Traición (8/?)

Sep 02, 2012 20:52

Título:  Traición
Personajes: Ziva David,  Eli David, Malachi Ben - Guidon, L. J Gibbs.
Advertencias: ninguna
Raiting: Todos los públicos
Nota de autor: He pasado una semana en la playa, por eso mi tardanza en publicar, ya estoy de vuelta.


Has ido a descansar un poco al dormitorio de invitados y en cuanto has tocado la almohada has caído dormida. Estás agotada, ya no puedes con tu alma.

Bajas hasta la planta baja en busca de la niña algo temerosa de que la haya dejado sola. En cambio escuchas una risotada en el salón y cuando te asomas ves a tu padre con la pequeña tumbada en el sofá mientras le hace cosquillas. A veces olvidas que una vez fue padre, que siempre se le han dado bien los niños.

- Tienes allí algo de comer- te dice señalando la mesa.

- No tengo apetito.

Recuerdas avergonzada la situación en la que te ha encontrado esta mañana, querías evitar a toda costa que te viera justamente así y te has derrumbado.

Te sientas junto a Sarah y coges su conejito, el mismo que le compró un Tony emocionado con la idea de la paternidad.

- ¿Sabéis algo de lo que ha ocurrido?

- Muy poco.

- DiNozzo era un arrogante insoportable.

- Y le acusan de miles de delitos, lo sé. Pero le quería-respondes cortante.

- Pero también era fiel a sus principios. Alguien así no traiciona a su país. A menos que hubiese una razón que lo justificase.

No habías pensado en esa opción pero no sé te ocurre nada que le pudiera llevar a robar a la CIA secretos. O quizás sí. Sabes que si alguien os hubiese amenazado Tony habría hecho lo que fuera por protegeros. Dar su vida por ello. ¿Es lo qué hizo?

Tu padre se levanta, saca algo de la cómoda y te entrega una carpeta llena de papeles. Fotografías, expedientes…

- El hombre que le disparó llevaba un par de meses fuera de la CIA, expulsado y bajo sospecha.

- ¿Y quién es éste?- preguntas señalando la imagen de otro hombre. En su ficha figura el nombre de Christian McKenzie.

- A quien debieron llegar los archivos robados. Es traficante de armas en el mercado negro. Buscado en cinco países y bastante escurridizo.

Todo empieza a encajar poco a poco. Roban la ubicación de varios armamentos de Estados Unidos para después robarlos y venderlos a terroristas. Como encaja Tony en todo eso no lo comprendes pero lo piensas averiguar.

***

Has despertado con un sol radiante y caliente entrando por la ventana. Te levantas de la cama y bajas a la cocina a darle el desayuno a la niña. A regañadientes te tomas un café mientras Sarah agarra una galleta y te la ofrece.

- Lo sé, cariño. Tengo que comer, pero mamá no tiene hambre.

Aceptas la galleta y terminas por comértela. Después de darle un baño a la niña y darte una ducha rápida coges el coche.

No tienes prisa, te tomas el recorrido con calma, dejando que el paisaje te serene. Cuando llegas al cementerio te tomas unos minutos para pensar. Hacía años que no pasabas por allí, no eres de las que necesitas visitar una tumba para sentirte bien. Pero ahora las cosas parecen distintas. No sabes que te ha movido a necesitar visitarla ahora, no vas a encontrar las respuestas que deseas.

No te hace falta buscar mucho, sabes perfectamente donde se encuentra la pequeña lápida. Es sencilla, solo el nombre y una fecha. Junto a ella hay un arbolito que da un poco de sombra y te sientas bajo él con Sarah sentada entre tus piernas.

- Prometí que jamás le hablaría a la niña de ti. No te lo mereces, perdiste ese derecho cuando decidiste traicionar mi confianza.

Si hubieses tenido la oportunidad le habrías salvado la vida, lo sabes de sobra. Pero también sabes que no le habrías vuelto a ver nunca más. No podías perdonarle.

- Pero estoy aquí porque siento que ya no merece la pena ocultarle que existes. Al fin y al cabo su padre ha resultado ser peor que tú.

Sarah empieza a quedarse dormida en tu regazo, te reclama el chupete y tras dárselo la observas cerrar los ojitos poco a poco hasta que apoya la cabecita sobre tu pecho y se duerme.

- No sé qué futuro te espera, princesa. Por tus venas solo corre sangre de traidores y asesinos.

***

Los días han volado, no sabes si han hecho el efecto que esperabas pero toca volver a la dura realidad, si es que alguna vez la habías abandonado.

Sobre tu escritorio encuentras una caja de cartón y sabes de sobra lo que contiene: las cosas de la mesa de Tony. Un marco con una foto de los tres, su amada grapadora… todos los objetos te recuerdan a él y cierras con rapidez la caja antes de abrir emociones que no deseas sacar.

El teléfono comienza a sonar sobre tu mesa y cuando contestas no puedes evitar una mueca de disgusto. El director quiere que vayas a la sala de reuniones. Lo único que te faltaba era otro interrogatorio sobre tu marido.

En cambio a quien encuentras en el interior es a la doctora Cranston, examinando un expediente con concentración. Casi preferías el interrogatorio.

- ¿Qué quiere?- preguntas cortante.

- El director Vance me ha pedido que la evalúe, después de lo ocurrido es un procedimiento normal a seguir.

Te señala una silla vacía enfrente de ella y a pesar de no tener ganas tomas asiento, esperando a que sea ella quien comience la conversación.

- Estoy bien, quiero volver a mi trabajo y usted me lo impide.

- Perder a un compañero es bastante duro, pero también ha perdido a su esposo, todo el mismo día.

- Ya he perdido a mucha gente en el pasado, estoy acostumbrada.

Rachel cierra el expediente y te mira fijamente a los ojos. No te suelen intimidar pero temes que ella pueda llegar a tu interior y ver el daño real.

- No creo que todos hayan sido acusados de asesinato y traición a su país.

- En realidad sí. ¿Recuerda a Ari, doctora Cranston?

La crudeza con la qué has dicho la frase te hace sentir mal. Ella no tiene la culpa de lo que te está ocurriendo y has ido a hacer daño innecesario. Puedes ver el dolor reflejado en sus ojos aunque se esfuerce por ocultarlo en vano. A fin de cuentas Ari mató a su hermana, hizo lo mismo que han hecho ahora contigo. Y sabes que por mucho tiempo que pase eso nunca se olvida. Al menos tú no puedes.

- Lo siento- te disculpas arrepentida.

- No se preocupe.

- Tony no era culpable de ningún delito del que le acusan- le explicas- Necesito averiguar quién le ha implicado en esto.

Cuando lo haga estaré bien.

- ¿Y cree que eso la hará sentir mejor?

- Saber la verdad siempre nos beneficia- respondes con convicción.

- Estoy de acuerdo, pero eso no le va a devolver a su marido ni a su hija a su padre.

- ¿Qué es lo que quiere de mí?- preguntas casi desesperada.

Cierras los puños con fuerza luchando por contener tus emociones. No quieres seguir hablando más del tema, solo consigue reabrir más las heridas.

- Le diré al director que está apta para trabajar con la condición de que nos veamos una vez al mes, ¿de acuerdo?

Aceptas con la única idea de salir de allí y sin saber cuántas sesiones más aguantarás sin derrumbarte por completo.

Traición

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