Mientras conducía Emma miraba de reojo a Gold. Bella dormía en el asiento de atrás y él intentaba mantener su vista apartada de ella. -¿Hay algo que le molesta Sheriff Swan? -Que me mientan -A todos nos molesta que nos mientan querida pero es la forma en que funciona el mundo, ¿creí que era algo que usted ya sabía? -Sabe exactamente que quiero decir, usted la conoce y no me lo quiere decir -No es que no quiera, es que no puedo porque no la conozco -Y que fue todo eso que vi en el bosque -¿Qué fue lo que vio? Con cada una de sus respuestas las manos de Emma se tensaban más y más sobre el volante. -¡Demonios Gold! Eso es lo que no soporto de usted. Que crea que puede torcer las cosas a su antojo y tratarme como si fuera una idiota, yo vi como la abrazaba -Vio mal Sheriff yo sólo le ofrecí mi abrigo, por si no lo ha notado la chica está herida, prácticamente congelada, era lo menos que podía hacer -¿Y cómo la encontró? -Salí a caminar y de casualidad la vi en el bosque, la reconocí por el cartel que usted me dio y pensé que necesitaba ayuda -¡Usted jamás ayuda a nadie! ¿Cómo se llama? -Madeleine, al menos eso fue lo que usted me dijo -Está bien, no me lo diga pero le advierto que llegaré al fondo de esto con o sin su ayuda -¿Cree que tiene la fe suficiente para entender esto, para entender todo lo que sucede en Storybrooke? Por primera vez la verdad destellaba en los ojos de Gold, una verdad que ella no quería comprender. -¿Dónde va a esconderla? -De momento en mi casa -Está bien, nadie va a buscarla allí. Veré si Mary Margaret tiene algo de ropa que le sirva, no podemos dejarla así -Por supuesto que no -Los dejaré en su casa y luego volveré con la ropa. No la deje sola, podría intentar escapar nuevamente -No se preocupe querida, no apartaré mi vista de ella Emma azotó la puerta al entrar y se dejó caer en la silla, a la vez que llenaba la mesa de papeles. Mary Margaret supo de inmediato que había tenido un mal día. -¿No encontraron a la chica? -Gold la encontró -¿Gold? -Si, y no me preguntes cómo o por qué, consiguió que le diera veinticuatro horas para averiguar que es lo que ocurrió realmente -Bueno si te convenció que lo dejaras libre cuando golpeó a French no me sorprende que te convenza de ayudar a esta pobre chica -No me convenció yo decidí hacerlo, te lo he dicho mil veces -Está bien- dijo Mary Margaret hundiendo su vista en la mesa, no quería volver a discutir con ella sobre lo mismo, de alguna forma todo el asunto de Gold la ponía de un humor extraño. -Lo siento es que Gold me exaspera, cree que puede hacer lo que quiera y salirse con la suya ¡SIEMPRE! -Lo siento Emma pero no entiendo nada -Estoy segura que él conoce a la chica y simplemente se niega a decírmelo -¿Piensas que la conoce sólo porque la encontró? -No, no sólo por eso es la forma en que la mira, como la trata, es prácticamente otra persona cuando esta con ella. Es como si de alguna manera estuviera conectado con ella y eso es algo que no puedo entender. Gold es un hombre que ha construido una enorme barrera en torno a él, una barrera que no deja que nadie atraviese. Es como si la idea de querer a alguien o de que alguien lo quiera, simplemente lo aterrara y de pronto de la nada, aparece una desconocida y derriba todos los muros, así de fácil. No tiene sentido. -A veces hacemos cosas que no tienen sentido, además no creo que Gold sea un monstruo como todo el pueblo piensa -Yo tampoco lo creo y si lo vieras con esa chica, apenas podrías reconocerlo, es amable pero no en esa forma cínica en la que se comporta con sus estúpidos querida como si se estuviese burlando de todos. No, era… quizás incluso tierno me atrevería a decir La mente de Emma viajó aquel momento que habían compartido en prisión, cuando hablaron de Henry, de lo amarga que podía ser la soledad, de lo que ambos habían perdido, ese extraño pero cálido momento en el que ambos conectaron de una forma en la que jamás pensó que pudieran hacerlo, de una forma en la que nunca había conectado con nadie. -¿Emma? La voz de Mary Margarte la arrastró al presente a ese presente donde Gold volvía a ser el mismo tipo enigmático, en el que no podía permitirse confiar. -Lo siento, me distraje, ¿que me decías? -¿Qué harás ahora? Si Regina sabe que tú y Gold están escondiendo a la muchacha bueno... ya sabes -Lo sé, tengo horas para saber que hay detrás de esto, pero bueno al menos ya tengo una pista -¿Una pista? -¿Recuerdas cuando Gold golpeó a French? ¿Recuerdas que te dije que mientras lo golpeaba decía algo sobre que LA habían dañado, que French tenía la culpa, que debía cuidarla y no lo hizo? -Entonces crees que French tiene algo que ver con ella -Estoy casi segura -No entiendo, tú misma dijiste que la muchacha no era de aquí, que en el expediente decía que era de Portland o algo así -Si, pero el expediente me lo dio Regina y luce inmaculado como para tratarse de un caso de homicidio de más de cinco años, parece que lo hubiesen hecho hoy mismo, míralo Emma buscó en los papeles que había tirado sobre la mesa -¡Maldito Gold!, robó el expediente prácticamente en mis narices -Tranquila, quizás está en el auto -¡NO! Él lo tomó, soy una estúpida por confiar en él. Pero ahora mismo voy a dejarle claro que no soy una de sus marionetas de Storybrooke Tomó las llaves del auto y se dirigió hacia la puerta. Se detuvo violentamente. -Lo olvidé, ¿tienes algo de ropa que me prestes para la chica? La pobre sólo lleva la bata del hospital y está herida -¿Herida? -La verdad es que me dio lástima ver como estaba. Tiene la frente lastimada, la cara y los brazos heridos, además estaba congelada. Tuvo suerte que Gold la encontrara. No habría sobrevivido la noche. -Pobrecilla, voy contigo -Está bien, yo no juego a la enfermera tan bien como tú -Además así evitaré que mates a Gold- exclamó con una sonrisa -Apresúrate -Tranquila sólo tomaré algunas medicinas y algo de ropa.
Bella acercaba sus manos al fuego como si toda su existencia dependiera de ese pequeño roce de calor, el frío se había aferrado a su carne y no podía desprenderlo de ella. Gold le extendió una taza de café caliente, ella la recibió esbozando una mueca similar a una sonrisa. -Toma-dijo acercándole una manta Ella puso la taza sobre una pequeña mesa que reposaba junto al sillón donde él y Emma la habían acomodado, extendió el brazo sin éxito, la manta cayó al suelo -Oh, lo siento mucho...no quise tirarla es sólo como si mis brazos no me respondieran, perdón -Tranquila querida, déjame hacerlo por ti Le envolvió delicadamente con la manta, cubriendo todo su cuerpo, la contempló un momento y luego apartó los cabellos que cubrían su frente. -Gracias, es muy amable -Bueno, eso es algo que no escucho a menudo- ella frunció levemente su ceño en señal de extrañeza. Aquel gesto le era tan familiar podía recordar las veces que ella lo había mirado de la misma forma, cuando ambos no eran más que dos desconocidos buscando una forma de recorrer un camino juntos. -Dice cosas que no logro entender- exclamó Bella -Da igual, vamos a lo importante. ¿Quién eres? Bella hundió su vista en la taza de café -Yo...lo siento, simplemente no lo recuerdo -Lo suponía. Te diré lo que haremos, aquí- dijo mientras tomaba el expediente que había robado a Emma- está todo lo que debes saber sobre ti, al menos por el momento, luego inventaremos lo que sea más conveniente. Lo importante ahora es que aprendas todo lo que dice, tenemos sólo un momento antes de que Emma regrese -Pero ¿no sería mejor decirle toda la verdad? -Me temo querida que no será posible. Si Emma se da cuenta que no recuerdas nada podría pensar que lo mejor es que regreses al hospital -No, eso no, por favor, no puedo volver a ese sitio -Lo sé, tranquila, sólo debes poner atención y no tendrás que volver. Según esto tu nombre es Madeleine Hudson naciste el cinco de abril de 1980 en Portland, no dice nada acerca de tus padres pero si Emma te pregunta por ellos di que los perdiste cuando eras apenas una niña y que luego viviste con algunos familiares pero que jamás pudiste asentarte en ningún lugar, esto es realmente importante, debes recordarlo muy bien Ella murmuró los datos que él le dio, una y otra vez -Es raro pero no me siento como una Madeleine Hudson de Portland -Probablemente porque no lo seas, lo importante es convencer a Emma de que lo eres -Entiendo, lo recordaré, gracias -Ahora lo realmente difícil, ¿recuerdas algo de lo que te acusan? -No, sólo tengo algunas imágenes dispersas -Aquí dice que apuñalaste a tu prometido en su auto con unas tijeras pocos kilómetros después de llegar a Storybrooke- Debía reconocer que Regina podía ser astutamente retorcida cuando se lo proponía-¿Recuerdas algo así? -No, ni siquiera recuerdo tener un novio-los labios de Bella temblaron-no recuerdo nada, se que es difícil de creer, tan difícil que no puedo pedirle que lo crea porque a veces hasta yo pienso que pude hacerlo, ¡Dios quizás lo hice!, quizás lo maté y no lo recuerdo La voz de Bella se quebró en mil sollozos, dio unos pasos hasta ella, deseaba consolarla pero si ella se asustaba, si pensaba que quería dañarla, si huía, si volvía a perderla, permaneció inmóvil con la mano suspendida en el aire, incapaz de ejecutar algún movimiento, hasta que la mano de ella se aferró a la suya como un lamento desesperado. No pudo resistir su tacto, entrelazó sus dedos con los de ella, ambos cuerpos se buscaron hasta anular el espacio que los separaba con un fuerte abrazo. Bella se arrulló en su pecho llorando. -Deseo recordar, deseo acabar con esta duda, si lo hice merezco todo lo que me ha pasado pero a la vez no me creo capaz de hacer algo así, sólo quiero recordar, descansar de todo esto -Tú no eres capaz de hacer daño alguno , créeme -¿Cómo puede estar tan seguro?-dijo levantando la cabeza hasta cruzar sus ojos con los de él -Confía en mi, lo sé- Bella observó sus ojos, había tanta familiaridad en ellos, tanta certeza, tanta verdad que volvió a escabullirse hasta su pecho sintiéndose por primera vez completamente segura de su inocencia. De alguna forma él hacía que la gasa del olvido desapareciera, con él podía encontrarse a si misma nuevamente. Permanecieron en silencio, él acariciaba sus cabellos mientras ella apresaba sus dedos entre los suyos aterrada de que aquel abrazo terminara, no podía soportar la idea de volver a quedar en la habitación lejos de sus brazos, no podía volver a la fría soledad de su desesperanza. No importaba que acabara de conocerlo, aquel hombre menudo y frágil se había convertido en su fuerza, simplemente no podía desprenderse de él. Él la dejó llorar, quería estar así hasta que todo se congelara, sin embargo el tiempo apremiaba, Emma aparecería en cualquier momento y él debía saberlo todo antes que ella para poder protegerla. Suavemente la apartó, alzó su rostro apresando su barbilla delicadamente entre sus dedos. -¿Más tranquila? -Si, lo siento, no quise hacer...ya sabe una escena -Esta bien, es sólo que Emma llegara pronto y necesito saber si recuerdas que fue exactamente lo que pasó -Recuerdo despertar en un auto, mis manos, mi ropa todo lleno de sangre, junto a mi estaba este hombre, no sabía quién era él o quién era yo. Corrí gritando por ayuda, entonces apareció esta mujer dijo que me llevaría al hospital para que me atendieran pero en cuanto llegamos me encerraron, dijeron que yo había matado a ese sujeto -¿Quién lo dijo? ¿El Sheriff Graham? -No, no había nadie de la policía yo quería hablar con la policía pero ella no me dejó -¿Recuerdas el nombre de la mujer? -No, jamás me lo dijo, pero la recuerdo perfectamente, tenía los ojos y el cabello oscuros, la forma en que mira es...tan fría como si no hubiese nada dentro de ella sólo un gran odio, lo siento es todo lo que recuerdo, no es mucho -Es suficiente querida, se perfectamente de quien se trata -¿Quién es? -Regina Mills, la alcaldesa de Strorybrooke -Pero ¿por qué me hizo esto? -Los actos más crueles son los más difíciles de entender querida Pero él sabía perfectamente los motivos de Regina y también sabía que haría lo imposible por volver a poner las cosas a su favor. Regina Mills era más peligrosa que nunca para él y para Bella, pero él también sabía como volverse peligroso. -Entonces, está seguro que todo esto fue idea suya -Completamente -Pero ¿por qué? -Eso no importa ahora, debes decirme como escapaste -Bueno no es algo que me enorgullezca. Robé una de las cucharas del almuerzo, durante días la lime contra los muros hasta convertirla en una hoja afilada, entonces sólo esperé la oportunidad y hoy cuando vi que el enfermero que me llevaba la comida tenía las llaves sólo se la enterré y corrí -Eras tú o él, no hay nada de que avergonzarse -Bueno, creo que es una forma de ver las cosas -No, querida es la única forma, siempre recuerda que cuando eres tú o ellos, debes hacer lo que debes hacer sin importar nada, créeme que yo se de situaciones desesperadas Bella podía sentir el dolor en sus palabras, un dolor que sonaba tan similar al suyo -Gracias por entender, sólo deseo no volver nunca más a ese sitio -Te doy mi palabra de que así será -¿Por qué me ayuda? -¿Por qué no? Los ojos de Bella volvieron a destellar en la sonrisa que tanto extrañó, quizás no tenía el mismo brillo encandilante de antes pero ahí estaba dulce, cálida, suficiente para hacerle sentir que aún había un lugar para él. Una vez más Bella había abierto las cortinas del Castillo Oscuro.