Inglaterra, en venta

Oct 06, 2009 11:38



Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6

Bueno, esta ocasión prefiero dejar mis comentarios al inicio y no al final por que quiero aprovechar el tiempo que se toman en leer este capitulo para desaparecer de la faz del universo, literalmente. Varios me han recriminado que Francis siempre ha llevado las de perder y es cierto; mis preferencias por el UsaxUk han nublado mi juicio, así que Francia Onii-chan tendrá su escena lime con Arthur en este episodio. Fans de la “Special relationship”, no me odien. Claro que Alfred y Arthur tienen una escenita perdida por el capitulo, así que tienen que leerlo para enterarse.

Ah pequeña advertencia: Arthur usa un kilt XD! ¿No saben lo qué es? El kilt es la prenda más típica de Escocia. Consiste en una falda pero tiene la peculiaridad de que la visten los hombres. El color del kilt diferencia a los diferentes clanes provenientes de la región de las Highlands. El diseño particular de cada tipo de cuadriculado (correspondiente a cada clan), es llamado el tartán. ¿Saben cuál es la gran diferencia entre un kilt y una falda? Que no se lleva nada de ropa interior cuando se usa un kilt.

MENSAJE IMPORTANTE PARA AQUELLOS QUE SON DE MÉXICO:

Se está organizando “Hetalia day” (24 de octubre) un día para celebrar y fan girl-ear acerca de esta serie. Es un evento que se desarrollara mundialmente y México no se podía quedar atrás para festejar. Hasta el momento, hay tres lugares que están confirmados para hacer reuniones entre fans:

Ciudad de México,  Monterrey y Tijuana.

Si quieren organizar un evento en su estado (O quieren anexarse a uno de los que ya están confirmados) Por favor vayan a  hetalia_mexico

También se esta organizando una actividad (Sí son únicos y especiales en su estado y no hay más fans o no pueden asistir) que consiste en tomar fotos del lugar donde viven y relacionarlas a Hetalia de algún modo. Yo (que voy a asistir a la reunión que se llevará a cabo en la Ciudad de México y que estoy segura será divertidísima por las cosas que ya se tienen planeadas) ya lo hice: le tomé una foto a las torres de satélite y le dibuje un lindo Arthur <3!

De verdad, espero que se den una vueltecita.

Por cierto, este capitulo se lo quiero dedicar a
kanami_yuuta . Tal vez sea el episodio  menos indicado para dedicarle a una fan tan ferviente de la “Special relationship” como ella, pero quiero agradecerle por todo lo que ha hecho para alimentarme de material UsaxUk. Esto va con todo mi cariño para ti ;O;!

De nuevo, gracias a mi amiguis Adriana por traducir las frases del español al francés.

Nota final: Oficialmente, Inglaterra es delicioso.

Inglaterra, en venta

AlfredxArthur

FracisxArthur

6 de octubre de 2009


Inglaterra no podía creerlo. Sentado sobre las caderas del ojiazul que estaba acostado debajo de él, disfrutaba de los últimos espasmos de placer recorrer todo su cuerpo.  Trató de enfocar el rostro de Alfred, pero tenía los ojos tan rebosados en lágrimas de placer, que todo lo veía borroso. El americano salió de su cuerpo con suavidad, logrando hacerlo gemir una vez más.

-Arthur-

El ojiverde cerró los ojos con fuerza y las lágrimas surcaron sus mejillas. Estaba completamente exhausto. Cuando Alfred lo había asaltado por sorpresa horas antes, las cosas se fueron más allá de lo que jamás había pensado: desde entonces no habían parado de hacer el amor. Sus mejillas se colorearon de vergüenza de tan sólo recordar cuantas poses habían utilizado y la voz ronca de Alfred susurrar su nombre con anhelo y placer. Se dejó caer sobre el cuerpo del menor, acurrucándose  en el pecho de éste y con toda la intención de simplemente echarse a dormir por horas.

El ojiazul, igual de exhausto, tomó la sábana para cubrir el cuerpo de ambos y también dedicarse a dormir a rienda suelta, cuando el mayor, recordando en qué lugar se encontraba, se levantó bruscamente, asustándolo.

-¡¿Qué?! ¡¿Qué pasa?!-

Arthur no le contestó nada. En menos de un segundo se puso el horrible pijama que Francis le había prestado (Y que había quedado tirada en el piso desde que hubiera comenzado el acto) y se fue de ahí tan rápido que ni siquiera le dijo adiós.

-Perfecto, sencillamente Perfecto-

Con un sentimiento de ira nacer en su interior, se envolvió en la sábana, recordando con amargura que apenas unos minutos antes, Arthur se encontraba sobre su regazo diciendo su nombre entre gemidos una y otra vez.

………………………………………………………………………………………………………………

De haber sido por su voluntad, Francis, hubiera dormido hasta pasado el medio día, pero había una persona que tenía planes muy diferentes. Su celular sonó escandalosamente y con un fastidio terrible, contestó.

-Oui?-

- Où es-tu ? -

-Versalles- contestó Francis con desgano. Nicolás Sarkozy era quién estaba del otro lado de la línea y no se escuchaba muy contento.

-J'ai besoin que tu viennes à me voir -

-Maintenant ? -

-Sí, maintenant-

-Maintenant je ne peux pas, j'irai après- finalizó el otro, casi gruñendo y colgando sin esperar la respuesta de su jefe, quien estaba estupefacto ante su comportamiento. Francis bufó y aventó lejos su celular. Su jefe osaba molestarlo en la mañana sólo para decirle que quería verlo… vaya estupidez. Estiró los brazos perezosamente y dio media vuelta para encontrarse a un Arthur que le daba la espalda. El francés sonrió y revoloteó su cabello con cariño, dándole un beso en la mejilla.

-Ma chérie - le susurró al oído- despierta-

Arthur le contestó de mala gana con un gruñido.

-Déjame dormir-

Dándole otro beso en la mejilla, Francia volvió a susurrarle al oído:

-Es hora de tener un “mañanero”- susurró picaronamente, moviendo la sábana de encima y quitándole al inglés la parte de arriba del pijama con una velocidad increíble. Lo que obtuvo como respuesta por parte de Arthur fue un codazo en el estómago.

-Ya entendí- murmuró dolido el francés, desistiendo en sus intentos por tener un encuentro íntimo con el chico. Estaba siendo muy paciente, pero esa tarde tendría un poco de acción con Arthur o dejaría de ser la nación del amor.  Se acercó de nuevo al inglés y le besó la mejilla una vez más.

-Te espero en el comedor, dos pisos más abajo a mano izquierda de las escaleras, para desayunar-le susurró, antes de soltar una risita de autosuficiencia y salir del cuarto, con una linda rosa entre las piernas como única vestimenta.

Arthur no podía creer la suerte que había tenido antes: apenas había entrado a la cama de nuevo, cuando el celular del francés sonó; si hubiera demorado un minuto más con Alfred, Francis se hubiera dado cuenta que no había pasado la noche con él.

Tal vez el destino le estaba sonriendo un poco después de todo lo que había pasado, pensó, mientras se enroscaba en las sábanas. Lo que no sabía es cómo iban a ser las cosas de ahora en adelante. ¿Actuar como si nada hubiera pasado? ¿Ignorar a Alfred? Ninguna de las dos opciones parecía viable.  Su rostro se coloreó de carmín de tan sólo recordar al chico. Antes, sus memorias se basaban en aquellos buenos tiempos donde el ojiazul era un niño lindo y adorable…ahora, no podía dejar de pensar en todo el sexo que habían tenido.

-Ah… me quiero morir, me quiero morir, me quiero morir, me quiero morir, me quiero morir, me quiero morir, me quiero morir, me quiero morir, me quiero morir…-

Incapaz de conciliar el sueño por estar recordando, decidió darse un baño…con agua bien fría.

Pasaron 10 minutos cuando regresó a la habitación. Tenía una toalla sujeta en la cintura y el cabello completamente húmedo…necesitaba mantenerse frío todo el tiempo posible. Fue entonces que recordó que no tenía ropa alguna. Estuvo a punto de darse un golpe contra la pared cuando vio una notita pegada en el espejo que había justo enfrente de la cama. Con una caligrafía bonita y pequeña, estaba escrito un pequeño mensaje:

Il ya des vêtements dans le placard

Arthur miró con recelo el armario que había en la habitación. Estaba segurísimo que no encontraría otra cosa más que ropa horrible… y tenía razón. Había ropas de colores chillones o de diseños excéntricos. Pasó los ganchos de lado a lado, tratando de encontrar algo decente, pero no había nada que le gustara…hasta que vio algo que llamo su atención en el último gancho. Un traje completo de kilt. ¿Qué mierdas  hacía Francia con uno? Con mucha desconfianza, tomó el traje. De llevar moda francesa a ropa escocesa, prefería mil veces usar la moda de su hermano.

La verdad, no estaba tan mal. El saco de color negro tenía unos bonitos adornos color dorado y el tartan era de cuadros color verde y rojo que combinaban muy bien, lo único que tal vez le molestaba era el largo de éste; era más corto que un kilt normal: no le llegaba a las rodillas, sino unos diez centímetros arriba de éstas… no había duda que Francis era un pervertido.

Aunque no había dormido nada, se sentía extrañamente despierto. Salió del cuarto y siguiendo las indicaciones de Francis, se dirigió a las escaleras…pero había alguien a la mitad del pasillo: América.

El otro rubio se le quedó viendo con los ojos como platos, por un  momento Inglaterra pensó que le gritaría alguna estupidez de lo que habían hecho, pero en vez de eso, el ojiazul se acercó a él a pasos agigantados mientras sacaba su cartera y sonreía estúpidamente, como si se muriera de ganas de burlarse.

-Arthur, si vas a usar una falda...al menos usa una que sea bonita, como ésta-habló, sacando una foto donde una chica de ojos verdes con el cabello rubio sujeto en dos coletas y con traje de marinerita sonreía picaronamente, guiñando un ojo.  Aunque Inglaterra quiso contenerse, su brazo se movió por voluntad propia, dándole tal puñetazo a Alfred en la cara, que de puro milagro no le rompió la nariz.

Haciéndose el muy digno, se fue de ahí apresuradamente, levantando la cabeza y cerrando los ojos. Alfred, tirado en el piso y con lágrimas en los ojos, se sobaba el puente de la nariz que había quedado completamente enrojecido por el golpe, con el terrible sentimiento de que se lo había merecido de verdad.

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-¡Angleterre, Bonjour!-

El salón comedor era lujoso y enorme.  En el centro, una hermosa mesa hecha de madera fina estaba llena de distintos platillos  que se veían deliciosos. Lo único de bueno del maldito wine bastard, tenía que admitirlo aunque le doliera, era ser un buen cocinero.

El francés, con la rosa como única prenda en el cuerpo, lo esperaba en uno de los lados de la mesa, con dos servicios puestos sobre ésta. Al parecer, el francés por estar cerca de él, había desistido de usar las cabeceras principales. Como se le había abierto el apetito al ver toda la comida, fue a regañadientes a sentarse con él. Al fin de cuentas, no lo hacía por Francis, lo hacía por la comida.

-Espero que esto sea suficiente para que olvides esa porquería de comida inglesa- habló feliz, recorriéndole la silla cuando el ojiverde se sentó.  Arthur gruñó.

-La comida inglesa no es una porquería…-

-Sí bueno, lo que digas- respondió, sentándose a su lado. El inglés se le quedó viendo con algo de desagrado

-¿Por qué siempre tienes que estar desnudo?- le recriminó-. De tan sólo verte se me revuelve el estómago.

-Ma petite princesse, no puedo aprisionar mi escultural cuerpo con algo tan horrible como la ropa. Sólo la uso el tiempo necesario. Cuando estoy en mi país, me encanta estar así-

-Agh…-. El ojiverde se dedicó a comer, saboreando con gusto la comida francesa… lo único bueno que tenía ese país.

-¡Yaaaaaaaaaaaaaay!- Alfred F. Jones irrumpió en el comedor, bastante estimulado por el olor de la comida y azotando las puertas. Arthur se escandalizó y Francis le dirigió una mirada de odio.

-Querida bestia, si vas vivir bajo mi techo, al menos haz el favor de comportarte-le gruñó el francés. El americano ni se inmutó y tomó asiento justo enfrente de Arthur, sirviéndose un pan baguette que untó con porciones bastante generosas de mermelada y mantequilla.

Arthur clavó los ojos en su plato, dedicándose a comer sin alzar la cabeza para nada. Una extraña picazón en el estómago se lo impedía. Francis le estaba haciendo plática de todo lo que tenía planeado para hacer ese día con él, aunque el chico no lo escuchaba, pues un zumbido se había apoderado de sus oídos.

-¿Tienes té…?-preguntó de repente, tratando de reaccionar.

-Oui, oui- El francés le sirvió una taza con  la infusión y se la pasó, acariciando su mano con suavidad mientras se la daba. Inglaterra le agradeció un poco secamente. Estaba a punto de dar un sorbo cuando de repente soltó un respingo, tirando la taza sobre la mesa.

-¡¿Estás bien?!-preguntó Francis alarmado y poniéndose de pie inmediatamente, agarrando un trapo y tratando de limpiar el desastre que se había ocasionado. Arthur no contestó nada, tenía la cara roja y los ojos en blanco. Sólo murmuró un apretado “Lo siento” y se fue de ahí, rápidamente.

Francis y Alfred se quedaron viendo mutuamente.

-¿Qué le pasa?-

-¿Yo qué sé?- respondió el ojiazul, alzando los hombros. Estaba más preocupado por comer. El otro chico lo miró suspicazmente y fue tras Arthur.  Alfred soltó una carcajada cuando éste salió del comedor, sabiendo muy bien por que Inglaterra había reaccionado con un sobresalto. La verdad es que por debajo de la mesa, había tocado cierta parte del inglés (Que estaba completamente descubierta por las normas de uso del kilt) que reaccionaba con demasiada facilidad al tacto.

Francis encontró a Arthur escondido en el cuarto donde habían dormido. Cuando le preguntó qué le había pasado, el inglés le respondió que no era nada importante.

-Necesito ropa- comentó, para desviar la conversación.

-Hay mucha en el armario de ahí-respondió el francés, tomando al ojiverde por la cadera y acercándolo a su cuerpo-. Aunque en lo personal me encanta que uses esa falda-

-Es un kilt, imbécil- corrigió el otro secamente y apartándose-. Además, no te ofendas, pero tienes un gusto horrible para la ropa-

-Tú eres el que tiene un pésimo gusto para la ropa, Angleterre- contraatacó el chico, ofendido en su orgullo- No es mi problema que te quieras vestir como abuelito todo el tiempo…-

-¡No me visto como abuelito!-chilló el otro- Que me guste usar ropa formal es una cosa muy distinta.

Francis no le contestó nada, sólo se le quedo viendo con cara de “Eres un estúpido”. Pero Inglaterra no flaqueó y logró convencerlo con una mirada de “Cómprame ropa nueva, maldita sea, o te voy a matar”.

-Vamos pues…- respondió frustrado el pobre francés, logrando hacer que Arthur sonriera victorioso.

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Galerías Lafayette era uno de los lugares más caros para comprar ropa en Paris. Aunque sabía que su bolsillo iba a llorar sangre, Francis no puso cara de pánico y se mantuvo impasible, sonriendo coquetamente todo el tiempo. Arthur escogía la ropa más cara a propósito con tal de hacerlo sufrir.

Si bien el francés le impedía tomar ropa que no fuera casual, al menos los diseños que escogía no estaban tan mal…de hecho, para ser sinceros, la ropa le quedaba muy bien.  Los jeans y las playeras en tonos fríos lo hacían ver más joven y le daban un toque más alegre. Cuando salía del vestidor con la ropa puesta para enseñarle a Francis, éste pensaba (Al ver como otros clientes de la boutique se le quedaban viendo al inglés con la boca abierta por lo bien que se veía) que cada centavo que derrochara, valdría la pena.

-¿Por qué no vas y te adelantas a pagar, Francis?- sugirió el ojiverde, pasando el último conjunto que se había probado por la parte de arriba de la puerta del vestidor, quedando tal y como dios lo trajo al mundo. Tomó el kilt y se lo acomodó de nuevo en la cintura, recordando lo que había pasado en el desayuno. ¿Por qué diantres América le había hecho eso?

El ruido que hizo la puerta al abrirse de par en par sobresaltó por completo a Arthur, que entre sorprendido y enojado, se dio la vuelta para reclamar que ese maldito lugar estaba ocupado.

Pero no pudo. Alguien, de un brusco empujón lo estampó contra la pared, logrando hacerlo gemir de dolor. Con una rapidez increíble, y aprovechando el momentáneo aturdimiento del inglés, el extraño le sujetó ambas manos por detrás de la espalda con algo suave que parecía tela, pero con un amarre tan apretado que le causaba daño y lo dejaba completamente indefenso e incapaz de defenderse.

-¡Suéltame grandísimo hijo de…!- pero tampoco pudo terminar su frase. Una mano le tapó la boca con fuerza, acallando por completo cualquier sarta de groserías. Su cuerpo fue aprisionado con rudeza contra la pared del vestidor mientras que la mano libre del desconocido, levantando el kilt, se posaba sobre la parte interna de sus muslos, acariciándolo sin ningún tapujo.

Arthur abrió los ojos como platos, temblando de pánico.  Estaba a merced de un asqueroso pervertido que se aprovechaba de él descaradamente dentro de los vestidores de una boutique. Nunca le había pasado algo parecido y tenía miedo ¿Y si el maldito tenía alguna arma con cual herirlo? Los ojos se le llenaron de lágrimas por la frustración y empezó a sollozar levemente. Aunque no quería, su cuerpo estaba reaccionando ante las caricias. El atacante mordió y lamió su oreja antes de hablarle en un susurro:

-Esto te esta encantando ¿Verdad?-

Esa voz era inconfundible. El tipo que estaba detrás de él, subiendo la mano por la parte interna de sus muslos para dedicarse a jugar con su entrepierna, no era otro más que Francis.

El miedo quedó atrás para dar paso a la furia. Se movió frenéticamente para tratar liberarse, pero no podía. El mayor lo mantenía pegado contra la pared sin mucho esfuerzo. El vaivén de su mano sobre el miembro del otro aumentaba de velocidad, deseoso de hacerlo llegar al orgasmo.

-No, no, no- susurró de nuevo, lamiendo su oreja de tal modo que lo hizo estremecerse- debes ser un niño bueno-

El que Arthur tratará de pelear lo divertía muchísimo y fue algo que el ojiverde comprendió de inmediato. Así que decidió que no le iba dar el gusto de disfrutar con su tormento.  Dejando de pelear por completo, aflojó el cuerpo y se dejó hacer. Francis, aunque un poco desanimado de ver que ya no había resistencia, aprovechó esa oportunidad.  Ladeó el cuello de su prisionero (al que todavía le sujetaba la boca) y saboreó la nívea piel que estaba a su merced, dejando en algunas partes pequeños mordiscos y marcas que rápidamente se coloreaban de un tono rojizo.

Arthur cerró los ojos con fuerza, reprimiendo por completo cualquier sonido que quisiera escapar de su garganta. El francés, bastante complacido de marcar al chico, ladeó de nuevo su cuello, disfrutando de la piel que aún no había sido disfrutada ese día. Su mano acariciaba casi con frenetismo la erección del menor, sintiendo como se tensaba bruscamente y  se venía en su mano, sin pudor alguno.

Francis sonrió bastante complacido. Liberó a su prisionero, dejando que este cayera al piso de rodillas y con la respiración bastante agitada.  Arthur estaba agradecido de darle la espalda por que así el francés no podía verle el rostro: tenía los ojos bañados en lágrimas y sus mejillas estaban teñidas de un carmín intenso. Aunque en ese momento tenía unas ganas enormes de voltear y matar a Francis a golpes, algo en su interior (Y le daba vergüenza de tan sólo pensarlo) le decía que todo eso no había estado tan mal.

Fin del capitulo.

¿Alguien notó que la chica de la foto en la cartera de Alfred es Igiko?

hetalia

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