Con el paso del tiempo.

Aug 17, 2014 01:25

El tiempo pasa y a veces ni siquiera lo notamos. A veces cierro los ojos y siento como si aún fuera la chica que se hizo la cuenta en este lugar y que religiosamente, al menos por un tiempo, contó sobre la aventura de vivir. En el 2010 sólo tenía veinte años, llevaba muy poco tiempo en la Universidad y sentía que el mundo era demasiado grande para una chica infantil, insegura y tan dependiente como yo. Con los ojos cerrados puedo recordar mis sonrisas, los monitos que colgaba en mi bolso, mis cuadernos de los Looney Tunes -especialmente de Piolín- con los stickers que adornaban mis ramos favoritos, las visitas semanales a la casa de mis abuelas, sus comidas, abrazos y mimos, sus preguntas sobre mi vida académica, la alegría de sentirme querida. Y también recuerdo  mi ropa: en su mayoría morada, con muchos jeans y chalecos delgados, los pañuelos de colores y mi cabello largo al viento, adornado con flores de colores...

Y si abro los ojos y los vuelvo a cerrar, avanzo en el tiempo y regreso a los años siguientes, donde hubo tantas sonrisas, cariño y cuadernos con stickers como siempre, pero con más obstáculos, más desafíos, más responsabilidades. Y el miedo constante de sentirme al borde de un abismo, sintiéndome empujada a crecer de una manera que no quería. Y entonces: el tomar decisiones, el elegir, el sentir que podía soltar la mano que me había acompañado toda la vida. Dar pasos. Uno, después otro... Y entonces caminar libre.

Y ahora abro los ojos y la imagen que me devuelve el espejo no es muy distinta: el mismo cabello largo, los infaltables lentes, nuevamente pañuelos, ropa predominantemente morada y una sonrisa. Pero cada mañana, mientras me seco el cabello y me preparo para salir, sé que estoy enfrentándome al mundo que siempe temí, porque no quería dejar de ser yo misma. Pero resultó ser menos complicado de lo que pensé. Y lo enfrento con ganas, sin miedo.

¿Será que el paso del tiempo realmente hizo cosas buenas en mí? Aparentemente.

Ahora soy profesora, y no sólo de asignatura, sino una profesora jefe, con un curso bajo su cargo permanente y cuatro cursos a los que educar diariamente. Trabajo en la misma escuela donde me dieron la oportunidad de aprender, con muchas de las mismas niñas que fueron mis primeras y segundas alumnas. Y también las nuevas, que llegaron con muchos deseos y vidas a cuestas. Mi jornada no es tan terrible, hubo un cambio de edificio, ahora nuestra escuela es gigante, donde a veces siento que me pierdo. Pero salgo al balcón y el viento me recuerda cuál es mi propósito. Y entonces hay muchas sonrisas, hay que ingresar a una sala y enseñar y sonreír y acompañar. Y reír por los chistes y bailar entre los sueños de tantas niñas que tienen toda una vida por delante.

Y mi vida es sonrisas y cansancio y aprendizaje diario, porque no sólo enseño, sino que también aprendo. Y mucho.

El mundo es menos malo, menos cruel cuando me susurran secretos, me llenas de abrazos y 'buenos días', cuando recibo flores, dulces y dibujos, cuando entrego buenas calificaciones, incluso cuando entrego una mala y recibo a cambio la promesa de mejorar. Así, el mundo sonríe conmigo. Porque hay una oportunidad de mejorar siempre.

Y como dije al comienzo: el tiempo realmente pasa y a veces no lo notamos.

Seré tía -mi hermana está cumpliendo su sueño de ser madre- y madrina -mi prima se vio enfrentada al sueño y al temor al mismo tiempo- en un par de meses más. El dinero que recibo por mi trabajo me sirve para ayudar en mi casa, para apoyar a mi madre y buscar la forma de mejorar su estilo de vida. Me sirve para cumplir sueños ajenos o propios -Luis Fonsi me espera en octubre-, grandes o pequeños. Ahora también tengo una cuñada, que se integra de a poco, a quien quiero aceptar, aunque me cuesta.

Un día abrí los ojos y en mi techo permanecían las estrellas luminosas, brillantes en todo su esplendor. Las mariposas alrededor de mi cama y los peluches sobre ella. El cojín de frutillas, mi fiel compañero. Y al dejar que mi mirada vagara por la habitación entonces noté que sigo siendo la misma, mi esencia permanece. Sólo que ahora hay pruebas y trabajos de mis niñas ocupando el escritorio, un mural lleno de dibujos y cartas de regalo, mis zapatos y botas en reemplazo de mis zapatillas, y tantos nombres rodeando mi corazón.

Me sorprendo pensando en mis amigas extranjeras. Las que aún me hablan y también en las que no. Mis amigas universitarias, con las que todavía intercambio sueños. Mi mejor amigo, que regresó desde la muerte. Mi abuelita, que me sonríe desde el cielo y me abraza a través de las brisas frescas que agitan mi cabello y colorean mis mejillas. Mi abueli, que sigue apoyando mis sueños. Mi hermana, mi hermano, mi padre y mi madre. Mi burbuja, donde todavía escribo, vivo, deliro y sueño ♥



Sueño, yo sueño despierto... ♪♫ ♥

Y hay cariños, abrazos y besos de estrellas ;)

Maya.

mi sueño, trabajo, mi burbuja, Estación: invierno, desvaríos, myself

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