A lo largo se podía observar los hermosos rayos del sol que comenzaban a aparecer entre el horizonte, la verde alfombra natural que se metía entre los dedos desnudos del moreno. Todo era perfecto excepto por el olor a excremento de caballo que estaba inundando el sublime ambiente.
Ya estaba cansado de este lugar y esta vida. Esperaba con ansias que ese año terminara rápidamente para poder ser mayor de edad y largarse de ese “orfanato”. No es que no estuviera agradecido con el rey Yifan, es mas… aprecia su gran voluntad para hacer lo que hace, es solo que sus servicios eran lamentables y no tenía los recursos suficientes para refugiar a cientos y cientos de niños extraviados o que terminaban en sus manos por sus propios padres irresponsables -como sucedió con él-. Debería parar con esto o todo su reino se vendría abajo. Eso es lo que pensaba Jongin.
Tenía tantas cosas planeadas para hacer cuando salga de esa “pocilga”. Recorrer los alrededores de la ciudad, conseguir un trabajo digno de un hombre, conseguir una casa donde vivir como le plazca, comprarse trajes de alta costura y muchas otras cosa que si se los ponía a mencionar ahora perdería la noción del tiempo.
Mientras disfrutaba del paisaje tratando de ignorar el olor a mierda de caballo, seguía agregando nuevos planes a su lista imaginaria.
Siguieron caminando con los caballos buscando un lugar más tranquilo para que estos pastasen.
¡Jongin! ¡Ven rápido… no creerás lo que he encontrado! El nombrado suspiró y caminó tranquilamente hasta donde se encontraba su compañero en cuclillas, sin antes asegurarse de haber dejado a los caballos atados a un tronco. Estiró su cuello y logró ver el indefenso cuerpo de un delgado hombre. Lleno de sangre y moretones. Estaba completamente desnudo y hecho un ovillo, estaba tan pálido y casi azul que parecía un muerto de hace más de cuatro días, excepto porque no tenía ningún olor repugnante.
Imitó la posición de su amigo para poder observar mejor al joven tirado en el suelo. Los moretones y heridas en su rostro no le permitían distinguir bien sus facciones, por lo que no podía confirmar si ya lo había visto o era un completo desconocido.
Acercó su dedo debajo de la nariz del joven hombre y logró sentir una débil corriente de aire golpear esta, lo que indicaba que aún estaba con vida. Se atrevió a tocar su piel y la sintió tibia. A juzgar por la fría corriente de aire que rozaba sus cuerpos, podía confirmar que él hombre no había estado allí tirado hace mucho tiempo.
¿Crees que debamos jugar un poco con él? La lasciva sonrisa del hombre le dio arcadas a Jongin que lo miraba con expresión de desconcierto. Vamos… después de todo no tiene nadie que reclame por él. Se nota que es asiático. Mira lo maltratado que esta. Debió caer en las manos de los rusos. Nadie más lo reclamará. Volvió a repetir.
Eres repugnante… ve a buscarte a las muchachas del castillo. Están tan necesitadas por un toque que de seguro no te negaran nada. Jongin apartó a un lado a su amigo y se quitó el tapado que tenía. Envolvió al joven en esta y lo cargó en su hombro.
Ooh… miren otra vez a Jongin defendiendo a su raza. Molestó.
Púdrete.
El moreno caminó hacia uno de los caballos y depositó en el lomo del oscuro caballo de pura raza al joven como si una bolsa de papas se tratase. Se alejó a paso algo rápido, temiendo que el hombre se levantase de su ensoñación, desvanecimiento o lo que sea que tenga. En todo el camino no pudo sacar la vista de su magullado rostro. Jongin supuso que detrás de todas esas heridas se encontraba un precioso y fino rostro, digno de un joven como él.
Deslizó su mirada por todo su cuerpo cubierto por la manta, luego se atrevió a bajar más -y mirar mas de lo debido.- por su lechoso trasero admirando las curvas que anunciaban el final de este para dar paso a sus glúteos, y dio un respingo cuando se encontró con una reciente herida, como una quemadura, en forma de un extraño garabato, parecía algo así como unas manos entrelazadas o dos armas, no lograba notarlo bien. Al rato se dio cuenta que, como había dicho Kyle antiguamente, había caído en las manos de una de esas mafias que se dedican al tráfico humano. La quemadura estaba situada justo en su muslo izquierdo. Se veía bastante infectada. De seguro lo hicieron con el primer hierro oxidado que encontraron por allí. Se dijo a si mismo que sería difícil para el muchacho si -de ser porque terminó allí por tráfico humano- no sabía el idioma inglés. Jongin sabía coreano, pero no podía confirmar si el chico era tailandés, japonés, chino o otra nacionalidad asiática. Dirigió su mirada rápidamente al rostro del chico, notando que comenzaba a arrugarse y soltar pequeños quejidos.
Sintió pena por el muchacho y se dispuso a trotar para llegar aún más rápido al castillo.
Cuando apenas vio a algunos de los obreros alzó la voz pidiendo ayuda a lo cual dos de ellos se acercaron.
¿Quién es ese muchacho? ¿Tú lo has dejado así? La preocupada voz de Martha fastidió a Jongin, seguido de su marido que también comenzó a cuestionarle cosas sin sentido.
¿Cómo me creéis posible de esto? Giró sus ojos. Lo he encontrado mientras llevaba a descansar a los caballos. En realidad Kyle lo ha encontrado primero. Estaba tirado en el descampado, inconsciente y mientras venía ha comenzado a quejarse un poco. Llamen rápido al rey Yifan, por favor. Habló rápidamente y trató con toda delicadeza de tomar al muchacho en sus brazos sin hacerlo sentir mucho dolor.
Sígueme. Lo llevaremos con el rey. Así será más rápido. Jongin asintió y siguió a Martha. Sostenía fuerte pero ligeramente al hombre en sus brazos, manteniéndolo apretado a su pecho. Escuchó un largo y entrecortado suspiro y temió haber estado apretando muy fuerte. Apresuró su paso y pronto llegaron a la habitación del rey, Martha golpeó una vez y pronto uno de los soldados le abrió la pesada puerta. Se adentraron y caminaron hasta quedar frente al rey, como pudo hizo una reverencia y pronto el rey estaba arriba de él observando lo que tenía en brazos.
¿Qué ha pasado con el muchacho? Preguntó tranquilamente mientras lo analizaba con la mirada.
Kyle lo ha encontrado mientras estábamos cumpliendo nuestro trabajo, mi Señor. Se veía bastante lastimado y decidí traerlo rápidamente a sus manos. Tiene un extraño dibujo marcado a fuego en su muslo izquierdo. Parece reciente. Debió haber caído en mano de los rusos. Explicó.
Hiciste bien en traerlo, Jongin. Felicitó al moreno. Martha, ordena a las empleadas de aseo de mi parte que preparen un baño para el muchacho y que también curen sus heridas. Martha asintió y rápidamente con una reverencia se retiró del salón. Jongin, tu quédate cerca. Tal vez el chico despierte y actúe algo agresivo. Cuando terminen traedlo nuevamente a mí. Debemos verificar su edad y demás cosas. Gracias.
Sí, mi Señor. Hizo una reverencia y se retiro con el muchacho en brazos. Se dirigió rápidamente a los baños del castillo y se encontró con dos jóvenes chicas preparando la tina.
En un momento estará.
Jongin asintió y quedó parado en una de las esquinas aun con el muchacho en brazos. Ya comenzaba a dolerle los brazos pero no le dio mucha importancia. Solo podía observar el rostro del joven y sentir, de alguna manera, empatía con este. Nunca se había sentido así por alguien desconocido. Jongin solía ser frio y calculador con los nuevos chicos y chicas que llegaban, enseñándole todo lo que debían aprender, manteniendo una personalidad imponente que transmitía ganas de no meterse nunca con alguien como él, pero este joven hombre que se encontraba en sus brazos ahora mismo, parecía tan vulnerable y tan maltratado que le llenaban de sentimientos protectores.
Pronto ya estaba depositando a este en la tina y dejándolo en manos de las jóvenes. Se hizo a un lado y se detuvo bloqueando la puerta. Observando detenidamente como poco a poco su rostro se veía más claro y lograba tener imágenes más nítidas del joven aun inconsciente. Notaba como las jóvenes lo tocaban como si su piel fuera de fuego, pero es que estaba tan lastimado que daba miedo solo tocar y hacerle más daño.
Lo limpiaron desde los pies hasta la punta de su último cabello. Cuando ya habían terminado de enjuagarlo Jongin se acercó y ayudo a las chicas sacándolo de la tina y llevándolo donde estaban los toallones. Allí lo recostaron y secaron su cuerpo parte por parte, luego prosiguieron a desinfectar sus heridas a lo cual se exaltaron cuando el joven comenzó a soltar quejidos y retorcerse lentamente.
Está bien hasta acá. Yo seguiré con el resto. Jongin apartó a las mujeres y se arrodilló a un costado del chico que poco a poco comenzaba a recuperar la noción. Tráiganme algo para vestirlo. No andará por el castillo así todo desnudo y lastimado. Habló tosco.
Si, Jongin. Las dos contestaron al unísono.
Pronto trajeron unas prendas blancas y se las colocó rápidamente luego de haber limpiado todas sus heridas.
Lo volvió a alzar en sus brazos y lo llevó con el rey Yifan. Cuando este lo vio se levantó rápidamente e hizo un ademan para recostar al hombre en uno de los sofás que estaba en el salón.
¿Aun no ha recuperado la consciencia? Preguntó el rey.
No, Señor. Le han bañado y curado todas las heridas. Revisé su pulso y esta normal, tampoco tiene fiebre. Solo debemos esperar a que decida despertar.
Esperaremos entonces. Toma asiento, Jongin.
Habían pasado como por los menos 20 minutos desde que Jongin se encontraba sentado esperando pacientemente, aunque por dentro quería sacudir al muchacho para que despierte. Estar así con el rey Wu le ponía los nervios de punta.
¿Ya has decidido que hacer luego de cumplir la mayoría de edad? Preguntó de repente el rey desde su asiento, sin parar de completar sus papeles. Puedes ser honesto, respeto tu decisión.
Honestamente. He pensado en conseguir un buen trabajo y convertirme en un miembro independiente. No es que no me guste estar aquí -en realidad me quiero largar-, aprecio todo lo que hace por los chicos sin hogar, pero quisiera experimentar la vida de allá afuera también. Ni siquiera recuerdo la última vez que caminé libre por las calles de la ciudad…
Lo siento, por no poder darte esa oportunidad, pero sabes que si dejo ir a un menor de edad, entonces todos los demás me lo pedirán y se enojaran si no les dejo. No puedo correr el riesgo de que les pase algo allí afuera. Todo lo que hice no valdría de nada.
Lo entiendo… solo quiero volver a caminar libre por las calles. Su tono se llenó de nostalgia.
Jongin volvió a mirar hacia el cuerpo y dio un respingo cuando vio a joven con los ojos abiertos como plato y quieto en su lugar como si estuviera sufriendo una parálisis. Se levantó de un salto de su asiento, pero no quitó la vista del muchacho que estaba como una piedra en el sofá.
Ha despertado, mi Señor.
En un suspiro el rey ya se encontraba al lado de Jongin para observar al confuso y asustado bulto que ahora se había doblado en posición fetal.
Por favor, no lastimarme. Jongin maldijo en su cabeza al notar el pobre ingles del hombre.
¿Eres coreano? Preguntó con una pizca de esperanza. El hombre solo siguió mirando sin parpadear, Jongin volvió a preguntar… esta vez más lento.
Yo soy coreano. Habló tembloroso y Jongin cantó a los cielos.
El rey Wu suspiró de alivio y ordenó a Jongin que traducir lo que en seguida diría. Entonces prosiguió.
Yo soy el rey Wu Yi Fan, del sur de Inglaterra. No debes temernos, estamos aquí para ayudarte. Dos de mis chicos te encontraron inconsciente en las afueras del reino. Ahora dime tu nombre y edad… por favor. Jongin lo tradujo perfectamente.
Se llama Sehun, Oh Sehun y tiene 15 años. Se dirigió al rey.
Muy bien. Por lo que me dijeron fuiste una de las víctimas del tráfico de personas. ¿Fuiste secuestrado o te vendieron?
Lo vendieron, Señor. Habló por lo bajo como si fuera algo prohibido de contar.
El rey iba a seguir cuestionando, pero observó como los pequeños ojos del chico, ahora conocido como Sehun, revoloteaban de Jongin, hacia él y por toda la habitación. Entonces decidió dejarlo en paz por ahora.
De ahora en adelante Jongin cuidará de ti. Te enseñará el idioma y todo lo que tienes que saber para adaptarte a la gran familia. Lo siento, pero si nadie reconocido como un familiar reclama por ti entonces no podrás salir del castillo hasta que cumplas la mayoría de edad.
Jongin observó como el rey Wu volvía a su asiento sin siquiera esperar a escuchar la traducción, pero eso no hizo falta porque un Jongin dócil tradujo nuevamente las palabras del rey al asustadizo muchacho que se encontraba allí.
A Jongin nunca se le ocurrió que pronto ese extraño muchacho se volvería en su capricho, su persona favorita, su mártir, su amor, su aire, su mundo, su todo.