Título: De locuras y otros éxitos.
Fandom: Blood+
Claim: Diva/Julia es un sentido extraño.
Palabras: 411.
Advertencias: Femslash. Crack!pairing. Spoilers más allá del capítulo 30 ó algo así.
Notas: Para el
Reto Loco de
crack_and_roll Basado en ésta frase de Edgar Allan Poe:
Cuando un loco parece completamente sensato, es ya el momento de ponerle la camisa de fuerza.
Cada que se acercaba a ella para realizarle nuevos estudios, no podía evitar que sus manos temblaran. Con todo y su afamado profesionalismo, cuando la hermosa chica la observaba profundamente sentía que las piernas le fallaban. El hecho de haber traicionado a David tenía mucho que ver, pero en esos momentos pretendía no darse cuenta de ello. Y la chica seguía mirando en silencio.
-¿Están sanas?
Tiró la pluma con la que escribía de sorpresa. La reina de ojos azules rió, lento y pausado, como esperando a que terminara de recogerla.
-Mis bebés. Están muy sanas, ¿no es así?
Sonaba más a amenaza que a una pregunta. Julia agradeció que al hacerla no le mirara a la cara, y reincorporándose, respondió con la voz más calmada que le salió.
-Así es.
Entonces Diva la miró, rápidamente y con una sonrisa, para después devolver sus ojos al infinito en el que siempre parecía estar sumergida dentro del laboratorio. Julia no quería involucrarse con ella; era lo más lejana y fría posible con su objeto de estudio. Cuando le preguntaba con ésa voz lánguida por la salud de sus hijas, sentía un terror mucho más grande que cuando la acosaba con preguntas indiscretas y rozaba sus manos con sitios de su cuerpo que nadie había tocado.
Porque pasaba por etapas indefinidas, casi demenciales. Gritaba, clamaba por su hermana; le mordía las orejas y, lamiéndolas, le advertía que era mejor que sus bebés no sufrieran porque sufriría las consecuencias. Julia sabía cómo tratarla por momentos, dejándose hacer porque sabía que después de unos minutos de calmaba; aparentemente. Y después seguía. Cuando Julia no era atacada físicamente, escuchaba los susurros energéticos de la reina furiosa.
Conseguía calmarse de verdad sólo cuando Amshell regresaba ó ella misma le decía que esos arranques no eran buenos para sus bebés.
Pero cuando se comportaba así, mansa, amable y tranquila, Julia no tenía la más mínima idea de qué hacer. No sabía si irse, si esperar, si hacer algo. Se sorprendió sonrojándose y sintiéndose estúpida por ello. Le causaba verdadero, denso, espeso terror sólo el hecho de ser víctima de su silencio otoñal, de sus miradas elegantes dignas de la reina que era, de sus sonrisas amargas y desoladas. Julia podía jactarse de decir que lo eran; pero era material de laboratorio, sólo eso, se repetía. Y uno muy peligroso.
Porque cuando Diva estaba tan calmada y dócil, Julia creía fervientemente que era su estado más puro de locura.