Undr.
El libro de arena,
por Jorge Luis Borges.
Soy pésima para leer libros de cuentos. Siempre quiero empezar por el final, leerlos al azar y finalmente los dejo sin terminar, ya sea por miedo a acabarlos, miedo a analizarlos, miedo a no tener un libro con cuentos en las manos y pasar de nuevo a novela, poesía, etc. Aún no sé de dónde viene ese miedo, que no sé si es miedo tangible. No sé qué día empecé a leer el libro, pero llegó a mis manos un día que comenzó una nueva etapa. Lo acepté. A eso sí le tengo miedo: le tengo un miedo terrible a lo nuevo que te ponen en las manos como regalo y no hay vuelta atrás. Ya es tuyo, te pertenece, le perteneces: va de ida y venida para quedarse, transitar. Quizá siempre fue tuyo, quizá empezó a ser tuyo hace un segundo, pero ya lo es. Existe, empieza a echar raíces en las manos, aparece frente a la vista en cada despertar... esto es El libro de arena. Se dice varias veces que no se le encuentra inicio ni fin, como el cuento con el mismo nombre. He encontrado el inicio y fin en el libro, hablando como objeto físico, mas no he encontrado dónde inician mis manos que lo sostienen y donde acaban de hilarse los cuentos dentro de la memoria, que empieza a guardarlos conforme van llegando las palabras recién leídas. Me he convertido en el hachazo, me he convertido en Ulrica, me he convertido en quien da muerte. Al momento de aceptarlo como un regalo, me he quedado con un libro a cambio de lo que delimita lo tangible. Me he convertido en la arena, al final, infinita.
por Jorge Luis Borges.
Soy pésima para leer libros de cuentos. Siempre quiero empezar por el final, leerlos al azar y finalmente los dejo sin terminar, ya sea por miedo a acabarlos, miedo a analizarlos, miedo a no tener un libro con cuentos en las manos y pasar de nuevo a novela, poesía, etc. Aún no sé de dónde viene ese miedo, que no sé si es miedo tangible. No sé qué día empecé a leer el libro, pero llegó a mis manos un día que comenzó una nueva etapa. Lo acepté. A eso sí le tengo miedo: le tengo un miedo terrible a lo nuevo que te ponen en las manos como regalo y no hay vuelta atrás. Ya es tuyo, te pertenece, le perteneces: va de ida y venida para quedarse, transitar. Quizá siempre fue tuyo, quizá empezó a ser tuyo hace un segundo, pero ya lo es. Existe, empieza a echar raíces en las manos, aparece frente a la vista en cada despertar... esto es El libro de arena. Se dice varias veces que no se le encuentra inicio ni fin, como el cuento con el mismo nombre. He encontrado el inicio y fin en el libro, hablando como objeto físico, mas no he encontrado dónde inician mis manos que lo sostienen y donde acaban de hilarse los cuentos dentro de la memoria, que empieza a guardarlos conforme van llegando las palabras recién leídas. Me he convertido en el hachazo, me he convertido en Ulrica, me he convertido en quien da muerte. Al momento de aceptarlo como un regalo, me he quedado con un libro a cambio de lo que delimita lo tangible. Me he convertido en la arena, al final, infinita.