Reto "A Halloween Carol"

Nov 11, 2010 23:50


¡¡Dios, no podía ponerme antes con la Dotación!! Que estres.

Dotación Anual de Crack

Comunidad: crack_and_roll 
Reto: A Halloween Carol
Fandom: Criminal Minds (Mentes criminales)
Claim: Morgan/Reid
Título: Night of Halloween
Palabras: 2.626
Summary: A Reid le encantaba la noche de Halloween. Pero a Morgan le parecía algo estúpido y espeluznante. Hasta esa noche, en la que sólo lo encontró espeluznante.
Advertencias: Spoilers leves del 6x06
Dedicatoria: A hiensoul , que me ha azuzado para que lo terminara a tiempo


Night of Halloween

A Spencer Reid le encantaba la noche de Halloween. Le encantaba cada aspecto minúsculo de la fiesta. Las raíces culturales, las leyendas, los datos estadísticos, el ambiente, los disfraces, los relatos. Todo. Absolutamente todo.

Y es normal, ya que Spencer es un chico tímido, reservado. Siempre ha preferido la compañía de un libro a la de grandes multitudes. Y no ha tenido amigos de verdad hasta que ingresó en el CBO hace seis años.

Lo triste es que ahora que tiene amigos nadie quiere acompañarle a ponerse una máscara y ser durante una noche alguien diferente. Un superhéroe o un malvado hombre lobo, un ser fuerte, con poderes. Algo terrífico. Simplemente algo que él no era. Escuchar relatos de terror que te hagan erizar la piel, imaginando como sería si todas esas criaturas fueran reales. Lo maravilloso, emocionante y terrorífico que sería vivir en un mundo como los de Poe.

Derek Morgan es todo lo contrario. No cree en monstruos, para nada. Pero además es que detesta la fiesta de Halloween. Le parece espeluznante que en una noche todos vayan con máscaras, se hagan pasar por otras criaturas demoníacas. Sobre todo cuando los verdaderos monstruos no necesitan aun más ayuda para camuflarse entre la multitud. No necesitan una noche en especial en la que parece que los están invitando a acechar entre las sombras. A provocar el mal.

No, Derek Morgan no cree en monstruo. No al menos en los que no se pueden ver.

Por eso, después de ese largo caso de Detroit en la Noche del diablo, Morgan sólo deseaba terminar todo el papeleo en la oficia, irse a su casa y dormir hasta el día siguiente. Esperaba que su perro se encargara de disuadir a cualquiera en su casa que se le ocurriera ir a molestar.

Spencer se le acercó dubitativo, haciendo tiempo ordenando las cosas de su cartera mientras todos los demás se iban. Con el caso y demás no le había dado tiempo a preguntárselo, pero cuando compró las dos entradas para el recital de cuentos de Poe, la primera persona que le vino a la mente para que le acompañase fue Morgan. Reid ni siquiera sabía porque, ya que no era racional. Él conocía la animadversión que Derek mostraba con todo lo relacionado en la Noche de las brujas.

Pero los sentimientos poco tienen que ver con el razonamiento. Y Reid sólo quería pasar más tiempo con el moreno.

-Morgan- Lo llamó bajito, poniéndose a su lado. Retorcía la correa de su cartera mientras buscaba las palabras en su garganta. Derek lo observó con media sonrisa, porque siempre había pensado que Reid era bastante adorable. Pero eso únicamente en lo más profundo de su cabeza. Si tenía que verbalizarlo, diría gracioso. Porque Morgan no encontraba correcto llamar a un compañero de trabajo adorable. No. Por mucho que se lo pareciera.

-Dime, chico- Le animó a hablar cuando veía que Reid no avanzaba. Esto infundió algo de valor al otro.

-¿Quieres venir conmigo? A la reconstrucción de la Fantasmagoria…

El ceño de Morgan se frunció un poco. No quería decirle que no, la verdad. No cuando Reid había estado hablando sobre ello horas y horas. No cuando parecía tan ilusionado. Pero es que no le atraía la idea. A él no le gustaba nada que tuviera que ver con fantasmas, espíritus y la maldita noche de Halloween. Punto.

Era ya una cuestión de orgullo. Aunque perdiera una oportunidad de pasar mas tiempo con el más joven.

-Lo siento- Contestó, levantándose despacio. Recogió sus cosas sin apartar la vista de Spencer, aunque pinchara un poco en el pecho sus ojos desilusionados. -No me gustan esas cosas, Reid. De verdad que lo siento. Pídele a García que te acompañe.

-Yo quería… creía que… como te gusta el cine y tal. ¿Por qué no lo intentas? No es un mal plan de Halloween. Los efectos son impresionantes con la luz y los espejos y las historias muy buenas. Además, no tienes que creértelas.

-Espera. ¿Tú te las crees?- Preguntó asombrado

El sonrojo de Spencer fue más que respuesta suficiente. Morgan tuvo que reprimir no acariciarle la cabeza, meter los dedos en ese pelo que ahora llevaba corto y despeinado y repasar la nuca con las yemas de los dedos. Volvió a sonreír jovial, de medio lado, dándole una palmada en el hombro (lo máximo que le permitía su autocontrol)

-Esas cosas son cuentos de viejas, Reid. Por eso no me gustan. La realidad ya es bastante espeluznante para inventar nada nuevo.

Y se marchó con un gesto de cabeza. No quería estar mucho rato ante los ojos de cachorro de Reid, porque podría terminar flaqueando. Tuvo que meterse las manos en los bolsillos porque le hormigueaban. Sus dedos aun le pedían que acariciara ese pelo suave y castaño.

-¡Espera!- Reid lo alcanzó a zancadas antes de que subiera al ascensor. No le resultó difícil, con esas piernuchas tan largas que tenía. Le extendió la entrada. -Toma, piénsatelo. Es divertido. Empieza a las doce, la hora de las brujas. Esperaré hasta la hora en punto en la entrada, por si acaso.

Morgan cogió la entrada sobre todo porque negar demasiadas cosas a Reid era casi un crimen. Maldito poder de cordero degollado que tenía a veces.

-No voy a ir- Le avisó mientras entraba al ascensor. Spencer se encogió de hombros, resuelto e ilusionado a partes iguales.

-Es Halloween. Cualquier cosa puede pasar en Halloween.

Y su sonría de niño fue lo último que vio antes de que las puertas del ascensor se cerraran.

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Fue antes de llegar a su coche cuando el instinto de Morgan el avisó. Llevaba demasiado tiempo en el FBI y demasiado tiempo realizando perfiles como para no notar las más minúsculas señales.

Era de noche ya, aunque los niños se paseaban por la calle disfrazados. Y entre todo el jolgorio y la fiesta, ese hombrecillo encorvado, que se relamía los labios repetidamente e intentaba tapar su cara con la capucha de la sudadera negra que llevaba, resaltaba demasiado. Morgan se detuvo para observarlo, para analizar cada detalle de su conducta.

Parecía un depredador a la caza. Un depredador débil, cuya única ventaja era el elemento sorpresa.

Y cuando la joven mujer pasó a su lado y torció hacia una zona menso concurrida llena de callejones y el hombre al siguió como una rata entre las sombras, a Morgan no le cupo lugar a dudas.

Era un violador.

Salió corriendo sin pensarlo, llevando la mano a su pistola. En cuanto lo viera, en cuanto estuviera seguro desenfundaría.

Pero en cuanto Morgan llegó al lugar no se encontró con la situación que esperaba. El hombre estaba sentado en el suelo, escondido, y la mujer estaba de pie enfrente de él, amenazadora. Le señalaba con una larga uña pintada de negro mientras le clavaba el tacón de su bota en una mano.

-¡Estúpido e insignificante hombrecillo patético! ¡¿Cómo te atreves a atacarme a mí?! ¡A MÍ! ¡Toda la furia de Morgana LeFay caerá sobre tu cabeza!

Y entonces, alzando la otra mano, una corriente de energía, como un rayo pero del color de las esmeraldas cruzó el cuerpo de la mujer hasta salir directamente de su dedo al hombre. Que dejo de ser un hombre para convertirse en asqueroso y gordo sapo. Morgan no se lo podía creer. No se lo creía. Esa mujer había convertido a un hombre en sapo. A una persona. Eso era… era… imposible. Debía de ser una…

-Una bruja- Susurró. Derek estaba tan en shock que ni notó que había hablado en voz alta. Morgana se giró hacia él con ojos negros como el ónix y rizos oscuro cayendo por su espalda.

-¿Otro estúpido mortal que cree poder atacarme?- Preguntó con una risa malvada. Derek se repuso enseguida y sacó la pistola, apuntando a la mujer.

-Señora, FBI. Deténgase.

-Oh, que imbécil- Se rió con petulancia. Era una mujer fría y astuta, con más años de los que su cara aparentaba y para ella Morgan no era más que un niño en pañales amenazándola con su juguete. -¿Crees de verdad que tú ridícula arma puede dañarme? -Y para dar una muestra de sus palabras, levantó el pie y aplastó al sapo, ensartándolo con su tacón de aguja. El sonido fue asqueroso, pero a ella pareció divertirle.

Derek sintió un escalofrío cruzar su espalda. Sus instintos le decían cual peligrosa, en verdad, era esa mujer. Pero tenía que cumplir su deber.

-Usted acaba de matar a alguien. Debe acompañarme- Reclamó, intentando parecer calmado. Morgana se volvió a reír.

-Que muchachito tan encantador eres- Dijo acercándose hacia él. Le puso un dedo en la pistola y esta de repente estaba ardiendo. El metal le quemaba las manos y tuvo que soltarla. Con la sonrisa aun en su rostro le tocó la cara a Derek, pero sus dedos no estaban calientes, sino helados. Como si tuviera garras de hielo. -Pero querido muchacho, yo no he matado a nadie. Sólo he aplastado un vil y despreciable bichejo.

La cara joven y hermosa de repente le pareció a Derek mucho más terrorífica que cualquier vieja haciendo de brujas que salían en las películas. Había algo ahí en la piel tersa, que demostraba siglos y siglos de magia, poder y maldad.

-Sin cuerpo, no hay crimen. ¿No es eso lo que decís en el FBI?- Susurró. -Así que me iré ya. Que tengas una buena noche, Derek.

Y se desvaneció. Como si el viento se la hubiera llevado, dejando sólo frío alrededor de Morgan.

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Derek se había puesto en marcha hacía su casa casi sin darse cuenta. Era como un autómata que se movía por inercia. Después del encuentro con la bruja Morgana (aunque Derek se negaba a creer que existía la magia y las brujas). Se repetía una y otra vez que había tenido una alucinación provocada por el cansancio.

Si no fuera por las quemaduras en sus manos, le resultaría más fácil creérselo. Pero no podía hacer nada, porque como había dicho Morgana no había cuerpo, ni crimen. Ni sospechosa. Incluso aunque llamara a Hotch y le molestara en su recolecta de caramelos con su hijo, ¿Qué iba a decirle? ¿Qué habían convertido en anfibio a un posible violador y luego lo habían aplastado?

Así que Morgan sólo deseaba llegar a casa. Llegar y acostarse y olvidarse de todo.

Pero entonces un chico aterrizó en el capo de su coche. Derek frenó de golpe, aterrizando a la realidad sin creérselo si quiera. El chico se levantó de un salto y sin un rasguño, pero Derek se bajó del vehículo.

-¡Chico, chico!- Le llamó. Quería examinarlo, pero el muchacho no estaba por la labor. -De donde has salido

-¡Me ha quitado la invitación!- Gritó él. Miraba hacia la casa de enfrente, la única con la puerta abierta y una chica de no más de diecisiete años en el umbral, con los brazos cruzados, muy enfadada. El vecindario era un lugar tranquilo, donde aun no había empezado la recolecta de caramelos. -¡Lindsey, devuélveme la invitación!

-¡No, imbécil anormal! ¡No estás invitado a mi casa, ¿me oyes?! ¡Vete a ponerle los cuernos a otra!

-¡Yo no te he puesto los cuernos, idiota! ¡Lindsey!- Llamó otra vez, pero la chica cerró la puerta, ignorándolo. -¡Lindsay, me muero de hambre! ¡Tengo todas las reservas en tu nevera! ¡¡Lindsay!!

-Hey, chico, ¿Qué ha pasado?

-Me ha quitado la invitación- Dijo al aire. El muchacho estaba desolado, casi desesperado. -No puedo cruzar el umbral de la puerta si no estoy invitado. Me ha quitado la invitación dentro de la casa y he salido despedido fuera… Será zorra.

-Oye, escúchame. Te has dado un buen golpe, te llevaré al hospital…

-Preocúpese más por su coche- Le gruñó. Derek no se había fijado, pero había una enorme abolladura en el capó.

El chico se puso en marcha para irse a su propia casa. Era un chaval de piel pálida y con cara enfermiza, como si estuviera muy anémico. Morgan acercó una de sus manos, aun heridas por las quemaduras, para agarrarlo. No quería que un muchacho que pudiera estar malherido anduviese sólo por ahí. Pero al olor de la piel en carne viva del agente del FBI el chico gimió y rechazó el contacto con un golpe del brazo.

-¡No me toques! Hueles a sangre…

-Chaval, qué…

-¡¡No me toques!!

Se había girado en redondo. Su cara, de repente estaba desfigurada, parecía más un animal que una persona. Y sus dientes se habían vuelto afilados, como los de un tiburón.

Morgan se echó hacia atrás por instinto, buscando su pistola. Pero antes de que pudiera siquiera llegar a ella, una chispa de lucidez volvió a la cabeza de la… criatura. El monstruo.

El vampiro.

De un salto se fue hacia unos árboles, perdiéndose en la oscuridad. Morgan lo siguió con la vista, aun anonadado. ¡¿Pero que demonios pasaba esa noche?! Primero una bruja y ahora un vampiro.

Demasiado cansado como para asustarse aun más, Derek se dejó caer en le bordillo de la solitaria calle. Dejó descansar la cabeza entre sus manos, deseando que la tierra se abriera y se lo tragase.

-Un, dos, tres- Escuchó una vocecita cerca de él. Levantó la vista y vio a una niña pequeña vestía de blanco jugando a la rayuela. Saltaba sobre su pierna izquierda evitando pisar las rayas pintadas en tiza.

Algo muy extraño porque hubiera jurado que hacía un segundo no había ningún dibujo con tizas en el asfalto.

La niña se giró para mirar a Morgan directamente, sus coletas balanceándose sobre su cuello, y le sonrió. Era una sonrisa inocente, dulce. Quizás la mejor sonrisa que había recibido en lo que llevaba de día. Pero había algo que le resultaba demasiado extraño como para que le tranquilizara el gesto.

-Antes de las doce siempre es la peor hora- Le dijo. Morgan no comprendía lo que quería decir y la niña se rió por su ignorancia. -A las doce es la hora de las brujas, la hora del diablo. Nos ponemos nerviosos esperando a que llegue.

-¿Qué quieres decir?

Entonces la niña desapareció de delante de sus ojos para volver a aparecer a menos de un metro de distancia. Se había teletransportado. Había fluctuado. Y Morgan tenía la garganta demasiado seca para gritar.

-Llevo muerta quinces años- Le susurró felizmente, como si fuera una gran hazaña. -Pero siempre vengo en Halloween. En la noche de las brujas puede pasar cualquier cosa.

Y volvió a desaparecer, esta vez sin dejar rastro.

Derek se quedo en silencio bajo las estrellas, escuchando risas lejanas que, esperaba, fueran de niños que iban recogiendo caramelos unas puertas más abajo. Miró su reloj y no eran ni las once y media aun.

Ya no tenía ganas de irse a su casa. Esa noche no, al menos. Y aun pero si lo hacía sólo.

Derek ya sabía que iba a hacer.

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Reid seguía esperando en la puerta de la Fantasmagoria con su máscara de Frankstein. Era el último en entrar y la representación era muy puntual. Quedaban menos de dos minutos.

Pero Reid podía esperar esos dos minutos. Ya que había prometido esperar hasta las doce en punto, aunque seguramente fuera inútil.

Por eso su sorpresa fue enorme cuando, al sonar las campanas de la media noche, Morgan apareció corriendo, doblando una esquina. Casi sin resuello y sudando como si hubiera estado en una maratón.

-Ey…- Saludó mientras recobraba el aliento -He llegado… a tiempo.

-No creí que vinieras- Admitió. Se sentía tremendamente feliz por ello. Por poder pasar la noche de Halloween con alguien. Y no con cualquiera. Con Morgan.

-Bueno… Puede pasar cualquier cosa en Halloween, ¿no?- Fue la contestación del moreno.

Y juntos entraron los últimos a coger asiento.

End

Tengo que decir que no estoy satisfecha del todo con la historia y que puede que la modifique más adelante, cuando tenga más tiempo.

claim: morgan/reid, fandom: mentes criminales, fanfic, comunidad: crack&roll

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