[EXO] Monstruos #06 (1/2)

Aug 30, 2014 18:41

Título: Monstruos
Fandom: EXO.
Parejas: Varias.
Resumen: Los monstruos habitan en la oscuridad de los corazones de las personas y nadie, absolutamente nadie, se libra de ello.
Advertencias: UA, yaoi, NC-17, tiempo no lineal.
Cronología: Pinchando sobre el título del fic iréis al masterpost donde encontraréis una cronología ordenada de los hechos.
Licencia: Monstruos #06 - (c) - lurque

En el capítulo anterior...

-Soy Zhang Yixing, del Seúl News -se presentó mostrándole su pase de seguridad.

-Saque la fotografía y no moleste al agente Park.

*
-Seguro que también tienes una suposición sobre ese algo del que me escondo, ¿verdad?

Luhan tragó saliva antes de responder.

-No es nadie con quien hayas hecho negocios porque éste sería el primer lugar en el que te buscarían -respondió sin elevar demasiado la voz-. Así que sólo se me ocurre un nombre...

-Dilo -le ordenó con la misma voz susurrante.

-Kim Junmyeon.

[...]

-Del mundo -acabó expresando con absoluto pesar-. El mensaje decía que aquí es a donde viene la gente que necesita empezar de cero. -Volvió a mirar a Xiumin-. Vaya a donde vaya terminarán encontrándome. Necesito protección. Por supuesto que no espero obtenerlo sin dar nada a cambio, pero ahora mismo no tengo nada que ofrecer salvo a mí mismo. Así que úsame como quieras, trabajaré de lo que haga falta, porque la única alternativa que me queda es suicidarme antes de que me encuentren.

*
-Tiene razón, disculpe. -Kyungsoo le miró con desconfianza-. Conocí a este hombre, venía a emborracharse con cierta frecuencia, pero hace mucho que no viene por aquí.

-¿Cuánto exactamente?

Kyungsoo meditó su mentira unos momentos, fingiendo que trataba de hacer memoria.

-Bastante. Más o menos desde el verano pasado diría yo.

[...]

-Te dije que no llamaras la atención -le reprendió sin demasiada energía-. La Hanjae sabe que estamos en Seúl. Me han encontrado hoy y ya ves el regalito que me han dejado.

-Algo habrás hecho -se la devolvió Tao mientras le ayudaba a ponerse en pie-. Sé que estás acostumbrado a trabajar solo, yo también, pero en esto estamos juntos -dijo mientras se lo llevaba a su dormitorio y le ayudaba a recostarse en la cama-. No tengo intención de interferir en tus asuntos, pero si sigues por este camino sólo conseguirás que te maten. No sé qué te pasó en esa isla, pero no eres el mismo desde entonces. Y todo lo que ha sucedido después de eso no sólo te afecta a ti, nos afecta a los dos. Así que deja de ir por tu cuenta porque no puedes enfrentarte tú solo a toda la organización.

*
-No digas esas cosas. Solamente nos hemos traído el trabajo a casa -contestó mientras terminaba de guardar los folios de la mesa en su correspondiente carpeta.

-¿Y qué quieres que piense sino? Estáis haciendo aquí trabajo que fácilmente podríais hacer en la oficina con vuestras pizarras y recreaciones de escenarios -dijo tranquilamente mientras sacaba de la nevera la comida que Kyungsoo había dejado guardada para la cena de Junmyeon y que éste no había ingerido.

-Baekhyun es psicólogo criminal y le encanta analizarlo todo -le explicó a Chanyeol, quien le miró interesado.

-También soy la niñera de estos dos a tiempo parcial -añadió con una sonrisa juguetona-. Como Kyungsoo venga mañana y vea que no te has comido lo que te preparó se enfadará.

[...]

-Sé que lo sabes -dijo con una pequeña sonrisa-, y también sé que sabes que las cosas son tan complicadas como nosotros queremos que lo sean -añadió, repitiendo las palabras que habían dejado una huella tan profunda en él aquella noche en la discoteca. Baekhyun invadió su espacio personal lentamente y se mordió los labios como proyección de lo que estaba pasando por su mente-. A veces, lo que nos gustaría hacer es lo contrario de lo que tenemos que hacer y por eso no lo hacemos -dijo, cambiando de orden las palabras de Chanyeol-. Pero yo soy de los que prefieren arrepentirse de algo que hizo que de algo que no hizo.

*

| MONSTRUOS |

Capítulo 6
Quién fui y quién quiero ser

01 Julio 2013

Volver al principio había sido una idea estúpida nacida de su profunda desesperación. Esperaba que regresando al lugar del accidente hallaría algo, tal vez un fogonazo repentino que desbloqueara el acceso a sus recuerdos. Mas no se produjo.

Hacía poco menos de tres años que había despertado en la cama de aquel hospital, con la cabeza vendada y el cuerpo magullado. Reconocía las formas a su alrededor: sabía que estaba tendido en una cama, conectado a una máquina que controlaba su pulso y dedujo que las personas con batas blancas que le rodeaban eran médicos. Recordaba los nombres de los objetos pero no tenía ni idea de quién era él y a pesar de eso, debía acatar normas que no entendía y pagar por errores que no se acordaba de haber cometido. Se frustraba y se irritaba con facilidad, por eso tendía a aislarse del mundo, especialmente para no ver el sufrimiento de los que se suponía eran su familia, pero no era fácil sentirlos de esa manera cuando no tenía recuerdos de ellos y, por tanto, tampoco lazos afectivos.

Yixing se sintió solo y perdido durante mucho tiempo, hasta que poco a poco, fue familiarizándose con el mundo que le rodeaba y tomando las riendas de su vida. Eso le había conducido de vuelta a Corea, a Seúl, la ciudad en donde se desvaneció su identidad. Y hacerlo le estaba suponiendo perder lo poco que tenía en el presente, porque sus padres se habían negado a que lo hiciera, especialmente su madre, pero Yixing se había marchado por su cuenta finalmente.

Y ahí estaba ahora, delante de un local llamado Two Moons que parecía estar en reformas por los obreros que entraban y salían transportando materiales de construcción. Yixing se sentó en la acera de enfrente y sacó la cajetilla de tabaco para coger uno y llevárselo a los labios. Aunque su mente no recordara que antes fumaba, su cuerpo sí tenía constancia de ello y el mono se lo había hecho pasar muy mal hasta que lo calmó con el primer cigarrillo.

Se lo encendió y se dedicó a contemplar su alrededor con calma absoluta. Había un gran descampado tras él que la gente utilizaba como aparcamiento, y alrededor del Two Moons, había otros edificios de no más de dos plantas que parecían estar cerrados, aunque no podía estar seguro a simple vista porque tal vez sólo abrieran por la noche. En todo el rato que llevaba ahí, no pasó ningún coche por esa carretera.

Vio salir a un tipo vestido con traje junto con el que parecía ser el jefe de los obreros, quien señaló hacia la furgoneta que estaba detenida delante del local; seguramente le estaba comentando algo sobre los materiales. Durante la conversación, el hombre trajeado reparó en su presencia y Yixing le miró fijamente mientras fumaba. Cuando su charla terminó, dejó que el obrero siguiera con lo suyo y cruzó la calle para acercarse a él.

-Perdona, ¿me das fuego?

No esperaba que se acercara sólo para eso, pero sacó su mechero y se lo prestó para que se encendiera el cigarrillo que acababa de sacar.

-¿Qué haces por aquí, Lay? -le preguntó para su sorpresa mientras le devolvía el mechero-. ¿Rememorando el pasado?

No sólo su nombre, sino la última pregunta hicieron que todas sus alarmas se disparasen. Yixing frunció el ceño con desconfianza, pero continuó fumando sin mostrar lo nervioso que se había puesto de golpe. Sabía que se apodaba Lay porque Yifan se lo había contado en su momento, aunque pensaba que era algo entre ellos nada más.

-Algo así -respondió de forma neutra.

-Hacía mucho que no te veía. ¿Qué tal todo? -continuó hablando en un falso tono amistoso.

-No me quejo. -Lanzó la colilla lejos de ellos y se levantó para estar a la misma altura que el otro hombre, comprobando de esa manera que era un poco más alto que él-. ¿Y tú? ¿Estás de reformas? -cabeceó hacia el edificio.

-Sí, quiero abrirlo para el mes que viene, pero a saber, porque no paran de surgir contratiempos -respondió con resignación, mirando hacia su local.

-¿En qué lo vas a convertir? -preguntó con curiosidad.

-Seguirá siendo una discoteca, aunque con un poco más de clase -dijo con una sonrisa enigmática.

-Me gusta el cartel de las dos lunas.

Sobre la puerta había un gran cartel con la mitad de ambas lunas y en medio, con letras de neón, podía leerse claramente el nombre del club.

-¿Sabes lo que representa?

-Sorpréndeme -le retó.

-Se trata de un espejo: una luna y su reflejo. Lo que vemos de los demás y el yo verdadero. Los dos mundos: el exterior y el interior -explicó mirando con orgullo hacia su cartel.

-No se me habría ocurrido -respondió con sinceridad.

-No tienes ni idea de quién soy, ¿verdad, Lay? -cuestionó divertido.

-El dueño del local -respondió encogiéndose de hombros.

-Me llamo Xiumin. Nos conocimos hace unos tres años aquí mismo, en esta calle.

-¿Nos conocimos estando de fiesta? -se aventuró a preguntar.

-Se podría decir que sí, pero no es tan sencillo. -Xiumin se terminó su cigarrillo, lo tiró al suelo y lo pisó contra el asfalto-. Entremos, podemos echar un billar mientras hablamos.

No esperó respuesta por su parte y se adelantó hacia el interior del edificio. Yixing se lo pensó unos instantes; tenía la sensación de que estaba a punto de descubrir algo sobre sí mismo que no le iba a gustar, pero precisamente por eso había ido a Corea, para averiguar quién había sido y poder decidir quién ser a partir de entonces.

Le condujo hasta la parte de atrás mientras esquivaban a los obreros que trabajaban en el interior, hacia una habitación lo suficientemente espaciosa como para tener una barra de bar, un sofá que ocupaba una pared entera y un billar al fondo. Había un hombre sentado en la barra con algunos papeles delante de él que se giró para mirarles cuando entraron. A Yixing le impactó su atractivo a pesar de vestir mucho más informal que su jefe: unos vaqueros caídos, una camiseta negra de tirantes y una camisa remangada y sin abrochar a cuadros blancos, celestes y azules oscuros.

-¿Te gusta? -preguntó Xiumin con una sonrisa al darse cuenta de que se le quedaba mirando. El otro hombre también sonrió.

-Esto no forma parte de la discoteca, ¿verdad? -desvió el tema de conversación.

-No, esto es mi despacho.

-Pues qué bien te lo montas -comentó mientras ojeaba su alrededor-. Yo pondría ahí una pecera -opinó señalando la pared de la derecha.

-No es mala idea -respondió Xiumin después de observar pensativo el lugar.

Yixing sentía que se había metido en la boca del lobo, pero ya era tarde para echarse atrás. Sin embargo, la presencia del hombre atractivo le tranquilizaba.

-¿Te molestamos si nos ponemos a jugar al billar? -preguntó Xiumin mientras cogía los palos.

-No. Podéis hacer como si no estuviera -respondió y volvió la vista a los papeles que tenía delante.

Xiumin sonrió complacido y le tendió su palo. Después colocó las bolas sobre la mesa para dar comienzo al juego.

-Tú primero.

Desde que despertara en la cama de aquel hospital, Yixing no había jugado una sola partida de billar, sin embargo, su cuerpo se movió por instinto: se inclinó sobre la mesa, apuntó con el palo y lanzó un tiro limpio y preciso que logró meter una bola rallada en la esquina superior derecha. Ya había comprobado en muchas ocasiones que a pesar de que no podía acceder a sus recuerdos almacenados en su cerebro, todo cuanto su cuerpo había aprendido continuaba estando presente en él: sus habilidades con el piano y la guitarra, su adicción al tabaco, sus movimientos de baile, y ahora también sus dotes para jugar al billar.

-No está mal.

-No, nada mal -murmuró sorprendido como cada vez que descubría algo nuevo sobre sí mismo.

-Has metido una bola, así que tienes que tirar otra vez. Vas con las rayadas -explicó las normas básicas del juego.

Yixing asintió y se cambió de lugar para tener un mejor ángulo de tiro.

-Dime, ¿cómo es?

-¿El qué? -preguntó mientras volvía a tirar.

-Hacer las cosas por intuición, no recordar nada, ya sabes.

Yixing no pudo evitar llevar la mirada al chico de la barra, quien parecía completamente absorto en sus documentos. Xiumin estaba apoyado en su palo y le observaba interesado, sin perderse un sólo detalle de su rostro.

-Te acabas acostumbrando -dijo con simpleza, encogiéndose de hombros.

-Yo no vi tu accidente, ya me había ido para cuando ocurrió -explicó y disparó la bola blanca hacia una de color-. Supe lo qué te había pasado por Kris.

-¿Y qué es lo que te dijo exactamente? -cuestionó frunciendo el ceño con desconfianza.

-Que ya no volveríais a comprarme.

-¿Comprarte el qué?

-Caramelos, no te jode. -Rió con burla-. Droga, ¿qué sino?

-¿Te comprábamos...? -no pudo acabar la frase por la impresión.

-Oh sí, y cantidades nada desdeñables. -Sonrió, aparentemente divertido con el tema-. Te toca -le indicó, cabeceando hacia el billar.

Yixing aprovechó su turno para concederse a sí mismo unos segundos en los que poder procesar el reciente descubrimiento y poder procesarlo. Tiró sin apuntar, de modo que no logró meter ninguna bola.

-¿Me metía? -preguntó finalmente.

-No lo sé -admitió Xiumin-. No erais como los demás, dabais el dinero por adelantado; con vosotros estaba seguro, por eso siempre os guardaba lo mejor.

-¿Qué hacíamos con la droga?

-No me puedo creer que Kris no te haya contado nada de esto. -Se echó a reír tras haber vuelto a tirar y lograr haber metido dos bolas de las de color-. ¿Qué pasa? ¿Ya no sois tan amiguitos?

Al contrario que él, Yixing estaba muy serio. No le importaba las burlas del otro hombre, pero volvía a molestarle que todos supieran sobre él menos él mismo. Se sentía en desventaja y ni siquiera sabía qué responder.

-Es evidente que ya no es así -respondió sin demasiada amabilidad-. ¿Vendíamos?

-Sí, aquí mismo, en el Two Moons cuando lo llevaba el anterior dueño -contestó sin perder la sonrisa, sin lugar a dudas pasando un buen rato a su costa-. Ahora es mío.

-¿Y cómo ha acabado un camello dirigiendo un local tan impresionante como este? -preguntó entornando los ojos con desconfianza.

-Ahorrando mucho y sabiendo negociar.

Se hizo el silencio mientras continuaban jugando. Yixing estaba sumergido en sus pensamientos pero no falló ninguna jugada más. De vez en cuando miraba de reojo al tipo de la barra, que no parecía estar prestándoles la menor atención aunque dudaba de que fuera así.

-¿Y qué haces ahora? ¿A qué dedicas tu vida? -quiso saber Xiumin.

-No estoy muy seguro de ello... -murmuró.

-Entiendo. -Sonrió mientras apuntaba a la bola roja y tiraba-. Me sorprendió mucho descubrir que proveníais de familias adineradas, ¿sabes? Me pregunté, ¿por qué dos niños de papá con un gran futuro por delante se dedicarían a vender droga? Es curioso cuanto menos, ¿no te parece?

Yixing guardó silencio y le miró detenidamente; al tipo parecía gustarle alardear de la información que tenía en su posesión y que los demás desconocían, así que esperó a que se lo contase por sí mismo.

-¿Quieres saber lo que me contestó el cabrón de tu amigo cuando le pregunté? -Sonrió con sorna-. Porque podemos, me dijo. Así de simple. Podíais hacer lo que os diera la gana y lo hacíais. Estabais tan aburridos de vuestra vida de lujo y comodidades que buscabais emoción en el peligro. ¿Y sabes qué, Lay? Mientras que para vosotros era una forma de matar el aburrimiento, para mí era el modo en que me ganaba la vida.

Gradualmente, Xiumin había ido perdiendo su sonrisa hasta que su semblante se volvió peligrosamente serio. Las alarmas de Yixing volvieron a dispararse y sintió que era el momento de marcharse, pero necesitaba hacerlo con disimulo porque no sabía de qué era capaz ese tipo ni qué pretendía realmente habiéndole hecho entrar.

-Y aun así, te venía genial que ese fuera nuestro pasatiempo, ¿no es así? Porque te dábamos el dinero por adelantado -contestó con osadía.

-Sí, es cierto. Solía pensar: menos mal que estos niñatos me compran, gracias a ellos tengo algo que llevarme a la boca.

Yixing comprendía el desprecio de Xiumin por ellos, era la gran injusticia del mundo: unos tenían tanto y otros tan poco. La envidia consecuente y el rencor natural.

-Pues a pesar de todo mi dinero, no hay forma de que me arreglen la cabeza -dijo con amargura-. Tú sabes quién eres y has llegado hasta aquí por tus propios méritos; puedes sentirte orgulloso de ti mismo. Yo lo único que sé de mí es que era un niñato de mierda.

Dejó el palo en su lugar en la pared antes de volver a girarse hacia él.

-Gracias por la conversación. Me voy ya.

-Claro -asintió Xiumin, quien se había quedado pensativo-. Luhan, acompáñale a la puerta.

El aludido dejó los folios sobre la mesa y se levantó para guiarle, tendiéndole una pequeña sonrisa. Yixing le ofreció una leve reverencia y salió primero de la sala. Sentía su estómago revuelto y la cabeza estaba comenzando a dolerle como cada vez que hacía un esfuerzo en vano por recordar. El malestar en su cuerpo le duraría horas.

-No dejes que te afecte -dijo Luhan una vez llegaron a la salida-. No importa quién fueras o qué hicieras, sino quién vas a ser y qué vas a hacer a partir de ahora.

Yixing abrió la boca para responder algo, mas no salió palabra alguna. Acabó asintiendo y volvió a dedicarle una reverencia de despedida antes de salir del Two Moons.

*
22 Julio 2015

Tras pagar el café para llevar que había pedido, volvió a guardarse la cartera y salió de la cafetería sin prisa alguna. Disfrutó de la frialdad que los hielos le proporcionaban y, al montarse en su coche, un Audi A3, lo depositó sobre el posavasos para arrancar el motor. Esa mañana hacía el calor típico de mediados de verano en Seúl, en la carretera había el tráfico habitual procedente del centro de la ciudad para la hora que era y Chanyeol tenía en funcionamiento tan sólo la mitad de su mente porque la otra parte la había silenciado.

Sentía su cuerpo relajado por primera vez en meses, puede que tal vez en años. Estaba disfrutando de un paseo en su vehículo, refugiado del calor abrasador del exterior gracias al aire acondicionado, mientras escuchaba buena música y disfrutaba de un café helado que le refrescaba el gaznate. No podía pedir nada más.

Su humor estaba por las nubes; tanto era así, que iba cantando a pleno pulmón y sonreía al conductor de al lado cuando se detenía en los semáforos o a los peatones con los que entablaba contacto visual. Los demás le miraban como si fuera un lunático, por supuesto, pero él estaba tan contento que no le importaba y acababa riéndose de la imagen de sí mismo que debía estar ofreciendo a los viandantes.

Chanyeol se sentía tan bien por no hacer lo correcto que debía haberse vuelto loco y por eso rompía a reír. Era la primera vez en cinco años que hacía lo que realmente le apetecía a pesar de saber que no era lo que tenía que hacer, y que le partiera un rayo si no se sentía libre. Era como si se hubiera reencontrado consigo mismo después de mucho tiempo sin verse. Y se había echado mucho de menos.

Encontró aparcamiento delante del portal de su casa, cosa que nunca le sucedía, y su humor se volvió incluso mejor por ese hecho. Subió los escalones de dos en dos sin problema alguno gracias a sus piernas largas y entró en su vivienda anunciando su llegada, pero nadie le respondió. Sin embargo, le llegó la música de la radio proveniente del cuarto de baño y el sonido del agua al caer, así que sonrió ante la idea que se le acababa de cruzar por la mente y se desvistió por el camino. Entró en el baño sin hacer ruido y descorrió la cortina de la ducha con todo el sigilo que pudo, pero Hyesun se dio cuenta y soltó un pequeño grito a la vez que se sobresaltaba.

-¡Maldita sea, Chanyeol! -gritó por el susto que le acababa de dar y le pegó en el brazo como acto reflejo mientras con el otro se cubría el pecho.

Chanyeol rió y terminó de colarse en la bañera con ella. Le rodeó la cintura y la besó sin decir nada. Hyesun estaba muy sorprendida por su gesto, pero en seguida le correspondió y se dejó hacer cuando Chanyeol paseó sus labios por su cuello y sus manos por su cuerpo mientras el chorro de agua caía por su espalda. Llevaban tanto tiempo sin tener un momento íntimo que en seguida lograron excitarse. Chanyeol encontró entre sus piernas una humedad diferente a la producida por el agua y no dudó en estimularla con sus dedos sin dejar de besarla en ningún momento. Hyesun en seguida comenzó a gemir y al escucharla, a Chanyeol se le terminó por endurecer. La alzó y la apoyó contra los azulejos; ella le rodeó la cintura con las piernas y él se introdujo en su interior. En pocos minutos alcanzaron el orgasmo gracias a las embestidas de él y a los movimientos sincronizados de las caderas de ella.

Cuando terminaron, Hyesun se le abrazó con todo su cuerpo y le susurró que se quedara dentro de ella un poco más. Ante esa voz de súplica, Chanyeol no pudo negarse.

-Tenías razón -murmuró-. Debería haberme metido en la ducha contigo aquel día.

Chanyeol sonrió y le besó el hombro.

-Siento haber estado ausente todo este tiempo.

-¿Vuelves a estar conmigo?

Chanyeol la miró a los ojos. Hyesun era preciosa tanto por dentro como por fuera. Tal vez su relación no había comenzado del modo natural, pero a esas alturas no podía decir que lo que tenían no era real. Ella había conseguido hacerle sentir algo parecido a la felicidad incluso cuando él no se había permitido ser feliz.

-Sí -dijo y la volvió a besar.

Iba a estar con ella y esta vez, estaría de verdad.

*
29 Junio 2015

Kai se sentía abrumado por todo lo que había experimentado ese día, que se le antojaba extremadamente largo y sólo había servido para transportarle de una jaula a otra y terminar de destruir sus esperanzas. Si algo había sacado en claro de su conversación con el tal Jongdae, es que nunca recuperaría su identidad anterior y que las personas que conformaban su vida habían continuado hacia delante sin él. Lo más duro había sido ver a su madre y a Chanyeol, pero al menos ahora sabía que estaban bien. Su mente era un caos al que no sabía darle orden. Continuaba teniendo miedo y no sabía en quién confiar, pero era firme en su resolución de no rendirse.

Parte de su cacao mental se debía a la confusión de sus recuerdos. Cada cierto tiempo aparecía uno nuevo que se mezclaba de forma inconexa con los demás. Kai trataba de establecer una cronología de su vida pero no era fácil con tantas lagunas; a veces sentía que se chocaba contra un muro de piedra. El agente Kim Junmyeon le había explicado que había sido víctima de una hipnosis para bloquear el acceso a sus recuerdos, y que durante las primeras semanas, todo sería confuso hasta que cada pieza encajase en su lugar correspondiente.

El camino desde el Two Moons hasta la casa de Luhan lo estaban haciendo en su coche, sin intercambiar palabras desde que le había explicado a dónde iban. Kai contemplaba el paisaje urbano todavía extrañado de volver a ver los edificios, los transeúntes paseando por las aceras y el ruido característico de la ciudad, tan diferente del silencio del campo que tan nervioso le había hecho sentir durante su reclusión. Le parecía irreal volver a estar en Seúl.

Entraron en el aparcamiento de un edificio moderno tras pasar el control de seguridad y aparcaron en la plaza de garaje que le correspondía. Kai recorrió el lugar con ojo crítico, buscando posibles salidas, escondites y descubriendo las cámaras de seguridad. Era una costumbre que había adquirido en el duro entrenamiento para la arena.

Siguió a Luhan hacia una puerta que, al contrario de lo que esperaba, conducía a unas escaleras que descendían. Luhan introdujo un código para que la puerta se abriera y pasó por ella una tarjeta que sacó de su cartera. Conforme bajaban, la oscuridad se iba haciendo más intensa a pesar de los finos tubos fluorescentes de luz. El final de la escalera no se veía desde arriba.

-Da un poco de miedo, ¿verdad? -dijo Luhan con una sonrisa amistosa.

Kai asintió sin decir nada y le siguió. Llegaron a un pasillo alargado con un ascensor al final, pero no lo tomaron. Luhan introdujo otro código y la puerta corredera se abrió hacia la izquierda de forma instantánea. Incluso si Kai trató de fijarse en los dígitos que marcaba, los dedos de Luhan se movieron muy rápido marcando una clave bastante larga.

-Adelante.

Kai entró primero y, tal y como hiciera en el aparcamiento, paseó la mirada por el interior del sótano para obtener un rápido análisis del lugar en cuanto Luhan encendió la luz. El primer detalle relevante que percibió es que no había ventanas, sino que era un conducto de ventilación lo que les permitía tener oxígeno ahí abajo. La estancia en sí no era demasiado espaciosa, pero para una persona, incluso dos, estaba bien. La misma habitación servía como cocina, dormitorio y salón. Lo primero a la derecha, lo segundo al fondo y lo tercero al frente respecto a la entrada. A la izquierda había una puerta abierta que dejaba entrever las piezas del baño. Las paredes eran de cemento gris y el suelo de madera. Sólo había los muebles justos y necesarios y más allá del desorden, Luhan no se había molestado en personalizarla. Kai se percató de que la única salida posible era la puerta por la que acababan de entrar y que Luhan había vuelto a cerrar con un código más corto que el de entrada. No tenía ni idea de quién era ese hombre, pero parecía ser lo suficientemente importante como para tener toda esa protección.

-No esperaba visita, así que está todo hecho un desastre -dijo Luhan mientras se apuraba en recoger la ropa tirada por todas partes.

-No importa -murmuró Kai mientras le miraba hacer.

La ropa que estaba recogiendo del suelo era muy distinta a la que llevaba puesta en ese momento. Era de colores llamativos y mucho más ceñida. Luhan lo metió todo en una bolsa deportiva sin molestarse siquiera en doblarlo. Después se dirigió a la cocina para lavar los platos sucios que tenía apilados en el fregadero.

-¿Tienes hambre? En realidad creo que sólo tengo fideos instantáneos. Se supone que hoy iba a hacer la compra...

Kai no había ingerido nada desde el desayuno, pero tenía el estómago cerrado de todos modos. Luhan le indicó que se sentara en el único taburete que había en la pequeña mesa cuadrada y así lo hizo mientras él se encargaba de la comida. Había muchos indicios de que Luhan no recibía visita: la reducida vajilla, el taburete solitario, la nevera vacía y el desorden general.

-Relájate; aquí no van a encontrarte -le dijo con otra sonrisa amable mientras esperaba apoyado en la encimera a que los fideos estuvieran listos-. ¿De qué estás huyendo de todas formas?

-Hay gente que me quiere muerto porque piensan que sé demasiado -explicó-. Pero en realidad no es así. De hecho, en parte estoy aquí por eso.

-Así que no estás aquí sólo por la protección sino porque quieres descubrir qué es eso por lo que quieren matarte -dedujo rápidamente sin necesidad de que le diera más detalles.

Kai se dio cuenta de lo que significaba ser un cuervo en ese momento. Jongdae le había explicado a qué se dedicaban los prostitutos de ese club, y Luhan debía ser uno de ellos por su capacidad para recaudar información. Sin embargo, si Kai había sobrevivido a tres años en el infierno era porque tampoco le faltaba astucia; las enseñanzas de Moonkyu no habrían sido suficientes por sí solas.

-Sí -afirmó rotundamente-. ¿Cómo voy a vivir con el miedo de que me encuentren en cualquier momento? Mi perseguidor podría ser cualquier persona de la calle. No podría estar nunca tranquilo; fuera a donde fuese, siempre tendría la duda de si me matarán en cualquier momento. Por eso acepté la oferta del Joker. Me salvó y me habló de vosotros. Del Two Moons y de los cuervos. Vosotros sois los únicos que podéis ayudarme a averiguar la verdad. E incluso si eso significa que moriré pronto, lo prefiero a vivir más años en una angustia permanente.

Luhan no le respondió, sino que se levantó y fue a por los fideos instantáneos. Kai destensó sus músculos y respiró hondo, aprovechando los segundos en que el otro hombre le daba la espalda. Necesitaba convencerlo. Necesitaba ofrecer algo que le garantizara su bienestar dentro del Two Moons. Kai había llegado a la conclusión de que en cuanto Xiumin descubriera su identidad, le vendería o le mataría directamente para no correr riesgos innecesarios. Si la Hanjae le encontraba en el Two Moons, acabarían con todos ellos sin hacer preguntas. Kai tenía que encontrar algo que ofrecerle a Xiumin para que corriera el riesgo por él.

Ajeno a sus pensamientos, Luhan colocó la comida en la pequeña mesa, además de los palillos, dos vasos y una botella de agua fría de la nevera. Cruzó la habitación para coger el taburete sobre el que descansaba una montaña de ropa que dejó en el suelo y se lo trajo a la mesa para tomar asiento al lado de Kai.

-¿Entonces qué es lo que quieres hacer? -preguntó tras comenzar la cena-. ¿Quieres convertirte en un cuervo?

-No puedo. -La simple idea le revolvía el estómago; ya había tenido que hacer trabajos sexuales en el campamento para obtener beneficios y era lo último que quería volver a hacer. No obstante, ese no era el principal problema-. No sé a quiénes enviarán a por mí. No puedo mostrarme así como así.

-¿Sabes al menos quiénes son tus perseguidores?

Kai vaciló antes de dar su respuesta, pero pronto decidió que si ellos habían vendido la información sobre los juegos, entonces no temerían tanto a la organización.

-La Hanjae -dijo finalmente.

Luhan guardó silencio una vez más y tan sólo se escuchó el ruido que hacía al sorber los fideos. Kai tenía los palillos en la mano, que le temblaba ligeramente debido a los nervios. Tenía el estómago completamente cerrado por todas las emociones que le llevaban fatigando ese día, pero estaba haciendo un esfuerzo por no despreciar la comida. No veía ninguna señal en Luhan que le asegurara protección y por eso no podía tranquilizarse.

-Hoy en día es muy difícil saber quién pertenece a la Hanjae y quién es un mero esbirro. Desde luego, si uno de sus peces gordos te quiere muerto, el Two Moons no es el mejor lugar para ti. -Kai entró en pánico y Luhan se dio cuenta, porque mostró una pequeña sonrisa-. Nuestros clientes suelen tener relación con ellos directa o indirectamente; si cualquiera podría ser tu perseguidor, entonces cualquiera podría reconocerte sin tú saberlo siquiera. Y eso daría pie a malentendidos que nos perjudicarían a nosotros.

-¡Lo sé! -se apresuró a decir-. ¡Pero tiene que haber algo que pueda hacer! Incluso si se trata de limpiar los retretes cuando la discoteca esté cerrada, no me importa. Estoy dispuesto a hacer lo que sea con tal de quedarme.

-De eso no me cabe la menor duda -contestó Luhan sin perder la calma en ningún momento-. El problema no es tanto qué ocupación darte para que puedas ser útil a cambio de la protección que Xiumin puede ofrecerte, sino tu involucración con el Joker.

Kai parpadeó, tomándose unos segundos para asimilar la última parte y reestructurar su estrategia.

-No hay ninguna involucración -le aseguró.

-El Joker ofrece un favor a cambio de otro, nunca actúa por caridad -dijo Luhan, y volvió a llevarse los fideos a la boca.

-No, evidentemente -concordó Kai, siguiendo con la mirada los fideos que desaparecían entre los labios del cuervo-. ¿Por qué me ha traído aquí? ¿Por qué me ha hablado de los cuervos? ¿Qué quiere de mí? ¿Qué busca de vosotros? No he parado de hacerme esas preguntas desde entonces. No es como si fuera confiando en gente que me ayuda de buenas a primeras -se defendió-. Es evidente que le interesa que esté aquí porque hay algo que sólo yo puedo hacer, de otro modo me habría abandonado a mi suerte.

Luhan volvió a guardar silencio y Kai no supo identificar sus pensamientos debido a su falta de expresión y aparente indiferencia mientras continuaba engullendo los fideos.

-Se te está enfriando -indicó Luhan al ver que no comía.

Kai respiró hondo y retomó sus palillos para tratar de llenar un estómago que se rebelaba en su contra. No volvieron a hablar sobre el tema. Luhan le indicó que podía darse una ducha mientras él lavaba los platos y le dejó algo de ropa limpia. Después se sentaron en el sofá y vieron una película que echaban en la televisión, aunque Kai no le prestó atención, demasiado nervioso por su futuro incierto y por todo lo que le había ocurrido ese día. Continuaba con el estómago revuelto y le dolía la cabeza del estrés, pero se mantuvo sereno en apariencia en su esquina del sofá. De vez en cuando miraba de reojo a Luhan, a quien cada vez le costaba más mantener los ojos abiertos. Parecía completamente relajado en su presencia y Kai no sabía si era pura fachada o si realmente estaba tan tranquilo como para estar quedándose dormido.

Cuando la película terminó, Luhan soltó un sonoro bostezo y se retiró a la cama, dejándole el sofá para él. Diez minutos después, se quedó dormido. La rojez en sus ojos y las ojeras indicaban que no solía descansar lo suficiente. Kai se sentía agotado mentalmente, pero aun así tardó un par de horas en conciliar el sueño. En la habitación reinaba el mismo silencio que solía extenderse por las noches en el campamento militar en el que había estado recluido, pero sin grillos que rompieran la calma.

Los recuerdos de Kai se mezclaban unos con otros y era difícil darles un orden cronológico; especialmente cuando dormía, se convertían en una espiral inconexa de terror y desesperación que le sumergía en horribles pesadillas. Al despertar era incapaz de diferenciar lo que era real de lo que no hasta transcurridos unos cuantos segundos, y entonces se percataba de lo que estaba ocurriendo.

Luhan estaba debajo de él, clavándole las uñas en las muñecas mientras trataba de zafarse desesperadamente. Kai se encontró a sí mismo asfixiándole con sus manos al hacer presión en su cuello con todas sus fuerzas.

Estaba tratando de matarle.

Tan pronto como se dio cuenta, se quitó de encima y retrocedió a gatas. La luz estaba encendida, así que pudo reconocer el sótano de Luhan y a él mismo de rodillas en el suelo y apoyado en el sofá mientras intentaba volver a respirar con normalidad. Kai se sentía aterrorizado por lo que acababa de hacer. Estaba bañado en sudor frío y temblaba de forma incontrolable. Se miró las manos con horror mientras rompía a llorar y trataba de balbucear una disculpa, no sólo a Luhan, sino por todo lo que se había visto obligado a hacer en la arena.

Abrir los ojos no era suficiente para despertar de la pesadilla.

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