¡Feliz inicio de semana!
Las últimas semanas he disfrutado de la compañía de mi familia, he redefinido mi rutina diaria y he vuelto a empezar a impartir clase a nivel doctorado, por lo que hay mucha planeación y organización en mi día a día. He comprado muchos recursos digitales para organizarme. Y he empezado la práctica diaria de siempre despertar y ofrecer mi día a Dios, poniendo mis palabras, acciones y pensamientos a la orden de lo que se requiera de mi para ese día.
Quizás este último punto parece algo trivial, pero le ha dado un cambio radical a cómo vivo mi día a día. Con cada paso que doy, me doy cuenta que mi sensibilidad y mi intuición se ha ido multiplicando más y más, hasta el punto donde me llega una guía clara de que, contrario a lo que podría pensar, no estoy fuera de tiempo ni retrasada con ningún plan. Todo sucede en tiempo y forma indicada, y entre más confíe en eso, más fácil será para mi disfrutar el momento presente sin miedo ni culpas innecesarias.
Hace poco estaba reflexionando sobre este punto, y pedí que se me diera una señal. Algún símbolo o alguna demostración de que estos sentimientos y sensaciones no eran invención mía y que, de una u otra manera, esto que me encontraba experimentando era algo real.
Y justo después de hacer esa oración, llegó a mi pensamiento la siguiente oración: "Sal a la alberca"
Fue un poco extraño (no voy a mentir) pero... decidí, como con todo, seguir la guía que me fue dada.
Salí a la alberca que tenemos en el patio trasero... y me percaté que una pequeña abeja se encontraba en la superficie de nuestra alberca, aparentemente ahogada.
Sentí una profunda tristeza. Aunque de niña le tenía miedo a las abejas, con el tiempo he comprendido que son seres bellos que nos brindan infinitas bendiciones y que no suelen ser agresivas a menos que genuinamente se sientan en riesgo.
De nuevo, en mis pensamientos se dibujó una oración que, a mi parecer, no provenía de mi: "Ayuda a la abeja. Sacala de la alberca"
Dicho y hecho, tomé una de las redes que solemos usar para limpiar la alberca y saqué a la (aparentemente) abejita muerta.
La coloqué suavemente encima de una de las flores del jardín y le observé en silencio, ofreciendo ese momento a mis angelitos.
- He hecho lo que han pedido de mi. Espero sea para bien.
Y justo terminé de murmurar esas palabras, la abejita empezó a mover sus antenas y sus patitas.
En shock, observé cómo poco a poco la abejita se iba recuperando. Pronto, sus alas se estaban secando, y parecía que estaba lista para emprender vuelo.
Ver ese momento tan especial me conmovió muchísimo y sentí un par de lágrimas formarse en mis ojos.
Llegué en el momendo indicado y ayudé de la mejor manera a este linda criatura. Y todo porque me dejé guiar y decidí no dudar de las ideas que se presentaron en mi mente. Siempre pidiendo, ante cada paso, guía para saber qué mas se requería de mi.
Cuando la pequeña abeja emprendió vuelo, hice una oración de nuevo. Pero esta vez de gratitud.
Nunca antes en mi vida me había sentido con tanta claridad. Ahora lo entiendo: La guía que tanto anhelaba siempre me ha acompañado. Es un ejercicio mental enorme el hacerme a un lado y evitar de tratar de controlar el aparente resultado. Pero ahora entiendo más que nunca que nunca camino sola, y que no hay mejor guía que aquella que recibímos cuando genuinamente soltamos todo y decidimos simplemente dejarnos guiar.
Esa abejita me trajo la reafirmación que había pedido. Y con su vuelo, decidí hacerme de un nuevo compromiso: Ante cada situación que me enfrente, siempre, desde el fondo de mi alma, pediré guía para poder ayudar de la mejor manera. Y siempre, aunque a veces no comprenda la guía que recibo, obedeceré a esa intuición que es mucho más sabia de lo que yo podré ser en esta vida.
Si lees estas palabras, debes de saber que esto no es un casualidad.
Aquello que estás haciendo es en tiempo y forma perfecta. Confía. Pide guía y deja fluir la realidad.
Entre menos trates de controlar, más fácil será disfrutar el viaje.
Espero esta pequeña historia ayude aunque sea a una personita allá afuera (incluso si esa persona soy yo en un futuro, cuando de nuevo me siento insegura de si la guía que recibo es real o no).
Hoy ofrezco esta nueva semana con todo mi cariño a brindar el mayor bien y a trabajar en mi.
Es momento de reconstruir y renacer.
Así sea, así ya es.
M