De vacaciones con las musas

Aug 05, 2008 17:02



Valentía

por Lynethe

Neville es un Gryffindor.

Un Gryffindor temeroso, olvidadizo, regular tirando a malo en la mayoría de las tareas que se propone y bastante disfuncional, pero un Gryffindor al fin y al cabo, y hoy se ha propuesto demostrarlo.

Siempre ha creído que el sombrero seleccionador había cometido un error garrafal al ponerlo en la casa en que lo había puesto, es cierto, pero algo en el aire este día le hace creer que quizá deba replantearse esta cuestión y considerar que, tal vez, sí haya algo de león en él. Porque Neville tiene una misión.

Se levanta de su lúgubre banquillo en la parte de atrás del aula de Pociones -donde siempre se sienta, con la burda esperanza de que el profesor olvide su existencia- sintiéndose transpirado y nauseabundo, tal vez por el olor del brebaje que estuvo intentando preparar, tal vez anticipándose a lo que está a punto de hacer.

Requiere agallas. Requiere valentía y determinación y que su voz se digne a salir de su garganta, y aunque Neville no siente ninguna de estas cosas como probables se encamina hacia el pasillo a toda velocidad, dispuesto a pillar a su objetivo desprevenido.

Lo ve. Sabe que no tiene mucho tiempo antes de que su escudo protector de dos personas lo cubra y su oportunidad quede deshabilitada, y se obliga a seguir adelante con el plan.

Llama su atención, como puede, poniéndose en su campo visual. Se siente estúpido medio segundo después de haberlo hecho, pero no se arrepiente, porque ahora se ve obligado a hacerlo, no tiene escapatoria. Y lo hará. Sí que lo hará, porque él es Neville, de Gryffindor, la Casa de los Grandes, un león hecho y derecho listo para rugir. Porque todos los Gryffindor deben demostrar su gallardía en alguna oportunidad y esta es la suya. Lo hará, porque la sangre y la decisión de un sombrero milenario que nunca falla lo alientan. Lo hará, puede hacerlo, lo hará…

- Hermione, ¿irías al baile de navidad conmigo?

Ella abre la boca, sorprendida, y sus ojos cafés se abren en forma desmesurada para ella. Luego vuelve a la normalidad, contrayendo sus serenas facciones en un gesto completamente distinto. Una disculpa.

- Neville, yo…Perdona, pero ya me han invitado.

Un breve silencio parece inundar el atestado pasillo.

- Ah…claro…Lo suponía. Bueno… ¿Nos vemos luego?

- Claro- asiente ella sonriendo.

Hermione Granger sigue de largo, con la melena castaña agitándose hacia un lado y otro mientras recorre a zancadas el camino al Gran Comedor. Neville se queda allí parado unos minutos más, pensando que desearía con todas sus fuerzas no ser más que un simple Hufflepuff.

Ah, por cierto, gracias a
eva_1102 por fin conseguí un archivo con Twilight, ese libro sobre la tía con olor a fresa que se enamora del vampiro guapo guapo guapo que se ha leído todo Dios menos yo. Voy por el capítulo cuatro, ya les contaré mis impresiones ;)

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