello que más desea aun a sabiendas de que cuando despierte la ilusión se habrá desvanecido?
-Lástima que esto sólo ocurra en mi mente, ¿eh? Pero qué le vamos a hacer, los cabrones como yo no tenemos la suerte de que nuestros sueños se hagan realidad. -Y en seguida, notó los labios de la decana rozar los suyos, en una leve caricia que le susurraba:
-House… esto es real.
Continuará
Ah!! He visto el 5x16 y el 5x17 de CSI NY ainssss pero como no tengo tiempo de comentar nada porque tengo que ver la forma de que me quepa todo en mi equipaje de mano sin que pese más de diez kilos, ya comentaré a la vuelta.
Sólo digo que Mac y Stella son un AMOR