Britannia Angel
Alfred F. Jonesx Arthur Kirkland
6 de Febrero de 2010
El frío no había dado tregua alguna. Apenas habían salido de la cálida cafetería de Mathew cuando Britania ya quería regresar de nuevo. El viento le calaba en las mejillas y sabía que sólo era cuestión de pocos minutos para que se le entumecieran. Antes era ajeno a cuestiones de sensaciones, pero desde que había perdido la aureola estaba descubriendo todo un nuevo mundo.
La gente seguía pasando apresuradamente a su lado, sin tener el cuidado necesario de evitar empujarlo o chocar con él distraídamente. Si Alfred no lo hubiera estado sujetando de la mano, seguramente hubiera terminado arrastrado por la gente. El ojiazul susurraba cosas que no alcanzaba a oír bien, pero tenía una expresión de idiota que le causaba cierta incomodidad.
-¿A dónde vamos, Alfred?- preguntó, con un poco de incertidumbre. El chico lo miró con una sonrisita que le daba a entender que todo estaba bien.
-A conseguir el dinero que necesito…-
Britania no quedó muy convencido con la respuesta, pero no dijo nada.
Tardaron varios minutos, y caminaron muchas cuadras, antes de que al fin Alfred se detuviera enfrente de un edificio. El lugar, por afuera, no parecía la gran cosa, pero una vez dentro se notaba una gran vida comercial. Había distintos locales de varios tipos, desde restaurantes hasta tiendas de ropa. En el lobby se encontraba un mapa enorme donde indicaba la ubicación de cada uno de los locales que había, justo al lado de una pizarra de anuncios. En ese momento, un chico bajito de cabello negro se encontraba pegando un cartel. Alfred pegó un grito de felicidad cuando lo vio.
-¡Kikuuuuuu!-
Alfred fue a su encuentro, llevándose a Britania casi volando, arrastrándolo por una mano. El chico volteó al escuchar su nombre y encontró bastante incómodo el que Alfred corriera para saludarlo, varias personas los miraban con desaprobación.
-Buenos días, Alfred-san…- saludó cortésmente el chico, haciendo una leve reverencia.
-¡Hellouuuuu!-contestó el otro, sonriendo. Tal y como había pasado con Mathew, la presencia de Britania llamó la atención del otro chico, quien se le quedo viendo con una sonrisa de cortesía. El rubio de inmediato lo presentó-. Él es Arthur Kirkland, es un amigo que está de visita y viene de Inglaterra-
El otro hizo una reverencia y se presentó por si mismo:
-Yo soy Kiku Honda, mucho gusto de conocerlo.
Britania iba a abrir la boca para contesta el saludo, pero Jones lo interrumpió por completo.
-Va a quedarse mucho tiempo y necesita un empleo de medio tiempo- continuó, poniendo ojos de perro a medio morir para conseguir su objetivo- ¿Podrías darle trabajo en tu restaurante?-
La mirada de Kiku se iluminó al instante, mientras que Britania se quedó con la boca abierta y los ojos en blanco, con ganas de hundirle un puñetazo en el estómago a Alfred.
-¡¿Enserio?!- preguntó emocionado, con una sonrisa- ¡Justo acabo de poner un anuncio de que necesito a alguien en mi restaurante!-
***
Kiku Honda tenía un restaurante japonés en el quinto piso del edificio. El chico era todo un Otaku y su fanatismo se reflejaba en los afiches de chicas lindas y sonrientes de ojos enormes colgados en las paredes. Había un pequeño escenario, con karaoke incluido, en una esquina del lugar.
Como todavía no era hora de abrir, el restaurante estaba para ellos solos. Honda había preparado té y, junto con galletitas de arroz, les había ofrecido un poco.
-La comida no es mala, el ambiente es bastante agradable y hasta tengo un…a camarera muy simpática- explicaba el chico, un poco deprimido. Los tres estaban sentados sobre cojines, formando un triángulo. El japonés estaba enfrente de los otros dos- Pero el restaurante chino que está del otro lado me está haciendo picadillo con la competencia. Necesito a alguien que me ayude a anunciar mi restaurante en la calle…-
Britania lo miró con compasión, sintiendo simpatía por el chico y hasta animándose a hacer el trabajo por el que no le habían pedido su opinión. Alfred, por su parte, estaba que echaba chispitas de felicidad por los ojos.
-Arthur es perfecto para el trabajo, te lo juro- decía lleno de emoción- Además, ¡mira esto!-. Con cuidado de no romperle un brazo al ojiverde, le sacó la chamarra y liberó sus alas. Kiku no dijo nada, pero abrió los ojos como platos y con lagrimitas de emoción se les quedó viendo fijamente. El observado sintió como sus mejillas se calentaban y enrojecían a causa de la vergüenza.
Pasaron al menos dos minutos sin que ninguno dijera nada. Honda, completamente maravillado, seguía observando las alas del ojiverde. Britania miraba a Alfred con ganas de patearlo por la terrible situación incómoda en la que lo había metido y éste último tenía una sonrisita idiota en la cara por que sabía que su amiguito ya había conseguido el trabajo.
De repente, haciendo mucho ruido, la puerta corrediza de la entrada se abrió.
-¡Buenos Días, Kikuuuuuu!-
La camarera de la que había hablado el oriental minutos antes, había llegado. El problema es que, por más mona que fuera la falda rosa que llevaba puesta y las uñas tan bellamente decoradas que tenía, Alfred y Britania sabían que era un chico.
-Buenos días Feliks-san-
El rubio llevaba puesto una falda rosa con un top del mismo color que hacía juego, y unas botas blancas de plataforma que lo hacían ver 10 centímetros más alto que de lo que en verdad era. El chico observo con sus adormilados ojos verdes a los extraños, antes de abrirlos desmesuradamente y chillar agudamente:
-¡Oh por dios! ¡Esas alas son como que totalmente lindas!-
Se acercó corriendo hacía donde estaba Britania y estiró su mano para tocarlas. El pobre ángel, y Alfred, sabían lo que vendría. Britania cerró los ojos con fuerza mientras que Jones trato de detener al emocionado rubio, cuyas manos estaban a escasos centímetros de alcanzar su objetivo. Y de repente, sin que ninguno de los tres lo esperara, Feliks fue detenido en seco por Kiku.
Una de las manos del japonés había sujetado por la muñeca al polaco, con una rapidez que hizo pensar a Alfred que su amigo era un Ninja de verdad. Britania abrió un ojo para echar un vistazo de lo que había pasado.
-Lo siento, Feliks-san, pero no puedo permitir que arruines un cosplay de tan alta calidad- hablo, usando un tono serio.
Las mejillas del chico se tiñeron de carmín a causa de la vergüenza y de enojo.
-O sea Kiku, tampoco es para que te pongas así. Eres como que totalmente denso con estos temas de disfrazarse…- habló, soltándose del agarre del chico y sobándose la muñeca. Recordando algo súbitamente, el enojo se le paso en un segundo y volvió a parlotear emocionado- Hablando de disfraces ¿Ya terminaste el nuevo de sirvienta para mi? Amo como que totalmente ese fetiche…-
El japonés asintió y disculpándose con los otros dos chicos, desapareció, con el rubio, detrás de una puerta que decía “Sólo empleados”. Britania aprovechó la situación para fulminar a Alfred con una mirada asesina.
-¿Trabajar aquí?- chilló -¿Desde cuándo decides lo qué tengo qué hacer?-
El ojiazul sonrió maquiavélicamente.
-Vas vivir conmigo ¿No? Digamos que con el dinero que ganes, y me des- hizo especial énfasis en las últimas tres palabras- estaremos a mano con todos los posibles gastos de luz, electricidad, gas y comida que generes- explicó, sonando muy formal. Aunque la verdad es que con el sueldo que ganaba en su empleo de medio tiempo, no le alcanzaba para pagar la deuda con el Suizo y mantener a los dos. En esos momentos, el ojiverde sintió unos enormes deseos soltarle un puñetazo a Alfred en la cara, no por el hecho de que tuviera que ponerse a trabajar, sino por que tenía que trabajar ahí, junto con un polaco chiflado y donde seguramente terminaría vestido de niña también, exhibiéndose a la mitad de la calle.
-Ah, me quiero morir, me quiero morir, me quiero morir- comenzó a susurrar rápidamente el ángel, tapándose la cara con ambas manos y comenzando a balancearse hacía enfrente, muerto de vergüenza. Un gritillo de emoción resonó en todo el lugar y el rubio revoltoso volvió a hacer acto de aparición: llevaba un traje de camarera que consistía en un corto vestido negro lleno de holanes y encaje blanco. También llevaba un delantal blanco en forma de corazón y unas calcetas negras que le llegaban hasta los muslos.
-¡ME VEO DIVINO CON ESTE TRAJE!- chilló, dando vueltas para que pudieran apreciar como le quedaba. En la cabeza tenía una diadema con holanes blancos que hacía juego con todo el conjunto. -¡¡AAAAH!!- soltó un nuevo gritillo y se acercó hacía donde estaba Britania, quien se quedó paralizado al instante en que tuvo enfrente al chico-. ¡Kiku ya me dijo que vas a trabajar aquí también, así que espero que seamos así como súper amigos!
Britania asintió por cortesía, fingiendo una sonrisa. Podía sentir claramente como el sudor frío recorría toda su espalda.
***
Britania y Alfred se retiraron en la tarde, después de haber comido gratis en el lugar. Comprobaron que todo lo que les había dicho Kiku, acerca del restaurante chino que jalaba toda la clientela potencial, era cierto. Así que Britania tenía que iniciar con su trabajo inmediatamente. El japonés le tomó las medidas necesarias para hacerle distintos tipos de trajes (todos los cuales irían con alas, especifico Alfred) y le dijo que sólo tenía que presentarse; él ya se encargaría de tener todo preparado para el día siguiente.
Como el ojiverde se veía un poco ridículo llevando puesta la enorme ropa de Alfred, éste último decidió comprarle un par de pantalones y playeras de su talla. Claro, en esa época había muchas rebajas, pero para poder conseguir la ropa tenías que hacer poco menos que romperle la boca de un codazo a cualquiera que se atreviera a tocar la misma prenda que tú. Britania conoció lo que era el “El infierno de las compras”, pero al final de día terminó con varias bolsas de ropa en rebaja y Alfred con todo el cuerpo lleno de golpes dados por chicas que había peleado por la ropa que él había escogido para Britania, por que ellas la querían para sus novios o familiares. Claro, él era un héroe y no podía pegarle a las mujeres.
Cuando regresaron al departamento de Alfred, ya había anochecido.
El ojiazul sabía que en cualquier momento se aparecería Vash con una escopeta y le haría un hoyo en el estómago, por no tener el dinero de la deuda de la reparación. El ángel estaba tomando un baño, cosa que lo tenía tranquilo ya que así le ahorraba la escena de ver cómo le disparaban.
Alguien tocó la puerta, con suavidad. No había gritos rabiosos ni el clásico ruido seco que se ocasiona cuando cargan una escopeta. Completamente confuso, y ciertamente aliviado, fue a abrir. Obviamente no era Vash, sino su hermanita que llevaba una tarta de manzanas en las manos. La chica se le quedó viendo y enrojeció levemente. Al parecer Alfred no era la persona con la que quería encontrarse.
-Buenas Noches, Señor Jones…- habló tímidamente, con su vocecita- Mi hermano ha cambiado de opinión acerca del pago de hoy; pero espera que le pague en dos semanas, sin falta o tomará medidas drásticas.
El ojiazul suspiró aliviado.
-¡Gracias, Lily! Dile a tu hermano que es muy amable- chilló, con lágrimas en los ojos-. El dinero se lo tendré sin falta en dos semanas, te lo juro…-
La niña sonrió y extendió la tarta hacía el chico.
-Vi que tiene visitas, así que hice esto para ustedes…espero que no le moleste mi atrevimiento por hacerla- se apresuró a decir, evitando la mirada del ojiazul. Jones la miró, parpadeando confuso varias veces, pero aceptando de todos modos el regalo. En ese momento, Britania hizo acto de presencia: llevaba puesto el pijama que había usado el día anterior y se estaba secando el cabello con una toalla. Reparó en la presencia de la pequeña niña en la puerta y se le quedó viendo. Lily, al notar su mirada, se puso de mil colores y se fue de ahí, balbuceando un “Con permiso”.
-¿Pero qué le pasa?- preguntaron ambos al mismo, intercambiando miradas de desconcierto.
***
El primer día de Britania sin su aureola no había sido tan malo. Tal vez al inicio había pasado por cierta situación… incómoda, pero el resto del tiempo se la había pasado bien. De hecho hasta pensaba que su nuevo trabajo sería divertido, aunque sus compañeros fueran muy extraños. Alfred le había explicado, mientras cenaban la tarta de manzanas hecha por Lily, que él también tenía un trabajo, pero que lo acompañaría al restaurante de Kiku y también lo recogería cuando terminara de trabajar.
Vieron televisión en la sala durante un rato más y sin darse cuenta, el ojiverde quedó dormido, boca abajo, sobre el sillón. Alfred sonrió y busco cobijas para cubrirlo y que no pasara frío durante la noche. Después, él también fue a dormir a su cuarto.
*
A media noche, la sensación de ser aplastado por algo pesado, despertó a Alfred.
-¿Qué diablos…?-
Con dificultad se puso sus lentes y trato de identificar, en la penumbra, el bulto de forma extraña que estaba atravesado en su cama. Por un momento sintió una punzada de pánico, pero cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad del lugar, la forma irregular era formada por unas alas: Britania estaba completamente dormido, enroscado como gato, con medio cuerpo (de la cintura hacía abajo) sobre Alfred. Se había cambiado de lugar a la mitad de la noche.
El chico suspiró y acomodó bien al ángel sobre la cama. No quería pagar una cuenta estratosférica de servicio médico si Britania se lastimaba la columna vertebral o algo por el estilo. La cama no era muy grande, así que estaban muy juntos. Lo cubrió bien y se acostó a su lado, disfrutando de la calidez su cuerpo.
Fin del capitulo
***
¡Yaaaaay! Esta semana he estado inspirada ¿Será gracias al efecto del medicamento que me he estado tomando? Si, estoy enferma, aunque ya estoy saliendo…, creo XD
Aww, ¡Polonia! Dios, espero que no me haya quedado muy exagerado xD Es un personaje demasiado complejo para mi, lo siento si me quedo muy fail ;O;!
Aahghadghgajkhjdhfjakl Britania aún no dice nada acerca de lo que le paso (Jojojojojo) ¿Quién le quito su aureola? ¿Eh? ¿Eh? En el próximo capitulo sabrán más acerca de esto ;D
Por cierto, antes de que me cuelguen. "Britania" está bien escrito. "Britannia" es lo mismo, sólo que en inglés. LOL.
¡Espero que les haya gustado!
¡!Gracias por leer!!