May 20, 2007 00:33
Han de ser tantas las cosas que tengo en la cabeza que me cuesta poner orden. Constantemente estoy tratando de organizar mi mente, de ordenarla pues es el orden algo demasiado importante para mi-tanto por fuera como por dentro- y no lo consigo. Y este desorden está presente a cada momento. Es mi cabeza la que no logro poner en claro y eso me irrita. No en un sentido de que andaré más gruñona que de costumbre. Sino que simplemente me descoloca.
Ha de ser porque soy maniática. Porque no puedo mantenerme sin saber lo que quiero. Y vaya que he dudado este tiempo de qué es lo que quiero. De qué es lo que voy a hacer. No tiene demasiado sentido, pero saber que dentro de un mes y algo más cumplo veinte años y que las cosas no han marchado como esperé, me aterra. Y ahora, menos sé si es esa la palabra. Dudo incluso de lo que digo, de lo que pienso.
Quizás estoy perdida.
Me gusta ser fatalista. Me gusta pensar una y otra vez en el futuro. En esa ambigüedad humana que es lo incierto y el deseo de creer que es tangible. O de que en algún minuto lo será. Me siento tan rara, tan... fuera de mi. Me siento etérea en mi propio cuerpo.
Retomando el hilo de estas líneas, repito que no estoy ordenada y que mi desorden provoca bloqueo. ¿En qué? En mi inglés por ejemplo. Siendo que no soy ninguna experta, sí solía destacar en el grupo de la universidad. En esa clase, con mi querido profesor (con el cual mantengo una relación de amor-odio) que siempre ha sido un apoyo especial, y que hoy por hoy mantengo una amistad; me resulta deplorable no poder comunicarme bien con él. La razón claro, es que no puedo a momentos explicarle como me siento en su idioma. Y no es que no tenga un vocablo amplio de léxico inglés, sino que estoy bloqueada. Él lo notó. He bajado mi nivel, y ambos coincidimos que es efecto de lo que estoy viviendo.
Estoy viviendo una serie de cambios fuertes, crueles, desgarradores, tristes e inexplicables salvo como esta es la vida, la vida que me tocó vivir; que no puedo manejar nada. Inclusive al momento de buscar una canción, esta misma me confunde y nada de lo que escucho parece ser lo que soy, lo que vivo. Sino que hago una madeja inexorable de líneas, frases, murmullos y palabras que sin ser una sola, calzan perfecto.
La gente me dice que me angustio en demasía. Dicen, que no tengo que pensar tanto. ¿Pero cómo dejo de pensar? No puedo evitarlo. No puedo evitar dar una y mil vueltas en todo lo que soy, lo que vivo. Lo que pienso... ni sé qué pienso. Nada me resulta conciso, preciso o perfecto. Sé que todo es eventual (bendito Stephen King), que todo es parte de mi crecimiento y que en su momento, las cosas se arreglan. Pregunto a Dios cuando, pero omito la respuesta y la pregunta en sí. Hay cosas que me van saliendo mejor que otras: ejemplo ideal es que ya no estoy contando mal el dinero de mi caja en la confitería y mis descuadres ya son mínimos. Por otra parte, luego de desvaríos amorosos inconexos, la indiferencia me termina por encantar y mientras menos contacto tengo con Javier, más me gusta. A su vez, sin tener orden lineal con esto, el hecho idiota de que un compañero de la universidad me haya visto llorando, presa del dolor que vivo al saber que ahora no puedo seguir estudiando y que el dinero y la crisis económica por la que paso me mutila, me resulta encantadora su preocupación. Me acompañó, me vio llorar. Y su sonrisa me fascinó al abrazarme y darme su apoyo. Tonterías mías, que me encanto con facilidad y desde el jueves no puedo quitarlo de mi cabeza.
...¿Qué estaba diciendo? No sé, pero espero que en algún instante la vida me sonría plena. No como lo está haciendo ahora, mostrando invisibles muecas que simulan sonrisas. Trato de olvidar esto, trato de quitarme de la cabeza el sueño pueril que viví por largo tiempo: el cual es, pedir sólo felicidad. Creer que en algún extraño desvarío cósmico, era posible anhelar y ver concedida la completa felicidad. Canto, y trato de ver en mi voz la suerte de complicidad celestial que incluye el no tener preocupaciones. A su vez, fumo como enferma porque me da ese quiebre diario y constante que mi alma necesita.
A este punto sin retorno, creo que por ahora no sabría decir más.
pena,
fumar,
song,
trabajo,
amor,
dudas,
inglés,
cigarros,
universidad