la relajación
Puede que la relajación sea justo lo contrario al cansancio. Aunque también cierre los ojos y tire de las piernas y de los brazos hacia abajo. Son dos pesos opuestos y si bien el uno (el cansancio) estaba claro que sabía muy bien lo que era, no estaba tan segura de que pudiese encontrar la relajación. Ha sido una sorpresa. Como si el cuerpo hubiese pasado horas saltando olas en un océano, en concreto el Pacífico. Como si hubiese pasado una tarde en el balancín de ma fille (oh, la melancolía de ella, oh, qué inesperado pensar en ese lugar justo ahora) dejando que pasase el verano cuando teníamos quince años. Como si me hubiese levantado a las tres de la mañana para coger un vuelo a mi ciudad favorita y ahora justo pudiese acostarme en el césped de detrás de Sant Paul. Como si pudiese volver solo por una noche a mi habitación en la casa de Torre Pacheco, esa casa que no existe. Como si LdV me acariciase el pelo cerca del mar en Cala Escondida, después de haber nadado en busca de peces. Como si me hubiesen dejado dormir muy profundo después de follar muchísimo y al despertar solo quisiese seguir durmiendo.
La cafeína me saca un poco.
La realidad me saca un poco.
Pero qué bien. Qué bien la relajación.