El País de las Maravillas
Soy una firme creyente de que hay un tiempo para cada cosa, y que cada cosa tiene su tiempo.
Y de seguro que cuando se trata de leer libros de Lewis Carroll, esta afirmación es increíblemente verdadera.
Cuando tenía unos 9 o 10 años (no recuerdo bien cuál de las dos opciones es la correcta), mi papá me regaló "Alicia en el país de las Maravillas".
¡Qué pedazo de error fue leerlo!
Me resultó chocante, horrible, tétrico, total y absolutamente creepy digamos. No me pareció divertido, no me inspiró a imaginar un mundo de Maravillas y por cierto que mi percepción de los personajes (de todos, pero particularmente de Alicia), distaba mucho de ser amable.
Con los años (muchos años), encontré información acerca del autor de este libro. De sus obsesiones y fijaciones. Y lo encontré tan molesto como en su momento a su libro.
Es más, me dije a mí misma, ¡este libro jamás irá a parar a manos de mis hijos o sobrinos! ¡Y a este autor lo pongo en la lista de los que no voy a leer!
Pero... la vida es sabia y en su cortedad, nos enseña que sin importar cuántos años vivamos, tendremos infinitas oportunidades de equivocarnos y rectificar: ideas, afirmaciones, creencias, verdades, actos, afectos, caminos.
Have un par de semanas, un caballero me regaló "Alimentar la mente", de Lewis Carroll.
¡Qué fantástico redescubrimiento!
Este libro, con ser extremadamente pequeño, es increíblemente divertido. Mordaz, irónico, actual, profundo. Me hizo pensar, me hizo reír, ¡me hizo dar ganas de tener un porta estampillas de Alicia en el País de las Maravillas! Por no mencionar que me he planteado seriamente la posibilidad de armar un índice de correspondencia, según él sugiere.
Si nunca supieron de este libro, búsquenlo. Vale la pena tenerlo. Desde la encuadernación en adelante, es hermoso.
En el enlace que coloqué en mi entrada de " 50 libros para el 2011", pueden encontrar pequeños párrafos y comentarios varios.
Hoy doy gracias por haberme cruzado con este libro, ahora. No sé si leeré de nuevo Alicia, quizás sí. Quizás la cosa pasa por el erradísimo momento en que lo leí originalmente.
Quién sabe... quizás al final sí exista un País de las Maravillas después de todo.
Besos,
Enia