Título:
MonstruosFandom: EXO.
Parejas: Varias.
Resumen: Los monstruos habitan en la oscuridad de los corazones de las personas y nadie, absolutamente nadie, se libra de ello.
Advertencias: UA, yaoi, NC-17, tiempo no lineal.
Cronología: Pinchando sobre el título del fic iréis al masterpost donde encontraréis una cronología ordenada de los hechos.
Licencia:
Parte 1 | Parte 2
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Sobrevivir en la isla era relativamente fácil si no tenemos en cuenta que había mercenarios persiguiéndonos día y noche para darnos caza, que estábamos heridos, que no teníamos medicinas, comida o agua, y que no confiábamos el uno en el otro.
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24 Mayo 2013
-¡¿Por qué los has matado a todos?! -gritó Junmyeon con toda su rabia e impotencia.
Trueno continuó mirándole con la misma expresión carente de emociones, como si no fuera humano. Con un rápido movimiento, se giró al tiempo que tomaba una de las flechas de madera de su carcaj y apuntaba al soldado que intentaba dispararles a pesar de estar moribundo. Él mismo había fabricado tanto el arco como la flecha con la madera de los árboles y el cuchillo de su bota que milagrosamente no había perdido en la caída por la cascada. A pesar de no estar hecha de un material más duro, la flecha se le cavó en el pecho gracias al impulso del arco y lo mató. El cuerpo cayó inerte en el suelo, junto al resto.
Lleno de tierra, polvo y sangre tanto ajena como propia, Junmyeon le miró con horror. Jongdae se giró lentamente hacia él una vez más.
-Las emociones te hacen débil. Perdonar la vida a tu enemigo es ofrecerle una oportunidad futura de que te mate -le dijo con su característica indiferencia en lo que se agachaba para examinar uno de los cuerpos en busca de todo cuanto le fuera útil-. Tenlo en cuenta la próxima vez que se te ocurra la estúpida idea de ser piadoso.
-¡Si los matas a todos no podremos interrogarlos! -replicó Junmyeon-. Ya han pasado cuatro días desde que desaparecimos y no parecen tener intención de abandonar la isla por si vienen a buscarnos, lo que quiere decir…
-Que nadie va a venir -terminó la frase por él. Trueno había llegado a la misma conclusión-. Pero en lugar de fiarme de lo que me diga un mercenario vulgar, prefiero obtener la información por mí mismo.
Trueno comenzó a desvestir al cadáver y Junmyeon comprendió entonces cuál era su propósito: infiltrarse en su base militar.
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25 Mayo 2013
La misión de infiltración salió justo como Trueno lo había planeado. Se habían colado como dos soldados más gracias a que ocultaron su rostro con el pasamontañas que formaba parte del uniforme militar que utilizaban esos mercenarios coreanos. Sin embargo, el superior ante el que tenían que responder se dio cuenta de que no eran quienes debían ser y dio la orden de capturarlos. Trueno logró escapar pero Junmyeon no tuvo tanta suerte, lo que formaba parte de su plan desde el principio.
Su intención era infiltrarse por segunda vez aprovechando que muchos de los mercenarios habían salido para buscarle y los que mandaban estaban ocupados torturando a Junmyeon. La vigilancia era la mínima en ese momento y él podía aprovechar para hacer lo que mejor se le daba: moverse entre las sombras con absoluto sigilo.
De niño le habían enseñado a sobrevivir en diferentes entornos, por lo que estaba familiarizado con el bosque y la naturaleza que lo conformaba. Sus pies no hacían ruido al pisar la grava del suelo. La base del enemigo, además de las tiendas de campaña, estaba conformada por una torre de control, una pista de aterrizaje para aviones de carga y un lanzamisiles. Sólo necesitaba sumar dos más dos para hacerse una idea de lo que hacían allí, pero aun así lo confirmó leyendo unos informes.
Se marchó del campamento cuando el grupo que había salido en su búsqueda regresó y antes de irse, pudo ver a Junmyeon en el poste de madera al que le habían atado. Estaba ensangrentado debido a la paliza que había recibido, pero por algún motivo, no le habían matado.
Si quería salir de allí con vida, iba a necesitar su ayuda, porque eran demasiados hombres para encargarse él sólo por muy ejecutor que fuera, de modo que robó un botiquín para curarle las heridas cuando le salvara y se pasó la noche preparando flechas. A la mañana siguiente regresó a por él.
Como colarse de la misma manera ya no iba a funcionar, se subió a la rama de un árbol y disparó una flecha de fuego a unos barriles inflamables que originaron una explosión, creando de ese modo una gran conmoción que aprovechó para acercarse a Junmyeon y desatarlo rápidamente. Se pasó uno de sus brazos por los hombros y se lo llevó lo más rápido que pudo, devolviéndole de esa manera lo que había hecho por él el primer día en la isla. Los soldados no tardaron demasiado en advertir la fuga y se dividieron: un grupo se quedó apagando el fuego y el otro salió en su búsqueda.
No había tiempo para dar explicaciones. Trueno le indicó que le esperara escondido tras unas rocas en mitad del bosque y él se subió rápidamente a un árbol, escalando con una facilidad pasmosa gracias a los años de práctica. Cuando los mercenarios los alcanzaron, comenzó a disparar flechas a diestro y siniestro; en el árbol se había dejado preparado un carcaj repleto y otro arco. Los hombres trataron de dispararle con sus armas de fuego, pero no tenían su misma puntería. En menos de un minuto, todos estaban muertos.
Trueno bajó del árbol y volvió a coger a Junmyeon para alejarse del lugar.
-Todo formaba parte de tu plan desde el principio, ¿verdad? -dijo Junmyeon a pesar de su estado de debilidad-. ¿Qué has averiguado? -preguntó al ver que no tenía intención de responder.
-Son mercenarios contratados por la Hanjae para derribar aviones comerciales con destino a China. ¿Por qué no te han matado?
-Porque planeaban utilizarme como señuelo para atraerte, pero imagino que no esperaban que atacaras tan pronto. Yo ni siquiera contaba con tu regreso…
Trueno se detuvo y le ayudó a sentarse sobre una roca para descansar. Habían llegado al lugar donde tenía oculto el botiquín que había robado la noche anterior. Sólo llevaban cinco días en la isla, pero Jongdae necesitaba mucho menos para trazar mapas mentales de los lugares que pisaba por primera vez y siempre le había resultado más fácil orientarse en la naturaleza que en la civilización.
-Te lo debía por haberme ayudado el primer día. Ahora estamos en paz -dijo mientras le ayudaba a quitarse la camiseta para poder comenzar a limpiarle las heridas.
-Dices que estamos en paz pero no has negado que me has utilizado para distraer la atención en el campamento y moverte con libertad por él -le dijo y se mordió los labios cuando sintió el escozor del alcohol en sus heridas-. En el futuro intentaré que no me debas nada.
Trueno sonrió mientras le limpiaba las heridas.
-Hay una plataforma de aterrizaje para aviones de carga. Si averiguamos cuándo llega el próximo avión con las provisiones, podremos trazar un plan para asaltarlo y salir de aquí. Sólo necesitamos saber cuándo vendrá.
-¿Eso quiere decir que vamos a hacer las cosas a mi manera ahora? -inquirió Junmyeon con una débil sonrisa.
-Eso parece.
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Pero al final no nos quedó más remedio que aprender a trabajar en equipo porque solos no íbamos a salir de allí. Por suerte para mí, las habilidades de Junmyeon superaban mis expectativas.
Descubrimos que un avión les traía mercancías una vez cada tres meses y para el siguiente faltaban ocho días, así que ideamos un plan para escapar. No obstante, Junmyeon me la jugó en el último momento y perdimos nuestra oportunidad.
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02 Junio 2013
Trueno se aproximó a la torre de control con total sigilo y acabó con los guardias que la custodiaban en un par de segundos. Subió las escaleras y repitió el mismo proceso con los controladores aéreos. Sabía que Junmyeon no estaba de acuerdo con quitar vidas, pero dadas las circunstancias, noquearlos era darles una oportunidad de matarlos en el futuro. Y los ejecutores nunca dejaban testigos ni ocasiones para cumplir venganzas.
Una vez a salvo en la torre de control, se puso los auriculares y se ajustó el micrófono para contactar con el avión que traía las provisiones para el siguiente trimestre. En su entrenamiento, a Trueno le habían enseñado a pilotar todo tipo de aviones militares y también a controlarlos desde la base, así que sabía perfectamente lo que tenía que hacer.
Cuando se puso en contacto con la cabina del avión, le dieron el comienzo de una contraseña. La voz de Junmyeon le vino a la mente con el consecuente sermón: «si los matas no puedes interrogarlos». Maldito él, maldita su compasión y maldita su coherencia.
El principio de la contraseña era un verso de un poema confuciano recogido en los Cinco Clásicos, y rápidamente redujo las posibilidades al libro de las odas, el Shijing. Pero ese libro estaba compuesto por una recopilación de 305 poemas y Trueno nunca había sido muy aficionado a la lectura, aunque como niño soldado, los había tenido que estudiar y memorizar durante su infancia.
Cerró los ojos y se concentró para explorar toda la información que almacenaba en su mente. Repitió el comienzo del poema cinco veces seguidas hasta que le salió la segunda parte y conectó de nuevo con el avión para responder. Durante una fracción de segundo, temió equivocarse, pero se sintió aliviado en cuanto el piloto le reveló su posición y pidió permiso para aterrizar. Trueno se lo concedió y respiró hondo.
En ese momento estalló una explosión en el campamento que hizo retumbar el suelo. Mientras él estaba en la torre de control, Junmyeon tenía que ocuparse de entretener a los otros guardias siguiendo el plan que habían trazado. Esa explosión no era buena señal. Trueno vio soldados arder desde la cristalera de la torre de control y, en medio de la confusión, reconoció a Junmyeon luchando espalda contra espalda con alguien que, por su apariencia, debía haber sido un prisionero hasta ese momento.
Junmyeon lo había liberado, a él y a dos personas más que estaban intentando huir.
Trueno supo que su oportunidad de volver a la civilización se había ido al garete antes siquiera de salir de la torre y ser testigo del avión alejándose al ver el panorama que había en el campamento.
No iban a volver.
Junmyeon lo había echado todo a perder.
Le buscó entre la confusión con la intención de pagar su ira contra él, pero varios mercenarios se interpusieron en su camino, así que tuvo que aniquilarlos primero para poder llegar hasta su objetivo. Una vez quedó libre, buscó de nuevo a Junmyeon y le encontró adentrándose en el bosque con los otros hombres, de modo que los siguió.
El grupo estaba siendo perseguido por algunos mercenarios. Cuando Trueno les dio alcance, sacó el cuchillo que llevaba oculto en su bota y le rajó la garganta con precisión al que iba en último lugar. Antes de que sus compañeros pudieran girarse para presenciar lo ocurrido, Trueno ya había cogido la metralleta del mercenario y abrió fuego contra sus compañeros mientras corría para protegerse de las balas que le devolvían aprovechando los árboles como escudos. Un grupo de mercenarios no tenían nada que hacer contra un ejecutor.
No le llevó demasiados minutos alcanzar al grupo de Junmyeon y, para cuando llegó, éste ya le esperaba apuntándole con el arco y una flecha que él mismo le había enseñado a fabricar y que ahora se arrepentía de haberlo hecho.
-Antes de que nos matemos, déjame explicártelo -pidió Junmyeon.
-No tengo nada que entender salvo que hemos desaprovechado nuestra única oportunidad de salir por tu capricho.
-Salvar vidas nunca es un capricho. Matarlas, en cambio, sí que puede serlo.
Junmyeon había salvado a un total de dos personas. Un hombre mayor que parecía enfermo y uno de mediana edad que antes de acabar allí debía haber sido sumamente atractivo. Ambos vestían con ropas sucias y desgastadas y estaban cansados por la huida. El hombre que había luchado junto a Junmyeon espalda contra espalda en el campamento había muerto para permitirles huir.
-Hay otra forma de salir de aquí, chico -dijo el hombre de mediana edad-. Escúchanos primero antes de ejecutarnos.
Trueno se quedó estático. El verbo que había empleado para referirse a quitarles la vida no era casualidad, estaba escogido a propósito. Los ejecutores nunca se referían a su trabajo como matar, sino como ejecutar para diferenciarse de asesinos ordinarios. Ese hombre sabía quién era él con sólo observarle.
-Parece que tengo mucho tiempo para escuchar historias. Será mejor que merezca la pena -dijo finalmente y dejó de apuntarlos. Junmyeon también bajó su arco.
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28 Junio 2015
-No te la jugué. Yo también tenía mi propia misión y no podía irme sin acabarla, eso es todo -rebatió Junmyeon.
-Por tu culpa perdimos nuestra oportunidad de salir de allí y tuvimos que quedarnos tres meses más.
-Y me lo hiciste pagar muy caro.
Los duelos de mirada con Junmyeon nunca eran fáciles de ganar, no cuando en el fondo sabía que tenía razón y que su postura era la correcta. No es que Jongdae fuera orgulloso, pero durante toda su vida había tenido unos ideales que Junmyeon se encargó de derribar con cada una de sus flechas.
-¿Qué pasó después de eso? -intervino Tao al percatarse de la tensión que de repente había en el ambiente.
-En nuestra primera infiltración al campamento, me capturaron y me tuvieron preso durante una noche. Antes de interrogarme de forma poco diplomática, me tuvieron encerrado en una jaula junto a los otros presos que tenían allí. Entre ellos había un hombre que yo pensaba que estaba muerto. No tuve oportunidad de hablar con él, pero después de verle, no pude dejarle allí. Por salvarlo, no pudimos escapar en el avión de cargas como habíamos planeado, pero este hombre sabía que había un submarino japonés de la Segunda Guerra Mundial que había sido arrastrado por las corrientes y debía estar oculto en alguna parte de la isla. Si conseguíamos hacerlo funcionar, entonces podríamos volver.
-Si era un prisionero, ¿cómo sabía lo del submarino? -cuestionó Tao, completamente intrigado.
-Porque el doctor Lu llegó a esa isla buscando lo que contenía el submarino.
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02 Junio 2013
-¿Y te parece razón suficiente? -cuestionó Trueno después de escuchar su historia-. Me da igual lo que signifique para ti ese hombre, ¡teníamos un plan! Habíamos hecho un trato y tú lo has roto. No voy a cometer el mismo error de confiar en ti dos veces. ¡Si quieres morir tratando de protegerlos, adelante! Pero no cuentes conmigo. Saldré de esta isla por mí mismo.
-Jongdae, por favor, no estás siendo razonable. -Junmyeon le cogió del brazo para tratar de detenerle.
-¡No me toques! -Se zafó bruscamente-. Si vuelves a hacerlo te juro que te dispararé.
-Lo siento. -Junmyeon alzó las manos en señal de disculpa-. Siento mucho haber actuado a tus espaldas, pero no tenía elección. Él fue uno de mis mentores. Le debo lo que soy.
-Desde el principio debí haber ido por mi cuenta -se lamentó-. No te entrometas en mi camino, porque si alguno de vosotros se convierte en un obstáculo para mí, no dudaré en ejecutaros.
Todo el mundo sabía, incluido el propio Trueno, que cumpliría con su amenaza. Lo que no comprendía el ejecutor era por qué no lo hacía en ese preciso momento en lugar de amenazarlos. Estaba tan frustrado por todo lo ocurrido que ni siquiera quería pensar en ello. Se dio media vuelta y se adentró en el bosque para perderse de vista y perderlos a ellos. Necesitaba estar solo, sopesar sus posibilidades y trazar un nuevo plan.
No iba a quedarse en esa isla. Mucho menos iba a morir en ella.
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28 Junio 2015
-Durante los días siguientes estuve pendiente de lo que sucedía con los mercenarios en la base militar, porque nos habíamos cargado a un buen número de su pelotón. Si venían a por ellos para abandonar la isla o si traían refuerzos, sería mi oportunidad para infiltrarme y hacerme con el control del avión o del barco -explicó Jongdae-. O eso pensé. Tal y como predije, llegaron refuerzos, sólo que no quien yo esperaba. Un helicóptero paró dos minutos escasos sobre la plataforma de aterrizaje para dejar en tierra a uno de los ejecutores que el hipnotizador había hecho suyo. En ese momento me di cuenta de que el misil que nos dispararon no era para matar a las personas que escoltábamos hacia Shanghái, sino para acabar conmigo. Y como había sobrevivido a la caída y los mercenarios no habían conseguido matarme, decidieron mandar a alguien capacitado para asegurarse de que lo hacía.
-Pero no tiene sentido -opinó Tao-. ¿Por qué tomarse tantas molestias para matarte cuando pudo haberlo hecho en su momento? Si pudo hipnotizarte, te tenía completamente indefenso ante él.
-Eso mismo pensé yo -respondió con una sonrisa-. Al verle, me marché rápidamente. Como ejecutor, era evidente que daría con el rastro del grupo de Junmyeon fácilmente, así que me adelanté a él y preparé una emboscada antes de que los alcanzara. No podía ejecutarlo sin más, necesitaba obtener respuestas. Y lo conseguí. Resulta que yo no había sido el único ejecutor que Jung Jihoon había recuperado después de que el hipnotizador diera con nosotros. Igual que hiciera conmigo, le dio una misión para corregir su error por haber fallado ante el hipnotizador, y esa misión era matarme. Padre decidió que ya no le era útil y ordenó eliminar mi existencia.
-De ahí toda tu venganza posterior… -murmuró Tao con entendimiento.
-Lo que ni Jung Jihoon ni el ejecutor sabían, es que yo también estaba en la isla -continuó Junmyeon con el relato-. A pesar de las trampas que había colocado, Jongdae estaba en desventaja porque no iba igual de armado que él. Cuando escuché el ruido de los disparos, dejé al doctor Lu y al doctor Volkov a salvo, y fui en su ayuda. Maté al ejecutor y me llevé a Jongdae.
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05 Junio 2013
-Esto me pone nostálgico. Me recuerda a los exámenes que Padre nos hacía anualmente para que sobrevivieran sólo los más fuertes -dijo el ejecutor, que como él, no tenía ningún nombre.
Estaban caminando en círculo completamente en alerta, como depredadores preparándose para su combate, estudiando los movimientos de su adversario a la espera de su oportunidad para saltar a la yugular.
-Siempre me quedé con las ganas de enfrentarme a ti y heme aquí ahora -dijo con una sonrisa de satisfacción-. Cuando Padre me ofreció la oportunidad de corregir mi error ejecutándote, fue como si me hubiera hecho el mejor de los regalos.
-Mientes. Te envía el hipnotizador.
-Padre me salvó y me perdonará cuando le lleve tu cabeza.
-¡Mientes!
Trueno se lanzó a por él cuchillo en mano porque se habían quedado sin balas. En el cuerpo a cuerpo le llevaba ventaja porque nunca había sido la especialidad de Trueno, pero eso no quería decir que no supiera algunos trucos. Precisamente porque no era bueno en el combate físico, había aprendido algunos movimientos que vencían a su rival rápidamente sin necesidad de prolongaciones. Trueno trató de inmovilizarle con su cuerpo para hacer presión en las venas de su antebrazo con el fin de causarle un trombo que le provocaría un ataque al corazón en quince segundos. No obstante, el ejecutor era más diestro que él y se deshizo de su bloqueo antes de que pudiera ejercer la presión el tiempo suficiente. Tras eso, Trueno tuvo que rodar para no acabar con el cuchillo clavado en el pecho y se puso en pie pero no lo suficiente rápido como para esquivar la patada en la cabeza que le volvió a tirar al suelo. Se le sentó encima entonces y le clavó el cuchillo en la espalda, en un punto donde no sería letal porque no quería darle una muerte rápida. Trueno gritó por el dolor repentino.
-Nunca he entendido qué veía en ti, aparte de tu puntería no sirves para nada. Padre no necesita a ejecutores como tú.
Le acuchilló una vez más y Trueno volvió a gritar. Le tenía inmovilizado contra el suelo y él no tenía la fuerza ni la destreza suficiente para romper el bloqueo como había hecho el otro ejecutor anteriormente. Iba a continuar apuñalándole las veces que hicieran falta hasta acabar con él.
-Un buen ejecutor no disfruta de la muerte de su objetivo -dijo con las pocas fuerzas que le quedaban- porque no siente nada cuando ejecuta. Tú no eres más que un vulgar asesino.
Eso, para cualquier ejecutor que se preciara, era el peor de los insultos. Pero también era una verdad como un templo de grande. Trueno no disfrutaba ejecutando, simplemente era su trabajo, su propósito en la vida. Y si ya no podía cumplirlo, entonces el único destino que le quedaba era la muerte, aunque no le hiciera ninguna gracia que la mano ejecutora fuera la de un vulgar asesino.
No llegó a sentir la tercera puñalada porque unas flechas de madera cortaron el aire y acabaron clavadas en el cuello del ejecutor. Dos para ser exactas. El peso muerto cayó sobre él, pero en seguida fue liberado de ello. Junmyeon debía haber escuchado los tiros previos o sus gritos y había vuelto para ayudarle.
-¿Estás bien? -preguntó en lo que le ayudaba a ponerse en pie. Se pasó un brazo por los hombros y le sostuvo de la cintura como el primer día que llegaron a la isla y tuvieron que huir de sus perseguidores desde el avión hasta el río.
Trueno no respondió y Junmyeon no perdió más tiempo. Le condujo hacia el nuevo escondite en el que había dejado a los doctores y le atendió de inmediato. Pero Trueno perdió el conocimiento debido a la cantidad de sangre que había perdido.
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10 Junio 2013
-¿Cómo te encuentras hoy?
Hacía cinco días desde su enfrentamiento contra el otro ejecutor. Junmyeon se había quedado con el botiquín que Trueno robó para él el día que le salvó del campamento y lo había estado usando para tratar las heridas en su espalda. Todo lo que había hecho Trueno en ese tiempo fue descansar y comerse la comida que Junmyeon le traía y que su estómago toleraba, porque se le había cerrado de tal forma que apenas digería alimento alguno.
Tampoco importaba mucho.
Al ver que de nuevo no iba a obtener respuesta, Junmyeon se sentó a su lado y le acercó el pescado que había asado en la hoguera que había preparado después de pescar. No es que hubiera gran variedad en el menú, pero al menos tenían algo que llevarse a la boca todos los días. Trueno lo aceptó pero no se lo comió de inmediato, por lo que Junmyeon soltó un suspiro de resignación.
-Hay una manera de salir de aquí -le recordó-. El doctor Lu y el doctor Volkov llegaron a esta isla buscando un submarino japonés de la Segunda Guerra Mundial que acabó siendo arrastrado por las corrientes marítimas a algún punto del interior de la isla. No tuvieron tiempo de investigar a fondo porque los mercenarios los encontraron y los capturaron. Si hallamos ese submarino, estoy seguro de que podré ponerlo en funcionamiento y saldremos de aquí.
En la mente de Trueno se formularon una serie de preguntas que en seguida desechó porque realmente no importaba. Ya no. Daba igual porque aunque saliera de la isla, lo único que le esperaría a su vuelta eran más intentos de asesinato por parte de otros ejecutores enviados por Padre. Quizás su destino había estado decidido desde el principio, tal vez en la misión de infiltración sólo le había utilizado como señuelo para atraer al hipnotizador. Su vida había acabado en el mismo momento en que falló.
-Pero voy a necesitar tu ayuda.
Trueno le miró sin ocultar el vacío infinito que albergaba su alma. Junmyeon era, posiblemente, la persona más extraña que había conocido en toda su vida. Sabía quién era y de lo que era capaz, y aun así no sólo le había salvado dos veces sino que además le pedía su ayuda cuando era evidente que podía apañárselas bien solo.
Los doctores estaban cenando también al cobijo de la hoguera en el interior de la cueva que habían convertido en su morada habitual. El doctor Volkov era un hombre mayor y no podía seguir su ritmo, así que esos días le habían estado dejando en la cueva para cuidarlo en lo que el doctor Lu y Junmyeon salían en busca del submarino y de comida.
-No necesitas mi ayuda. Yo también sé hablar ruso. He escuchado todas vuestras conversaciones -le reveló.
A pesar de que cada uno de ellos tenía una nacionalidad distinta, hablaban en ruso porque habían creído que sería el idioma menos probable entre el chino, el inglés y el ruso que Trueno conocería. Y habrían acertado de no haber tenido Trueno curiosidad por la lengua y haberla estudiado por su cuenta en sus primeros años de libertad.
El doctor Volkov no confiaba en él por ser un ejecutor y le daba igual si los suyos le habían abandonado; todo cuanto tuviera relación con la Hanjae no era de fiar para él. Trueno estaba muy seguro de que habría intentado matarlo de no haber estado él consciente todo el tiempo, porque podía leer sus intenciones claramente pero le tenía el miedo suficiente como para no acercarse a él. El doctor Lu, por el contrario, estaba a favor de Junmyeon en mantenerlo con vida por si le necesitaban en el futuro. Por la familiaridad con la que hablaban, debía ser cierto que el doctor Lu había sido el mentor de Junmyeon, aunque Trueno no sabía qué le habría enseñado exactamente.
-Vaya, eso es un poco embarazoso… -murmuró Junmyeon-. Entonces sabrás que no tengo ninguna intención de abandonarte aquí.
-Sí, lo que no entiendo es por qué. Te he utilizado a mi favor, te he amenazado y sabes perfectamente que yo no haría lo mismo por ti. Ni siquiera me debes nada.
-Lo sé -dijo con una pequeña sonrisa-, pero tú y yo somos muy diferentes. Ya había escuchado hablar sobre ejecutores antes de conocerte, pero nunca me había topado con uno. Seguramente piensas que tu vida se ha acabado ahora que ya no le eres útil a vuestro padre, pero estás muy equivocado. Porque tu vida empieza ahora, Jongdae. Cuando salgamos de esta isla podrás ir a donde quieras, hacer lo que quieras. Empezar de cero bajo la identidad que prefieras. Eres un hombre libre, siempre lo has sido, porque en realidad no hay nada que te ate más allá de tu propia creencia de que no eres libre.
Junmyeon se levantó con la intención de alejarse de él para que reflexionara en sus palabras.
-Junmyeon -le llamó antes de que se marchara-, ¿quién eres en realidad?
Antes de responderle, mostró una de sus características sonrisas amables.
-Si te lo dijera, tendría que acabar contigo al salir de esta isla -repitió las mismas palabras que le dijo el primer día después de salir del río.
Y aunque sonreía, Trueno supo que era verdad.
-Entonces no me lo digas -le dio su misma respuesta.
A pesar de todo, Trueno no quería morir.
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Hasta nuestro primer intento fallido de huida, habíamos actuado bastante por libre porque no confiábamos el uno en el otro, y no se puede decir que después mejorara la situación, pero comprendimos que la única forma de salir de allí era cooperando.
Cuando Junmyeon mató al ejecutor, la Hanjae envió a un grupo de asesinos de élite para acabar con nosotros. Para entonces ya sabían lo que sucedía y nos tenían fichados. Como intervinieron, pensé que Kim Donghwa era el responsable detrás de los actos, pero el día que lo matamos me dijo que no tenía nada que ver, así que hay algo que todavía no me cuadra. En teoría, Jung Jihoon se había desligado de la Hanjae y se había llevado a los ejecutores consigo, de ahí que lo consideraran un traidor y contrataran al hipnotizador para recuperar a los ejecutores y acabar con él. Pero Jung Jihoon debía seguir teniendo amigos dentro de la Hanjae que lo protegían y uno de ellos fue la persona que dio la orden de que dispararan el misil contra nuestro avión para que muriéramos o al menos cayéramos en esa isla.
Fuera como fuese, el grupo de asesinos de élite llegó a la isla. No eran ejecutores pero estaban a nuestro mismo nivel. Ellos dieron conmigo y con el doctor Volkov mientras el doctor Lu y Junmyeon encontraban el submarino. Para poder escapar, dejé al doctor Volkov atrás y huí lo más rápido que pude. Cuando encontré el submarino, éste estaba en llamas y Junmyeon lo estaba contemplando desde la playa.
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13 Junio 2013
Trueno no estaba seguro de haberlos despistado pero no iba a pararse para comprobarlo. Todavía estaba débil debido a las puñaladas del ejecutor, pero había corrido todo el tramo sin descansar. La noche anterior habían montado su refugio cerca del lugar donde debía estar encallado el submarino, y tan cerca estaba que el humo del fuego terminó por indicarle el camino.
Las corrientes submarinas debían haber arrastrado el submarino hasta el mismo corazón de la isla y lo había dejado estancado entre dos grandes formaciones de rocas en el centro de lo que parecía ser un gran lago. Por el mapa mental que tenía Jongdae de la isla, estaban bastante alejados de la base de los mercenarios coreanos.
El humo que había visto lo estaba produciendo el submarino al quemarse. Junmyeon lo estaba contemplando desde la playa, sentado en la arena con los codos apoyados en sus rodillas flexionadas.
-¡Junmyeon! -le llamó en lo que se acercaba a él, incrédulo ante el espectáculo que presenciaba-. ¿Qué ha pasado?
-Lo siento -murmuró-, no he tenido otra alternativa.
Días atrás, Trueno se habría sentido furioso por haber vuelto a estropear su única oportunidad de escape, pero Junmyeon parecía afectado por lo que acababa de hacer; era la primera vez que le veía tan abatido, sin brillo en su mirada.
-¿Dónde está el doctor Lu?
Junmyeon no tuvo que decir nada, su mirada clavada en el submarino habló por él. A Trueno se le ocurrieron muchas conjeturas al respecto, pero eso no era lo importante en ese momento.
-No hay tiempo para lamentarse -dijo y le obligó a ponerse en pie de un tirón del brazo-. La Hanjae ha enviado a un escuadrón de asesinos profesionales a matarnos. El humo los traerá, así que tenemos que largarnos de aquí lo más rápido posible.
-¿Han matado al profesor Volkov?
-No lo sé, no me paré a mirar. Posiblemente. Están armados y son…
No pudo terminar la frase porque un tiro los alertó de que habían sido encontrados. Echaron a correr por la playa en dirección opuesta y en seguida se adentraron en el bosque para no estar en un lugar abierto.
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Nuestras opciones para escapar se habían reducido a cero y durante un mes, estuvimos jugando al juego de la supervivencia con el grupo de asesinos de élite. Al final ganamos, evidentemente. Hicimos que mandaran un mensaje para confirmar nuestras muertes antes de eliminar al último de ellos y después nos quedamos solos hasta septiembre, que encendimos la fogata que teníamos preparada para cuando viéramos pasar a un barco pesquero lo suficientemente cerca como para que viera el humo.
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15 Julio 2013
Junmyeon destrozó el transmisor contra una roca después de que hubieran mandado el mensaje y Trueno le rompió el cuello al último de sus enemigos, que se sumó a los otros dos cadáveres en el suelo porque al resto ya los habían ido eliminando poco a poco. Estaban exhaustos, heridos y sin opciones para salir de allí, pero habían ganado. La Hanjae y Jung Jihoon los creían muertos, así que no iban a mandar a nadie más para asesinarlos.
Se miraron a los ojos y quizás fue el impulso del momento por el júbilo de sentirse a salvo por fin, pero sus cuerpos se atrajeron como imanes y en el choque de sus bocas liberaron toda la tensión que habían estado acumulando desde que habían llegado a la isla.
Se alejaron del escenario de la última batalla mientras sus manos se abrían paso por sus ropas manchadas de tierra y sangre en busca de piel que tocar. El agotamiento físico y mental fue sustituido por la energía nacida de la necesidad. Junmyeon no tuvo ninguna objeción a dejarse ensanchar por los dedos de Jongdae ni a ser penetrado por él en cuanto dilató lo suficiente para entrar. Fue sexo rápido y mecánico con una finalidad concreta: desfogarse. Terminaron agotados en el suelo y esa fue la primera noche que durmieron al aire libre sin ningún tipo de precaución por si alguien los acechaba en medio de la noche.
Estaban solos en la isla y a salvo por fin.
El día siguiente lo dedicaron a enterrar los cuerpos después de haberles quitado la ropa. Se quedaron con todo lo de valor que poseían, pero lamentablemente, no había nada entre sus pertenencias que les sirviera para regresar a la civilización. Decidieron montar su propio campamento en lugar de quedarse en el del grupo de asesinos de élite y terminaron de explorar la isla a fondo.
El sexo se volvió algo natural entre ellos, como parte de su rutina. Y aunque pasaban mucho tiempo en silencio, éste no era incómodo porque se habían acostumbrado a la presencia del otro del mismo modo que se habían acostumbrado a que el menú no variara de pescado y la poca fruta que había en la isla ya que no había animales salvajes.
A pesar de todo, llevaban la cuenta de los días y por eso mismo, Jongdae sabía que fue el 4 de agosto el día que decidió comenzar a utilizar ese nombre y dejar de llamarse a sí mismo Trueno ya que simbolizaban diferentes periodos de su vida. Y fue esa misma noche cuando se abrieron el uno al otro: Junmyeon le habló del proyecto Dos Lunas del que había sido partícipe y Jongdae le contó cómo había sido su vida primero como niño soldado y después como ejecutor.
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No puede haber mejor palabra para describir lo que éramos que niños soldados. Nos entrenaban para ser expertos en el arte del asesinato desde que tomábamos conciencia del mundo. A los diez años yo ya dominaba ocho tipos de artes marciales diferentes y sabía manejar una gran variedad de armas. Pero no sólo eso, también nos obligaban a aprender idiomas, nos nutrían de conocimientos informáticos, nos enseñaban a pilotar todo tipo de vehículos, a reconocer y crear tanto venenos como antídotos y, en general, a saber sobrevivir en cualquier medio. Y cada año, nos hacían luchar a muerte entre nosotros en combates de uno contra uno para subir de nivel y estar un paso más cerca de alcanzar nuestra meta, que no era otra que la de convertirnos en ejecutores. Más allá de eso no había nada, la única alternativa era morir. Por eso conceptos como la familia, la amistad o el amor no tienen ningún significado para nosotros. Lo único que importaba era hacerlo bien, ser leales a Padre, serle útiles. Y para ello estábamos dispuestos a hacer cualquier cosa. Nosotros no tenemos principios o moral, y no creemos en los términos bien o mal, sólo intereses.
Vivíamos al margen del mundo, pero a la vez formábamos parte de él. Nuestra realidad era, es, diferente. Nuestra propia interpretación de la economía, la política, la ciencia, la tecnología o los medios de comunicación es distinta.
Me convertí en ejecutor a los trece años, pero ya había manchado de sangre mis manos anteriormente en más de una ocasión. Conforme íbamos creciendo y se iban dando cuenta de cuáles eran las habilidades en las que resaltábamos, nuestro entrenamiento iba modificándose según el tipo de misión que fuéramos a desempeñar en el futuro. Yo reunía las cualidades para ser tanto un francotirador como un infiltrado, así que mi papel durante las misiones solía ser uno u otro. Le he quitado la vida a tanta gente que ni siquiera recuerdo sus rostros o sus nombres. Al principio llevaba la cuenta, luego me cansé.
Claro que cuando llegas a cierta edad empiezas a hacerte preguntas y a surgir dudas existenciales, pero no te atreves a pronunciarlas en voz alta por temor a las represalias. Nos hemos criado bajo la doctrina del miedo después de todo, aunque hay niños soldados que al convertirse en ejecutores y ganar cierta posición aparentemente privilegiada, se confían y olvidan el miedo, de la incertidumbre de si mañana continuarás viviendo, de la angustia permanente que supone vivir aterrorizado.
A mí me pasó.
Era el mejor en mi campo y por eso mismo me relajé. Pensé que el peligro había pasado para mí, que era invencible porque no había nadie a mi nivel. Entonces me topé con el hipnotizador.
En 2010, nuestro Padre se desligó de la Hanjae y les retiró el servicio de los ejecutores. Jung Jihoon había estado al cargo de nosotros porque la Hanjae le había puesto ahí, no porque él nos fundara ni nada parecido. Simplemente es el padre de nuestra generación, la de los niños nacidos entre 1985 y 1995. Pero los niños soldados comenzaron a formarse en el norte durante la época colonial, y tuvieron un papel importante en la guerra civil ejecutando a soldados rasos estadounidenses. Después de la división, los del norte continuaron formándolos y hoy en día son sus soldados y espías más eficientes. En el sur, por el contrario, la Hanjae tomó el ejemplo durante los años setenta, cuando la economía comenzaba a despegar y los dirigentes necesitaban que hubiera una élite de asesinos secretos que ayudaran a eliminar a aquellas personas que se convertían en obstáculos para sus propósitos. No obstante, no hay país que no tenga su propia versión de ejecutores.
Lo que nos diferencia a los ejecutores del resto de asesinos profesionales que puedan existir es nuestro entrenamiento, nuestra mentalidad y nuestro código. Tenemos una serie de normas, un protocolo a seguir cuando ejecutamos a alguien. Para nosotros, el asesinato perfecto se comete en tres segundos. Un segundo para acercarse, un segundo para atacar, un segundo para marcharse. No cogemos rehenes ni matamos a alguien que no sea nuestro objetivo a menos que sean testigos, en ese caso no podemos dejarlos vivos. Nos ocultamos en las sombras hasta el punto de volvernos invisibles para los ojos que no saben ver y no hacemos ruido para los oídos que no saben escuchar. Los asesinatos son sucios, lentos y ruidosos; las ejecuciones son limpias, rápidas e insonoras. Y no obtenemos ningún tipo de placer al hacerlo porque si no estaríamos matando en lugar de ejecutando. Lo importante de cumplir nuestra misión es que eso nos permitirá seguir viviendo un día más.
Pero no por ser un ejecutor eres invencible, porque cualquiera con un arma puede matarte al menor descuido. Y eso es lo que a mí se me olvidó.
El hipnotizador tenía un arma al que nunca antes me había enfrentado y me venció. Desde que padre se desligó de la Hanjae, comenzó a utilizarnos para sus propios fines en lugar de los fines de la organización, y eso muchas veces era ir en contra de ellos. En los últimos tres años he realizado muchas misiones de espionaje a gente que formaba parte del grupo y he ejecutado a muchos de ellos también. Por eso mismo, la alta esfera decidió tomar medidas drásticas para detenernos y contrató a este hipnotizador. Nos tendía trampas para capturarnos y poder usar su arma contra nosotros.
A mí también me capturó. Mi misión era, como otros tantos antes que yo, descubrir su identidad y eliminarle. Supongo que lo logré porque al final me atrapó, pero no lo recuerdo. Padre me salvó y me dio la oportunidad de que corrigiera mi error con otra misión diferente. Me infiltré en tu unidad para investigar a vuestro capitán con el objetivo de descubrir si pasaba información a Corea del Norte, pero no era más que una forma de mantenerme ocupado mientras hacía de señuelo para atraer al hipnotizador. Después de todo lo que he vivido en esta isla, ya no puedo volver a ser lo que era. Me han traicionado y, al hacerlo, me han liberado.
Sé lo que vas a decir y tienes razón, ahora podré ser quien quiera e ir a donde me plazca, pero no puedo hacerlo sin vengarme primero. Le he dedicado mi vida entera a ese hombre, yo creía en él, y en el fondo estaba dispuesto a morir por su causa si era necesario aunque mi prioridad siempre haya sido sobrevivir. Cuando el otro ejecutor llegó a la isla y me contó que Padre le había enviado para acabar conmigo… si no llegas a aparecer, me habría dejado matar porque ya no tenía sentido vivir.
Nos criaron para cumplir misiones; más allá de eso no había nada.
Nunca he tenido que preocuparme por el futuro porque siempre había una misión. Hay días en los que me aterra salir de la isla porque no sé qué haré después. Después de hacerle pagar su traición, quiero decir. Yo no tengo sueños ni expectativas como la gente común. No sabría a qué dedicar mi tiempo. Así que a menos que encuentre algo por el camino, mi destino será morir.
Y aunque digas que ahora te tengo a ti y el discurso que sé que tienes preparado, Junmyeon, ambos sabemos que no funcionará porque no comparto tu causa ni tenemos los mismos ideales.
Pero gracias por intentarlo.
Eres la segunda persona que me trata como a un ser humano en lugar de como a una máquina de matar. La primera fue otro niño soldado cuyo espíritu rebelde le obligaba a no conformarse con lo que teníamos, a preguntarse siempre el por qué de todo, y a querer indagar en busca de la verdad.
Pero Rayo se fue y yo continué con mi lucha por la supervivencia solo, porque al fin y al cabo, eso era lo único que podía hacer.
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28 Junio 2015
-Si salisteis de la isla en septiembre de 2013, ¿qué habéis estado haciendo todo este tiempo? -preguntó Tao después de escuchar los sucesos.
-Al principio cada uno se marchó por su cuenta -respondió Junmyeon tras compartir una mirada con Jongdae-. Teníamos asuntos pendientes que resolver, pero realmente nunca perdimos el contacto. Le prometí a Jongdae que no le dejaría solo en su cruzada, y aunque no me ha sido nada fácil que confíe en mí y no me deje al margen, aquí estamos -explicó con una sonrisa-. Al final resulta que nuestros caminos confluyen en el mismo punto, así que nos ayudamos mutuamente. Ha sido un proceso lento y laborioso de preparar, pero por fin estamos preparados para actuar activamente. Íbamos a atacar a Kim Donghwa justo después de matar a Jung Jihoon, pero Jongdae quería destruirlo por completo, así que lo hemos pospuesto hasta hace una semana. Yo me había infiltrado en el grupo de la policía que le estaba investigando y por eso pude intervenir directamente en el rescate de los chicos que entrenaba para convertirlos en futuros ejecutores.
-Si hubieran llegado a complementar su formación y a utilizar al hipnotizador para controlar su mente, habrían creado auténticas máquinas de matar y no simplemente una metáfora -añadió Jongdae.
-Insisto entonces, ¿por qué salvar a Kim Jongin? Es darle una oportunidad al hipnotizador para que lo encuentre y acabe lo que empezó -opinó Tao, que se había cruzado de brazos para dar más énfasis a sus palabras.
Junmyeon volvió a la carga con su discurso heroico y Tao estuvo encantado de rebatir hasta la saciedad. Jongdae puso los ojos en blanco antes de recoger la tetera y las tazas y llevárselas al fregadero para lavarlas. No iba a ser partícipe de esa conversación porque sería malgastar saliva inútilmente. Él conocía mejor que nadie lo testarudo que podían llegar a ser ambos en sus respectivas posturas, así que los dejó enfrentarse entre ellos sin entrometerse.
Había muchas diferencias entre su yo de ahora y su yo de dos años atrás si se paraba a pensarlo. Su mundo se había expandido considerablemente, ya no vivía simplemente para cumplir una misión, y eso tenía que debérselo exclusivamente a Junmyeon, que había tenido una paciencia infinita para demostrarle que podía llevar una vida diferente con miles de opciones a su alcance, lo cual era paradójico porque el propio Junmyeon había vivido para cumplir su propia misión también, pero su caso era distinto al suyo.
Y lo curioso era que Tao no parecía estar pasando por el mismo proceso de transición que vivió él. Había aceptado los cambios con total normalidad y parecía cómodo en su nuevo entorno. Más que la sensación de haber perdido el rumbo ahora que no tenía misiones, parecía aburrido, pero Tao era como un niño pequeño y en seguida encontraba alguna distracción. Jongdae le envidiaba en ese sentido porque no había tenido que enfrentarse a debates existenciales como él.
No obstante, a esas alturas tenía muy claro quién era, qué quería hacer y cómo lograr sus propósitos.
Era libre y dueño de sí mismo.
Continuará...
¿Quién esperaba que el especial fuera sobre Jongdae? Yo no xD, pero de repente encajaba bien con el transcurso de los acontecimientos y cuando estaba escribiendo la primera versión del fic, uno de los problemas que me encontré antes de decidir reeditarlo fue precisamente que no sabía dónde encajar el especial de Jongdae (ahora ya tengo la lista hecha para que no me pase lo mismo).
Sé que estoy tardando más de lo normal en publicar, pero este cuatrimestre está siendo horrible y también tengo problemas personales, así que mi tiempo para escribir es más reducido que nunca. Aun así, la historia continua pasito a pasito y yo quiero agradeceros de todo corazón a los lectores que esperáis por cada capítulo y que me escribís vuestras impresiones y ánimos.
¡Muchísimas gracias, de verdad! <3.