Longfic Suju: Los estudiantes del Paran [2/?]

Aug 10, 2010 02:15

En el capítulo anterior...

-¿Qué vamos a hacer ahora, hyung? -le preguntó Donghae, todavía preocupado.

-No os preocupéis -les contestó con tranquilidad, todavía con la vista clavada en la espalda del tal Hankyung-, la duda ya está sembrada. Es cuestión de tiempo que brote.

Eunhyuk sonrió con más confianza.

-Claro, es la magia de Leeteuk hyung, puede convencer a cualquiera de lo que sea.

*

-Sí, está en el otro lado de la ciudad, nadie te reconocerá allí. Mañana prepararé los papeles para el traslado del instituto. Empieza de nuevo Kangin, y esta vez hazlo bien.

-¡Pero mi tío es policía!

-¡Pero no sabe nada! -chilla su madre, perdiendo por completo los nervios-. Le he dicho que me ha salido trabajo en el extranjero y que no te puedo llevar conmigo.

Kangin parpadea, sin entender cómo su madre puede haber pensado en todo eso tan rápido y cómo ha podido mantener la compostura para poder hablar con su hermano.

-Te quiero Kangin, sé que en el fondo eres un buen chico... -le dice en la despedida.


  1. Gilipollas hay en todas partes, Kangin.


-Eres madrugador -le dice, cuando le ve en la cocina.

A Kibum le ha extrañado no verle en la cama cuando se ha despertado, todos los días desde que está en casa siempre se queda durmiendo cuando él se marcha al instituto y no le imaginaba con muchas ganas de empezar de nuevo las clases.

-Tengo el sueño ligero.

Kangin está sentado en la mesa de la cocina desayunando el kimchi que se ha preparado; lleva puesto el uniforme del instituto Paran y Kibum no puede evitar pensar que se ve raro; el uniforme es como otro cualquiera: pantalones negros, camisa blanca y chaqueta negra con el símbolo del instituto bordado en el bolsillo del lado izquierdo del pecho, pero aún así no le pega.

Al abrir la nevera, Kibum descubre con desagrado los pocos alimentos que contiene y recuerda que ayer nadie fue a hacer la compra, así que volverá a tocarle esa tarde. La idea le asquea y piensa, una vez más, que ya que Kangin va a vivir con ellos podría participar en las tareas de la casa, pero su padre no ha dicho nada al respecto y su primo no se ha ofrecido, así que él tampoco va a decir nada.

Coge la leche y bebe del cartón directamente, un buche largo y luego la coloca en su lugar. Kangin le mira incrédulo.

-¿Ese es todo tu desayuno? -Kibum le mira mientras cierra la nevera-, come kimchi, ha sobrado -le dice, cabeceando hacia la sartén que descansa sobre la hornilla.

-No tengo apetito por las mañanas -le responde Kibum y se marcha a la entrada.

Ni un buenos días al principio, ni un gracias ahora; así llevan desde que Kangin llegó a la casa, más que primos, cualquiera diría que son desconocidos viviendo bajo el mismo techo, aunque unos desconocidos se procesarían más educación de la que ellos se muestran, privilegios de ser parientes.

No hablan mucho, no se meten en los asuntos del otro y no se molestan mutuamente, es como un pacto silencioso que tienen entre ellos y con el que parece que ambos están bien; ninguno tiene el más mínimo interés de conocer al otro.

Kangin termina su kimchi y lava el plato. Sabe que su tío está en la ducha en ese momento y que luego se irá a trabajar, por eso ha pensado en dejarle un poco de kimchi en la sartén, porque desde que lleva en esa casa, si hay algo de lo que se ha dado cuenta, es que a ninguno de los otros dos varones se le da especialmente bien la cocina.

Se coloca los zapatos en la entrada sin mucha prisa y se cuelga la cartera. Los libros son los mismos que los de su otro instituto, en eso ha tenido suerte al menos. No le apetece nada volver a estudiar, pero empezaba a hartarse de no hacer nada en todo el día. Al salir le sorprende ver a Kibum apoyado en el muro de la casa; ninguno dice nada y ambos echan a andar hacia el instituto.

Son quince minutos caminando a paso lento. Cuando van por el parque, Kibum rompe el silencio.

-¿Tienes que ir antes a la sala de profesores?

-Supongo que sí -contesta Kangin, que hasta que no lo ha mencionado no había pensado en ello.

-Está en la planta baja, en el pasillo de la derecha.

-Hmp.

Hay muchos alumnos con el mismo uniforme que ellos caminando en la misma dirección, a Kangin siempre le ha parecido una visión espantosa. Le sorprende que ninguno de esos chicos le haya llamado la atención a Kibum, pero puede que no se hayan encontrado con ningún amigo todavía. Aunque algo le dice que su primo no tiene demasiados amigos.

Al llegar a la puerta, se da cuenta de que no es así.

-¡Eh tú! ¿Se puede saber qué excusa patética fue esa?

Kangin se sorprende. Un chico con el pelo teñido de naranja ha empezado a gritarles en medio de la multitud pero a nadie le parece extraño, porque nadie se detiene a mirar.

-Tengo sueño -dice el chico de la extravagante apariencia, tratando de imitar la voz de Kibum-, ¡chorradas! ¡Te fuiste porque te estaba dando una paliza en el Star Craft!

Kibum sonríe.

-De verdad tenía sueño... -su voz suena muy baja comparada con la estridente del otro muchacho.

Cada noche, Kibum se entretiene con el ordenador antes de acostarse, sin importarle si Kangin quiere dormir o no. La noche anterior se fue a dormir más temprano de lo usual y ahora entendía por qué.

El chico del pelo naranja parece reparar en la presencia de Kangin entonces.

-¿Y este quién es?

-Es mi primo; empieza hoy -da por toda explicación.

-Ya veo -murmura, mientras le mira de arriba a abajo, acto que molesta a Kangin-. Soy Kim Heechul, la belleza por la que las chicas se levantan y vienen a este lugar cada mañana -se presenta el joven, tendiéndole la mano. Si algo tiene claro Kangin desde primera hora, es que ese tal Heechul no tiene abuela.

-Kangin -da por toda respuesta y le aprieta la mano por no ser descortés, no porque quiera hacerlo.

-¿Te ha explicado ya cómo funcionan las cosas aquí? -le pregunta Heechul y por la expresión de Kangin, no le deja tiempo a contestarle-. Lo que suponía... -suspira y Kibum rueda los ojos.

-No hace falta que le explique nada, ya sabe que eres el más egocéntrico de este lugar -responde Kibum, que le coge del brazo y tira de él hacia adentro-. Nos vemos luego -se despide de forma rápida de su primo, que se queda plantado ahí. Heechul se despide de él con un gesto militar y se deja arrastrar hacia adentro por Kibum.

Mientras retoma el camino hacia la sala de profesores, Kangin cae en la cuenta de que es la primera vez que ve sonreír a su primo desde que viven juntos.

*
Lleva sólo una hora en el instituto y Kangin está deseando marcharse ya. Él nunca ha estado hecho para los estudios y menos para soportar la tediosa charla de un profesor cuarentón al que no le interesa su profesión.

Su presentación ha sido corta, decepcionante para algunos; ha ignorado todas las miradas, desde las de desprecio de algunos chicos como las de interés de algunas chicas. Se ha sentado atrás, en el pupitre vacío que hay junto a la ventana, al menos el sitio le permite distraerse. En teoría va a estudiar a partir de ahora, pero ha empezado mal el curso y sabe que lo terminará aún peor, así que le cuesta mucho más esforzarse. Y de todas formas, tiene muchas cosas más importantes en la cabeza de las que preocuparse.

Lleva toda la semana paseando por los alrededores del hospital; es una imprudencia y una estupidez el pensar que tal vez así conseguiría, a saber cómo, enterarse del estado del muchacho. También le preocupa su madre, no ha tenido noticias de ella y su tío continúa su interrogatorio discreto.

Lo que más le inquieta de todo es que haya salido tan bien parado. Es tan imposible que no puede evitar vivir con la paranoia de que alguien le reconozca algún día y le denuncie a la policía, aunque en tal caso, tampoco tiene mucho que perder -intenta consolarse-, su vida actual no es que fuese gran cosa.

Y, sin embargo, ahí sigue ese miedo a ser descubierto y ese instinto de supervivencia.

Cuando la campana que anuncia el almuerzo suena, Kangin se da cuenta de que ni se ha traído comida ni tiene dinero para comprarse nada en cafetería, así que tendrá que aguantar todo el día sin comer hasta regresar a casa, y allí tampoco habría comida porque la nevera seguiría vacía probablemente. Ese pensamiento sólo ayuda a asquearle aún más.

-¡Mira cuanta comida! -exclama sorprendido- pensé que estabas a dieta.

-Lo dejé. Lo pasaba mal y no obtenía resultados -le contesta su amigo.

Sungmin y Shindong están sentados en uno de los bancos del patio, cada uno con su comida. La madre de Shindong es una gran cocinera y siempre se esmera en las comidas de su hijo. Sungmin por su parte no tiene tanta suerte, él debe comprarse la comida en el instituto y no nunca está tan buena como la de Shindong.

-¿Cuánto has estado, una semana? -le pregunta Sungmin con media sonrisa, mientras intenta meter sus palillos en su plato.

-Dos -le contesta de mala gana Shindong, mientras lo aparta-. ¡Ya! Cómete tu comida y deja la mía.

-Es que tu madre cocina muy bien, Dong -le dice, con ese tono de voz que implica ojitos y pucheritos.

Shindong le mira impasible, demasiado acostumbrado a sus caras lindas como para que puedan afectarle.

-Y por eso me lo quiero comer todo.

Sungmin resopla y desvia la mirada hacia el patio, resignándose. Observa a la gente que ha decidido salir a comer fuera gracias al buen tiempo que hace, la misma idea que han tenido ellos. En su campo de visión encuentra al chico nuevo de su clase, ese que le ha causado una fuerte impresión: “me llamo Kangin, eso es todo”; nunca había conocido a nadie que hiciese una presentación tan escueta como él y, a la vez, tan misteriosa.

Está sentado solo, apoyado contra la pared del edificio, sin que haya rastro alguno de su almuerzo.

No sabe por qué, pero se siente mal por él.

-¿Ves a aquel chico? -le pregunta a Shindong, quien levanta la mirada de su comida con pereza y poco interés-. Ha llegado nuevo hoy.

-Estamos a mitad de octubre -contesta, con extrañeza.

-Tiene pinta de matón, ¿verdad?

-Seguro que acaba juntándose con Leeteuk y los suyos -responde Shindong con desprecio, y luego vuelve a su comida.

Sungmin continúa mirando a Kangin mientras una idea empieza a tomar forma en su cabeza.

-Tiene pinta de matón pero, hay algo en él que no encaja...

Shindong alza la mirada cuando su amigo deja la comida a un lado, se levanta y se dirige hacia el chico. No comprende en qué piensa Sungmin, pero él hace cosas así de raras a menudo y ya está acostumbrado; además, es su oportunidad para robar un poco de su comida, pero en cuanto la prueba, desecha la idea de tomar más porque la suya sabe mil veces mejor.

La idea es buena, la iniciativa también, pero a mitad del camino, Sungmin está muy tentado a dar media vuelta y regresar antes de que note su presencia. No obstante, hay algo en Kangin, no sabe el qué, que le impulsa a continuar.

Cuando llega a la altura de Kangin, se queda parado delante de él y este alza la mirada.

-¡H-hola! -le dice, sonando más efusivo de lo que pretende.

-Hola -le saluda también, y la diferencia en la seguridad de sus voces es devastadora.

-Me llamo Sungmin, e-estamos en la misma clase... -Sungmin se siente estúpido por tartamudear de esa forma e intenta tranquilizarse, así que sonríe, sonríe para ocultar su nerviosismo, y eso no hace más que ponerlo en evidencia.

A Kangin le parece una escena curiosa.

-Te sientas en el pupitre de al lado, me he dado cuenta -Kangin termina la frase por él con una pequeña sonrisa; lo cierto es que está sorprendido de que alguien le hable, gratamente sorprendido para ser más exactos.

Sungmin se relaja cuando le ve sonreír y cree que esa impresión de matón es sólo pura apariencia.

-Me ha gustado tu presentación -le dice, porque realmente no sabe de qué hablar con él.

-Ha sido una mierda -le contesta Kangin.

-No, en serio, normalmente la gente dice un montón de cosas que a nadie le interesan -dice Sungmin, asintiendo para darle más fuerza a lo que dice.

Kangin vuelve a sonreír de lado.

-Sí, eso es verdad.

Sungmin sonríe de nuevo y piensa que es un chico agradable.

-Por cierto, ¿has comido ya? -repara entonces de que no parece haber comida a su alrededor.

-Ehm, no... se me ha olvidado el dinero -contesta.

Ante eso, Sungmin siente compasión por él y una nueva idea se le ocurre.

-Si quieres puedes comerte mi bandeja -dice sin pensar.

-¿Quieres que me coma tu comida? -alza las cejas Kangin, todavía más sorprendido que cuando se ha acercado a hablarle. Gente tan amable como Sungmin no existe, así que le mira con ojos de sospecha.

-Sí, no me importa... -ante la mirada de desconfianza de Kangin, Sungmin se ve obligado al momento a confesar la verdad-, en realidad, me gustaría comer de la comida de mi amigo Shindong, pero no va a darme y, bueno, como tú no has comido, pues...

Kangin desvía la mirada sonriendo y esta vez se le ven los dientes; Sungmin no puede evitar pensar que tiene una sonrisa bonita. Él mismo sonríe contagiado.

-Ya veo.

-¡Venga, vamos! -exclama Sungmin, efusivo-. Os presentaré.

No sabe qué hay en ese chico de cara linda y sonrisa amable que le ha convencido para seguirle, pero es una oportunidad para comer gratis que no debe desaprovechar. Kangin no es el tipo de persona que piensa en hacer amigos, es más, no cree en la posibilidad de que alguien como él pueda hacer amigos, por eso ni se le pasa por la cabeza esa idea.

Sin embargo, nota lo fácil y cómodo que es hablar con Sungmin; es una sensación agradable que se le hace muy extraña.

-Shindong, este es Kangin -le presenta Sungmin cuando llegan al banco. Shindong se limita a echarle una mirada rápida y cabecear en forma de saludo. Kangin hace lo mismo-. Toma, no sé si te gustará... -le dice, mientras le entrega su comida.

-Está bien, gracias -contesta Kangin, muy poco acostumbrado a esa palabra.

Sungmin se sienta en el suelo delante de ellos y Kangin en el asiento libre del banco, al lado de Shindong, quien continúa comiendo como si la cosa no fuera con él, a pesar de sentir la mirada de cachorrito de Sungmin clavada en su comida. Kangin come en silencio, mirando al par de amigos sin intervenir.

Desde lejos, Kibum mira con sorpresa a su primo con ese par y decide retroceder sobre sus pasos; Heechul, que está a su lado, sonríe y le sigue.

-Que buen primo eres -dice, medio en broma, medio en serio.

-Cállate.

Ahora que se ha asegurado de que comía, ya no tiene nada que hacer ahí. Kibum sabe que Kangin no le pide dinero a su padre y tampoco vio que se hubiese preparado comida alguna, así que iba a prestarle algo de dinero para el almuerzo, pero ya no hacía falta. Kangin nunca supo de sus intenciones.

-Así que nuevo -rompe el hielo Shindong-, ¿cómo es que comienzas ahora?

Ese era justo el tema que Kangin quería evitar, pero era normal que la gente tuviese curiosidad sobre ello.

-Mi madre se ha ido a trabajar al extranjero y este instituto pilla más cerca de casa.

Los dos amigos se sorprenden ante tal revelación.

-¿Vives solo? -le pregunta Sungmin.

-No, con mi tío y mi primo. Me mude a su casa, por eso el cambio de instituto.

Si iba a contar una mentira, mejor que fuera la misma para cubrirse las espaldas.

-Debe ser duro... -comenta Sungmin, que le mira con lo que parece ser compasión. Kangin se concentra en su comida para no reflejar su molestia en el rostro.

-Ya que eres nuevo, deberíamos decirte un par de cosas sobre el Paran -comenzó Shindong, captando la atención de los otros dos-. Por ejemplo, no sé en otros institutos, pero aquí el consejo escolar tiene mucho poder.

-Sí, ellos toman muchas decisiones y los profesores les respetan porque hacen de intermediarios entre ellos y la asociación de padres -secunda Sungmin. Kangin les presta atención sin decir nada.

-Las excursiones, las fechas de exámenes, los horarios de los clubs, incluso el menú de cafetería, todo es manejado por el consejo escolar -finaliza Shindong de explicar.

-Así que son algo así como los jefes de este lugar -concluye Kangin.

-Exacto, y será mejor que tengas cuidado con sus miembros, especialmente con Leeteuk -le aconseja Shindong, señalándole con los palillos. Sungmin aprovecha e intenta coger un poco de su comida. Shindong le pilla y le da un golpe con los palillos para regañarle, pero coge un trozo de carne y se lo da en la boca a Sungmin, quien sonríe satisfecho mientras mastica. A Kangin le parece una escena extraña pero no comenta nada.

-¿Quién es ese tal Leeteuk?

-Yo soy Leeteuk -dice alguien.

Los tres miran hacia la izquierda para ver a quien pertenece la voz. Se trata de un chico de su edad que es más alto que Sungmin pero no más que Shindong y mucho menos que Kangin. Es delgado, atractivo y su cabello castaño claro tiene un corte moderno que le favorece mucho. Le acompañan otros dos muchachos, son un par de centímetros más bajos que él, igual de delgados y también atractivos, aunque muy diferentes entre ellos. Se colocan de forma que rodean el banco y Kangin siente como Sungmin y Shindong se ponen tensos.

-Está feo hablar de otros a sus espaldas, ¿no lo sabíais? -les dice Donghae-. Mmm, huele bien -añade, mientras coge con los dedos un poco del almuerzo de Shindong.

-Este es el que ha llegado nuevo, Teukie -le dice Eunhyuk, señalando a Kangin.

Leeteuk posa su mirada en él y Kangin se la sostiene sin vacilar. Su primera impresión es la misma que tiene sobre Eunhyuk y Donghae: unos niñatos mimados que se creen más de lo que son, pero cuando le mira con más detenimiento, Kangin se da cuenta de que en Leeteuk hay algo especial, algo que los otros dos chicos no tienen, no sabe de qué se trata, sólo que es peligroso; se lo dice su instinto.

-Soy Leeteuk -repite, despacio-. Estos son Eunhyuk y Donghae -los presenta, y todos miran expectantes.

-Kangin -contesta, todavía inmerso en ese duelo de miradas, como si el primero que la desviase perdiese.

-Kangin -repite Leeteuk-, ¿te has hecho amigos de estos dos, Kangin?

La forma en que pronuncia su nombre no le gusta para nada, por eso frunce un poco el ceño y Leeteuk sonríe levemente.

-Ellos son nuestros amigos también, ¿verdad chicos? -les dice Leeteuk, desviando la mirada a los otros dos. Sungmin tiene la vista clavada en el suelo y Shindong no sabe dónde posarla-. ¿Sabes qué pasa, Kangin? -vuelve a mirarle-, que Donghae no ha comido todavía y ni Eunhyuk ni yo tenemos dinero para prestarle, así que esperábamos que nuestros amigos...

-Toma, puedes comértelo -se apresura en decirle Shindong, tendiéndole la poca comida que le queda.

Kangin mira con enfado el acto de Shindong. Donghae la coge y la mira con desprecio, para acabar tirándola al suelo con desprecio.

-¿Me estás dando las sobras, gordito? -pregunta, y su voz suena amenazante.

-N-no, es que es todo lo que tengo...

-Y supongo que tú tampoco tienes nada -le dice Eunhyuk a Sungmin-. Muy mal, muy mal.

-Ten -le dice Kangin, ofreciéndole la bandeja de la cafetería que Sungmin le ha dado antes-, lleváoslo y dejadnos en paz.

-Veo que no lo entiendes... -murmura Leeteuk, llevándose la mano al entrecejo. Eunhyuk tiró la bandeja de un manotazo, causando un gran estruendo- no comemos sobras.

Kangin sintió como la sangre empezaba a hervir en su interior. Una semana antes les habría partido la cara ahí mismo, de hecho, está a punto de hacerlo porque se levanta con brusquedad, provocando un pequeño bote en Donghae que no se lo esperaba. No obstante, una minúscula vocecita en su cabeza le dice que se detenga, que se ha prometido no volver a hacer eso nunca más.

-¡Eh, tranquilito! -exclama Eunhyuk, dándole un empujón en el hombro para obligarle a sentarse de nuevo.

-Como eres nuevo no te lo tendremos en cuenta, Kangin -le dice Leeteuk, que se ha parado en frente de él y le mira con superioridad-, pero será mejor que te adaptes rápido o te verás en problemas -le dice, mientras le sacude la chaqueta y finaliza dándole un par de palmaditas en la mejilla derecha, que no hace más que aumentar la ira de Kangin-. Buen día, amigos.

El trío lanza una última mirada de superioridad a los otros tres y se van con andares altaneros. Kangin los sigue con la mirada mientras aprieta los puños para no levantarse e ir tras ellos a partirles la cara.

-¿Estás bien? -le pregunta Sungmin a su lado, con una vocecita.

-Te acostumbrarás -le dice Shindong, agachándose a coger su tape.

Kangin no dice nada y se marcha de allí furioso. Sungmin y Shindong se miran, pero ninguno le sigue.

*
La patada le pasa muy cerca, pero Hankyung consigue esquivarla en el último momento agachándose; gira sobre sí mismo con una pierna extendida con la intención de derrumbarle, pero su oponente salta y él aprovecha para volver a incorporarse, con pose defensiva.

-Te has vuelto más rápido -tiene que admitir.

-Y tú no estás tan oxidado como pensaba -le contesta Sungmin, sonriendo también.

Hankyung abandona su posición defensiva y le da unas palmadas en el hombro.

-Dejémoslo por hoy, ¿te apetece un refresco?

Antes siquiera de poder terminar de girarse, Sungmin le coge del brazo, enreda un pie entre sus piernas y le tumba sin que Hankyung pueda hacer nada por evitarlo. Suelta un quejido y Sungmin sonríe.

-Ahora sí que podemos tomar un refresco.

Hankyung murmura algo en chino que viene a ser maldito mocoso, pero sonríe y sale del dojo del abuelo de Sungmin.

Después de coger un par de latas de la nevera, ambos se sientan en el suelo de madera, disfrutando de la brisa otoñal que entra por la corredera abierta.

-¿Cómo está tu padre? -le pregunta Hankyung, mientras abre la lata.

-No le he visto mucho últimamente -le contesta el menor, que lleva una toalla en sus hombros debido al sudor-. Pasa más tiempo en la oficina que aquí.

-Como siempre, vamos -concluye Hankyung, a lo que el otro asiente.

-¿Y tu madre?

-En China. Se niega a pisar Corea de nuevo -suspira y da un sorbo de su bebida.

-Como siempre, también -sonríe Sungmin.

Sus padres estuvieron juntos cuando eran pequeños, aunque no llegaron a casarse. La madre de Hankyung vino desde China para trabajar en la empresa del padre de Sungmin y así fue cómo se enamoraron, pero unos años más tarde, la madre de Hankyung estaba harta de Corea y quiso regresar a China, acabando tanto con su trabajo como con su relación, sin importarle si su único hijo tenía ya la vida hecha aquí. Hankyung tuvo que volver con ella porque era menor, pero cuando cumplió la mayoría se volvió y desde entonces vive de forma completamente independiente.

-¿Cómo sigue Kyuhyun? Me gustaría pasarme a verlo, pero el horario de visitas termina antes de que salga de trabajar.

-Está mejor, dice que no siente nada por las pastillas y también me pregunta por ti.

-Es un buen chico, ¿no se sabe nada del que le hizo eso?

Sungmin niega con la cabeza.

-No lo recuerda. Recibió un golpe en la cabeza por el que sufrió una gran conmoción, sólo sabe que se despertó en el hospital -le explica.

-Bueno, es mejor que no recuerde el daño -opina Hankyung, que se le queda mirando. Sungmin se pone de pronto nervioso, porque intuye hacia dónde va a tomar rumbo la conversación-. ¿Han vuelto a molestarte esos chicos?

-No... -contesta, sin mirarle a los ojos.

-Sungmin -pronuncia su nombre, en una advertencia para que no le mienta.

Sungmin juega con la lata entre sus manos, evitando su mirada.

-No lo entiendo, si quisieras podrías darles una paliza a los tres.

-No quiero hacer daño a la gente -contesta en un murmullo.

Hankyung suspira de nuevo, mirándole.

-Lo sé, pero si no quieres que te molesten más vas a tener que hacerte respetar un poco.

-¿Sabes lo que ha pasado hoy? -dice de pronto, devolviéndole la mirada-. Kangin, un chico nuevo que ha llegado a clase, les ha plantado cara... bueno, eso parecía, pero luego se calló. El caso es que creo que lo hizo a propósito.

-¿A propósito? -pregunta, mientras se lleva la lata a los labios.

-Sí. A simple vista parece un matón, es serio y reservado, pero cuando se estaban metiendo con Shindong desvió la atención hacia él. En ningún momento pareció que les tuviese miedo.

-Interesante. Pero es lo que te he dicho, si quisieras, esto no tendría por qué ser así.

Un silencio reflexivo se extiende sobre ellos, aunque no se siente incómodo en ningún momento. De pronto, Hankyung cae en la cuenta de algo.

-Oye, ¿por qué no abres el dojo?

-¿Eh? -a Sungmin le toma la pregunta por sorpresa.

-Tu abuelo te enseñó taekwondo para que tú algún día heredases el dojo y le enseñases a más gente, ¿no es así? -le recuerda con una sonrisa.

-Sí, pero ahora no tengo tiempo con las clases y eso..., los parciales son la semana que viene y tengo que estudiar.

-Sólo piénsalo -le dice, y vuelve a darle otra palmada en la espalda antes de levantarse.

-¿Ya te vas? -le pregunta con un poco de ansiedad.

Hankyung sonríe; puede que ya no fuesen niños y que hubiesen pasado un par de años separados, pero para él Sungmin seguía siendo su hermano pequeño, y eso nunca cambiaría.

-Me toca servir copas.

Sungmin le ve marcharse al interior de la casa para cambiarse el kimono por ropa de calle mientras él se queda ahí sentado terminando su refresco. No tiene muchas oportunidades de pasar tiempo con Hankyung y hablar de esa manera, por eso atesora esos momentos.

-Cuando vayas a ver a Kyuhyun llámame y te acompaño -le dice, antes de que se marche.

-Lo haré.

Cuando Hankyung se marcha de la casa de su hermanastro no es consciente de que alguien le ha estado esperando fuera y que en ese momento le sigue hasta su trabajo. El desconocido perseguidor ha seguido en un principio a Sungmin desde el instituto, como lleva haciendo toda la semana sin ser descubierto, esperando el día en que Hankyung apareciese.

Su paciencia se ve por fin recompensada y se dice a sí mismo que no puede desaprovechar esta oportunidad.

Continuará...

Siguiente capítulo: N adie dijo que fuera fácil, Siwon.

Notas:
¿Quién será~, será~ el perseguidor? Seguro que nadie se lo imagina... xDDD.
Siwon, Yesung y Ryeowook no han aparecido todavía, lo sé, lo sé, no me olvido de ellos.
Donghae y Sungmin no me gusta cómo están quedando, pero me reconforto a mí misma diciéndome que sus historias aún no han empezado y que es por eso. Por no hablar del OOC de Kangin y Leeteuk, pero ya irán entrando en más IC conforme la historia avance.
Si no nombro a Kyuhyun simplemente no soy persona xDDD.
La escena de taekwondo es gratuita, simplemente me encantan esos dos cuando hacen artes marciales.
Me cuesta la vida escribir sobre Leeteuk matón, pero todo sea por complacer a heray (¡mira las cosas que hago por ti! ¬¬).

Por cierto, las clases están repartidas así:
A → Siwon, Heechul, Ryeowook, Shindong
B → Kangin, Sungmin, Eunhyuk, Kibum
C → Donghae, Kyuhyun, Yesung, Leeteuk

super junior, longfic suju: los estudiantes del paran

Previous post Next post
Up