Oh yeeesss. Por fín he terminado los malditos exámenes y ya puedo ser libreee (hasta que em den las notas, claro) a demás mañana y el martes es puente, así que estoy de fiestaaa.
Bueno, tengo que ahcer diversas cosas como, por ejemplo, ver la nueva temporada de Bones, asunto pendiente e importantísimo.
También tengo que terminar para el Martes el capítulo 6 de "Como agua y aceite" siempre los hago en un mismo día pero este me está costando y como es mejor prevenir que curar, ya he empezado.
Pongo aquí lo que viene a ser el capítulo cinco.
·Notícias de Francia.
-¡Y entonces el muy capullo dijo que YO era un “obstáculo” para su maldito arte!
Lana se paseaba de un lado para otro del salón gesticulando con las manos de forma desenfrenada mientra soltaba blasfemias a cada cual mayor sobre su recién exnovio Josh. Llevaba así cerca de tres horas; después de que ella y Lizzie se encontrasen en el piso de la última, Lana ya había pasado la primera fase de la aceptación de su ruptura y se encontraba en la segunda: la blasfemo-histérica. Elizabeth, por su parte, la miraba sentada desde el sofá con los brazos cruzados, mientras comía patatas fritas.
-¡Ese cerdo asqueroso!-Lana, con sus ojos castaños casi saliéndose de sus órbitas, miró a Lizzie y la señaló con el dedo-¡Ese cerdo se atreve a decir que YO me pongo histérica, YO! ¿Y sabes por qué? ¡¡Porque le rompí ese puto cuadro que hizo de Central Park!! ¡Es la obra más mala que he visto en mi vida!
-Todavía…-Lizzie habló con voz calmada, pero Lana estaba demasiado ocupada hablando para si misma a cerca de los miles de defectos de Josh como para escucharla-¡Lana!-La aludida se volteó-Todavía no me has explicado qué ha pasado exactamente. Se que Josh es un cerdo, un imbécil, un artista fracasado y sin talento y un cabrón… pero no se que ha pasado exactamente
Lana la escudriñó con la mirada, como si se hubiese olvidado de por qué estaba allí realmente y solo se acordase de insultar a Josh. Se quedó pensativa unos instantes y, de repente, todos sus músculos se relajaron. Se sentó al lado de su amiga y la miró, emitió un sonoro suspiro antes de contestar.
-Tuvimos una pelea-Musitó frunciendo el ceño-Desde hace tiempo no vamos…íbamos-Se corrigió-muy bien. Se pasaba las horas fuera de casa.
-¿Pero estaba trabajando, no?-Inquirió Lizzie recordando que Josh solía llegar tarde porque se quedaba hasta tarde en el estudio de arte.
-¡Sí, con un montón de modelos plastificadas!-Exclamó su amiga-Y Josh siempre ha sido muy liberal, no se si me entiendes…
-No tiene pinta de polígamo, la verdad.
-El no, pero las modelos operadísimas a las que retrata no creo que opinen lo mismo.
-¿Habéis roto por celos?-Preguntó Elizabet, incrédula.
-¡Pues claro que no! Empezó con eso, y luego el muy…-Lana iba a insultar a Josh de nuevo, pero se contuvo-Luego comenzó a decir que yo le presionaba, que siempre estaba pendiente del dinero ¡Pues claro que lo estoy, si no nos llega el alquiler porque él se pasa la vida pintando gratis! Y que él así no podía funcionar, que lo nuestro no iba a más. Claro, como siempre la culpa es mía. Nos dijimos muchas cosas, demasiadas, le rompí su estúpido cuadro de mierda, cogí las maletas y me largué.
-¿Y por qué no lo echaste? Pareces tonta.
-¿Echarlo?-Lana sonrió sarcásticamente-No, cielo, que se quede ese cuchitril y que pague el solo su puto alquiler con su sueldo de mierda. A ver si luego soy yo la que “estoy siempre pendiente del dinero”.
Elizabeth asintió. Josh siempre había sido un tipo raro, aunque había atribuido su excentricidad al hecho de que se consideraba a sí mismo un artista bohemio neoyorkino, y los artistas siempre tenían sus extravagancias. Pero Lana era su mejor amiga y, aunque Josh siempre le había caído bien, era una auténtica cerdada lo que le había hecho.
-Bueno-Suspiró y se levantó del sofá. Echó una mirada a Lana y sonrió levemente-Tenemos que irnos.
-¿A dónde?-Preguntó su amiga confusa-Mira, yo no tengo ánimos para nada…
-Me da igual-Respondió ella tercamente-No vas a tirarte el día encerrada en casa para darle el gusto a ese gilipollas. Nos vamos por ahí, al parque, al centro comercial, a donde sea, pero nos vamos.
-Lizzie…
Antes de que Lana pusiera más objeciones la puerta del piso se abrió. Un muchacho alto, moreno y con unas grandes gafas de sol puestas entró todo cargado de bolsas del supermercado, ibas escuchando el Ipod absorto en los ritmos de la música, que tarareaba en susurros. Spike se percató de la presencia de Lana y se quitó los auriculares.
-No sabía que había visita-Comentó dejando las bolsas de la compra en cima de la barra de la cocina.
-Es Lana-Lizzie sonrió mientras su amiga se levantaba y le daba la mano al chico-Mi mejor amiga, añadió.
-No si ya sabía yo que gracias a ti ampliaría mis redes sociales productivamente-Dijo el joven con descaro-Spike, un placer.
-Lo mismo digo-Contestó Lana sonriendo.
-Lana acaba de romper con su novio, así que Spencer, querido-Captó su atención al decir el nombre-Te quiero a tres metros mínimo.
-¡Oye!-Se quejó él-¿Qué insinúas? Ni que yo fuese un acosador o algo parecido.
Elizabeth enarcó una ceja.
-A tres metros
-Eso debería decidirlo aquí tu amiga-Sonrió de lado al mirar a Lana.
Lizzie puso los ojos en blanco.
-En fin, es un imposible.-Miró a su amiga que sonreía negando con la cabeza ante la conversación de los otros dos.-¿Nos vamos?
-¿A caso me vas a dejar otra opción?
-¿A dónde vais?-Preguntó Spike.
-Por ahí-Respondió su compañera de piso-Pero no puedes venir-Se le adelantó esbozando una sonrisa-Alguien tiene que hacer la cena.
-Ah, de puta madre, vosotras por ahí haciendo Dios sabe qué mientras yo me quedo metido en la cocina. Genial-Dijo de forma irónica.
-Veo que lo vas cogiendo.-Lizzie soltó una risita-A demás ¿De que te quejas? Yo no se cocinar.
-Si que sabe-La contradijo Lana-Pero siempre y cuando sea comida congelada y se haga con solo calentarla en el microondas.
-La mujer del siglo veintiuno es así-Spike sonrió y se sentó en el sofá-Bueno, que os divirtáis.
-Dalo por hecho-Lizzie miró a Lana, que por un rato había olvidado el mal trago de Josh y comenzaba a animarse un poco.
Las dos chicas cogieron sus abrigos y se marcharon del piso.
Había hecho picadillo más de tres dianas, las había agujereado todas y todavía seguía de mal humor. Garret era una de esas personas a las que les gusta tenerlo todo controlado, planificado y esquematizado. Los cambios le cogían de improviso, le desconfiguraban todo su sistema y le molestaban de una manera inimaginable. Elizabeth era un cambio, un molesto, tedioso y maldito cambio. Y no le gustaba, en absoluto.
Disparaba cada vez con mas fuerza, estaba furioso, las cosas se le iban de las manos y él podía presumir de tenerlo todo siempre perfectamente calculado; pero desde hacía unas semanas su perfecta vida armoniosa había sido destruida por una estúpida cría de dieciocho años con la lengua demasiado larga y excesivamente acostumbrada a salirse con la suya.
Se le acabaron las balas. Recargó su pistola atropelladamente y volvió a ensañarse con los pobres muñecos de madera en forma de dianas. Los otros policías que habían a su alrededor, practicando su puntería, lo miraban con cierto temor, todos sus compañeros sabían lo peligroso que era Garret cuando se enfadaba y era mejor alejarse lo máximo posible, más aún si estaba en la zona de tiro al blanco.
Mientras recargaba su arma por segunda vez, sintió como alguien le tocaba la espalda. Se sobresaltó y se volteó para encontrarse con Karen Dean, su jefa, que vestida con un traje negro muy serio (habitual en ella) lo miraba con las cejas alzadas y los brazos cruzados.
Garret se quitó los cascos que llevaba en las orejas y le protegían del ruido de las balas, la miró con el ceño fruncido.
-¿Qué quieres?-Preguntó de mala gana.
-Háblame con respeto Strauss-Le espetó la mujer, de unos cuarenta años, estaba más que harta de que Garret se pasase por el pito del sereno sus quejas. Los del FBI le habían hecho una buena enviándoles semejante elemento, que cuando sufría algún tipo de crisis se volvía literalmente insoportable.
-¿Qué es lo que pasa?-Volvió a preguntar él arrastrando las palabras.
-Tienes una llamada.
-Dile a quien quiera que sea que espere, estoy haciendo cosas importantes-Contestó mientras ponía la recarga a su pistola con cuidado.
-Es una llamada de Francia-Dean frunció el ceño-Y es a cobro revertido-Añadió con evidente molestia-Así que o la coges o llamas a Europa desde tu casa, porque yo no tengo por qué cargar con tus malditos gastos.
Pero Garret no le prestaba atención a las quejas de Karen, se había paralizado al escuchar que le habían llamado de Francia. Tal había sido su conmoción que la recarga de la pistola se le resbaló de las manos. Se quedó estático, mirando a un punto fijo de la pared sin fijarse realmente en ello, sólo había alguien que podía llamarlo desde Francia, y no estaba muy seguro de estar preparado para coger aquel teléfono y aparentar normalidad.
Tragó saliva, había pasado mucho tiempo desde la última vez que tuvo contacto con Europa, pero todavía no se había mentalizado de volver a hablar con alguien de allí, y si se trataba de quien el creía, no sabía si sería capaz.
-Eh… ahora…ahora lo cojo-Agitó la cabeza y pasó por a lado de Karen como una especie de zombi.
La mujer se quedó pasmada al ver aquel repentino cambio en la actitud de Garret, e intuyó que debía tratarse de algo gordo si era capaz de turbarlo de aquella manera.
-¡Coge el teléfono de mi despacho!-Le dijo en voz alta para que la oyese, pues acababa de salir por la puerta.
Y entonces Karen Dean cayó en la cuenta, y se volteó hacia la puerta ya cerrada. Sabiendo lo que sabía de Garret Strauss, no estaba segura de que, tal y como estaba aquellos últimos días, el joven pudiera afrontar bien aquella llamada.
-¿Y está buena?
Kevin había llegado a casa y estaba sentado en el sofá viendo uno de aquellos concursos de la televisión en la que regalaban millones tan solo por acertar cómo se llamaba el tercer marido de Elizabeth Taylor. Spike le había contado su encuentro con Lana, y estaban hablando de ello.
-Joder que si está buena-Dijo el joven haciendo un ademán con la mano, mientras calentaba la sopa de sobre que estaba haciendo en la cocina-Está buenísima. Te dije yo que Elizabeth nos traería tías.
-¿Y dices que ha roto con el novio?
-Eso me ha dicho Lizzie, pero no se los detalles. Eso sí, la chica se ha dejado las maletas-Spike señaló con el brazo al lado del sofá.
Kevin echó una mirada al lugar y luego se volteó hacia Spike.
-¿Se quedará?-Spike se encogió de hombros-¿Y Garret qué?
-Garret que se joda-Dijo sin pensárselo dos veces-La chica merece comprensión.
-Si, si, ya se el tipo de “comprensión”-Kevin hizo comillas con los dedos-que puedes darle tú.
Spike soltó una carcajada al mismo tiempo que se abría la puerta y entraban las dos chicas.
-¿De qué se ríe éste?-Preguntó Lizzie, que cargaba un par de bolsas de ropa.
-Hablando de las reinas de Roma…
-¿Hablabais de nosotras?
-Le preguntaba a Spike si tu amiga se va a quedar aquí-Contestó Kevin levantándose del sofá.
Lana dejó las bolsas que ella también llevaba en cima de una silla que había al lado de la puerta.
-Pues claro que se quedará-Respondió Elizabeth-Por cierto, Kevin, Lana; Lana, Kevin. Daos la mano en señal de paz.
Elizabeth se acercó hacia donde estaba Spike para ver que había hecho de cena. Lana fue hasta donde Kevin y le dio la mano.
-Encantada-Sonrió y lo miró de arriba abajo.
-¿Pasa algo?-Preguntó éste extrañado.
Lana alzó la vista y frunció el ceño, pensativa.
-No te pareces a Zac Efron-Dijo cruzándose de brazos.
Kevin la miró sorprendido y se volteó hacia Lizzie, a la cual Spike intentaba echar de la cocina.
-¿Le dijiste a tu amiga que me parecía a Zac Efron?-Inquirió.
Elizabeth se giró y se encogió de hombros.
-Lana entiende siempre lo que le da la gana. Le dije que tenías el mismo color de pelo y ojos.
-Eso no es cierto-Protestó su amiga,
-¿Qué más da? Ya has visto que no ¿verdad? ¡Pues ya está!
Lana meneó la cabeza y miró a Kevin.
-He ahí la loca de mi mejor amiga-La miró-Mírala,¡si es mas feliz que nadie!
Kevin soltó una carcajada.
-¿Te quedarás, entonces?
La chica suspiró.
-Ella me obliga, y es tremendamente insistente.
-La amistad es lo que tiene-Asintió el chico-Pero tengo que decirte-Bajó el tono de voz-que Spike va detrás de ti, a sí que si tienes problemas hay spray de pimienta en el cajón del banco de la cocina.
Lana sonrió ampliamente y asintió.
-Lo tendré en cuenta.
El timbre sonó y Spike le dijo a Lizzie que abriese, pues se estaba volviendo un estorbo en la cocina y la chica, a la que de vez en cuando le gustaba hacerse la graciosa, no paraba de molestar a posta.
Elizabeth se limpió las manos en uno de los trapos de cocina y abrió la puerta con rapidez, para encontrarse, nuevamente, con la silueta alta y fibrosa de Daniel Hoffman. Tras la primera impresión, la chica se cruzó de brazos.
-No me lo digas, Garret ha quemado la comisaría en un ataque de ira.
Hoffman rió.
-No, no ha sido eso-Miró por en cima de la chica hacia dentro de la casa y saludó con la mano a los chicos.
-¡Hoff, me decepcionas por segunda vez!-Dijo Spike desde la cocina-Si no fuera porque me caes bien te exigiría que vinieses solo cuando Garret se pegue un golpe en la cabeza.
-Me alegro de ser bienvenido en tu casa a pesar de que vuestro compañero no esté convaleciente.
-¿Quieres entrar?-Preguntó la chica.
-No, bueno sí-Respondió-Pero… bueno, esto te va a parecer muy raro, así que te lo diré ya.
Elizabeth frunció el ceño sin entender.
-Sólo nos hemos visto dos veces contando la de hoy-Daniel rió con nerviosismo-Pero... mira… me gustaría saber si… ¿Tienes algo que hacer ahora?
-¿Me estas pidiendo una cita?-Preguntó la chica increíblemente sorprendida.
-Si estás con alguien olvídalo ¿vale? No quiero que te sientas obligada a…
-¡Sí!-Contestó al instante. Pero entonces recordó su labor como mejor amiga, y que debía quedarse con Lana, pues ella era mucho más importante que irse por ahí con Daniel Hoffman, aunque le encantasen sus dientes perfectamente alineados y sus ojos grises.-Espera un momento. Bueno, pasa si quieres, claro.
Elizabeth se fue directamente hacia Lana, que se había sentado con Kevin y discutía con él sobre el nombre del último hijo de Britney Spears, pues loa cavaban de preguntar en el programa de TV que estaban viendo.
-Oye Lana-Lizzie la llamó con timidez.
La chica se volteó y sonrió.
-Anda vete.
-¡Pero no puedo dejarte aquí sola!-Exclamó la chica-¿¡Y si te entran unas ganas desesperadas por ir a casa de Josh y romper todos sus cuadros!?
-Pues aviso a estos dos chicos tan guapos que tienes como compañeros y les digo que me paren.
-Spike seguro que lo disfruta-Bromeó Kevin que no paraba de mirar la pantalla-¡Ves! Se llama como yo había dicho.
-¡Joder!-Exclamó Lana-¡Pero si lo dijeron el otro día en la Mtv!-La chica volvió a mirar a su amiga-¿No te he dicho que te vallas?
-¿Segura?
-¡Que si pesada! ¡Que te largues de aquí!
-Que conste que me estás echando de mi propia casa-Dijo Lizzie haciéndose la ofendida mientras cogía su bolso-Ya te vale.
-Venga, que no te quiero ver-Le espetó Lana de broma.
-Gracias-Elizabeth se dirigió a la puerta, Daniel estaba apoyado en el quicio de ésta mirando al techo mientras esperaba.-¿Nos vamos?
-¿Entonces es un sí? ¿No crees que soy un loco o algo por pedirte salir sin conocernos?
-Cosas mas raras se han visto, a demás tengo pensado ir a un sitio público pro si acaso resultas ser un sociópata.
-Bien pensado.
Los dos rieron. Hoffman se despidió de los chicos nuevamente con la mano y cerró la puerta tras de sí.
-Joder con Hoffman-Comentó Spike mirando hacia donde los dos acababan de salir-Es un puñetero triunfador.
-Es lo que tienen las placas y las pistolas, que a las tías les pone-Dijo Kevin.
-Eso no es cierto-Protestó Lana.
-Pues claro que no lo es-Intervino Spike-Si fuera así, Garret no pararía de traer tías a casa, y ese o se les paga o no liga ni de coña.
-Oh, el famoso Garret-Lana sonrió al recordar al compañero al cual su mejor amiga no tragaba-Así que Lizzie no mentía.
-Si te dijo que Strauss es un capullo, arrogante, pedante e imbécil, no, no mentía.
-Cierto-Kevin se acomodó en el sofá-Tienes muuucho que aprender sobre los que vivimos en este piso.
Garret se había pasado cinco minutos mirando, sentado, el teléfono que había en el despacho de Karen Dean. Tenía la mano levantada, dispuesta a cogerlo, pero por alguna razón se sentía incapaz de hacerlo. No podía, no quería, o tal vez le faltaba prepararse mentalmente y almacenar las fuerzas suficientes para hacerlo, pero el caso es que estaba muy nervioso.
Respiró hondo y tragó saliva, cogiendo lentamente el aparato y llevándoselo al oido. Tenía la garganta seca y su voz sonó demasiado quebrada.
-¿Diga?-Preguntó en voz queda.
-¿¡Garret!?-La voz femenina resonó en su cabeza, y le trajo a la memoria un tiempo que había intentado olvidar durante años.
-A-Amelie-La voz de Garret Strauss, acostumbrada a tonos altos y amenazadores o graves y fríos, sonaba entonces como la de un niño asustado, débil y sin fuerzas.-¿Por-Por qué me llamas?
-¡Dios Garret no te había reconocido! ¿Qué le ha pasado a tu voz? ¡Estás cambiadísimo!
-Ya no tengo diez años-Contestó secamente en un susurro.
-Sí… ha pasado mucho tiempo-La voz que hacía a penas un segundo se mostraba alegre y vital, de repente, se llenó de una emoción nostálgica.-¿Qué tal te va todo?
-¿Qué es lo que quieres Amelie?-No podía soportar aquello. A él no se le daban bien ese tipo de cosas, nunca había sabido como actuar en aquellas situaciones, se había pasado trece años intentando olvidar todo aquello y enfrentarse ahora a su pasado le resultaba insoportable. Quería terminar pronto.
-Voy a ir a Nueva York, en dos semanas-La voz era ahora muy seria, temerosa-Tengo que hablar contigo.
-Tengo mucho trabajo-Se adelantó él.
-Garret-Se escuchó un suspiro desde el otro lado del teléfono-Para mí también es muy difícil, yo tampoco he terminado de olvidar todo lo que pasó…
-¿Qué es lo que quieres? Te lo vuelvo a repetir-Le cortó con frialdad, no quería entrar en aquél tema.
-Voy por un mes, actúo en Brodway, ya sabes, trabajo…-Parecía indecisa por decir algo. Garret tuvo un mal presentimiento-Es necesario que nos veamos.
El joven se llevó una mano a la sien y se presionó con fuerza, cerrando los ojos.
-El caso es… que yo no se si quiero verte.
-Ya lo se-Respondió la mujer con pesadumbre-Pero es esencial.
-Amelie…
-Es sobre Claire.
Garret se sobresaltó y, entonces, su ceño se frunció, sus mandíbulas se tensaron al igual que el resto de su cuerpo, sus puños se cerraron con fuerza y adoptó una expresión agresiva que habría puesto los pelos de punta a cualquiera.
-¡Te dije que no quería volver a saber nada de esa hija de puta en mi vida!-Gruño, su tono no era el mismo que el de siempre que se enfadaba, era mucho más agresivo. Denotaba un odio y un rencor puros, como si quisiese asesinar a aquella persona con sus palabras, deseándole la muerte.
-Ya lo se-Dijo Amelie, se la notaba muy nerviosa-Pero es importante.
-Dímelo por teléfono.
-No puedo, es muy complicado.-Hizo una pausa y añadió-: Garret, tengo que verte cuando vaya a Nueva York, te lo digo en serio, sabes que si no fuera así... bueno... no te habría llamado.
Strauss suspiró, demasiadas emociones juntas, demasiadas noticias juntas, demasiados problemas acumulados, demasiados sentimientos a la vez. Él, alguien de razón y no de corazón, se sentía incapaz de afrontarlo todo junto.
-¿Tienes mi móvil?-Preguntó en un hilo de voz.
-Te he llamado, sí, pero lo tenías apagado.
-Bien, llámame cuando vengas-Le dijo fríamente, y antes de que Amelie dijese nada más le colgó.
Colgó el teléfono de golpe, como si el contacto con el plástico del aparato le quemase, y se quedó mirándolo durante un rato, con la respiración agitada y la mandíbula todavía tensionada. Sus puños estaban blancos. Aquello no podía estar pasándole.
No era capaz, ¿Enfrentarse a Amelie en dos semanas? Imposible, no podía. No la veía desde que pasó aquello, desde aquel día, y había intentado olvidarlo durante trece años, no estaba listo para enfrentarse a ello nuevamente y no podía revivirlo todo. No en aquel momento de su vida. Pero lo pero no era solo eso, si ya le resultaba imposible tratar el tema, tener que hablar, a demás, de Claire…
Dio un golpe a la mesa con todas sus fuerzas, se pasó ambas manos por la cara y respiró hondo, estaba muy alterado, demasiado.
“Esto no puede estar pasando” Se dijo a sí mismo “No, no puede estar pasándome esto” Se apoyó en el respaldo de la silla y miró nuevamente al teléfono, llevándose las manos a la cabeza.
-¡Mierda!-Gritó y arremetió contra la mesa con una patada.
Se levantó de golpe y se dispuso a salir justo cuando Karen entraba dentro. Se quedó mirándola un momento.
-¿Era Amelie, no?-Karen era de las pocas personas que sabían el significado de aquello para Garret Strauss.
El chico se limitó a asentir con la cabeza.
-Mira… si quieres tomarte un par de días libres...
-¡No necesito tu puta compasión!-Le espetó-¡No necesito la puta compasión de nadie ¿Entiendes? ¡No lo necesito!-Bramó-Déjame empaz.
En una situación normal, Karen Dean nunca, jamás, le habría permitido a Garret Strauss comportarse como semejante energúmeno; pero dadas las circunstancias, se limitó a cruzarse de brazos y a mirarlo con calma.
Garret se calmó al instante, experimentaba subidas y bajadas de mal humor sin parar, fruto de la inestabilidad emocional de aquél momento.
-Voy a salir antes, hoy no haré mi turno-Musitó; y antes de salir por la puerta añadió-Y... no se… a lo mejor mañana tampoco vengo.
-Como quieras-Aceptó sin más, ignorando por completo el hecho de que se lo acababa de ofrecer hacía a penas un minuto. Strauss era orgulloso, y cuando no estaba bien lo era aún más.
Garret meneó la cabeza y salió por la puerta. Karen Dean supo entonces que estaba a punto de armarse una buena, sabía quién era la mujer que había llamado a Strauss; y sólo había una razón para que contactase con él tan repentinamente; y si sus suposiciones eran ciertas, aquello no podía traer nada bueno.
¿Y bién? A mi éste capítulo me mola mucho, creo que es el mejor de los que he escrito.
Yo que tengo una relación extraña a la hora de escribir a Garret... porque a veces odio escribir sobre el y otras veces me encanta, me siento satisfecha con mi trabajo xDD
En fín, hasta la próxima!