Me levanto del asiento y levanto mi copa. Aclaro mi garganta y pido un brindis.
Pido un brindis por todo lo bueno que ha traído consigo este año, los momentos de felicidad extrema, las risas que he soltado a viva voz, los momentos en los que he sonreído de verdad y no por cortesía, porque todos esos momentos se repitan y se multipliquen; peero también brindo por todo lo malo que he vivido este año, para no olvidarlo y que me sirva de lección para no recaer en los errores cometidos.
Pido un brindis por la gente que he conocido, que me han traído tanto sonrisas como lágrimas, tanto buenos recuerdos como malos, pero que no me arrepiento aún así de haber conocido.
Pido también por la gente que ha estado, que siempre ha estado y que rezo porque sigan ahí siempre, porque saben que yo no sería yo sin ellos, porque saben que son parte de mi vida, porque se merecen lo mejor.
Pido un brindis por la gente que ya no está, porque siempre vivirán en mis recuerdos, porque son parte de un hermoso pasado que siempre echaré de menos.
Brindo por los 20 años que llevo viviendo, por lo que he vivido y viviré, por las vidas que me rodean y por las que me rodearán, por los vivos y por los muertos...
No creo en los propósitos de Nuevo Año, ni en que los deseos se cumplan por la "magia en el ambiente", ni en demás supersticiones. Pero hay algo en lo que creo, y es en el poder del ser humano de hacer cosas extraordinarias, por el simple hecho de ser mejor. Así que, ante todo, este año alzaré mi copa por no el deseo, ni el propósito, sino por la voluntad de aprender y ser mejor persona, de vivir como si fuera el último día y de nunca cansarme de las maravillas que este planeta posee.
Brindo por lo que espero que seas capaz de brindarme a mí, 2012.