guau guau

May 24, 2008 17:55


No podía dejar acabar el reto sin traer a Nevado una última vez.
Es muy cortito, lo sé, lo sé...

Ah, y otra cosa. 
No os deprimáis mucho pero ya es oficial, no he aprobado ni uno los exámenes.

Toi aburrida. Mi vida social vuelta tan bajo que ni un radar podría captarla.
Voy a intentar aprovechar que mi destino de hoy es pasarlo en la habitación para, al menos, escribir cosas que tenga atrasdas.
O responder comentarios, que esos sí que los tengo atrasados, y muchos...

Título: De cornamentas y fregonas
Autora: Livia
Rating: TP
Advertencias: post 5x13




Nevado estaba espatarrado sobre el suelo de la cocina al estilo de una alfombra de tigre disecada, aunque en su caso parecía más un pequeño felpudo con cuatro patas. Pero el frío del suelo en la barriguita le gustaba. Bostezó perezoso y entonces captó el sonido de las voces de sus dueños  bajando desde la planta de arriba. El perrito se levantó y trotó hasta el salón para ver lo que pasaba.

-          ¡Brigada de limpieza! - estaba gritando Gus

-          Eso es, Gus - asintió Justin - Cada uno nos vamos a encargar de hacer una cosa y dejar limpia la casa

Nevado ladró tímidamente intentando atraer su atención.

-          Tú también, Nevado, no te preocupes

Dijo Gus, y le ató un cacho de trapo en el rabo. Su idea era que Nevado lo moviera como un plumero. Pero el perrito pensó que se trataba de un juguete y comenzó a dar vueltas sobre si mismo intentando atraparlo. Gus puso cara decepcionada.

-          Sigo pensando que es absurdo - Brian habló por primera vez - ya tenemos a una persona que haga esto

-          Que está de baja - respondió Justin con la voz de quien ha repetido la misma conversación una y otra vez

-          No hace tanto que vino. ¿Te parece que la casa está sucia?

-          Esa no es la cuestión, Brian. Es enseñarle a Gus el esfuerzo que supone mantener una casa en buenas condiciones.

-          Yo siempre ayudo a mamá - intervino el niño

-          ¿Ves? - dijo Brian sonriendo irónicamente - Lindsay ya se está encargando de eso

Justin tenía que confesar que, efectivamente, no había demasiado que limpiar. Pero aquello ya carecía de importancia. Una vez más su marido y él estaban echando un pulso por imponer su voluntad, y no había cosa que le diera más rabia al rubio que dejar a Brian salirse con la suya porque luego se ponía imposible durante una semana.

Gus dejó a sus padres discutiendo sobre lo mismo por enésima vez y se centró en entrenar a Nevado para la misión de limpieza. Le enseñó una de sus gominolas perrunas, el perrito corrió hacia él agitando el rabo, olvidándose del trapo que ahora daba vueltas detrás suya como si fuera un limpiaparabrisas. Justo lo que Gus quería.

Fue hasta el armarito donde se guardaban las cosas de limpiar y sacó una fregona. Miró dentro del cubo pero estaba vacío y el niño sabía que necesitaba mojarla. Volvió a la cocina y se subió a un taburete, Nevado le miraba atentamente, metió la fregona dentro del fregadero sujetándola por el palo, y abrió el grifo del agua. Cuando estuvo bien empapada saltó de nuevo al suelo y la pasó por todas partes.

Su plan era que Nevado pasara el trapo seco por el suelo. Pero no se había dado cuenta de que cuando el perrito levantaba la cola, el trapo subía con ella y no servía para pasarlo por zonas tan bajas.

Resignado, regresó al salón para contárselo a sus padres. Estos todavía no habían dejado de discutir. Gus se acordó de un documental que había visto en el cole en el que unos ciervos se pegaban con los cuernos para saber quien era el jefe. La profesora había dicho que el que ganara sería el… ¿cómo era?... el macho dominante. Sus padres eran dos ciervos de esos.

En ese momento sonó el teléfono.

-          ¿Sí?

-          ¿Gus¿ - era Melanie - ¿por qué respondes tú?, ¿y Justin y Brian?

-          Midiendo el tamaño de sus cuernos - respondió el niño muy serio

-          No quiero saber que significa eso - suspiró su madre morena - Oye, ha llamado tu amiguito Anthony por si querías ir al mini golf con él. Le he dicho que estabas ahí, pero si quieres voy a recogerte.

-          ¡Sí quiero! - gritó Gus saltando en el sillón

Aquello atrajo la atención de Brian, quien se puso al teléfono y,tras hablar con Melanie, concluyó que Justin y él acercarían al niño a la ciudad.

Pronto los trapos, las escobas y las discusiones quedaron olvidadas. Y también Nevado y su trapo. Cuando cerraron la puerta el perrito se quedó mirándola como si alguien fuera a acordarse de volver a quitarle eso de la cola. Pero cuando escuchó rugir el motor del coche lanzó un resignado suspiro perruno.

Volvió a la cocina, el suelo ya no estaba mojado pero al haberlo estado, estaba ahora más fresquito. De nuevo se espatarró sobre los azulejos, bostezó adorablemente y se quedó dormido. A veces, vivir en Britin podía ser un poco desconcertante.

la caseta de nevado

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