Pairing: Bruce/Jack (aka Batman/Joker)
Resumen: (me da pereza escribir uno o3o asi que solo dire que es un AU)
Advertencia: Situaciones adultas.
Disclaimer: Ni Batman ni Joker son mios, tampoco Bruce ni Jack. o3o
N/A: Fragmento de un fanfic que estoy escribiendo por ahi, pero como el sexto capitulo no quiere salir (condenado capi XO) no tengo mas remedio que conformarme con las escenas aleatorias que invaden mi mente y que iran mas adelante ^^
Palabras: 1286.
Tú y yo... somos iguales- susurró Jack mirándole directamente a los ojos.
La mirada de Bruce parecía no demostrar absolutamente nada, pero en su interior batallan un montón de sentimientos, todos ellos relacionados a la persona que en ese instante se situaba sobre él, sus manos atrapadas por aquellas que habían cometido tantos crímenes. Y ahí estaba el quid de la cuestión. Porque Bruce sabía de todas las atrocidades que Jack había hecho. Estaba consciente de la cantidad de personas a las que había lastimado, ¡demonios! ¡Casi había asesinado a Rachel! Y aún así, aún a pesar de todo, no podía evitar sentir que con cada segundo que pasaba lo necesitaba más y más.
Ansiaba sentir el tacto de su piel, el olor de su cuerpo, simplemente recorrer con la yema de sus dedos hasta los confines de su anatomía, conociéndolo. Y entonces, al mismo tiempo, no sabía nada de él, no podía leer en sus ojos lo que pasaba por su corazón, y este hecho lo atormentaba. Porque quería estar con Jack, pero sentía, cuando lo tocaba, que se trataba de un extraño. Y cada beso era proferido a una piel y a unos labios que no había conocido nunca antes, pero que sin embargo se le hacían tan tremendamente familiares. Oh, por dios, estaba tan confundido...
Entonces decía esas cosas que descontrolaban a Bruce.
Repetía, sin descanso, como un mantra:
"Me complementas."
Y Bruce negaba, siempre, fervientemente.
-No nos parecemos en nada- como de costumbre, mientras enlazaba sus dedos con los de Jack.
Ah, pero es que para Jack... No, no era tan fácil tampoco. No era nada sencillo haber vivido solo toda su vida, odiado por los pocos que lo conocían, ignorado por el resto del mundo. Había tenido una existencia oscura -y aún había veces en que se sentía perder el control-, pero entonces Bruce había aparecido. Bruce, con toda su incontrolable agonía, su decorosa preocupación por los seres humanos. Bruce no lo había condenado, como el resto, aún después de lo mucho que lo había herido. Y eso era, precisamente, lo que Jack no terminaba de comprender, lo que lo desestabilizaba por completo, cuando esperaba una muestra de rudeza, un golpe tal vez, y tan sólo le regalaba una caricia llena de cariño. ¿Por qué?
-Te equivocas, Brucie- repitió, su voz hipnotizante y sus ojos nunca abandonando a los de su amante-. Somos tan parecidos, como las dos caras de una moneda. Yo represento el Caos, tú eres el Imperturbable Orden. Somos... dos fuerzas de la naturaleza. Y por eso, nos necesitamos.
-¿Te necesito?- preguntó Bruce, sin darse cuenta, sus labios moviéndose como con vida propia.
Jack sonrió de medio lado, y sin embargo estaba siendo completamente serio:- No puedes vivir sin mí. Tú eres...
Aquí hizo una pausa, y sus pupilas parecieron dilatarse y sus ojos dieron la impresión de querer derramarse. Bruce, por su parte, al notar el cambio, no se alertó ni se preocupó. Muy en el fondo sabía que probablemente también él daba esa misma impresión. Su corazón había comenzado a latir, incesante, repicando contra sus oídos de forma incansable. E incluso su respiración se hizo dificultosa. Veía a Jack directamente, pero al mismo tiempo la imagen se difuminaba. Estaba ahí y luego ya no. Veía las hebras de cabello marrón caer a ambos lados del apuesto rostro -sí, una belleza rara que sólo Jack podía poseer y que Bruce no había visto nunca antes-, y de repente tan sólo era capaz de vislumbrar los ojos que brillaban amenazadoramente.
Jack... Jack... ¡Jack hacía...!
-No- dijo de pronto.
Hizo el rostro a un lado, pero una de las manos de Jack le obligó a volver a mirarle. Se le veía tan feliz que no podía soportarlo...
-Tú eres lo único que me mantiene sano, Bruce- confesó Jack en voz muy baja, como si temiera que el mismo silencio le traicionara, ventilara sus palabras al aire-. Tú eres quien...- se detuvo un momento, indeciso; sus ojos cambiaron, ¡batallaron!- ¡Tú eres quien alivia el dolor de mi corazón!- exclamó casi sin fuerzas.
El corazón de Bruce, entonces, parecía querer detenerse en cualquier momento. ¡Eran esas las palabras que no quería oír!
Porque de pronto la verdad resultaba tan dolorosa...
Exhaló audiblemente, sus ojos fuertemente cerrados, el ceño fruncido. Jack le miraba con adoración. Una adoración ferviente, casi loca. No necesitaba nada más, nadie más, simplemente a Bruce, a su Bruce, el único capaz de borrar el pasado de su mente. Él era la única persona que podía ver... más allá. Mucho más allá de lo que parecía demostrar. Más allá de la sonrisa, de la actitud demente y despreocupada, del cuerpo lleno de cicatrices que nunca -¡nunca!- sanarían. Bruce era capaz de tomar todos y cada uno de sus temores, y destrozarlos. ¡Con sus puños desnudos! Y era por eso que Jack no lo dejaría escapar, nuncanuncanuncanuncanunca.
Bruce era suyo, de nadie más.
No de Rachel, no de ese anciano Alfred, no de nadie. Simplemente suyo; y se lo recordaría a cada momento, a cada instante, lo mucho que se necesitaban mutuamente.
-¿Alivio..?
Las palabras de Bruce captaron inmediatamente su atención.
Sus ojos marrones volvían a estar presentes, y Jack trancó el aire dentro de su pecho.
Por Dios, Bruce es hermoso...
-¿Alivio el dolor de tu... corazón?- preguntó, luciendo algo más que perdido.
Jack asintió repetidas veces, convencido de su afirmación.
-¿Entonces por qué...? ¿Por qué cuando estamos juntos... me lastima tanto?- desvió la mirada a un costado, su mente llenándose de imágenes que trataba de reprimir a diario. Imágenes de Rachel, en aquel edificio, al verla caer; y luego en el hospital, con Jack amenazando con cortar su garganta... ¿Cómo podía estar tan perdidamente enam..? Se detuvo de pronto, el tren de sus pensamientos que amenazaba con descarriarse. No, no, no entendía nada.
-Brucie...- ronroneó Jack, y el mencionado se estremeció ante este mote. Cada vez que Jack le llamaba de ese modo... era como si el simple sonido de su voz le derritiera- Ya te lo dije- como si sólo eso explicara todo-. Tú me complementas; y viceversa. Tú me brindas... alivio; y yo te brindo...
-¿Dolor?- completó Bruce de forma amarga.
Jack sonrió, y se acercó a besar su cuello.
-No es justo- gruñó Bruce por lo bajo, ocasionando que Jack rompiera en cortas y suaves carcajadas.
-Nadie dijo que... ahm... que el amor fuese justo, Brrrucie...- arrastró su nombre como si se tratara de una melodía.
Hizo amago de descender por su cuello, pero la fuerte prensa del moreno sobre su brazo le hizo volver en su sitio, mirarle intensamente. Esta vez lucía en extremo concentrado, y cuando habló, su voz era rasposa y seria.
-¿Amor?- lucía desconcertado- ¿Lo dices en serio?
Otra corta risita escapó de los desfigurados labios.
-Por supuesto que sí, Brucie. Te amo...
¡Oh! Sólo eso fue suficiente para que el joven millonario se sintiera arder, ¡estallar en cientos de partículas! Rudamente tomó a Jack del cuello, y acercó ambos rostros y sus labios se apoderaron de los del otro. Sus bocas colisionaron y era como si ambos mundos chocaran entre sí. La violencia de Jack representada en sus besos -¡y toda la demencia incontrolable!-, y la moralidad de Bruce que oh-casi-se-sentía-perder-el-control. Pero no importaba, nada de nada. Porque nada tenía comparación, y Bruce necesitaba esos besos más que cualquier otra cosa. Necesitaba su sabor, y sentirlo plentamente. Así como Jack ansiaba fundirse con él, y no era un simple beso, nononono. Era algo más que lenguas batallando y salivas fundiéndose. Más que gemidos que brotaron de lo más hondo de la garganta de Jack y que enviaron cientos de chispas eléctricas por todo el cuerpo de Bruce, directo a su entrepierna.
Era mucho más que eso, y ambos lo sabían.
Fue por eso que, cuando se separaron para tomar aire, ya sus manos viajaban descontroladamente por las pieles desnudas. Y nuevamente, sobre el frío suelo, volvieron a hacer el amor.