Y mientras avanzaba en el escrito que debería estar terminando, las musas tenían algo para comentar y tuve que dedicarles unos minutos.
La Saga de las Musas: ¡No es el exceso de sexo el problema en esta historia!
Por Enia
-¡Ah! ¡Aquí están!
La voz de Atenea resonó en la amplia sala del Palau de la Música, interrumpiendo la pirueta que Talía se había esforzado por ejecutar durante las últimas dos horas sin éxito.
Desperdigadas en distintas posturas a lo ancho del escenario, las nueves musas contemplaron a su hermanastra avanzar por el pasillo izquierdo rumbo al escenario en donde habían estado ensayando la nueva obra de Apolo, como un general dirigiéndose hacia el ejército enemigo. Cada una ponderó las razones por las cuales Atenea podía estar tan cabreada. Polimnia miró a Calíope quien se encogió de hombros y con un pequeño gesto de la cabeza inquirió a Clío, quien negó con un movimiento breve y se volvió hacia Melpómene y Terpsícore. Ambas fruncieron el ceño y levantaron las cejas, inquiriendo con la vista a Talía, que derivó la consulta a Urania, quien tras torcer la boca en un gesto de ignorancia, recaló la intriga general en Euterpe, que poniendo los ojos en blanco desestimó cualquier intento de saber qué rayos había sucedido.
-Atenea, no sé cuál es tu problema, pero deberá esperar a que terminemos -Apolo emergió desde el costado izquierdo, acomodando el ancho cinto de cuero de su traje para la obra.
-Pues yo no sé de qué rayos trata tu nueva tontería teatral, Apolo, pero ESTO no puede esperar -declaró la diosa, llegando hasta las escaleras que subían al escenario y sacudiendo un libro en su mano.
Suspirando, Apolo se quitó el sombrero con la enorme pluma roja y observó a la diosa que, vestida con camisa, pantalones y botas negras, irradiaba tanto enfado que parecía que en cualquier momento desprendería las esculturas que rodeaban el escenario.
Lidiar con Atenea cuando estaba de ese talante distaba ampliamente de ser una de las actividades favoritas de Apolo, por lo que con estudiada indiferencia, decidió que su mejor opción era huir antes de que lo que fuere que habían hecho las musas, rebotara en él.
-En ese caso, me iré a refrescar mientras ustedes dirimen lo que sea que “ESTO” sea.
Las nueves musas clavaron en su medio hermano una clara mirada condenatoria al verlo escapar con fingida dignidad de la situación.
-Ahora ir a buscar a una turista desprevenida se llama refrescarse -susurró Talía, decidiendo ponerse particularmente densa en el resto de los ensayos.
-¿Y qué se supone que es “esto”? -preguntó Clío.
-ESTO es una afrenta a todo lo que tanto trabajo y tiempo nos ha llevado conseguir -afirmó la diosa y paseó su vista por las musas, que la observaron con diferentes grados de incomprensión retratados en sus rostros. -Es un insulto a lo que defendemos y promulgamos y más les vale tener una excelente razón para haberlo propiciado porque les aseguro que no estoy para estupideces.
-¿Esto tiene un nombre un poco más indicativo que nos ayude a ubicarnos de qué estamos hablando aquí? -preguntó Polimnia, sentándose en uno de los escalones de la falsa escalera del decorado.
Con un gesto despectivo, Atenea lanzó el libro al regazo de la musa, que lo atrapó y observó la foto de la portada: una corbata de seda gris.
-Fifty Shades of Grey… no me suena. ¿Chicas? -levantó el libro para que sus hermanas pudieran verlo.
Urania, que estaba justo a su derecha, lo tomó y, negando, se lo pasó a Calíope.
-No, mí a tampoco. Ni el autor, para el caso -Melpómene observó la foto por sobre el hombro de Talía.
-¿Qué te hace pensar que nosotras tuvimos algo que ver con este libro? -inquirió Clío.
-No libro, ¡libros! ¡En plural! ¡Tres, para ser exactos! -aclaró la diosa.
Terpsícore suspiró, resignada, y meneó la cabeza haciendo que sus rizos rebotaran sobre sus hombros desnudos.
-¡Ah, estos autores y su manía de que todas las historias deben ser tres, cuatro o siete libros! Un engorro, si quieres nuestra opinión. Bien, ¿qué hay de malo con esos libros?
- La corbata y el antifaz me parecen muy bonitos. ¿De qué se trata? ¿Es un policial romántico? -preguntó Talía.
-¿Es una historia de amor? -quiso saber Melpómene.
-¡Oh! ¡Ya veo! ¿Es una novela erótica con demasiadas escenas de sexo explícito? ¿Ese es el problema? -intercaló Euterpe, terminando de leer la contratapa y mostrándole una línea del texto a Urania, que levantó las cejas, comprensiva.
-No, Euterpe, el problema no es que sea subido de tono.
-Porque yo entendería que una mujer con tus ideales podría sentirse un poco violentada si esto es erótico. ¿Es erótico, no? -agregó la musa.
-No insultemos el erotismo metiendo estos libros en esa categoría, ¿les parece?
-¿Tan malo es? -Polimnia se acercó para darle otra mirada, levantando la ceja.
-Si fuera una película, sería una de esas historias porno en donde el sexo aparece de la nada, sin ton ni son.
-Bueno, las películas porno no tienen por objetivo el desarrollo de una historia exactamente -acotó Urania.
-¡No es el exceso de sexo el problema en esta historia! -exclamó Atenea, enfadada por lo que, a todas luces, era una técnica de distracción por parte de las hermanas, intentando esquivar responsabilidades.
-No, el problema aparece cuando hay falta de sexo en la vida -murmuró por lo bajo Melpómene.
-Entonces, si no es porque son un poco subidos de tono, ¿a qué viene toda esta gritadera en la mitad de nuestro ensayo? -inquirió Clío, que se había sentado en el borde del escenario y balanceaba sus pies colgantes.
-Viene a que esa historia es uno de lo mayores éxitos editoriales del momento, ¡a eso viene!
Polimnia suspiró, resignada. Cuando Atenea estaba de ese humor, conseguir una respuesta directa parecía más complicado que lograr que Artemisa se sacara el palo del trasero y se soltara el pelo.
-Pensé que estábamos en el negocio de brindar a nuestros clientes las herramientas y la inspiración necesaria para que produjeran éxitos editoriales.
-Y yo pensé que estábamos en el negocio de conseguir igualdad para las mujeres -replicó con acidez la diosa. Trepando los escalones hasta el escenario, comenzó a pasearse por las tablas relucientes, agitando las manos, con el ceño profundamente fruncido. -¿Acaso se dan cuenta de lo que el éxito editorial de esta cosa significa? ¿Del daño que causa su mera existencia al alcance de cientos de mujeres con poca autoestima y muchas carencias? Llevamos años, ¡AÑOS!, intentando que imbéciles como el protagonista de esta historia deje de ser aceptado como algo totalmente adecuado, de despertar a las mujeres a su poder interior y a darse cuenta que no hay por qué conformarse con lo que no es más que una patética excusa del género masculino. ¡Y ustedes vienen en pleno siglo XXI y ayudan a crear a Christian Grey! -aseveró señalando el libro que descansaba en el regazo de Talía.
-¿A quién? -susurró Euterpe, ganándose un gesto torvo de Urania para que hiciera silencio. Todos sabían que lo mejor cuando Atenea estaba así de enfadada, era dejarla ventilar su furia antes de intentar intercalar un comentario.
-Así es que no, Clío, el problema no es que sea subido de tono, aunque en lo personal, lo calificaría directamente en la categoría de pornografía barata. El problema es que por un lado crearon a un tipo que sería la versión moderna del tan mentado y poco creíble príncipe azul: obscenamente rico a la ridícula edad de 28 años creando el imperio de la nada…
-En esta época de ricos instantáneos, no es tan poco creíble -acotó Polimnia por lo bajo y Clío asintió, de acuerdo con ella.
Atenea, que no pareció escucharla, siguió con su diatriba.
- Físico perfecto, sonrisa perfecta, pelo perfecto, lenguaje de hace más de 100 años, familia perfecta… sabe de computadoras, sabe navegar, sabe pilotear aviones, cinturón negro de no sé qué, inteligencia suprema en… no sé, todo. Sabe de autos, de arte, de ropa, sabe idiomas, toca el piano como Chopin…
-Hay autores que no puede resistir los Artie Sue -intercaló Urania con resignación.
-¡Por favor! ¡Pone que era un gamberro pendenciero en la escuela! ¿Cuándo diablos se supone que aprendió todas esas cosas si apenas tiene 28?
-Con los Artie Sue nunca parece importar. ¿Es un amante de primera gama también? -preguntó Clío.
-¡Es un retorcido que azota mujeres parecidas a su madre para tener un orgasmo!
Nueve pares de cejas se levantaron.
-¿O sea que es un asesino serial? -preguntó Calíope.
-¡No! ¡No es un asesino! ¡Es un tipo al que le va el rollo de dominador-sumiso! -explicó Atenea, agitando la mano derecha en un gesto de impaciencia.
-Bueno… supongo que con tantas cosas buenas y perfectas, ¿la autora pensó que debía colocar un buen defecto que compensara? ¿Para hacer al héroe de la historia más creíble y cercano? -Polimnia miró a sus hermanas, inquisitiva, recibiendo gestos varios de ignorancia.
-¡Uno no coloca como héroe de la historia a un controlador del demonio que no sólo no es capaz de tener una relación sana con alguien, sino que la autora se las arregla para que este enfermo controlador bipolar termine siendo un querible osito de peluche a quien hay que perdonarle sus constantes cambios de humor, porque se “preocupa por ella” ordenándole que coma cada dos segundos o enviando a su maldito chofer/guardaespaldas/chico de los mandados a que le compre ropa interior!
Con las manos en las caderas, Atenea las miró como si esperara que confesaran todos sus pecados rasgándose las vestiduras.
-Mmm… como compensación a azotarla, no parece mucho, pero si el centro de la historia es que “ella” supere esta relación abusiva, quizás está bien que él sea así -apuntó Urania tras unos segundos de silencio, aprovechando el impas.
-¡Oh, no! Ese no es el centro de la historia. ¡El centro de la historia es que ella lo ama de manera idiotamente irracional! La heroína es una mujer golpeada y abusada, en el nombre del placer y el amor, por supuesto, pero abusada de todos modos. ¡Que además se pasa cada maldito segundo del libro preguntándose cómo es posible que mister perfecto la ame porque ELLA es TAN POCA COSA!
-¿De veras? -preguntó Melpómene con expresión de extrañeza, echando mano de un racimo de uva del decorado.
-Y no sólo eso, -Atenea retomó su ir y venir por el escenario -sino que resulta que cuando no la psicopatea castigándola porque “pone los ojos en blanco” cada vez que él está siendo imbécil, el tipo está decidiendo qué debe vestir, qué auto debe conducir, en qué puesto de la compañía deberá trabajar, cuándo puede o no tener un orgasmo, si necesita o no hacer ejercicio, quién le corta el pelo o quién será su ginecóloga. ¡Eso por no mencionar que hasta tiene cada maldito encuentro sexual guionado! “Primero, te pondrás aquí en cuatro patas y usaré este juguete. Luego, tendrás un segundo orgasmo parada junto al poste izquierdo de la cama, pero sólo cuando yo pronuncie tu nombre. Y finalmente, te ataré a esos postes cruzados y procederás a aguantarte hasta que yo te dé la orden” -dijo en un tono sospechosamente parecido al que solía usar Ares cuando estaba en una de sus fases de pedante insoportable. -¡ES QUE ALGUNA DE USTEDES SE PERCATA DE LO QUE SIGNIFICA QUE ELLA ACEPTE TODO ESTO COMO LO MAS ADORABLE Y EXCITANTE DEL PLANETA!
-¿De verdad le parece adorable? -preguntó Calíope, cogiendo el libro del regazo de Talía para comenzar a hojearlo.
-¡Ella es una intelectual virgen que pasa de repeler hombres porque es demasiado inteligente, a alguien que se desespera porque él no la está atando con correas a la cama! Y es que honestamente, él está mal en todos los niveles, pero ella, ¡ELLA ME CABREA! -la diosa agitó los puños al aire, como si estuviera dispuesta a golpear a la protagonista. -Cada vez que lo mira vuelve a repetir toda la perorata de cuán perfecto es. Lleva MESES viviendo con el tipo y cada vez que él entra al cuarto, ella piensa “¡Oh! ¡Por Dios! ¡Estoy con Christian Grey! ¡Christian Grey me está sonriendo! ¡Christian Grey me está hablando! ¡Christian Grey me está tocando! ¡Christian Grey me está dejando que le toque un pectoral!” Y mi parte favorita por lejos: “¡Oh! Ahora que me ha dicho que me ama, no podré dejarlo, aún si me azota como si fuera un animal” -agregó con tono despectivo. -¿Qué mierda de mensaje es ese? ¿En qué universo ese antecedente deriva en semejante consecuente? ¿Saben en cuál? ¡En el mundo de las mujeres sometidas y abusadas, dispuestas a vivir bajo el yugo del género masculino! ¡En ESE universo!
Dio un pisotón con la bota que resonó en la perfecta acústica del Palau, antes de regresar a su diatriba exaltada, señalando a las musas con un dedo acusador y un tono condenatorio.
-En el universo en donde está bien que un tarado abuse de nuestra autoestima, nos trate de idiotas, nos castigue “porque no nos comportamos como él lo indica”, ¡nos deja marcas en muñecas y tobillos luego de esposarnos durante una sesión de sexo castigo, porque hicimos una imaginaria ofensa a sus idioteces!, para luego comprarnos un brazalete de mierda y que eso no solo lo disculpe todo, sino que además, ¡nos haga sentir culpables porque él siente mal!... En ese universo.
-Castigo con sexo me suena a Erótica - susurró Euterpe a Urania -¿Crees que ella tuvo algo que ver?
-Erótica sería la que castiga, no la que se deja castigar. Y de seguro no sugeriría culpas posteriores -respondió Urania en voz igualmente baja, pensativa.
-Años y años de lucha, de protestas, de caminatas blandiendo e incendiando corpiños, hechos añicos al presentar a este… idiota enfermo, como el epítome del hombre a desear y amar y ¡curar! Todo porque ¿qué? ¿Tuvo una infancia difícil y su iniciación en la adolescencia fue por una enferma que decidió desvirgarlo a latigazos? ¿Alguna de ustedes puede explicarme cómo es posible que ella tenga el cerebro para despreciar a la dominatriz que alimentó las taras de él, para luego no darse cuenta de que él hace lo mismo con ella? ¡Porque déjenme decirles que eso no tiene el menor sentido! Como tampoco tiene ningún sentido que intenten convencer al lector que él es lo más tierno del planeta porque luego de gritarle, amenazarla, coartarla o castigarla, la abrace como si fuera un peluche mientras duerme. ¡Por no mencionar el adorable detalle de que “milagrosamente” él duerme sin pesadillas cuando está con ella! ¡Porque eso SI que disculpa la escenita de la casa del botes en el segundo libro con su “ahora tendremos sexo pero tienes prohibido tener un orgasmo, porque esto es sólo para mi”!
-Wow -murmuró Euterpe.
Calíope levantó una mano, intentando que su hermanastra le permitiera meter baza.
-Atenea, escucha…
-¿Cómo pudieron hacer esto? ¿Cómo? ¿Es que acaso no tienen consideración alguna? ¿Es que acaso no pensaron que millones de mujeres estarán leyendo esto e idealizando una imagen que nos costó siglos erradicar? ¿Qué cuando se crucen con algún enfermo controlador como éste, no se cuestionarán que lo que sucede es erróneo, porque aquí van ustedes, sugiriendo “Que sepa bailar”, “Que duerma abrazándola”, “Que done dinero a caridad”, “Que le preocupe el hambre en el mundo”, “Que le regale algo lleno de símbolos para su primer aniversario o cumpleaños o navidad juntos”? ¿Acaso algo de todo eso justifica la parte de “Estoy cabreado porque decidiste hablar con una de mis exes, así que ahora mismo te vendrás conmigo a casa y tendremos sexo de castigo y quizás veremos si dejo que tengas un orgasmo”?
Honestamente, chicas, pensé que ustedes entendían el movimiento, que apoyaban la causa y nunca imaginé que fueran a apoyar este tipo de cosas y permitir que salieran al mundo. ¡Deberían sentirse avergonzadas!
-¡Oh, creeme, lo estamos! -dijo Polimnia.
-Principalmente, si hay otros que, como tú, piensan que NOSOTRAS somos responsables de algo así -agregó Clío. Antes de que Atenea pudiera agregar algo, se giró hacia Melpómene. -¿No estuviste trabajando con una chica que quería escribir algo de este estilo hace un par de años?
La musa meneó la cabeza y extendió la mano hacia el libro que sostenía Calíope, quien se lo pasó.
-Recuerdo a una mujer que tenía esta idea un poco retorcida y para nada original, de hecho, pero no era para un libro. Era una historia que estaba publicando en un blog… -replicó Melpómene. -Pero si mal no recuerdo, no participamos de ese trabajo porque ella estaba intentando hacer su propia versión de la serie Crepúsculo, pero sin vampiros, y Apolo estaba en su fase “maximicemos recursos”. Así que… ¿no le asignaron otras musas alternativas?
-¿Musas alternativas? ¿Hay versiones alternativas de ustedes? -inquirió Atenea con extrañeza.
-¡Por supuesto, querida! ¡Sólo somos nueve! Apolo nos asigna de acuerdo a ciertos criterios propios -aclaró Calíope.
-¿Criterios de él?
-O nuestros, depende -aclaró Urania.
-¿O sea que ustedes no participaron de esta cosa en particular?
-Probablemente no -Calíope hizo un gesto con la mano, desestimando la posibilidad.
-A mí la descripción del héroe me resulta sospechosamente conocida -dijo Talía.
-¡Entonces sí contribuyeron a crearlo! -acusó Atenea.
-¡Por favor, Atenea! ¡Como si las personas nos necesitaran para crear a este tipo de sujetos! -le espetó Polimnia.
-No es por haber participado, Atenea -aclaró Talía. -Es por las características. ¿Conoces a alguien que encaje en esta descripción en particular? Perfecto pelo, perfectos dientes, perfectos músculos, perfectas habilidades para todo y, más importante, ¿un controlador insoportable que se cree el amante supremo?
-¿De cuándo es la publicación? -preguntó Clío, inclinándose hacia Melpómene para ver la fecha de la edición. -Mmmm… me lo suponía. ¿Lo ves? -levantó el libro y le mostró la página a la diosa, que se acercó a mirar. -Aquí está.
-¿Qué es lo que está?
-Este libro debió ser escrito por la fecha en que Apolo tuvo esa brillante idea de intercambiar roles, para que todos nos interiorizáramos de las tareas de los demás. ¿Recuerdas?
La diosa puso los ojos en blanco y se cruzó de brazos.
-Por supuesto. Me tocó suplantar a Afrodita -se estremeció ante el recuerdo.
-Pues en nuestro caso, todos aquellos autores que teníamos en cartera fueron repartidos de acuerdo a lo que estaban queriendo escribir -dijo Clío.
-Y yo recuerdo que el protagonista que aquella autora tenía en mente, me hacía acordar mucho a Ares -aclaró Melpómene, levantando las cejas y clavando la mirada en la diosa.
-Y yo recuerdo haberte dicho que mencionárselo a Apolo no había sido tu momento más brillante -dijo Talía.
Atenea frunció el ceño.
-Esperen un segundo. ¿Me están diciendo que esta cosa salió del brillante momento de “intercambiemos roles” de Apolo? ¿Qué él pudo haberle asignado la tarea de ayudar a esta autora a Ares?
-Hasta donde sé, puede incluso que formaran un equipo en este caso. Ya sabes, por eso de “trabajo en grupo” y demás… Realmente, este tipo debería filtrar un poco todas esas ideas suyas de gestión de recursos -Terpsícore meneó la cabeza y se comió los últimos granos de uva.
-Y ahora que lo pienso, creo que padre también anduvo participando en algo con ellos… los pesqué celebrando un éxito absoluto cuando el tiempo de intercambio estaba por finalizar -dijo Calíope, pensativa. -Sabía que se traían algo idiota entre manos. Lo supe cuando me vieron entrar y me sonrieron con esa superioridad paternalista imbécil que detesto.
Las nueves musas y la diosa se quedaron en silencio por un momento, ponderando la situación.
-¿Existe la posibilidad de que contacten a esta autora y le pregunten con quién trabajó esta historia? -preguntó Atenea.
-Por supuesto -aseveró Polimnia.
-Averígüenlo entonces -ordenó.
-¿Y qué pasa si fue como sospechamos y esos tres con toda deliberación planearon lanzar esta cosa al mercado, en un sucio intento de contrarrestar los logros obtenidos con respecto a la igualdad y el respeto a las mujeres? -preguntó Melpómene, cuyo sempiterno tocado se había ladeado.
Atenea endureció la mandíbula y entrecerró los ojos en un gesto que todo el Olimpo sabía que no pronosticaba nada bueno.
-Si se confirma, hermanas, entonces esto significará guerra.
Besos,
Enia