[2min] Los fantasmas también tienen pesadillas #7 (1/2)

May 21, 2015 23:37

Título: Los fantasmas también tienen pesadillas.
Fandom: SHINee.
Pairing: 2min y parejas secundarias.
Resumen: Los fantasmas del pasado no son tan incorpóreos como parecen, pueden materializarse en cualquier momento para hacerte partícipe de sus propias pesadillas.
Advertencias: lenguaje malsonado, sexo explícito, algo de violencia y esas cosas que pueblan siempre mis fanfics, vaya xD.
Notas: Co-escrito con allalabeth_san
Copyright: Los fantasmas también tienen pesadillas - (c) - lurque


| LOS FANTASMAS TAMBIÉN TIENEN PESADILLAS |

Capítulo 7

Desde que su hermano se marchara de vuelta a Nueva York, Taemin había evitado a todo el mundo. No contestó las llamadas de nadie, pero sí les pidió a Kibum y a Jinki que le dejasen a solas el fin de semana con la excusa de que quería centrarse en Fantasmas; cuando el lunes le dijese a su editor que no había avanzado nada en la historia se iba a poner furioso cuanto menos. Pero le daba igual.

A veces se encontraba tan mal que simplemente, todo le daba igual.

Durante esos tres días durmió mucho pero comió poco, y sí que había escrito, pero no Fantasmas, sino historias sueltas e inconexas que al final acabó en la carpeta de Conciencia criminal, el libro que escribiría cuando terminase el actual. El proceso creativo fue siempre su parte favorita en la creación de una historia ficticia, lo que más le entretenía y apasionaba; tal vez por eso luego le costaba tanto terminar sus propias narrativas.

Al personaje de Onew le había creado una co-protagonista que había llevado una doble vida durante demasiado tiempo. Todo comenzó en su adolescencia, cuando sentía celos por sus amigas porque eran más guapas que ella y atraían a los chicos, pese a que ella era infinitamente más lista, divertida e interesante, nadie se molestaba en conocerla, así que para llamar la atención, se inventó que hablaba con un chico de otra ciudad, acabando por convertirlo en su novio durante cinco años. Taemin no necesitaba contar su historia personal en sus libros, sino descargar sus emociones, como hizo en su primer trabajo que salió a la venta. Lo aparentemente difícil que comenzaba siendo la mentira, lo tremendamente sencillo que resultaba al final y la angustia constante de los remordimientos, sobre todo esa parte, era la que necesitaba plasmar.

Su actuación frente a su hermano fue perfecta, acorde a la personalidad que le había mostrado en sus correos, fue Minho quien falló. Normal, no sabía nada, no pudo prepararse el papel, pero lo intentó lo mejor que pudo, y a eso era a lo que Taemin quería llegar. Tenía todo un plan desarrollado para acabar con la falsa sin necesidad de contar la verdad, porque llegados a ese punto, no había vuelta atrás. Y, sin embargo, tenía la certeza absoluta de que de ser descubierto, admitiría con total naturalidad su actuación y no se arrepentiría de ello. Casi se veía a sí mismo aceptando los hechos bebiendo un café tranquilamente como hizo Jinki cuando le sorprendieron en su apartamento.

Jinki era increíble. No tenía ni idea de nada pero en un momento ató cabos con un par de miradas y actuó en consecuencia, acabando con la mejor interpretación de los tres; él mismo tuvo la sensación de que conocía a Minho de hacía tiempo y por supuesto lo de las fotografías de Xyli no era más que una excusa, pues Jinki entraba y salía de su piso cuando le venía en gana con total consentimiento de ellos dos.

No le iba a pedir explicaciones, pero del mismo modo que se transformaba con Jaeho, lo hacía con él también, aunque se convirtiese en personas diferentes o, mejor dicho, aspectos de sí mismo distintos. En Navidad había tenido una crisis de identidad precisamente por esto y todavía recordaba toda la confusión al respecto y el enorme vacío de no tener ni idea de quién era o qué debía hacer. Xyli se lo llevó a Japón para presentarle a su familia y que cambiase de aires porque verdaderamente le hacía falta.

Escribir Fantasmas obligado por una fecha límite fue una mala decisión sin lugar a dudas, más teniendo en cuenta lo inestable que era emocionalmente: ahora adoraba la historia y al momento siguiente la detestaba con toda su alma. Quería rendirse, escribirlo con tranquilidad cuando le tocase hacerlo, y era entonces cuando se planteaba en serio estudiar para las oposiciones como profesor. Él quería que los demás leyesen sus historias, no convertir su pasión en trabajo. Pese a haber tenido incontables conversaciones de este tipo con Jonghyun, la conclusión siempre había quedado en el aire.

A él era precisamente a quien necesitaba para que sus dudas existenciales sobre su profesión se resolviesen, al menos hasta la próxima crisis.

Su amigo y escritor consagrado le invitó a cenar a su propia casa; tras todo un fin de semana sin salir, para lo activo que era normalmente, fue renovador. Sentir el aire de la calle en la cara, vestirse con algo más decente, caminar trechos más largos que los pasillos de su casa y conducir le sentaron bien, además de socializar un poco.

Algo que caracterizaba y le asemejaba a Jinki, es que Jonghyun nunca le hacía preguntas directas, sino que le dejaba hablar hasta donde quisiera y luego él sacaba sus propias conclusiones. Jonghyun era fiel era a la creencia de que las palabras debían salir por voluntad propia y no bajo coacción.

-Sabía que no sería buena idea retomar Fantasmas bajo estas condiciones -le confesó tras la cena, en la que reinó las conversaciones triviales y el buen humor que le había abandonado desde la tarde del jueves hasta antes de ir a su casa la noche del domingo.

-¿No te ves capaz de terminarlo? -preguntó en lo que le servía el primer chupito de soju.

-No me veo con las ganas de ponerme a escribirlo.

-Eso es peor aún -admitió-. ¿Por qué no?

Taemin se lo bebió del tirón, demasiado acostumbrado al alcohol como para que ya le afectase el primer trago; sin embargo, pese al tiempo que llevaba bebiendo, continuaba sin tener demasiada tolerancia. Lo bueno era que Jonghyun tampoco tenía mucha.

-Porque he perdido la motivación. La historia es buena, las tramas están listas para ser desarrolladas y tengo el final, simplemente es ponerme a escribirlo, pero no me sale. Abro el documento, veo el folio en blanco y soy incapaz de escribir una palabra. -Aceptó el pequeño vaso que le había vuelto a rellenar y lo bebió de buen agrado-. Es frustrante.

-¿Y no deberá esa falta de motivación a alguna preocupación o distracción? -preguntó sagaz.

-¿Cómo qué?

-No lo sé, no es como si me contaras mucho de tu vida para poder hacer suposiciones.

-¿Para qué voy a repetirme? Kibum ya te cuenta lo que necesitas saber.

Eran verdades sinceras, dichas tal cual eran, porque ninguno de los dos tenía la necesidad de andarse con tapujos con el otro. Eran escritores después de todo, sabían leer entre líneas los mensajes que el otro quería contar pero no de forma directa.

-A Kibum le va a dar algo mañana cuando se entere de que no has avanzado nada y que yo he cambiado la subtrama más importante -su risa a continuación sonó a medio camino entre la amargura y la diversión.

-¿Una nueva idea revolucionaria? -sonrió con complicidad, porque sabía lo que era eso.

-Y tanto -asintió-. Soy demasiado vulnerable para la inspiración.

-Eres brillante -le dijo con la sinceridad absoluta de quien lleva, con el recién bebido, tres vasos de soju en el cuerpo y las mejillas empiezan a arderle.

-Sólo escribiendo me temo -se tomó su segunda.

-¿Problemas en el paraíso?

-¿Cuál paraíso? -sonrió de lado.

-No lo sé, tú tampoco me cuentas nada.

El silencio era bastante común entre ellos cuando se quedaban a solas y no hablaban del libro de alguno de ellos, no porque se sintiesen incómodos, sino porque Jonghyun se mostraba cauteloso con los amigos de Jinki.

Se tomó su tercera para estar a la par de Taemin.

-¿Jugamos al juego de la verdad?

-De acuerdo -aceptó.

-Te afecta la presencia de Minho en la editorial.

Directo y sincero como era siempre, Jonghyun nunca se andaba con chiquitas. Taemin bebió en silencio, admitiendo que llevaba razón.

-Kibum y tú estáis liados.

-Define liados -pidió, tras pensarse un poco la respuesta.

-Folláis con frecuencia.

-Define frecuencia -sonrió divertido por marearle.

-Una vez cada dos semanas como mínimo.

Sin borrar la sonrisa, Jonghyun acabó bebiendo y Taemin le miró con el brillo del triunfo en los ojos.

-Todavía tienes sentimientos por Minho.

-Define sentimientos.

-Agridulces. Sentimientos que te llevan a la locura por no poder mantener tu odio y rencor hacia él todo el tiempo que te gustaría.

-Bebe -dijo muy serio, provocando que el otro abriese los ojos con sorpresa. Acababa de tener una revelación sobre sí mismo justo en ese momento.

-Tienes que decir la verdad.

-Bebe -insistió.

Jonghyun frunció el ceño, pero acabó obedeciendo.

-Todavía estás enamorado de Jinki.

-Bebe -se la devolvió.

Taemin bebió con gusto, con una sonrisa maliciosa que no podía ocultar.

-Así que lo estuviste… -comentó, exponiendo su ingenio.

Al ver la forma tan estúpida en la que había caído en la trampa, Jonghyun se le quedó mirando con cara de idiota, arrancándole una carcajada.

-No te concentras en Fantasmas no porque hayas perdido la motivación, sino porque no dejas de pensar en algo que deberías hacer pero no te atreves por miedo -dijo sin piedad alguna.

Desvió la mirada de sus ojos al vaso por primera vez desde que el juego había empezado y bebió en silencio, aceptando su derrota.

-Minho no es más que un fantasma del pasado, hyung -quiso aclararle, aunque ni él mismo estaba convencido de ello.

-Los fantasmas también tienen pesadillas -fue su enigmática respuesta.

Al día siguiente no recordaría mucho más de esa noche porque el resto de la velada se dedicaron a beber y no despertaron hasta la tarde, cuando Kibum se presentó en el piso, haciendo uso de la copia de la llave que tenía y sorprendiéndose de encontrar a Taemin durmiendo en la misma cama que Jonghyun, aunque como ambos estaban vestidos, no sacó conclusiones erróneas y les regañó por ser tan irresponsables, como siempre. Luego puso el grito en el cielo tal y cómo Jonghyun había predicho al descubrir que dos de sus tres escritores encargados podrían no llegar a la fecha límite. Xyli regresó ese día además y salieron a cenar los dos para que le contase acerca de su familia. No quiso hablarle de Minho porque él no sabía de la doble vida que llevaba y sentía que primero debía hacerlo con Jinki, aunque no le apeteciese en absoluto.

Esa noche, Taemin cogió un folio en blanco y un bolígrafo azul para expresar por escrito aquello que no quería hacer en persona. Comenzó a escribir dejándose llevar por sus emociones y pensamientos con sinceridad, haciendo tachones y corrigiéndose, para luego pasarla a limpio y guardarla en un sobre a nombre de Kim Haneul que le dejaría sobre el escritorio a Minho a la mañana siguiente antes de que llegase a la oficina, dispuesto a entrar en el edificio en cuanto abriesen sus puertas.

La carta decía así:

Minho,

Posiblemente esta sea la última vez que me dirija a ti de esta manera. No es una carta de despedida porque no hay nada que despedir, ya te escribí una en su momento con las palabras que tenías que saber entonces. Es una pequeña nota para agradecerte lo que hiciste por mí el otro día; sé que no fue justo que te lo pidiera ni fácil para ti hacerlo, pero aun así lo hiciste. Por ello, mil gracias.
No volveré a involucrarte en mis asuntos, no te preocupes. Voy a resolver este entuerto por mí mismo. Cuando empecé a mentirle me excusaba diciéndome que era por su bien, para no preocuparle, pero hoy puedo admitir que era más bien por no dar explicaciones y tener libre albedrío.
Quiero que sepas también que ya no te odio, y aunque nunca podría volver a confiar en ti, me alegra ver que sigues teniendo algunas de las cualidades que me enamoraron de ti, como esa ayuda incondicional al prójimo, incluso si es alguien que te hizo tanto daño como yo.
Siento mucho las complicaciones que te haya podido causar.

Gracias de nuevo,
Un fantasma.

*

El amanecer del lunes descubrió a Minho en Strong Heart. Tenía una de las campañas estacionales que supervisar y después de trabajar en ellas todo el fin de semana, estaba listo para dar órdenes.

Si quería retrasar el momento de aparecer por la editorial, nadie podía culparlo. El viernes había ido al trabajo de reenganche, con una resaca horrible, y cada vez que recordaba el humor con el que había despachado a los ejecutivos de la compañía se sentía mal. Y no por ningún tipo de culpabilidad moral, porque Minho no tenía de eso. Su problema era que dejar salir su enfado con la gente del trabajo era una actitud poco profesional y si se exigía habitualmente lo mejor, no era para cambiar en ese momento.

Lo bueno de su jueves había sido que entre unas cosas y otras había tenido que recuperar trabajo adicional durante todo el fin de semana. Se había escudado en excusas justificables y sensatas para saltarse la comida del domingo con Changmin y Kyuhyun, no había estado en casa excepto un puñado de horas la noche del sábado por si decidían hacerle una visita sorpresa, y ya hasta se había acostumbrado a dormir una media de una hora por día. Ni siquiera tenía apetito, así que cuando llegó la hora de desayunar, Minho contempló el reloj de su mesa antes de decidirse a ir a buscar una bebida energética a la nevera que tenía en un rincón de la sala.

La reunión en Strong Heart que tuvo después lo mantuvo entretenido hasta bien entrada la mañana. Antes de irse del edificio, el Presidente lo llamó a su despacho para que le informase de la situación, algo que Minho hizo gustoso y con confianza. El exceso de cafeína y taurina lo volvían más sociable y extrovertido de lo que era por sí mismo, que no era poco. Esa seguridad apabullante había sido lo que lo había llevado a ascender tan rápido en Strong Heart, lo que lo había convertido, desde el principio, en uno de los favoritos de Kang Hodong.

Con el recuerdo del beneplácito que brillaba en los ojos del Presidente, Minho inspiró profundamente antes de arrancar el coche para ir directo al edificio de la editorial. Para no perder tiempo, desde el manos libres llamó a Krystal, a la que le pidió que lo fuese poniendo al corriente de todo lo que había pasado desde el viernes y que él todavía no supiese.

-… y creo que lo que más te va a interesar es que tienes un sobre con el nombre de Kim Haneul encima del escritorio -terminó Krystal, provocando que Minho mirase hacia dónde estaba apoyado su móvil con confusión. Tanta que se distrajo lo suficiente como para que el coche de atrás le pitase. Con un movimiento brusco del volante, Minho volvió a centrarse en conducir-. ¿Jefe? ¿Todo bien?

-No hay problema, Krystal. Ya veré qué es en cuanto llegue. Pero primero llama a la marchante de arte, quiero hablar con ella y los artistas que ha elegido para el libro. Si vamos a incluir sus obras tienen que labrarse un nombre antes de que anunciemos la existencia del libro.

-Entendido. Me pondré a ello inmediatamente.

Krystal cortó la comunicación y Minho no pudo evitar suspirar. Había estado dándole vueltas al libro de arte, especialmente el viernes, cuando el impulso de cancelarlo y hundir en la miseria al tal Jinki había sido tan fuerte como su dolor de cabeza. Pero controlar impulsos era una de sus especialidades, porque lo había resistido y llegado a la conclusión de que vender el libro bien iba a significar darle un nombre a todos aquellos que participasen en él. Si el novio de Taemin terminaba beneficiándose del trabajo como publicista de Minho…

Quizá era una buena forma de demostrar que su relación personal se había quedado en el pasado y Minho podía buscar lo mejor para la pareja actual de Taemin.

Con el desahogo que había supuesto su borrachera y su actitud de indiferencia hacia sus propios sentimientos, Minho se sentía liberado. Sin un peso enorme encima de los hombros, todo gracias a Kim Jonghyun. No iba a volver a bajar la guardia, no iba a volver a aceptar nada que lo llevase a un terreno más personal con Taemin porque eso lo destrozaba casi tanto como el vacío que no podía evitar sentir al pensar en Jongin. Que el segundo volviese a hablarle, que lo perdonase, no estaba en sus manos, a pesar de que Minho desearía que lo estuviese. Taemin sí. Taemin iba a quedarse en Kim Haneul y eso era una opción que estaba en su poder, una elección suya y de nadie más. Ni por Taejung ni por nadie iba a volver a dejarse llevar a una farsa como la del jueves. Porque había sido peor y Minho, con la claridad con que se había quedado post-resaca tenía más que claro que Changmin y Kyuhyun estaban tan en lo cierto como siempre. Si no podía contestar los por qué relacionados con Taemin, era mejor que no tuviese nada que ver con su primer amor.

No eran amigos, no se conocían. Minho sabía que él también había cambiado, por mucho que en los últimos días no hubiese dejado de evaluar y juzgar los cambios en Taemin e incidiese más en ellos que los propios, no pensaba como había hecho. No tenía sentido que se sintiese posesivo, que una parte de sí mismo quisiese preguntar por las marcas, los novios, lo que se había perdido. Él no quería hablarle a Taemin de Jongin, ni de Siwon ni de Nichkhun. No quería que supiese de su vida más que lo necesario porque no tenía sentido contarle cosas de su vida a alguien que no era un amigo. Que quizá nunca lo había sido. Taemin había sido Taeminnie, su Taeminnie, pero nunca un amigo de igual a igual. Jongin, Siwon y Nichkhun habían congeniado primero con él por motivos de amistad, Taemin…

De Taemin se había enamorado a primera vista. A Taemin había querido dárselo todo, lo que era, lo que todavía no había llegado a ser, lo que necesitaba… todo. Había querido llevar a Taemin sobre sus hombros y nunca se había planteado que en las relaciones adultas, uno no lleva sino que camina a la par.

Sus preferencias habían cambiado. Era un adulto. Como tal, no quería tener nada que ver a nivel personal con una persona cuya mera presencia suponía revertir un poco a esas ganas de llevar el peso del mundo en solitario. Trataría a Kim Haneul como al intelectual que respetaba.

No iba a relacionarse con Taemin. Por su bien, por su cordura, por su estabilidad, Minho no podía relacionarse con Taemin.

Estaba a punto de entrar en el ascensor cuando el tono de Jaejoong comenzó a sonar. Sacó el móvil del bolsillo, apartándose del ascensor, que abría en ese instante sus puertas.

El Editor Hortera, Jonghyun y Taemin salían con sendas sonrisas ante la explicación repleta de gestos que Kibum les estaba dando. Jonghyun dio dos pasos hacia él, sonriendo con un deje de misterio. No pudo evitar mirar de reojo a Taemin, apenas deteniéndose en lo bien que le sentaban los ceñidos pantalones vaqueros y la camiseta extra grande que llevaba puestos. Jonghyun esperó junto a él, obligando a sus dos acompañantes a detenerse a dos escasos pasos de distancia. Minho hizo un gesto con la mano para pedirle al escritor que guardase silencio.

-¿Jaejoong? -preguntó Minho, saludando con un asentimiento a Kibum-. ¿Puedo hacer algo por ti?

-Sí. Puedes explicarme por qué te has saltado la fiesta del fin de semana y la cena que hicimos la semana pasada con Taejung -comenzó con ese tono medio burlón medio serio que siempre amenazaba tormenta en el ánimo de Jaejoong-. Changmin está especialmente molesto contigo y Junsu ha dicho que has cancelado la cita que teníais para ir a ver el próximo partido de Hyukjae. Por si eso fuese poco, no te has vuelto a quejar de la editorial desde hace días…

-Tengo mucho trabajo ahora mismo, Jaejoong… -dijo, en un intento de ganar tiempo. Sabía perfectamente que con eso no iba a distraerlo pero no quería tener una conversación con Jaejoong cuando Kibum y Taemin podían escuchar perfectamente lo que estaba diciendo.

-Y yo me chupo el dedo… Minho, Kyungsoo me ha dicho que Jongin se ha molestado tanto contigo que no quiere volver a hablarte en la vida, y Taejung parece creer que sigues con Taemin así que no me vengas diciendo que es tra…

-Está bien, está bien -claudicó Minho suspirando. Jaejoong con estas cosas era como un perro de caza. Nunca soltaba a su presa hasta que no conseguía lo que quería, y lo que quería, en ese momento, estaba claro que era asegurarse de que Minho no estaba pasando por otra etapa mala como cuando Jongin y él lo habían dejado-. ¿Cenamos juntos? En mi casa.

-Yunho querrá ir también, que está preocupado por ti.

-Sin problema. ¿A las ocho?

Jaejoong le respondió que sí y Minho colgó, todavía sin atreverse a mirar a Taemin a la cara. Jaejoong había sido uno de sus hyungs favoritos, con el que Taemin solía sentarse cuando Minho lo arrastraba a algún partido de fútbol al que Junsu invitaba a Jaejoong.

-¿Vais a comer? -preguntó mirando a Jonghyun con una sonrisa algo forzada. Recordar cosas del pasado no iba a terminar nada bien, así que más le valía centrarse en el presente.

-Sí, escribir da un hambre de lobos -respondió Jonghyun sonriendo.

-¿La novela bien? -preguntó, cada vez más incómodo con la mirada de odio que el Editor Hortera le estaba dedicando.

-¡La novela mejor que nunca! He cambiado un par de cosas, la inspiración momentánea es lo que tiene, pero va a quedar muy bien.

-Me alegro mucho, Jonghyun. -Su propia sinceridad lo sorprendió. No sabía exactamente cuándo, pero Minho tenía la sensación de que podía confiar en el autor. Para todo. Y se fiaba de él. Era la pieza del rompecabezas de la editorial que no iba a deshacerse en sus manos, ocurriera lo que ocurriese. Pero las dos que lo acompañaban… esas, por motivos distintos, tenían todas las papeletas de explotarle en la cara. Carraspeó-. Si me disculpáis… espero que disfrutéis de vuestra comida.

Se metió en el ascensor tras un último cabeceo de despedida. Cuando las puertas se cerraron suspiró con calma. Lo había logrado. No había pensado en Taemin como Taemin, o al menos casi nada. Era un principio para volver a encasillarlo como Kim Haneul. La impaciencia por abrir el sobre que sabía que lo estaba esperando creció todo lo que no había permitido que creciese previamente. Sentía una curiosidad malsana por ver qué le había escrito cuando ni siquiera lo había saludado con palabras. Minho tampoco lo había hecho, pero él no le había pedido un favor a Taemin la semana anterior. Aunque sólo hubiese sido por eso, creía que se merecía un buenos días.

Por supuesto, pensar así, dejar que las emociones se quedasen a flor de piel, desde el enfado a la rabia, pasando por la frustración, era precisamente lo que quería evitar. Era el motivo por el que no se podía permitir dejarse llevar por la existencia de Taemin, ni a nivel personal, ni profesional y mucho menos mental. Minho tenía que ser fuerte y resistir las mil reacciones que hasta el detalle más nimio de su ex le provocaba.

Con eso en mente, una vez en su planta, se entretuvo con Krystal unos minutos, manteniendo a raya la impaciencia y conjurando una fachada fría y seria. Había cometido errores estúpidos la semana anterior y como el Presidente Kang le había recordado sutilmente esa mañana, si Minho estaba dónde estaba era porque precisamente no cometía errores.

Cuando no tuvo más temas que tratar con Krystal entró en su oficina y fue directo a la mesa. Miró el sobre como si guardase un peligro misterioso, una llave que abriría todas las puertas del infierno.

Inspirando con calma, lo abrió, sacando el fino papel escrito a mano de su interior.

Un fantasma.

Minho no reaccionó hasta que leyó esa frase. Pestañeó un par de veces, tragó el nudo que se le había quedado en la garganta al leer y se dijo que no podía hacer nada. Era una de esas notas de agradecimiento que él mismo enviaba a veces, cuando alguien le hacía un favor o tenía un detalle con él. Era educado e impersonal. O de eso iba a tener que convencerse.

No entendía por qué Taemin decía que le había hecho daño. No quería saber ni a que venía porque querer saberlo significaría salir del despacho como una exhalación y preguntarle. Exigirle una versión extendida que le dejase claro por qué tenía la sensación de que Taemin, que había sido el más inocente de todos, se creyese culpable de los errores de Minho, de su inmadurez y de no saber llevar las cosas.

Por supuesto, lo aliviaba que Taemin hubiese llegado a la misma conclusión que él. Iban a mantener una relación cívica y profesional, que era lo importante para la editorial, y después de lo que quedaba de los seis meses, ya más cerca de cinco que de seis, seguirían cada uno por su lado. Era lo más sano para ambos, para su trabajo y para su estabilidad mental.

Si el nudo se quedó en su garganta el resto de la semana, atascado e incapaz de tragarlo, Minho tampoco se sorprendería. Que alguien le dijese a la cara que no iba a confiar en él siempre le provocaba incomodidad. En esta ocasión, sin embargo, en vez de demostrar el error y ganarse la confianza de la persona en cuestión, se dejaría estar. Fuese cierta o no la parte del odio, y no podía evitar creer que era una mentira del tamaño de un campo de fútbol, Minho tenía que dejar las cosas así.

Trabajo.

El trabajo era su ancla a la estabilidad y necesitaba concentrarse en él para que los seis meses pasasen en un abrir y cerrar de ojos.

Su vida retomaría entonces la normalidad y la calma. Mientras no pensase en Taemin y ambos respetasen sus propias decisiones de mantener una relación cortés y profesional, Minho saldría de este infierno intacto.

Iba a anotarlo en su agenda como su segundo objetivo para Seoul Cultural Publishers, justo debajo de convertirla en una editorial prestigiosa y rica.

Y cuando Minho tomaba decisiones, lo único que podía impedir que se volviesen realidades era el fin del mundo.

*

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fanfic, longfic shinee: fantasmas, shinee

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