Titulo Fanfic: Bring him Home (and stay with me too)
Autor/a:
linnafishingFandom: EXO
Personajes: Chen/D.O. (ChenSoo)
Rating: PG-13
Género: SingleParent!au, romance, drama.
Palabras: 12.5K
Resumen: Kyungsoo acaba de egresar de la escuela de leyes y es una promesa que cualquier bufete pagaría por tener. Su vida está yendo casi tan perfecta como lo había planeado.El único problema era su condenado vecino, quien parecía tener como misión destruir la paz y tranquilidad de sus noches con música estridente y gente escandalosa. Sin embargo, ¿qué hará Kyungsoo cuando este mismo molesto vecino llegue rogándole que lo ayude con la custodia de su hijo?
n/a: Este fic lo comencé el 2017 después de los regalos de navidad del 2016 de la secta pingüino. De los dos prompts que propuse, este fue el que no se eligió, y me dijo "por qué no lo escribo yo?" y bueno, aquí estamos. Lo publiqué el 2019 en mi LJ cuando aún estaba incompleto y ahora lo terminé al fin. Quiero aclarar que esta se me ocurrió a partir de una novela chilena que veía mi mamá por las noches en esa época.
Ahí estaba otra vez. La música estruendosa, los murmullos molestos y esos golpecitos por aquí y por allá que perturbaban su concentración cada cinco jodidos segundos.
Kyungsoo cerró los ojos por un momento y apoyado sobre la mesa cubierta de papeles regados, masajeó su sien por debajo de sus gafas, maldiciendo por enésima vez esa noche sus paredes tan delgadas. Era jueves por la noche y el insensato de su vecino ya estaba de fiesta de nuevo.
Con la irritación apoderándose de cada una de sus células, se puso de pie en dirección a la entrada contigua. Kyungsoo no se consideraba un hombre de hacer escándalos ni nada por el estilo y jura haberse contenido en muchas ocasiones en favor de mantener las buenas relaciones vecinales en ese edificio tan pequeño, pero aquello ya era el colmo.
El caso en el que estaba trabajando era el primero como abogado con título y estaba mucho más complicado de cómo se vislumbraba en un principio. Lamentablemente no había podido estudiarlo en profundidad como merecía ni mucho menos preparar la defensa preliminar, porque el cretino de al lado no tenía intención de devolverle ni un minuto de su ansiada paz.
Con tan sólo un pantalón de chándal y una sudadera que parecía ser algunas tallas más grandes, Kyungsoo se aventuró hacia el corredor con clara intención de detener aquel barullo.
Frente a la puerta, respiró hondo una vez más en un intento por controlar sus impulsos y alzó el puño para dar tres golpes secos contra la madera.
Pasó un poco más de un minuto, lo que se sintió como una verdadera eternidad para el chico parado allí afuera, con el frío calando sus huesos y un montón de trabajo por hacer en casa.
Exasperado, volvió a levantar el brazo con el propósito de golpear con más fuerza esta vez, justo en el instante en que la puerta se abrió para revelar una peculiar sonrisa gatuna con la que se había cruzado más de un par de veces en los pasillos de ese piso.
-¡Kyungsoo-yah! - oyó su nombre ser vociferado por esa vocecilla risueña y aguda que le hacía tiritar una de sus cejas cada vez que lo escuchaba.
El hecho de que el tipo frente a él se tomara atribuciones como hablarle de manera informal cuando sólo eran saludos de pasillos no hacía más que aumentar su molestia.
Con disimulo inspiró profundamente antes de hablar.
-Jongdae-sshi -pronunció lento, clavando sus grandes ojos severos en los de su vecino-, ¿te molestaría bajarle a la música? Estoy tratando de trabajar en un caso y temprano en la mañana tengo audiencia.
Su vecino, Kim Jongdae, un muchacho bajito, tal vez sólo un par de centímetros más alto que él, de alrededor su edad, pómulos prominentes y sonrisa felina, pareció desconcertado por una fracción de segundo y quizás algo avergonzado, Kyungsoo no estaba seguro, mas de inmediato brotó ese destello de diversión en sus ojos tan característicos del chico y que hacía a Kyungsoo temblar de pies a cabeza.
-¡Lo siento! Pero Kyungsoo -continuó tan despreocupado como siempre-, ¡Ni siquiera es medianoche, hombre! Por qué no entras y te desestresas un poco. Te trai-
-¡Jongdae! ¿Por qué te demoras tan- ¿pero qué tenemos aquí?
De pronto una segunda voz hizo aparición tras Jongdae interrumpiéndolos. El intruso se paró junto al anfitrión y le dedicó a Kyungsoo una mirada de pies a cabeza.
-Baekhyun, no moles-intentó bloquear Jongdae al entonces desconocido, pero éste decidió ignorarlo por completo y sonreírle abiertamente coqueto al más bajo.
-¿Vas a entrar, bonito? ¿Qué te sirvo?
Kyungsoo, sorprendido por el descaro de aquel desconocido, arrugó el entrecejo y decidió fingir ignorancia ante su existencia, volteando su atención hacia Jongdae nuevamente. Afortunadamente, éste pareció recobrar el tino y se interpuso entre ellos.
-Baekhyun, él es Kyungsoo, mi vecino -presentó con evidente fastidio.
Y en cuanto esas palabras salieron de su boca, Kyungsoo notó como el rostro de ese tal Baekhyun se iluminó. Un mal presentimiento recorrió su espalda.
-¡Oh, es él! -Baekhyun nuevamente se cruzó y extendió una de sus manos hacia Kyungsoo- Soy Baekhyun, ¿te unirás al fin a la fiesta?
«¿Al fin? ¿Qué diablos se supone que significa eso?»
-Lo siento -declinó viéndolo de soslayo-, pero tengo que trabajar, así que, ¿podrían bajarle? -habló esta vez dirigiéndose directamente hacia su vecino.
Sin más, el más bajo hizo una pequeña reverencia y se marchó.
Se sentía morir. Kyungsoo no deseaba más que quitarse esa ropa de empaque, lanzarse a su cama y enredarse entre sus cálidas mantas para dormir, si fuese posible, una semana completa.
Una vez frente a las puertas de su edificio, Kyungsoo aflojó la corbata de su cuello y arrastró los pies con pesadez hasta el lobby donde saludó al conserje con un cordial movimiento de cabeza. Revisó su reloj una vez más para confirmar la hora; las 00:43. Definitivamente debía considerar el cobrar por horas extras.
A pesar del cansancio que sentía el recién abogado debía sentirse satisfecho, pues el caso en el que estuvo trabajando por semanas había concluido y, para su fortuna, con un desenlace satisfactorio para sus clientes. Aquellos inmigrantes recibirían la protección que merecen, esa era la mejor recompensa que podía esperar.
No obstante, una familia filipina y una deportación injusta ya habían tocado a su puerta y comenzaban a acechar su sueño.
¿Descanso? No era una palabra que existiera en el diccionario de Do Kyungsoo.
Cuando el ding del elevador indicó que había llegado a su piso, Kyungsoo levantó la vista hacia el frente y de inmediato identificó una figura a pasos de las escaleras. Dicha figura no estaba sola, por supuesto. Un pequeño bulto destacaba por sobre sus brazos.
Porque sí, Kim Jongdae, su alocado vecino, tenía un hijo.
El pequeño Daeul tenía un poco más de dos años y lo veía tal vez el 90% de las veces que avistaba al padre; tomados de la mano en las mañanas para ir a la sala cuna, jugueteando brevemente en los pasillos por las tardes o dormido en brazos de su padre en noches como esta. Kim Jongdae parecía andar con su hijo para todos lados, no importaba la hora, el lugar o el clima. Responsabilidad no era precisamente la palabra que mejor lo definiera.
Acerca de la madre, Kyungsoo jamás la había visto. Sin embargo, no es como si fuese a preguntar; no era asunto suyo.
Observó al joven padre buscar a tientas entre sus bolsillos por la llave de su apartamento, mientras maniobraba con un adormilado Daeul entre sus brazos hasta que pareció percatarse de la presencia del más bajo allí.
La sonrisa que afloró en los labios de su vecino no se dejó esperar.
-Kyungsoo-yah, hola -saludó el chico entre susurros, a lo que aludido no hizo más que un leve asentimiento de cabeza tal cual lo hizo con el conserje viendo cómo el pequeño se removía ligeramente entre sueños.
Jongdae interpretó su silencio como una invitación a continuar, porque de inmediato abrió la boca señalando con el mentón hacia las escaleras tras él.
-A Daeul le dan miedo los elevadores, así que siempre tengo que cargar su bulto nueve pisos -rio despacio encogiéndose de hombros.
Kyungsoo volvió a observar al niño dormido sobre el hombro del chico, con la boca un poco abierta y la nariz adorablemente fruncida. Sonrió. Admitía que aquella criatura era un roba-corazones.
Tal vez su vecino sí podía tener algo bueno y estaba siendo algo injusto al catalogarlo de padre irresponsable, porque aquel niño siempre parecía estar bien cuidado, limpio y alimentado, y por sobre todo era un niño vivaz y feliz. Todo gracias a Jongdae.
Cuando volvió a fijar su vista en el mayor, vio cómo éste le regalaba la más radiantes de las sonrisas, haciéndolo sentir inquieto de pronto. Ese gesto era demasiado para esa hora de la madrugada y su cerebro fatigado. No quería aturdirse con pensamientos sin sentido.
Es por ello que decidió que ya había sido suficiente interacción por esta noche, a pesar de no haber pronunciado palabra aún, y quitó la mirada de su interlocutor para dirigirse hacia su hogar.
-Buenas noches, Jongdae-sshi -soltó el abogado sin voltear a ver al otro chico, una vez que tuvo las llaves en el cerrojo de su puerta.
Sin embargo, justo antes de desaparecer por completo tras el umbral, su vecino volvió a llamar su atención.
-Sólo Jongdae, ¿bien? No lo olvides. Qué descanses Kyungsoo.
Está bien, hoy es viernes, el día en que las personas pueden relajarse despojándose de uniformes asfixiantes y despidiendo jefes molestos después de una semana de arduo trabajo para desestresarse bebiendo algo con los amigos o saliendo de fiestas, pero el escándalo proveniente del otro lado de sus paredes era excesivo. Los gritos se asemejaban a esas peleas callejeras subidas de tonos y los golpetazos sonaban demasiado violentos para tratarse sólo de una amistosa junta entre amigos.
Kyungsoo ya ni siquiera estaba molesto porque hubiesen interrumpido su primer viernes libre, sino que comenzaba a preocuparse. Se preguntaba por lo que realmente estaba sucediendo allí al lado y por sobre todo, se preguntaba si el pequeño Daeul se encontraba bien.
Esa era una de las cosas que más le molestaba acerca de Kim Jongdae. Esas fiestas ruidosas, con alcohol, tal vez drogas -no lo sabía-, a veces con gente que lucía peligrosa, todo ello frente a su hijo de tan sólo dos años como espectador.
Es entonces cuando se escuchó un gran estruendo, esta vez procedente desde el pasillo de la planta, asustándolo de muerte, y de pronto el volumen de las voces explotó de tal modo que ahora el abogado era capaz de determinar con precisión cada palabra que vociferaban.
-¡¿Estás loco?!
-¡Suéltalo!
-Llamen a la policía.
-TE VOY A MATAR.
-¡No llamen, joder!
-¡Mierda!
Grave. Esto sonaba grave.
Trémulo, Kyungsoo se levantó del sofá donde estaba intentando tomar té y corrió hacia la entrada tirando con desespero de la puerta, para encontrarse de cara con un tumulto de seis personas envueltas en lo que parecía una pelea.
-¿Qué es todo esto? -exigió alzando la voz sin perder el control.
Es entonces cuando se da cuenta que uno de los chicos que trataba de detener la riña era Baekhyun, el amigo de Jongdae que había conocido hace un par de semanas.
-¡Kyungsoo! -gritó el chico con la adrenalina bañando su voz cuando lo reconoció.
Junto a él se encontraba un muchacho muy alto, que debía pasar el metro ochenta y lo acompañaba en el intento por contener a otro tipo que lucía terriblemente furioso. Corpulento, de rostro tosco y tatuajes a la vista, quien trataba a toda costa de propinarle una golpiza a otro fulano más pequeño, pero que no se quedaba atrás con las ganas de pelear, en tanto otros dos chicos bajitos se interponían en su objetivo.
-¿Dónde está Jongdae? -preguntó cuando su vecino no estaba en ningún lugar a la vista.
Agitado, Baekhyun volvió a verlo por un segundo sin soltar del fuerte agarre que sostenía sobre el brazo del sujeto y en el momento que abrió la boca para responder, una sirena sonó estridente desde fuera del edificio.
La policía.
Ese día había sido un total caos. Cuando llegó la policía, el alboroto del pasillo se desvaneció en un abrir y cerrar de ojos, e incluso los demás asistentes a la fiesta que aún se encontraban dentro del apartamento salieron despavoridos, a excepción de ese tal Baekhyun, el gigante y otro chico más a quien no había visto hasta ese entonces.
Los oficiales llegaron e interrogaron brevemente a un confundido Kyungsoo, quienes le explicaron que se había hecho una denuncia por disturbios en ese edificio. El de ojos grandes, por alguna extraña razón, bajó el perfil del incidente en lugar de descargar todo por lo que siempre se quejaba solo entre cuatro paredes. Quizás había sido por el hecho que la policía se vio involucrada o tal vez porque sabía que esta vez la situación se le había escapado de las manos a su vecino.
Se enteró que en el momento en que las discusiones se habían salido de control, Jongdae había tomado a su hijo y se habría encerrado con él en su habitación, mientras sus amigos se hacían cargo de la situación.
Kyungsoo no pudo verlo esa noche.
Era domingo por la tarde, dos días después del suceso cuando llamaron a su puerta.
Kyungsoo dejó a un lado la canasta con ropa sucia que disponía a llevar a la lavandería en el sótano, y extrañado fue a atender la puerta. No esperaba a nadie.
Grande fue su sorpresa cuando vio allí parado a nada más ni nada menos que a Kim Jongdae.
-Hola -fue lo único que soltó el chico parado allí en el umbral de la puerta.
Jongdae lucía algo cohibido con una sonrisa a medio hacer, la mirada inquieta constante hacia los pies y los hombros subidos. Sus manos se encontraban resguardadas dentro de sus bolsillos y sus pies hicieron un pequeño movimiento cuando quiso cambiar su peso de un lado a otro en un afán de hacerlo imperceptible.
Decir que Kyungsoo no estaba sorprendido, sin duda, sería mentir. Durante el año que llevan viviendo en el mismo edificio, Jongdae jamás se había acercado a tocar su puerta pese a su actitud extremadamente amistosa cada vez que se encontraban. Ni siquiera lo había hecho con la típica excusa de la taza de azúcar.
Sin quitar la mano del pomo de la entrada, el abogado rompió su semblante neutro para dar paso a su verdadero estado de confusión.
-¿Hola…?
Su vecino levantó la vista al fin hacia él y pudo ver algo un poco más parecido a la sonrisa peculiar del chico que, sin darse cuenta, comenzaba a extrañar; aquella donde las esquinas de sus labios se arqueaban cómicamente y sus ojos desaparecían en dos pequeñas medias lunas.
-Kyungsoo -pronunció dubitativo-, yo sólo… vengo a disculparme por lo de la otra noche. Sé que excedió todos los límites. Lo siento mucho.
Kyungsoo impertérrito vio al chico hacer una venia en noventa grados.
-Yo no fui quien llam-
-Lo sé -sonrió el mayor levantándose nuevamente y Kyungsoo pudo notar como éste destensaba los hombros y empezaba a relajarse-. Fue la señora Park del piso de abajo -comentó desfigurando su rostro en una mueca de disgusto-, ella me odia.
Jongdae rio despacio esta vez para volver a bajar la vista y quedar en silencio y patear suavemente algo inexistente del suelo. Sin embargo, en el momento que la situación estaba por volverse incómoda, volvió a hablar.
-Esos tipos… -comenzó- no… no eran amigos míos -explicó de pronto sin razón alguna.
El más bajo frunció el ceño sin poder evitarlo. Aquello sólo empeoraba la situación.
-Deberías tener más cuidado entonces -reprendió severo al instante, dándose cuenta de su error cuando vio las intenciones de excusarse en su compañero, por lo que optó por un cambio de tema rápidamente- ¿Dónde está Daeul ahora?
Ni siquiera el mismo Kyungsoo sabía que era lo que estaba haciendo en este instante en lugar de despachar al chico de una vez por todas. Creyó incluso hasta haberse sonrojado en algún momento de esa charla innecesaria que estaban manteniendo.
«Demonios»
Jongdae, por otra parte, parecía deleitado ante la mención de su hijo y sus ojos destellaron de orgullo.
-Él está bien. Está con Chanyeol en mi departamento en este momento.
¿Quién es Chanyeol? Kyungsoo no tenía ni la más mínima idea, pero al parecer el joven padre asumía que Kyungsoo debía conocerlo para mencionarlo tan casualmente, por lo que se limitó a sólo asentir para no alargar aún más la conversación.
Jongdae captó la indirecta de que era tiempo de emprender retirada, mas antes había algo que tenía que decir.
-Kyungsoo, mi banda va a tocar hoy en la noche en un bar cerca de aquí y me gustaría mucho si pudieses asistir.
«¿Qué?»
Kyungsoo se retrajo involuntario y abrió sus ojos cómicamente sin ser capaz de ocultar su impresión.
Aquello lo había tomado totalmente desprevenido. La invitación estaba completamente fuera de lugar. Ellos no eran amigos, con suerte se podrían llamar meros conocidos y no había ningún motivo que sonase mínimamente razonable en su cerebro para justificar aquel acto.
El más bajo se preguntaba seriamente si es que su vecino se encontraba bajo la influencia de alguna sustancia ilícita en este momento.
No tenía sentido.
Jongdae se largó a reír y ahora el menor creía que éste sólo estaba jodiendo con él.
-¡Kyungsoo-yah! No tienes que poner esa cara -se quejó entre risotadas-. Creí que tus ojos se iban a salir en cualquier momento -continuó descarado sin dejar de reír, lo que hizo a Kyungsoo verlo con coraje-, es sólo una invitación a modo de disculpa, por lo que te hice pasar el otro día -aclaró deteniendo sus risas y de súbito Jongdae volvió a su estado de ligera timidez con que se presentó ese día en su puerta-. Ya sabes, podrás tener tragos gratis y asiento privilegiado. La verdad no es la gran cosa, pero me gustaría compensarte de alguna manera -terminó encogiéndose de hombros y con una pequeña sonrisa en los labios.
Sin embargo, Kyungsoo seguía sin ver sentido en nada de esto.
-Lo siento, pero mañana tengo que trabajar -se disculpó haciendo una pequeña venia.
Pensando que todo terminaría allí hizo ademán de despedirse, pero la desaparición de la sonrisa en el rostro ajeno hizo que algo en su estómago se removiera desagradablemente, por lo que agregó: -De todas formas, muchas gracias por la invitación, Jongdae.
Y ahí estaba esa sonrisa nuevamente.
-Jongdae -repitió con extraña satisfacción su propio nombre, sin que Kyungsoo entendiera realmente-. Me alegra que hayas quitado el ‘-sshi’ de mi nombre, me agrada mucho más como suena ahora.
«Oh»
Kyungsoo sintió su rostro arder y quitó sus ojos de él con vergüenza sintiéndose engañado. No se había dado cuenta en qué momento había comenzado a hablar con él de manera informal. Jongdae se expresaba y se hacía sentir tan cercano, casi como si fuesen amigos de toda la vida y resultaba imposible para Kyungsoo no confundirse y mantener la distancia apropiada entre ellos.
Y eso le asustaba.
-Bueno, será para otra ocasión entonces -se despidió con resignación el mayor dando pequeños pasos hacia su departamento sin dejar de ver al otro-. Nos vemos, Kyungsoo-yah.
Kyungsoo sólo se le quedó viendo ausente con los labios apretados y el corazón inquieto.
La mañana de ese lunes estaba fresca e iluminada. Lucía como el día perfecto para salir y respirar aire limpio, mas para Kyungsoo aquello era completamente insustancial sentado allí tras su escritorio con la nariz metida en archivos, certificados y códigos.
Estaba tan concentrado leyendo los antecedentes de un caso anterior muy similar al que estaba trabajando ahora y que uno de sus colegas le había facilitado esa mañana, que no fue capaz de notar que alguien esperaba impaciente por él frente suyo.
-Kyungsoo.
El abogado alzó la cabeza desconcertado creyendo que su mente comenzaba a jugar trucos con él al oír esa particular vocecilla, pero no, allí parado junto a su cubículo con una pesada mochila en los hombros y ojos suplicantes se encontraba su vecino.
-¿Cóm- ¿por qu- no… ¿qué? -musitó el más bajo, quien estaba tan desconcertado que ni siquiera era capaz de formular una pregunta.
¡Eran tantas! ¿Qué diantres hacía Kim Jongdae aquí? ¿Cómo es que sabía dónde trabajaba? ¿Por qué habría ido a verlo a él?
Aquella situación se sentía tan irreal que por un segundo creyó estar soñando, pero eso sonaba demasiado estúpido. Sabía que esto estaba sucediendo.
-Kyungsoo, tienes que ayudarme -de pronto la voz de Jongdae le supo a desesperación, por lo que el abogado no pudo más indicarle que tomara asiento junto a él.
Sin quitar su expresión de total desorientación, Kyungsoo al fin fue capaz de vocalizar una de sus inquietudes: -¿Cómo supiste dónde trabajo?
El mayor abrió los ojos y sus mejillas se tornaron ligeramente carmesí.
-¿LinkedIn…?
Kyungsoo arrugó levemente el entrecejo, mas asintió sin darle más vueltas al asunto.
-Kyungsoo, tienes que ayudarme -volvió a repetir el chico-. Los abuelos de Daeul quieren quitármelo y… -Kyungsoo notó como su vecino comenzaba a desesperar- ¡y no pueden! ¡es mi hijo! Dime, ¿ellos realmente pueden quitármelo? ¿es legal?
-A ver, a ver -detuvo ese lloriqueo de inmediato gesticulando con sus manos para que el otro callase antes de que toda la oficina se enterara-. Primero, tranquilo -ordenó ante la mirada de cachorro regañado del mayor-. Segundo, tendrás que ser más específico para que al menos pueda entender de lo que estás hablando.
Jongdae rápidamente sacó un papel de uno de sus bolsillos y se lo tendió al más bajo.
Kyungsoo examinó brevemente la notificación ante la atenta mirada del otro.
Estaba claro.
-Es legal, por supuesto. Es una orden judicial.
El padre se levantó de su asiento y se pasó la mano por el cabello completamente frustrado.
-Kyungsoo, es que tú no lo entiendes. Ellos son millonarios, seguramente le pagaron a alguien para hacer todo esto. ¡Ni siquiera dejan que me acerque, demonios!
-Baja la voz -siseó comenzando a molestarse. Jongdae estaba haciendo una escena en su lugar de trabajo-. Jongdae, esto fue por la denuncia de disturbios en tu departamento el otro viernes, con tu hijo allí dentro y probablemente a eso le sumaron los reclamos que hay sobre ti en la administración del edificio, suficiente para que el juez de familia ordenara estas medidas cautelares.
Incluso el mismo Kyungsoo había ido una que otra vez a tocar la puerta de la señora Park, la administradora del edificio, a poner quejas de su vecino cuando éste hacía oídos sordos a sus peticiones. No era la gran novedad y pese a ello Jongdae no había detenido las fiestas en su hogar ni una sola vez. Es más, Kyungsoo estaba bastante seguro que el chico era deudor de una multa por parte de la administración. Egocéntrico, imprudente e irresponsable eran unas de las pocas palabras que se le ocurrían cuando pensaba en su vecino.
-Entonces, ¿ya no hay nada que pueda hacer? -Jongdae estaba al borde de las lágrimas.
El abogado suspiró suavemente releyendo por encima la hoja en sus manos.
-No, son medidas provisorias, lo puedes revertir en la audiencia preparatoria -Kyungsoo al fin vio un atisbo de esperanza en los ojos del otro-. Eso sí, te recomiendo que consigas un abogado muy pronto porque tienes menos de una semana.
Jongdae lo vio con ojos vacilantes y por alguna razón que desconoce, Kyungsoo quiso huir de esa mirada. De inmediato se volteó hacía su computador.
-Ahora si me disculpas, debo seguir trabajando.
-Kyungsoo, ¿y tú?
El mencionado congeló sus acciones al escuchar sus malos presentimientos cobrar vida y se volteó incrédulo hacia su interlocutor.
-¿Perdón?
Jongdae frotó sus manos inseguro y levantó la vista hacia al más bajo con timidez.
-Que tú podrías ser mi abogado -Kyungsoo en seguida abrió la boca queriendo protestar -. Si es por el dinero-
-No, de ninguna manera-
-yo te puedo pagar, lo prometo. Venderé-
-En serio, ni se te ocurra-
-mi bajo, más lo que gano en el rest-
-¡Jongdae, no! -gritó al fin sin poder contenerse- Escucha -comenzó cansino frotando sus ojos. Dolía un poco, pues tenía puestas las lentillas de contacto que utilizaba cuando no traía sus típicos anteojos de pasta gruesa-, ni siquiera es mi especialidad. Mi respuesta es no.
-Pero, Kyungsoo -gimoteó testarudo-, no importa que no sea tu especialidad, yo sé que eres fantástico en esto, que fuiste el mejor de tu promoción y que un caso como este debe ser pan comido para ti -y antes de que al abogado comenzara a cuestionarlo acerca de cómo sabía todo eso, Jongdae agregó: -Te googleé -confesó sin remordimiento ante la mirada atónita del otro-. Por favor Kyungsoo -rogó una última vez.
Kyungsoo se sentía expuesto y molesto de repente. Incluso ahogado. Aquella situación lo estaba llevando fuera de su zona de confort y sentía que Jongdae se estaba comportando como un verdadero sinvergüenza. El más bajo nunca le dio ninguna atribución para que se comportara con esa confianza, ni para que lo investigara ni mucho menos para que fuese a verlo a su oficina y pasearse como si fuese su casa.
Además, el prontuario que su propio vecino había hecho de él en la cabeza de Kyungsoo no era ninguna ventaja en sus ganas para defenderlo en una audiencia. Jongdae no le daba ningún jodido motivo para ayudarlo. Todo lo contrario.
-Jongdae, no quiero ser tu abogado -resolvió sin dar lugar a protestas-. Haces fiesta día por medio, donde está lleno de alcohol y gente que ni siquiera conoces, poniendo en peligro a tu hijo, ¡ni siquiera tiene sus horas decentes para dormir, dios! Eso no es una vida normal para un niño de dos años, Jongdae, ¿y sabes qué? incluso creo que lo mejor es que los abuelos se hagan cargo de Daeul.
Con eso, Kyungsoo volvió a girarse creyendo el tema por zanjado, por lo que no pudo ver la expresión dolida en el rostro del otro.
Sólo escuchó algo removerse tras él y luego vio a Jongdae cruzar justo frente a él para marcharse, sin embargo, éste pareció cambiar de opinión en último momento y se devolvió para añadir: -Si tan sólo hubieses visto la manera en cómo lloraba Daeul cuando me lo arrancaban de los brazos, no me habrías dicho todo esto.
Había terminado temprano. Lo cual no tenía por qué significar algo bueno. Desde el día anterior, Kyungsoo no se estaba comportando como él mismo; estaba distraído y no era eficiente. Es por ello que esa mañana su jefe decidió asignar el caso en el que estaba trabajando a uno de sus colegas, dejándolo a él como segunda silla. Al principio la impotencia lo invadió sintiéndose víctima de una injusticia, mas luego la racionalidad volvió a él y con ella la decepción. Decepción de sí mismo.
¿Qué rayos sucedía con él?
Kyungsoo no tenía que preguntárselo.
Coincidentemente, aquel estado de ineptitud había comenzado justo después de la visita de su vecino a la oficina y remordimiento era la única respuesta.
Se había estado comiendo la cabeza con imágenes del pequeño Daeul y su vecino en situaciones desgarradoras y en lugar de haber estado tecleando diligente en su computador se había inclinado por morder sus uñas sin descanso. Una visión bastante desagradable si le preguntaban.
El abogado no era de hacer juicios a buenas y a primeras, no en su rubro, menos él. Pero Jongdae le había tocado una fibra y actuó en una especie de autodefensa.
Desanimado y con su orgullo magullado, Kyungsoo salió del elevador con intención de dirigirse directamente a su sillón y lamentarse como se debe, con pollo y cerveza, cuando se encontró nuevamente con el chico de sonrisa gatuna de pie delante de su propio departamento.
Jongdae peleaba enfurruñado con su cerrojo, maldiciendo incoherencias por lo bajo, hasta que pareció rendirse y optó por golpear su cabeza contra la madera.
No se veía bien.
Cauteloso, Kyungsoo se acercó y carraspeó ligeramente haciéndose notar.
-¿Jongdae…?
Al escuchar su nombre, el chico volteó a verlo por el rabillo del ojo y cuando lo reconoció, se irguió sobre sí ofreciéndole una pequeña sonrisa.
-Hey -saludó el mayor.
Kyungsoo estaba incómodo. Jongdae se veía terrible; y no terrible porque el chico fuese feo, de hecho, era casi todo lo contrario -algo que Kyungsoo no admitiría en voz alta-, sino más bien lucía cansado y triste. Sus siempre juguetones ojos se mostraban extintos sobre un par de ojeras oscuras.
El más bajo quiso decir algo, lo que sea, pero como siempre su vecino fue más rápido.
-Olvidé mis llaves en el restaurante -confesó-. Tendré que llamar a Jongin para que venga y me traiga las que tiene de repuesto.
Nuevamente Jongdae le hablaba como si conociera a esa persona. Sin embargo, Kyungsoo no se sintió molesto esta vez.
-Si quieres… puedes esperar en mi departamento…? -ofreció y al instante se recriminó mentalmente por aquella invitación, que encima de todo había salido demasiado insegura para parecer sincera.
No obstante, sabía que estaba actuando por mera compasión. Y culpa, quizás.
Jongdae tras escuchar sus palabras soltó un largo y tembloroso suspiro.
-Créeme, eso es lo único bueno que he escuchado en todo el día -rió intentando aligerar la propia tensión de sus hombros, pero sus ojos cristalinos le decían a Kyungsoo otra cosa.
-¿Alguna novedad sobre Daeul?
Entonces, su vecino al fin pareció aterrizar en la realidad y se movió de donde estaba parado acercándose a Kyungsoo. Pasó sus manos por su rostro con pesadez y soltó el aire que tenía contenido.
-Yo… -comenzó con la impotencia bañando sus palabras- fui a ver a sus abuelos esta tarde para hablar y ver a Daeul, pero ¡dios! ¡están tan enojados, Kyungsoo! -la angustia otra vez comenzaba a hacer presa del muchacho y el abogado no podía hacer más que callar y escuchar- Yo… Kyungsoo, en serio, yo quiero ser mejor. Ser mejor por mi hijo. Él es lo más importante en mi vida, pero ¡joder! Necesito una maldita oportunidad y no sé cómo hacerlo.
Jongdae lucía como si estuviese a punto de romper en llanto.
-Escucha, necesitas un buen abogado, yo puedo recom-
-¡No! Kyungsoo…
De pronto Jongdae se encontraba muy cerca, tan sólo a un par de centímetros de Kyungsoo y lo veía directamente con ojos suplicantes. Kyungsoo tragó duro.
-Siento que la única persona que puede ayudarme a traer a Daeul de vuelta a casa eres tú. No me preguntes por qué, porque no lo sé, es sólo una gran corazonada.
Era injusto.
Kyungsoo podía aparentar ser una persona seria y fría ante ojos ajenos, pero no lo era. Siempre procuraba mantener las distancias con las personas, sobre todo con aquellas que atentaban amistosamente con traspasar su burbuja personal, porque sabía que era débil y se encariñaba con facilidad. Y eso implicaba una responsabilidad; una extra que no estaba dispuesto a cargar. No quería distracciones en su vida
-Kyungsoo, por favor -rogó una vez más el mayor.
Pero ya era demasiado tarde.
Suspiró derrotado.
-Está bien. Por qué no pasas y me hablas de los detalles del caso mientras esperas a ese tal Jongin -pronunció, girándose mientras sacaba sus llaves con intención de entrar a su apartamento.
El fuerte abrazo que lo envolvió no se dejó esperar, al igual que un «Gracias, gracias, Kyungsoo, eres el mejor, juro que no te vas a arrepentir» que entibió la piel cerca de su cuello y un lugar dentro de su corazón.
-Entonces -comenzó depositando una taza de té caliente sobre la mesa justo delante del mayor-, lo primero que debo saber es sobre ti, mi cliente.
Jongdae ahora parecía haber dejado atrás el manto de miseria que lo envolvía hasta hace un momento, viéndose mucho más animado. Como niño en su cumpleaños. Un cambio radical a tan sólo cruzar el umbral de su morada. Era casi gracioso.
-¿Cliente? Uh, eso suena tentador -soltó el chico moviendo sus cejas de forma sugestiva mientras llevaba la taza de té a sus labios-. Me gusta ser tu cliente. Habitual si fuese posible -sonrió divertido.
Kyungsoo no lo podía creer. ¿En serio era momento para bromas? No podía entender a este chico.
Habiendo recolectado sus archivos y carpetas que creía necesarios para comenzar a trabajar, el más bajo se sentó junto al otro y se limitó a verlo impávido, restringiendo sus enormes ganas de rodar los ojos.
-Soy caro. No te conviene -espetó acomodando sus anteojos por sobre su nariz.
Jongdae, entonces rompió en estruendosas carcajadas que resonaron por todo el apartamento, obligándolo a dejar su bebestible sobre la mesa nuevamente para evitar quemarse por el estallido tan repentino.
-¡No sabía que podías bromear!
Kyungsoo se sintió profundamente ofendido. ¡Por supuesto que podía bromear! Era un ser humano. De hecho, podía ser bastante gracioso si se lo proponía, sólo que Jongdae no conocía esta parte de él porque no tenían ese tipo de relación ni se había producido una situación apropiada para ello.
-… ya sabes, siempre eres muy serio y correcto. Me gusta -sonrió afable esta vez.
El abogado se mordió la lengua y continuó con lo que realmente los había convocado.
-¿Y bien? Sobre ti.
-¿Qué quieres que te diga? ¿mis pasatiempos, mi signo zodiacal? ¿en lo que soy bueno? ¿mi estado civil? -cuestionó con la risa a flor de piel y ahora sí, Kyungsoo no pudo evitar poner los ojos en blanco.
-Jongdae -advirtió adusto.
-Bien, bien, lo siento -rió despacio, antes de cambiar su semblante a uno de seriedad absoluta.
Al fin comenzarían a trabajar.
Hasta ahora tenía: Kim Jongdae, 24 años. Nacido el 21 de septiembre de 1992 -lo que lo hacía mayor que Kyungsoo por tan sólo un par de meses-. Estado civil soltero. Sin estudios universitarios. Trabaja como garzón en un restaurante llamado Exoluxion en el centro de Seúl. Toca el bajo y es vocalista en una banda. Hijo de Kim Hodae y Yeom Sunmi, los cuales viven en Daejon y tiene un hermano 3 años mayor llamado Kim Jongdeok. Tiene un hijo de dos años, Kim Daeul.
-Bien, ahora háblame acerca de la mamá de Daeul -preguntó el de ojos grandes sin levantar la vista de los apuntes que acababa de reunir.
No obstante, el silencio que prosiguió alertó a Kyungsoo de inmediato.
Cuando vio a su vecino, éste se encontraba cabizbajo y pensativo.
Kyungsoo sabía que al fin conocería el misterio que rodeaba a la madre de Daeul, y a pesar de que siempre se dijo que no era asunto suyo, no podía negar que la curiosidad lo estaba matando. El evidente estado de incomodidad del chico frente a su pregunta, el nunca haber visto a la chica o si quiera haberla escuchado mencionar en todo este tiempo, y por supuesto que no pasó por alto el hecho que quienes eran los que querían la tutela del menor eran los abuelos, no la madre.
Un suspiro cargado de nostalgia lo trajo de vuelta a la realidad.
-Ahh, Dahye-noona -contestó al fin el chico con una pequeña sonrisa en los labios que pretendía ocultar su evidente melancolía. Kyungsoo de pronto se vio absorbido por esa aura extraña y calló a la espera por lo que el otro fuese a decir-. Su nombre era Jang Dahye.
«¿Era?»
Tras escuchar aquello Kyungsoo sintió una punzada en el pecho. No estaba tan seguro de querer saber todo aquello; se sentía muy íntimo, y menos aún quería de seguir viendo esa expresión en el rostro de su siempre vivaz vecino, pero lamentablemente era necesario por la situación en la que se encontraban.
-Dahye-noona era un año mayor que yo. Nos conocimos en una fiesta de músicos emergentes -sonrió-. Ella era bonita y tenía todo este aire de chica rebelde, y bueno yo caí como el simple ser humano que soy -rió divertido con la mirada perdida en los recuerdos-. Salimos un par de veces y en un descuido quedó embarazada.
Hasta ese momento a Kyungsoo no le sorprendía absolutamente nada de lo que escuchaba y a pesar de ello no dejaba de molestarle.
-No teníamos nada serio, pero después de eso nos vimos obligados a formalizar la relación -Kyungsoo lo escuchaba atento sin emitir el más mínimo sonido con miedo a pinchar la pequeña burbuja en la que estaban envueltos-. Sus padres, como ya sabrás, tienen dinero y no les gustó para nada que ella haya quedado embarazada y menos de alguien como yo, así que intentaron todo para alejarme de ella y mi bebé. Así que tomamos la decisión de venir a vivir juntos, lejos de ellos y formar nuestra propia vida. Estuvimos bastante bien el tiempo que estuvo embarazada, yo trabajando en lo podía y ella trabajó hasta lo que le permitió el embarazo.
En ese instante Jongdae pareció volver a la realidad y clavó los ojos en el abogado. Nervioso, Kyungsoo pasó saliva y sostuvo la mirada del otro.
-El único problema llegó cuando ella dio a luz. Ella sólo… murió.
Kyungsoo no lo resistió más.
Quitó la vista del chico frente a él e inquieto no pudo más que garabatear incoherencias en su libreta.
Aquella historia sonaba tan cliché y tan real al mismo tiempo que no sabía cómo se suponía que debía sentirse. Sólo sabía que era una de esas historias con esos finales desagradables que a Kyungsoo nunca le habían gustado.
La punzada que había sentido en un principio se hizo cada vez más aguda con el paso de las palabras del chico y para este entonces ya se sentía entumecido.
No sabía qué decir.
-Hey -lo llamó quedo el mayor-. No tienes para qué poner esa cara-comentó entre risillas volviendo a su tono jocoso de siempre, obligando a Kyungsoo a deshacer el ceño entre sus cejas-, esto fue hace tiempo ya. Está todo superado.
¿En serio algo como eso se podía superar? Kyungsoo tenía sus dudas.
-Bueno… tal vez no tan superado -continuó como leyendo sus pensamientos-. Siempre voy a tener esa espina de que Daeul nunca conocerá a su mamá, pero son cosas que pasan, ¿no? -dijo encogiéndose de hombros como si en serio no fuera la gran cosa.
Al de ojos grandes nunca dejaría de sorprenderle la capacidad de Jongdae de aligerar el ambiente. Siempre creaba un ambiente donde cualquier persona, incluso Kyungsoo quien siempre estaba incómodo de alguna u otra forma, era capaz de sentirse confortable.
El chico estaba desnudando su corazón frente a él, contando lo que probablemente era la parte más dolorosa de su vida y sin embargo, el que parece estar consolando a alguien, es él a Kyungsoo y no al revés como debería ser.
Kyungsoo se sentía pequeño y el respeto oscilante y a veces casi nulo que sentía hacia su vecino, volvió sólido para propinarle una patada en la boca del estómago.
El chico de la sonrisa a flor de piel, no la había tenido fácil.
-Uhm… ¿aún la amas?
El deje de timidez con el que salieron sus palabras evidenció su inseguridad, porque la respuesta a esa pregunta era completamente insustancial en la recolección de información del caso. Aquello no era más que la complacencia a su propia curiosidad. Una curiosidad que no debería tener y mucho menos manifestar.
-No tienes que contestar es-
-No, es decir -Jongdae puso una de sus manos en su mentón como si pensara en las palabras adecuadas para contestar aquello-, creo que es difícil superar a alguien que ha fallecido, sobre todo así de súbito, pero para ser sincero tal vez nunca estuve realmente enamorado de ella.
El abogado se limitó a asentir aún sin despegar los ojos de sus garabatos.
-Eso no quita que ella fue una de las personas más importantes en mi vida. Ella siempre será la madre de Daeul.
Cuando los ojos de Kyungsoo se volvieron a posar en el chico, estos fueron deslumbrados una vez más por esa sonrisa afable.
Algo en su estómago se contrajo.
Al día siguiente, Kyungsoo no se sorprendió de ver a Kim Jongdae esperando por él a las afueras de su trabajo.
El chico se encontraba apoyado sobre la pared de la entrada de su edificio mientras veía su teléfono sin mayor interés.
Aquella imagen provocó una extraña sensación en Kyungsoo. No sabía describirla con exactitud, pero el que alguien estuviese esperando por él definitivamente no era un acontecimiento que sucediera a menudo. Y se sentía… bien, fueren por las razones que fueren.
Desde que se mudó desde Goyang a la capital por sus estudios, no se había dado tiempo de socializar realmente. Su mente había estado tan centrada en estudiar y aprobar sus cursos, que para cuando se dio cuenta estaba titulado y sin ningún amigo en Seúl. Lo más parecido a un amigo que había hecho era Kim Junmyeon, un sunbae de la universidad que estaba a cargo de los dormitorios donde se quedaba. Aún hablaba ocasionalmente con él, pero sabía que debía comenzar a esforzarse si quería que aquella amistad perdurara. Pensó en que tal vez debería llamarlo uno de estos días y quedar.
Sin embargo, Kim Jongdae se sentía diferente a Junmyeon. Su testarudo cerebro no podía catalogar su relación de tipo amistosa por alguna razón. Su vecino le hacía sentir una extraña incomodidad cada vez que estaban juntos, provocando que estuviese a la defensiva todo el tiempo. Era agotador; mas lo peor de todo, es que no le desagradaba.
Ignorando sus inoportunos pensamientos, se acercó a paso mesurado hasta donde estaba el muchacho, quien de inmediato al percibir su presencia se volteó hacia él y le regaló su típica encantadora sonrisa. Esta vez, Kyungsoo no luchó por no devolverla. Estaba cansado.
Entonces, la expresión de Jongdae cambió repentinamente pareciendo ligeramente desconcertada.
-Hey -saludó Kyungsoo.
Jongdae recién en ese instante pareció recobrar el sentido y su sonrisa se extendió hasta más no poder.
-Kyungsoo, ¿te habían dicho que tienes una sonrisa muy bonita? -soltó provocando que todos los colores se reunieran en el rostro del contrario. Kyungsoo abrió sus ojos sorprendido sintiéndose completamente azorado- Deberías sonreír más seguido -concluyó suavizando su tono de voz.
El mayor siempre solía hacer eso con su voz cuando estaba siendo sincero y Kyungsoo se odiaba por notar ese tipo de cosas.
Sin perder tiempo, comenzó a andar incitando a que el chico también lo hiciera.
-¿Qué dices? Siempre te he sonreído cuando nos saludamos en los pasillos -rebatió con voz firme en un intento por disfrazar su bochorno.
-Esa es tu sonrisa de cortesía -explicó-. Ya sabes, esa a labios cerrados y que no llegan a tus ojos -Kyungsoo se volteó a verlo boquiabierto, porque ¿qué era todo ese análisis?-. La de recién fue una totalmente genuina. Me gusta. Tiene forma de corazón. Daeul estaría fascinado -rió despacio.
Kyungsoo sentía que podía freír un huevo en su rostro. Estaba ardiendo. ¿Es que Jongdae no se daba cuenta que sus palabras podrían provocar toda clase de malos entendidos? Ese chico debía aprender a controlar su lengua si quería salir victorioso en la audiencia del próximo lunes. Por suerte, Kyungsoo ya estaba preparado para ello.
-Está bien, basta de eso -cortó intentando cambiar de tema-. Escucha, conseguí con un colega la transcripción de varios juicios de cuidado personal de menores, entonces tengo una idea de lo que el juez podría preguntarte en la audiencia. Estaba pensando en que hiciéramos una simulación para que tengas claro qué es lo que debes decir y lo que no.
Los ojos del chico parecieron brillar.
-Wow Kyungsoo, en serio no podía esperar menos de ti.
Parte 2»