Un nuevo comienzo.
En aquel enorme cementerio, sobre una lápida en especial, descansaba un muchacho de cabello castaño. Aparentaba leer un libro, aunque en realidad se encontraba divagando en sus propios pensamientos.
Había pasado mucho tiempo, a su parecer, desde la muerte de Julie... Sin embargo, Ethan sentía la necesidad de seguir yendo a visitarla. Ya no hablaba con ella, sino que simplemente se sentaba allí, disfrutando de la tranquilidad del cementerio y la compañía de algunas aves que se acercaban, acostumbradas a su presencia.
Le gustaba recordar los buenos momentos, pero ya no se aferraba a ellos como si fueran su única esperanza. En su corazón sentía que jamás dejaría de amarla, pero al fin comenzaba a sentir que podía seguir adelante.
Mientras meditaba sobre estos nuevos sentimientos, sintió como de pronto el sol desaparecía. Levantó la vista y vio, de pié en frente suyo, a una muchacha de cabellos castaños que le sonreía.
- ¿Estudias en Aelle, verdad? - Preguntó la muchacha.
Ethan la miró entre sorprendido y extrañado, al tiempo que hacía un movimiento afirmativo con la cabeza. La muchacha le parecía familiar, pero no conocía su nombre.
- Ya me parecía - respondió alegremente. - Soy Marina, y estoy en quinto año.
Dicho esto, la muchacha miró el nombre escrito sobre la lápida, y volvió a sonreír.
- Voy a sentarme, espero no molestarte, Julie. - Dijo alegremente.
Dicho esto, se sentó sin ninguna vergüenza al lado del muchacho. Ethan la miró con curiosidad. En otro momento posiblemente la hubiera mandando a volar, o la hubiera ignorado, pero ese día era diferente.
Sintió como una brisa cálida le acariciaba la mejilla, y se sintió reconfortado. Quizás era tiempo de seguir adelante, de dejar esa melancolía que lo venía frenando desde hacía tanto tiempo. Miró a la muchacha que tenía a su lado y se atrevió a sonreírle.
- Un gusto, Marina. Soy Ethan.