[2min] Los fantasmas también tienen pesadillas #5 (2/2)

May 19, 2015 17:47

Título: Los fantasmas también tienen pesadillas.
Fandom: SHINee.
Pareja: 2min y parejas secundarias.
Resumen: Los fantasmas del pasado no son tan incorpóreos como parecen, pueden materializarse en cualquier momento para hacerte partícipe de sus propias pesadillas.
Advertencias: lenguaje malsonado, sexo explícito, algo de violencia y esas cosas que pueblan siempre mis fanfics, vaya xD.
Notas: Co-escrito con allalabeth_san
Copyright: Los fantasmas también tienen pesadillas - (c) - lurque


Parte 1 | Parte 2

*

Consciente de que no podía quedarse pasmado en la entrada del edificio, Minho sacudió la cabeza y fue directo al ascensor.

No tenía ni idea de qué narices acababa de ocurrir.

Bueno, sí, podía asimilar la parte que le enumeraba el orden de los sucesos, como viñetas de un comic, pero lo que no podía hacer era procesarlos satisfactoriamente.

En vez de dirigirse a su despacho, caminó directamente a los aseos de esa planta. Echó un vistazo, agradeciendo en silencio su altura, para asegurarse de que estaba a solas. Una vez a salvo de miradas indiscretas, fue directo a la hilera de piletas. Abrió el agua fría, se aflojó la corbata y miró la cara reflejada en el espejo como si no reconociese de nada los ojos cansados delimitados por las ojeras que le devolvían la mirada.

No era idiota así que podía hacerse una idea de lo que acababa de ocurrir. Estaba bastante seguro de que cariño personal o no, si Taejung se enteraba de que le había sido infiel a Taemin, lo mínimo que haría sería darle un par de derechazos bien dados. No un abrazo cálido como si hubiesen vuelto cuatro años atrás en el tiempo, cuando Minho y Taemin todavía estaban demasiado cegados por el brillo de su relación como para pensar más allá de lo inmediato y Taejung, como el resto de hyungs, los consideraban un par de cachorrillos adorables. Por algún motivo que Minho no entendía, Taemin no le había hablado de su ruptura a su hermano.

Era justo lo que necesitaba después del horror de fin de semana que acababa de pasar. Saltándose hasta ir a ver a Changmin y Kyuhyun para poder tener la oportunidad de sumergirse en el trabajo y así dejar de pensar en Jongin. Exactamente lo que necesitaba.

Se mojó una mano con gesto ausente, pasándosela a continuación por las sientes y la nuca. Fijarse en su cuello le hizo recordar el de Taemin, lleno de marcas hechas por el fotógrafo, o por el chico del aeropuerto. Quizá los dos, porque Minho se estaba dando cuenta de que no conocía a Taemin para nada. La sensación y el engaño todavía quemaban, como si quisiesen abrasarle la piel de la mano que había sostenido, que le había apretado en un gesto tan familiar que Minho no podía evitar romperse por dentro.

Romperse era algo que no se podía permitir. Que no podía dejar que saliese al exterior, que se viese en su rostro o en su lenguaje corporal.

Necesitaba trabajar.

Eso era lo que Minho necesitaba. Trabajar, reflotar la compañía y marcharse a un nuevo proyecto antes de que la maldita editorial y todos los relacionados con ella acabasen con él.

Suspiró, volvió a mirar al extraño del espejo a los ojos, y se recompuso la ropa para que volviese a tener un aspecto prístino y compuesto. Era Choi Minho. Ejecutivo en alza, publicista admirado. Tenía una brillante carrera por delante y nada ni nadie podía tocar su compostura.

O, al menos, eso iba a creer hasta que se convirtiese en una verdad absoluta.

Cuando salió fue directo al despacho de Yuri a buscar unos informes. Krystal y ella salían a comer y tras excusarse con una historia inventada que ninguna de las dos creyó, Minho se encerró en su oficina. Dejó los documentos sobre su mesa, consciente de que fuera lo que fuese lo de Taejung, Minho ya podía ir llamando a Changmin y a Kyuhyun para ponerlos sobre aviso, como mínimo de que estaba en la ciudad.

No sabía si tendría fuerzas para explicar el asunto dos veces así que llamó directamente a Changmin, consciente de que él sería mejor para retransmitir el mensaje al resto de su grupo que Kyuhyun. Lo único que necesitaba era comentárselo a Jaejoong y ya se encargaría todo el mundo de darse por entendido.

Afortunadamente, Changmin respondió al segundo tono.

-¿Diga?

-Changmin, soy yo -dijo Minho suspirando. De pronto se le había quedado la mente en blanco y no tenía ni idea de cómo comenzar a explicar toda la mierda que le había pasado en los últimos días.

-¿No me digas? El lector de llamadas te anuncia como si fueses el Papa.

Minho se había ganado semejante respuesta al quedarse en silencio. A Changmin no le gustaba hablar por teléfono. Era una de esas personas que limitaban sus llamadas a la comunicación necesaria, no a peroratas sobre intrascendencias.

-Taejung está en la ciudad -dijo, encogiéndose de hombros a pesar de que Changmin no podía verlo. Sentía la ceja que había alzado con su afirmación, entre indiferente e intrigada-. Da la impresión de que Taemin no le ha dicho que rompimos, y… y dijo que quería quedar con todos e iba a estar toda la semana. Le paso tu número para que hable contigo directamente, ¿te parece bien?

En el espeso silencio que siguió, Minho tuvo clarísimo que a Changmin no le parecía nada bien. Pero no la parte de Taejung, con esa sabía que no tendría problemas. No. Minho estaba seguro de que era él, era su ausencia mal excusada de ese fin de semana y el silencio progresivo en el que se iba sumiendo lo que a Changmin le parecía mal. No se molestaría si fuese normal, pero Changmin y Kyuhyun eran como sus hermanos y lo conocían, de ahí que no quisiese verlos. Si le veían la cara, Minho estaría obligado a hablarles de Jongin y simplemente pensar en ello le provocaba un nudo en la garganta del tamaño de un puño.

No necesitaba, para nada, complicaciones extra con Taemin. Ya bastante escocían las últimas palabras de Jongin como para que encima tuviese que, y lo estaba viendo venir como quien observa dos trenes a punto de estrellarse, fingir delante de Taejung en más ocasiones que la que acababa de vivir.

-Ven a cenar -fue lo que Changmin respondió al fin-. Hablaremos con más detalle entonces.

Changmin colgó y Minho dejó que su cabeza se golpease contra la superficie de la mesa. Había sonado a orden, de esas que tenía que cumplir sí o sí porque un intento de negativa significaba despertar al tirano que Changmin tenía en su interior. Un tirano que disfrutaba exprimiendo hasta la última gota de verdad en Minho y lo dejaba siempre destrozado. Changmin era el más efectivo logrando que se enfrentase a sus propios problemas y Minho tenía demasiados como para mirarlos de frente y plantarles cara a todos a la vez.

Preparándose para una noche de todo menos placentera, decidió saltarse la comida y responder el correo que había recibido desde el sábado. Había demasiados asuntos, mensajes que se convirtieron en cadenas de preguntas y respuestas, citas, plazos, campañas y gráficos volando de un lado para otro.

Estaba tan ensimismado en lo que tenía entre manos que se sorprendió cuando la puerta se abrió y Krystal anunció que estaba el señor Kim esperando para entrar. Ni se había dado cuenta de que ya habían regresado del almuerzo y hasta tuvo que consultar la hora que era. Como la agenda que tenía como herramienta en el escritorio le decía, no había concertado ninguna cita ni reunión con nadie a esas horas. Hasta su cita de las cuatro no había motivos para que nadie estuviese allí. Por lo menos, semejante anuncio implicaba que no era Kibum, y fuera quien fuese, Minho pensaba agarrarse hasta a un clavo ardiendo. Su situación era demasiado precaria como para tomarse las cosas con más calma.

Jonghyun entró en el despacho con una sonrisa de oreja a oreja y una nube de optimismo rodeándolo con semejante fuerza que Minho fue incapaz de contener la envidia irracional que sintió.

-¡Buenas tardes, Minho! -lo saludó, sentándose frente a él antes de que tuviese tiempo a ofrecerle el asiento-. He estado pensando en lo de las temáticas y he decidido que quiero un puñado más de horas pero para adultos.

Minho tardó un minuto en procesar lo que le estaba diciendo o a qué se refería. Estaba tan agotado e inmerso en sus propios problemas que su confusión tuvo que ser evidente en su rostro, porque Jonghyun frunció el ceño. Decidido a no darle pie a indagar, trató de distraer su atención al máximo.

-Si queremos hacer algo para adultos imagino que querrás incluir temáticas más adultas -observó-, eso significaría financiación externa. No podemos depender del Ayuntamiento para que fomente unas jornadas literarias exclusivamente para adultos. Por no mencionar que podemos meternos en problemas con la Comisión para la Juventud o vernos frente a frente con la posibilidad de censura.

-Con las advertencias necesarias no tendría que haber problemas, ¿no? -preguntó Jonghyun, frunciendo más el ceño y mirándolo con una exhaustividad que rayaba en el escrutinio.

Minho se quedó pensando un momento, tratando de recordar las mil normativas que había para limitar la presencia de contenido sexual, violencia y similares en las actividades públicas. Dependiendo de los matices en los que Jonghyun se quisiese adentrar podría mover contactos, hacer las advertencias pertinentes y hablar con conocidos en prensa para dar una imagen más adulta y próxima al estilo narrativo de Jonghyun en las jornadas literarias. Significaría toda una pesadilla de preparación, pero Minho podría hacerlo.

-Tendríamos que poner márgenes a lo que sea en lo que quieres profundizar. Sexo, violencia e ideologías fanáticas son temas muy complicados y que, si se llevan mal, podrían hacer mella en tu reputación.

-Es decir, que puedo ir a jugar al patio si me quedo dentro de las verjas.

-Sí.

Jonghyun suspiró. Era evidente por su rostro que no estaba para nada contento, pero que prefería eso antes que quedarse sin nada.

-Pues tendremos que hablar de esos límites. ¿Tomamos una cerveza juntos?

-¿Ahora mismo? -preguntó Minho, sorprendido y alzando las cejas en una expresión que hizo reír al escritor.

-Ahora mismo. Más tarde. Da un poco igual. Estoy escribiendo en el salón 4, pero tienes una cara más mustia que tus plantas. Tomar el aire te vendría bien.

Minho no pudo evitar un sonido despectivo ante la afirmación. Le vendrían bien muchas cosas, pero tomar el aire no era de las prioritarias, así que tendría que seguir en su despacho.

-No voy a poder. No estaré libre hasta… -se giró para poder ver la agenda en su tableta y calculó que añadiendo los trámites de una versión adulta del taller literario, seguramente no tendría tiempo libre hasta el jueves. A menos que aplazase lo que no era urgente, que podría retrasar un puñado de cosas al fin de semana si se veía en la necesidad de tiempo antes del sábado por la tarde- jueves o viernes, así a bote pronto.

-¡Joder, normal que tengas cara de mustio! -exclamó Jonghyun, cotilleando en su agenda sin ningún tipo de decoro-. Vamos a quedar el jueves, así que anótame ahí. Nunca he conocido a un adicto al trabajo, puedo usarte como documentación para un personaje de mi nueva novela. Se llama Rafik y es de ascendencia mezclada: su padre es un jefe del petróleo árabe y su madre hija de un chaebol. Está empeñado en ser un buen hombre de negocios y aunque tenía pensado entrevistarme con un ejecutivo de Samsung, creo que no voy a perder el tiempo teniéndote a ti cerca.

-No sé de qué puedo servirte -se quejó Minho, encogiéndose de hombros con pesadez. Él no tenía nada que ver con un heredero medio árabe. Su familia no era tan de clase alta-. No hago nada especial más allá de trabajar y cumplir con mis fechas límites, como todo el mundo en la empresa.

Jonghyun lo miró alzando una ceja, como si le estuviese preguntando en silencio si de verdad pretendía que se creyese que era uno más. Tenía una intensidad muy propia, todo el buen humor focalizado hacia la intensidad con la que le decía «venga por favor, no me toques la moral» tan alto y claro que cualquiera lo habría entendido.

Minho claudicó con un suspiro.

-Jueves a las siete -confirmó, anotándolo en su planning-. ¿Puedo ayudarte con algo más?

-No, porque seguro que no vas a considerar descansar como ayudarme. Kibum se ha ido a no sé qué de Nicole, pero busca mi número en los registros de la empresa. Yo no me lo sé.

-Prepararé lo que acordamos -dijo Minho a modo de despedida, asintiendo y esperando a que Jonghyun se fuese para resoplar y hablar en voz baja-. Mierda.

Se pasó la siguiente media hora acomodando el resto de sus tareas para quedar libre a las siete. Sabía perfectamente como era lo de ir a beber con compañeros de trabajo y eso significaba que si regresaba a casa a media noche podría considerarse afortunado. No sabía por qué, pero intuía que no sería así. Jonghyun no tenía pinta de ser de los de locales de ambiente tranquilo, música clásica y noches de viernes acompañado por un libro. Pero era agradable y su mayor fuente de ingresos: si quería ir a beber con Minho, tenía que decirle que sí. No del todo por obligación profesional, pero casi. Al menos la primera vez que se lo sugería. Repetir o no ya iría más en cuestión de cómo fuese el primer encuentro y la montaña de trabajo en la que Minho estuviese enterrado.

Resoplando, se puso en pie y caminó hacia el perchero que había al fondo del despacho, frente a la ventana. Dejó la chaqueta colgada y le puso encima la corbata. Cuando se sentó de nuevo en su mesa se desabrochó los dos primeros botones de la camisa, dejando que sus clavículas y parte de su pecho quedase a la vista. Flexionó los dedos y se remangó la camisa, quitándose también el reloj. Lo aguardaba una buena porción de investigación, redacción y cadenas de correo electrónico si quería tener todo sobre la mesa antes de lanzarse a meterse en algo que podía afectar negativamente a la popularidad y el tirón de Jonghyun.

Krystal lo llamó a través del interfono, un tiempo más tarde, y Minho la miró distraída. Su asistente personal carraspeó, reclamando su atención con elegancia y una mirada asesina.

-¿Qué puedo hacer por ti? -preguntó.

-El señor Lee quiere hablar con usted, me ha preguntado si estaba libre. ¿Le digo que pase?

Minho pestañeó como si fuese un idiota antes de procesar que Krystal hablándole en un tono tan profesional y comedido, usando el interfono y mencionando ese apellido…

Taemin.

Seguramente querría explicarle lo de Taejung. Minho tenía clarísimo que iba a ser todo oídos, porque además de confundido, esa pequeña farsa le había dejado los nervios a flor de piel y a Jongin como lamento constante a modo de banda sonora de su subconsciente.

-Hazlo pasar.

Minimizó todo lo que tenía en las pantallas y no se molestó en adecentar su apariencia en lo más mínimo. Estaba demasiado cansado para seguir mostrando la cara del ejecutivo intachable y tenía la sospecha de que la visita de Taemin ni siquiera tendría nada que ver con la editorial. Se pasó una mano por el pelo, incapaz de preocuparse de que le daba un aspecto más desenfadado y observó a Taemin entrar en su despacho y cerrar la puerta con suavidad.

Llevaba el mismo atuendo que al mediodía, con la palestina mejor colocada para esconder las marcas, las señales de los labios del fotógrafo o del tipo del aeropuerto o de ambos. No se podía quitar la sensación de que podrían ser ambos, como si su morbosidad lo obligase a irse por semejantes derroteros.

Pero no podía. No podía dejarse llevar a las marcas, a la aparentemente activa vida sexual de su primer ex, porque eso no tenía nada que ver con él. No eran amigos, Taemin no tenía ningún motivo ni para darle la hora del día, algo que Minho comprendía y apoyaba totalmente. Él había sido el que no se había comportado como la situación requería así que no tenía derecho a quejarse, ni siquiera a sentirse un poco molesto. Taemin se había convertido en alguien que no conocía, en alguien que jamás querría conocerlo a él, así que Minho tenía que seguir jugando la baza de la profesionalidad.

Igual que ir a tomar algo con Jonghyun, esto también podía considerarlo trabajo necesario para que sus escritores hiciesen un buen trabajo que reportase beneficios a la compañía.

-¿Puedo hacer algo por ti? -preguntó, poniéndose en pie e indicándole con un gesto de la mano, frío y cívico, que tomase asiento frente a él.

Taemin pareció dudar, considerar la oferta un momento demasiado largo, mirándolo como si quisiese leer en su interior. Al final, tras esos tensos momentos, se encogió de hombros casi imperceptiblemente y se sentó frente a él.

Y Minho esperó, sentado en su sillón, a que le dijese lo que fuera que quisiese decirle.

*

Quería zanjar el asunto cuanto antes, no posponer la conversación porque conforme más tiempo pasase, menos valiente se sentiría y más sospechas levantaría en su hermano. Mientras almorzaban le había preguntado por Minho, por ellos, porque los había notado tensos, incómodos, pero supuso que era producto de una discusión y él se aferró a esa excusa, pero no podía tirar de ella para siempre. Era una locura que Taejung estuviera en Corea, que se hubiese encontrado con Minho porque ahora no podía mentirle diciendo que estaba en un viaje de negocios o algo semejante. Era la primera vez en tres años que su hermano regresaba a casa y no iba a marcharse hasta quedarse tranquilo respecto a ellos dos.

-Voy a dejar las formalidades a un lado -comenzó por ahí, porque si le enfadaba con su trato profesional no podría hablarle de lo importante. Minho se limitó a asentir esta vez.

Abrir la boca para hablar y que no saliesen palabras le hacía verse como un estúpido, era consciente de ello, pero a pesar de que la frase estuviese construida en su mente, sus cuerdas vocales no eran capaces de reproducirlas. Apoyó un codo en el reposabrazos de la silla y se pasó la mano por la frente en gesto pensativo.

-Supongo que debería empezar disculpándome por el aprieto de antes, y… -bajó las manos para entrelazarlas sobre sus piernas y jugar con sus dedos, nervioso- darte las gracias por no delatarme -añadió en un murmullo.

No quería levantar la mirada, no estaba preparado para ver lo que provocaban sus palabras en él, así que simplemente se mordió los labios y continuó jugando con sus manos. Aprovechando el silencio de Minho, cargado de significado pese a no saber interpretarlo, continuó hablando conforme las palabras acudían a él.

-Y… también debería explicarte por qué mi hermano piensa que tú y yo… seguimos juntos, porque… -Se los mordió una vez más; no podía ir a esa parte todavía, ni siquiera se había mentalizado de la locura que iba a hacer.

-¿Porque…? -le alentó Minho a seguir, hablando en el mismo tono de voz bajo, pero varios tonos más graves que el suyo.

Alzó la vista para encontrarse con una mirada que no le era en absoluto desconocida; cada vez que se habían peleado en el pasado, Minho le había mirado con los ojos entrecerrados, tratando de comprender su punto de vista y los labios entreabiertos no eran más que la muestra inconsciente de querer decir algo pero no atreverse a hacerlo, bien por temor a empeorar la situación, bien por la insuficiencia de datos para ello.

-Si le hubiera dicho la verdad, lo habría dejado todo para estar conmigo. -Y ahí iba la gran verdad y motivo por el que llevaba fingiendo una doble vida durante los últimos tres años-. No podía hacerle eso, no después de todo lo que luchó por conseguir ese trabajo; había cumplido su sueño y no quería que renunciara por mí.

-Pero Taemin -ambos se dieron cuenta de cómo el nombre se escapó de sus labios, y ambos ignoraron el hecho por su propio bien-, mentirle de esa manera… -ni siquiera sabía qué decirle exactamente; estaba tan consternado que todo era un caos en su mente.

-No le voy a mentir para siempre -se apresuró en decir-, pero le diré la verdad cuando llegue el momento adecuado -añadió, dejando clara cuál era su postura y que nada de lo que le dijese le haría cambiar de opinión-. Ha sacrificado tanto para poder estar donde está, y ahora es feliz… no quiero perjudicarle ni lo más mínimo con mis cosas. -Minho abrió la boca para replicar-. ¡Además! -le silenció alzando el tono lo suficiente como para imponerse-, él te adora… y a Jongin también…

Tal vez fuera un tanto rastrero jugar esa carta, pero había causado justo el impacto deseado y ahora era Minho quien se frotaba la frente, indicando que su jaqueca acababa de comenzar.

-Sé que todo esto es una locura -dijo y se pasó las manos por la cara, preparándose para lo que iba a decir a continuación-, pero no puedes estropearlo. No puedes decirle la verdad.

Se miraron a los ojos, Minho incrédulo, tal vez enfadado, y él comiéndose todo su orgullo, sorprendido del autocontrol que no sabía que tenía. Definitivamente, esa noche volvería a casa de Jaeho.

-¿Me estás pidiendo que…? -ni siquiera podía terminar la frase.

-Sí -dejó escapar todo su pesar en un largo suspiro-. Se va el viernes, pero no lo hará sin una comida con nosotros primero. Minho -se apresuró a volver a interrumpirle antes de que hablase-, por favor -le pidió con un hilito de voz-. No por mí, no por ti… por él. Por su bien. Ayúdame a protegerlo.

El peso de su última frase se dejó caer de golpe sobre los hombros de Minho. No apartó los ojos de él, viendo cómo los retazos de emoción que había podido vislumbrar antes desaparecían tras una mirada indescifrable. El silencio pareció ganar identidad propia, denso y abrumador, dispuesto a ahogarle de un segundo a otro. Le vio mover uno de sus elegantes dedos sobre su tableta, pulsando lo que parecían varios iconos antes de deslizarse por la pantalla. No hizo amago de intentar averiguar qué hacía, demasiado tenso mientras seguía esperando una respuesta de la que sentía que dependía su vida.

-Tendrá que ser el jueves.

-¿Eh? -preguntó, no queriendo hacerse ilusiones ni relajarse hasta que no tuviese una confirmación más sólida de que realmente estaba aceptando su locura de proposición.

-El único día que estoy libre para comer es el jueves -repitió Minho más claramente. Taemin siguió observándolo con atención pero éste comenzó a escribir algo y no parecía por la labor de levantar la mirada del maldito aparato-. Avisaré también a Changmin, Kyuhyun y los demás, por si tu hermano los ve. ¿Algo más?

Minho lo miró entonces, durante apenas un segundo, como si estuviese demasiado ocupado para él. Taemin se sintió dividido entre el alivio y la furia que comenzaba a crecer al darse cuenta de que volvía a tener delante a Don Perfecto Choi. No podía permitirse el lujo de joderlo, de fastidiar la farsa por contestarle mal ahí, así que negó con la cabeza, musitó un gracias a regañadientes y salió del despacho. Quería escapar cuanto antes del edificio, no fuese que a Minho le diese tiempo a cambiar de opinión.

Jaeho. Necesitaba a Jaeho.

*

Capítulo 6

fanfic, longfic shinee: fantasmas, shinee

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