Uf, al fin xD. Esta es la última parte del 7mo capítulo xD -odia PROFUNDAMENTE al LJ XD-.
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“Fueron pequeños e inesperados males entendidos… no tan mal entendidos.”
- ¡Se-señor, es terrible! ¡¡La bandera del Sol Naciente se ve en la frontera!! -un oficial del ejército británico-hongkonés entró apresurado en un despacho sin siquiera golpear, un despacho que más bien parecía una sala de estar semi privada, con un escritorio de espaldas a un gran ventanal, tres sillones de diferente tamaño, una mesita pequeña y dos sillas frente al escritorio, aparte de la del dueño de éste. Que justo en ese momento levantó la mirada, algo sorprendido no por la entrada repentina sino por sus palabras.
- ¿Es eso cierto…? -preguntó, mirando hacia atrás, por aquel enorme ventanal que daba al cielo, aunque lógicamente desde allí no podría ver lo que el hombre le decía.
- A-así es señor, lo que se llegó a pensar era cierto; el jefe de Japón consideró que sería bueno atacar nuestro territorio por ser territorio aliado y…-aquel oficial vestido de azul oscuro, pero con un diseño casi idéntico al británico calló, nervioso.
- Y por ser territorio occidental, sí -Xian concluyó aquella frase frunciendo un poco el ceño y mirando hacia el frente, pero no a aquel hombre sino a un punto muerto en el suelo cerca de éste, algo molesto. Conocía ya de lo conservador que era el actual Emperador Japonés, y de cómo supuestamente pretendía ‘liberar’ a las colonias de Asia.
- No es todo, señor… también, han llegado avisos de que ahora mismo hay tropas dirigiéndose hacia Malasia -las cejas del chico se alzaron, bastante sorprendido. ¿Acaso Japón pretendía tomar todas las colonias británicas de la zona? Suspiró, sintiéndose nervioso.- Debe avisarle al señor Inglaterra ahora mismo. Si no fuese porque habíamos previsto esto por su consejo, probablemente ya habrían entrado al territorio…-el hombre se escuchaba lógicamente amargado y preocupado, haciendo referencia a la desconfianza que el sagaz chico había tenido desde hacía bastante tiempo en cuanto los movimientos japoneses, que le habían hecho pensar (cuando hacía dos años la guerra había comenzado, y Japón intentaba conquistar parte de China) en la gran posibilidad de que eso se repitiese consigo, especialmente, porque Arthur también era uno de los principales Aliados.
- Eso haré. Y sobre eso… no deberías decirlo siquiera, yo menos que nadie quisiera que este lugar sea capturado -comentó, dando vuelta a la ironía que resultaba para él ello pues, significaba que lo capturarían prisionero a él. El militar asintió y se retiró apresuradamente, mientras que Hong Kong caminaba nuevamente hacia su escritorio, sin sentarse y tomando el teléfono con una mueca de seriedad, mirando aún por la ventana.
En la mansión del rubio aquel chirrido molesto, monótono y clásico no paraba de sonar mientras él, a las apuradas, terminaba atendiéndolo. Se encontraba en su despacho, su escritorio, revisando papeles y recibiendo informes; nunca había estado tan ocupado antes, ni siquiera en la Primera Guerra pues… nada de eso era comparable al presente, la Segunda.
- Sí, ¿quién habla? -Arthur se inclinó hacia atrás en la silla giratoria que tenía, moviendo impaciente los dedos de su mano libre.
- Soy yo Arthur. Creo que te interesaría enterarte de que la bandera del Imperio Japonés ha rodeado y tomado todo el territorio chino de Guangzhou; es decir que estoy rodeado -la voz del chico sonaba más tranquila de lo que en verdad estaba, esperando recibir (aparte de ayuda), algún consejo o mínimo un aliento de aquel que, más allá de cualquier protesta sobre su persona que él y otros pudiesen tener, era un genio para las estrategias… un genio que, por alguna razón, se veía muy desconcertado, casi incrédulo, y él no comprendía porqué.
El Reino Unido rió nervioso, tensándose su mano.- J-jeh… ¿qué dices Xian? Eso es imposible; aunque ahora Japón sea parte de los del Eje y seamos enemigos, el jamás haría algo como eso, yo…estoy seguro, n-no cabe duda de eso. ¡No olvides que todas las tácticas y estrategias que él usa, yo mismo se las enseñé a comienzos de siglo! - repitió aquello por millonésima en los últimos dos años; desde que la guerra había comenzado se había aferrado férreamente a esa antigua íntima amistad, su primera amistad, pese al cual había debido separarse (por orden de su Rey, para colmo) cuando la Alianza terminó, él seguía apreciando. Pero incluso Francia se lo había recordado, después de todo… los que eran como ‘ellos’ siempre estaban sometidos a los deseos de su jefe, fuese lo que fuese. “Él…él jamás lo haría, ¿verdad…? Aunque hayamos tenido que dejar de firmar ese papel, nosotros…”
- Bien pues entonces yo debo estar muy mal informado… porque según yo la única bandera con un círculo rojo y rayos del sol naciente en ella, era la de Japón - aquellas palabras no pudo evitar decirlas con algo de ironía; sabía que al británico le dolería, pero su nerviosismo y al mismo tiempo su ansiedad no le podían dejar en la suficiente paz como para tomarse eso de forma tranquila, como si nada pasase. Especialmente porque desde la ventana y allí, en la capital de la isla, ahora sí podía verla, al ejército y a aquella bandera.- ¿Acaso hay otra-…? -se interrumpió de forma algo repentina cuando, por el tubo y del otro lado se escuchó un segundo timbre de teléfono sonar, por lo que Xian se quedó callado, casi mirando hacia el tubo de donde el sonido salía, esperando.
- Señor, es una llamada de China -el anciano mayordomo del británico entró al despacho con un almohadón en manos y sobre éste un teléfono, dejándolo sobre el escritorio del rubio para que éste respondiese y luego retirándose. Arthur tragó saliva, poniéndose nervioso y teniendo un mal presentimiento, sufriendo un tic nervioso mientras le susurraba un ‘espérame’ a Xian, atendiendo el otro.
- ¡China…! Hol-…ugh…-se calló cuando la voz potente del otro lado le asustó, mirando el teléfono con los ojos en blanco.
- ¡¿Pero qué es lo que estás haciendo?! ¡Han rodeado a Hong Kong y tú estás allí sin hacer nada! ¡Será mejor que me ayudes, ya que te estás haciendo cargo de él…! -Yao le reclamaba al otro lado del teléfono; él por supuesto había comenzado a tener problemas desde comienzos de la guerra, cuando Japón atacó algunos territorios al Norte, pero no había esperado realmente que tomase Guangzhou también (el cual era parte de sí), mientras que la estrategia que su Jefe había trazado se encontraba alejada de ese punto, sin considerarlo crucial. Había sido hacía unos pocos días que el movimiento se había notado, y Kiku se había hecho de aquella zona, recién entonces dándose Yao cuenta de lo que quería.
- ¡Agh! ¡D-deja de gritarme, amarillo! ¡Justo ahora estaba planeando la forma más rápida de llegar! -tapándose un oído primero, alzó la voz para responder el tono del otro.- A-además, ¿de quién fue la culpa de que rodeasen Hong Kong? ¡Inútil! ¡Creí que tenías la zona bien protegida! -
- ¡¿Y cómo se suponía que yo supiese eso?! ¡Pobre Hong Kong, con alguien como tú cuidándolo! Yo iré para allá ahora mismo, ¡intenta hacer algo útil también! -protestando, comenzaron a insultarse rápidamente, de forma más suave o tapada por parte de Yao y más marcada por parte de Arthur.
- ¿Yao…? -por un tercer lado, el hongkonés que había estado escuchando principalmente los gritos de Arthur notó la voz de su hermano un poco más lejana, dejando caer una gota a medida que los iba escuchando pelear y suspirando cuando comenzaron con el asunto de la ‘culpa mutua’, lo que había hecho uno y el otro, y las protestas acerca de su educación, cuidado y supervisión.- Oigan… ¡¡Oigan!! -alzó sus voz al final también, escuchando a ambos callarse durante unos segundos, seguramente sorprendidos de aquel tono en voz suya, siendo probablemente la primera vez para Arthur, y la segunda o tercera para Yao.- Me encantaría seguir escuchando su plática pero, creo que Kiku ya ha llegado en sí mismo, así que sería bueno si cortasen y viniesen -
- ¡A-ah! ¡Xian, no te preocupes! ¡Yo llegaré mucho antes que ese tonto! -el chino más grande debió agudizar sus sentidos para poder escuchar a través de dos tubos, y alzó la voz para que pudiese escucharlo, mientras Arthur sólo le recriminaba a Yao, asegurando que quizás llegaría después, pero sería mucho más útil.
Suspirando, finalmente Xian cortó, caminando fuera del despacho y también fuera de la que era su casa, para esperar frente a ésta al nipón, mientras seguramente, en la frontera, las fuerzas militares de ambos debían de estar luchando. Él no era tonto; era conciente de que no duraría casi nada a nivel militar, y a nivel físico entre ambos… pues, Xian siempre había sido bueno en ello, pero nunca había sido una ciudad precisamente bélica, y eso jugaba en su contra…
- D-dónde rayos están…-uno de sus ojos y sus cejas temblaba, fruncido, y él se encontraba ahora, luego de un par de horas de pelea, dentro de una especie de galpón donde había sido encerrado cuando el japonés le venció; las tropas de ambos quizás seguían luchando en menor proporción en la frontera pero, al haber llegado a la capital, ya lo habían vencido. Y de hecho habían peleado, ellos dos también; Kiku con su katana y Xian con cuanto objeto que pudiese usar de arma encontraba. Durante unos momentos, incluso casi le explota un petardo en la cara al contrario, pero no tardaron mucho hasta que se convirtió en algo de puro esquive y escape, siendo capturado al final.
Se veía algo lastimado y estaba maniatado contra la fría pared, mirando con seriedad y dolor hacia la puerta cerrada cuando escuchó un par de voces conocidas peleando afuera, peleando con Kiku, y discutiendo entre ellas.
- ¡¿Pero qué estás haciendo, tonto?! ¡Ayúdame! -No habían parado de reclamarse desde que habían llegado, alarmándose tanto el chino como el británico al notar que ya habían capturado a Xian, aunque Arthur estando bastante shockeado como para atacar. Kiku tampoco se vio muy feliz cuando vio al rubio llegar al lugar, mirándose serio, quizás tanto como cuando hacía años había atacado a China en primer lugar, con la diferencia de que ahora estaba algo diferente…más triste de lo usual.
- ¡D-déjame! ¡Hago lo que puedo, argh, idiota! ¡¡Me pisaste!! ¡Aléjate! -Okay. Más que una pelea de ‘China e Inglaterra vs Japón’, y ante el panorama de los dos primeros insultándose y gritándose en cada oportunidad, aquello, a ojos de Kiku, se había convertido en un ‘China vs Inglaterra. Japón como espectador’.
¿El resultado? Perdieron, por supuesto. Y quedaron también capturados ahí adentro (hasta que el resto de los Aliados fueron por ellos y, gracias a una de las idioteces de Italia, invirtieron la situación, aunque sin poder recuperar ni a Xian ni a su territorio) con el menor que, al verlos, no pudo pensar nada más…
“Veo que no sirven para cooperar…”