[ChenSoo] Las Voces de los Ángeles.

Nov 30, 2013 15:15


Título: Las voces de los Ángeles (Oh night divine!).
Clasificación: G
Género: Hurt/comfort.
Pareja: ChenSoo
No. de palabras: 3197
Advertencia: Lo escribí prácticamente en tres horas, procedan con cuidado.
Resumen: “A ninguno de ellos le pagan lo suficiente tampoco y tú puedes ver ese mismo pensamiento viajando hasta su boca y morirse ahí, porque tampoco quiere materializar el gran problema de su trabajo, que no es suficiente, que es demasiado.”
Notas: El villancico tiene poco o nada que ver, este fic fue escrito en un día y no es malo, sólo no es épico ni excepcional. Es un poquito de slice of life, un intentillo de canonverse. Espero que les guste un poquito.



Fall on your knees,
Oh hear the angel voices,
Oh night divine,
Oh night when Christ was born,
Oh night divine,
Oh night divine.

Las Voces de los Ángeles.

Son las dos de la mañana y en Seúl hace un frío de marras. Kyungsoo está esperando en la esquina a que tú salgas del café con el latté que dijiste que le comprarías a pesar de que en realidad no eres su hyung y a él ni se le antoje tomar leche a esas horas. La verdad es que estás haciendo tiempo para encararlo porque no sabes qué decirle.

No te ha buscado con el afán de que le resuelvas la vida pero eso es lo que mejor sabes hacer. Alguna vez alguno de tus amigos te dijo que eras bueno dando consejos, aunque a veces un poco cabrón, y desde entonces han sentido que si no te los piden puedes guardarlos, pero si lo hacen, tienes que ser tanta ayuda como realmente puedas.

El problema es que Kyungsoo tiene un problema que tú no puedes ayudarle a resolver sin decirle una que otra tontería ilusa que no va a creer. Es, de manera totalmente franca, un reprimido y como tú consideras haber salido de esa represión cuando todavía tenías menos de veinte años, no sabes cómo decirle que el límite está en su cabeza.

No es para nada una represión de las típicas, aunque es común, te has dado cuenta porque eres observador como ningún otro, y tampoco es una represión muy cliché, ni está de moda. Kyungsoo no tiene problemas saliendo del clóset ni se siente atacado por su religión ni por sus inclinaciones políticas. Su represión es más silenciosa.

Que pueda estar reprimido en otros sentidos, eso no lo descartarías ni de ti mismo, pero a él lo ves claro como el agua y suave como algodón aunque quizás él mismo no lo haga (y con justa razón, porque ese es exactamente el problema). Afuera, en el frío terrible de la madrugada, con las manos bien enfundadas en los bolsillos, echando vapor por la boca.

Cuando sales del café con sus bebidas humeantes en las manos a pesar de que llevan tapas, y sonríes, él lo hace de vuelta. Se queja de que hayas tardado tanto pero tú le dices que ha sido culpa del café, no de quien te atendió, porque al parecer su trabajo está rebasado. -No le pagan lo suficiente, al pobre tío-, le dices y él ríe la risa triste del empático.

A ninguno de ellos le pagan lo suficiente tampoco y tú puedes ver ese mismo pensamiento viajando hasta su boca y morirse ahí, porque tampoco quiere materializar el gran problema de su trabajo, que no es suficiente, que es demasiado. Kyungsoo toma el laté y te agradece, Jongdae, que hayas pedido mocha y no sólo café, porque el café le arde en la panza.

-Con los corajes que haces- le dices tú, -es normal que tengas la pancita hecha pedazos-. Él se muestra apologético de lo que le ha hecho a su propio cuerpo pero está en realidad orgulloso de ser tan visceral que cada coraje le acerque un poquito más a una úlcera en el duodeno. Es un hombrecito fuerte.

No lo reconoces como superior pero tampoco como inferior aunque él busque por todos los recovecos de tu cuerpo y tu vida un motivo para pisarte el cogote. No buscas pelear con él porque no necesita más peleas y tú no necesitas esa negatividad. Te has adjudicado el papel de pacificador porque sabes que llevas la lógica contigo y no lo vale.

Kyungsoo es un luchador y siempre lo ha sido, toda la vida ha vivido con el estigma de un cuerpo suave y pequeño, de una cara amable y ojos bonitos; Ha convivido con mentes más viciosas, con almas menos honestas y ha convenido ser un luchador y en ese sentido, es tu enemigo, pero es tu aliado porque ambos lo que quieren es justicia.

Quizás, tú quieras la justicia en un sentido mucho más puro y más poético que él, más espiritual. Kyungsoo quiere ver caer a los bullys y los pedantes a manos de la gente que lastimaron, tú quieres que un día se den cuenta de lo absurdas, ridículas y tristes que han sido sus vidas. Quieres que la gente se de cuenta, no necesita haber dolor.

Kyungsoo es un partidario del dolor. No sólo se enorgullece de ser capaz de castigarse a sí mismo por la idiotez de los demás, además se siente capaz de administrar el castigo al otro, de juzgar, de poseer y destruir. Tú lo hiciste alguna vez en la vida, cuando eras más joven, cuando no habías visto que eso despedaza.

No se cambia de mano el vaso de cartón como tú sí lo has estado haciendo, porque quizás, le gusta sentir que es capaz de aguantar en la piel, el calor quemante del regalo que le has hecho. Él se castiga constantemente y no quieres que lo haga, quieres que deje de sentir que es una especie de mesías.

La caminata los lleva más allá del edificio donde viven, de los departamentos en el piso siete donde tienen casa y ninguno de los dos dice nada cuando pasan a algunas fans que estaban esperando verlos llegar, sólo siguen caminando hasta que el frío y el silencio se les resbalen de la piel, hasta que alguna señal los detenga.

Una luz en rojo antes de cruzar un semáforo al otro lado de la calle le da un segundo o dos para poder mirarte y tú lo dejas que lo haga, dejas las pestañas bajas y el perfil relajado, para que se de cuenta de que eres una persona como él y como cualquier otra. Vive contigo pero es posible que no se haya dado cuenta porque eres Chen, también.

Antes de seguir cruzando la calle dice, en voz muy baja, ¿Cómo lo haces? Y tú le preguntas que qué, se si se refiere a tus largas pestañas, ¿verdad que son lindas? No seas tonto, me refiero a no hacer corajes, me refiero a cómo haces para no detestar a todo el mundo, yo sé que ves más cosas que cualquier otro. ¿Por qué estamos aquí?

Cruzan en silencio la calle, han entrado a una más pequeña, colina arriba, hacia las calles menos llenas de departamentos y negocios, más de casas y gente que duerme, no como ustedes que duermen menos de la mitad de lo que deberían, gente con trabajos que quizás tampoco les paguen lo suficiente o quizás de más. Eso es Gangnam.

A veces, le dices tú después de un sorbido calientísimo a tu café, también tengo ganas de rendirme. Él asiente porque es evidente, todos sienten ganas de rendirse, hace mucho tiempo que no tienen un descanso como Dios manda, pero te mira, espera que digas algo más y tú lo haces. A veces, lo único que hace falta es querer estar bien.

-No se puede, dice él, cuando tienes gente en el cuello todo el tiempo tomándote fotos que no quieres ver por todas partes en Internet y te siguen a tu casa, te estorban para ir a trabajar, para ir a descansar, para ir a cualquier lado. No se puede sólo querer estar bien si todo el tiempo estás acosado e incómodo.

“¿Cómo podrías sólo estar bien? No nada más tienes un ejército de niñas detrás de ti las veinticuatro horas del día, además comes verduras, te bañas en un cuadrito de uno por uno con otros tres tipos, duermes tres horas en una cama y bailas y haces ejercicio todo el día, todo para que además, tus autoridades te digan que tienes que hacerlo mejor.

“No puedes sacar fuerza de la nada para estar bien, ¿cómo puedes ser feliz y amable con todos y hacer las cosas de buen humor cuando lo único que quieres es que te dejen hacer por una vez en la vida lo que amas sin tener que perder el cabello para complacer a todo el mundo? No creo que uno pueda elegir estar bien o mal.

Tú lo tomas de la mano, de la que no está quemándose por orgullo en el latté y lo jalas a una parte más oscura de la calle. Los edificios van de a poco convirtiéndose en casas y no tienes la menor idea de dónde están pero sólo hará falta bajar la calle de nuevo para volver a la avenida.

-¿Cuál es el problema?- le preguntas aún cuando crees intuirlo. Hay un parque cerca y Kyungsoo te lleva a él, sin querer agarrando tu mano más fuerte. En el sitio están encendidas las luces y porque son amarillas, parece que está menos frío que en la calle blanca pintada de farolas azules.

Se sientan y por varios minutos ninguno de los dos dice nada. Tienen los pies fríos y mojados porque la calle ha tenido agua y hielo. No les extrañaría nada que esa noche nevase aunque sería mejor que no los atrapara en la calle, con abrigos cualesquiera. El chico a tu lado se mueve en la banca del parque para estar más cerca de ti y sonríe.

-¿No te pasa que a veces crees que este tipo de cosas ya no existe?- te pregunta y mira a su alrededor. Tiene los ojos adheridos a los árboles y a la oscuridad alrededor de ellos, a las hojas oscuras y el aire frío que las mueve. Han encontrado un espacio pequeño de quietud y parece que no hay nadie cerca para irrumpirlo.

-¿Este tipo de calma?-

-Sí.-

Están rodeados de parque y más allá, lejos, se puede ver las colinas bajando, autos que han estado estacionados varias horas, cubiertos de agua helada que se ve casi como hielo, veredas sinuosas que bajan hasta que vuelve a estar lleno de luces y de vida. En Seúl siempre hay gente en la calle, siempre hay vida.

-Kyungsoo-, lo llamas como en un susurro pero hay tanto silencio que él te escucha perfectamente y te hace saber que te ha escuchado con un gruñido. -Esto es lo que escogiste vivir. Puedes enojarte contigo y con todos por hacértelo difícil o puedes pensar que podrías ser un obrero de mina que ha perdido dedos y no come más que una vez al día.

Ríe y te pregunta que si es así como te das ánimos. Tu te ríes sacando la lengua y asientes porque es cierto, podría ser mucho peor. -¿No podríamos ser algo peor? Podríamos tener un trabajo en el que no pudiéramos cantar ni tuviéramos gente que nos admirara y quisiera.

-No me molestan las fans,- te dice y finalmente se cambia de mano el vaso. Tiene la manita rojísima.- Me molesta que haya tanto abuso, que las personas se pisen las unas a las otras para tener más cámara, más dinero que nos exploten y nos obliguen a parecer felices. ¿Qué clase de trabajo es ese? Contar mentiras.

-No son mentiras. ¿Te gusta lo que haces, te gusta cantar, nos quieres un poquito?- Te asiente con la mirada baja.- Pues es lo único que importa, mientras a la gente la haga feliz lo que hacemos y podamos cantar, yo realmente creo que es lo que más importa. No digo que no debas quejarte, hay que quejarse de lo que está mal, pero sin úlceras.

-¿Por eso es un latté, para que no me destruya el estómago?

-¿Sabes qué creo que pasa? Creo que eres un poco idiota y no te das cuenta de que ser negativo y enojón no es mejor que ser feliz. Veo cómo ves a los tontos, te hacen reír pero los consideras sólo eso. Yo sé cómo ves a los demás cuando se portan como tontos, pero todos tenemos nuestros modos de lidiar con la presión.

Él se pone de pie y se para frente a ti. Ha dejado la taza de cartón en la banca y pone paralelos sus pies frente a los tuyos. No pone demasiada presión en el derecho y te hace percatarte de que deben volver pronto porque eso no debe hacerle ningún bien a su lesión y no quieres alimentarle el orgullo de sentir que su cuerpo es invencible.

-¿Qué pasa?- le preguntas tú y él tan sólo te mira. Las manos las guarda en el abrigo y se queda varios segundos mirándote a los ojos. No temes porque sabes que en el fondo es un buen chico, aunque sepas que está buscando un modo de herirte, de poder ponerte en tu lugar. Pero este es tu lugar.

-No sé si quiero seguir.

-Pero sabes que tienes que hacerlo.

-Sí.

Tú le tomas un poco más a tu latté y te das cuenta que los dedos empiezan a sentirse más rígidos. No sabes qué hora es ya pero no deben ser más de las tres. Aún no hay luz ni la habrá por varias horas, tampoco hay gente en las calles ni nada más que rumor de hojas en el parque. Kyungsoo no dice nada.

-Sólo puedes hacerlo. Si hay algo que puedas hacer para cambiar las cosas a mejor, hazlo, pero si no, acéptalo y déjalo ir, hermano…- dices sonriendo y te aseguras de parecer tan poco sentencioso como otras veces lo has sido (y has hecho mal). Le señalas el lugar a tu lado para que vuelva a sentarse.

-¿Por qué nunca eres de verdad malo?- te pregunta y vuelve a poner el culo a tu lado, bien cerca de ti y de su latté de mocha. Tú lo sientes contento a tu lado, buscando más contacto del normal, más calor y más cariño. No sabes qué prueba has pasado pero Kyungsoo es ese y a ti te parece un buen tío.

-No es necesario.- le dices tú con una sonrisa y lo abrazas, sintiéndolo inmediatamente hacerse chiquito, encoger los hombros, está tan desacostumbrado a sentir amor que lo conmueve y se siente incómodo pero sonríe, no es el tipo desagradable de incomodidad, te agradece que seas cariñoso sin decírtelo y a tí te entibia el alma.

Cuando frío duele de verdad, en los huesos, en los labios y las orejas, cuando se les han enfriado los cafés y las palabras, Kyungsoo se pone de pie y sin decir nada te lleva a levantarte y a echar a andar de vuelta a casa. No se siente como que algo hayan hecho para resolver sus problemas pero Kyungsoo está más tranquilo.

Tú mismo caminas con menos preocupación, menos pesadez. Seguramente nada de lo que le dijiste en realidad le ayude, cuando se tiene un problema así, uno sólo puede ver la verdad cuando está listo para verla, en uno mismo, por uno mismo, pero por hoy, le has dado un latté y un rato de quietud en un rinconsito urbano.

De regreso, eliges jalarlo del brazo a una calle diferente, acercarse al edificio no sobre le avenida sino por las calles de atrás, no hay modo en el que puedan perderse demasiado y él confía en tu paso y el calor de tu brazo, te sigue tarareando la música navideña de las luces de colores del balcón de un apartamento.

-¿Crees que nos irá bien?- Jongdae, haz oído es pregunta un millón de veces y cada vez haz respondido que sí, a veces mintiendo, pero no esta vez. Le agarras la manita fría y entrelazas tus dedos con los suyos, húmedos y nerviosos, recargas tu cabeza en su hombro chiquito y bajo y asientes.

-Es una buena época del año para tener estas dudas.-

Él detiene la marcha cerca de la avenida y tú lo miras, esperando que te explique qué ha pasado, tal vez le duele el tobillo, tal vez aún no quiere volver. No le preguntas, lo observas y ves que mira hacia una ventana de cristal tres pisos por encima de sus cabezas donde, tras una cortina blanca, está brillando un árbol alumbrado de luces rojas, verdes y amarillas.

-¿No debería ser una época del año para estar agradecido y ponerse metas y eso?- te pregunta y echa un par de pasos atrás, recargándose en el edificio al otro lado de la calle.

-Sí, exactamente.- Tú de momento no sabes cómo decirle lo que estás pensando, pero quizás no haga falta, tal vez ya tiene claro de dónde tiene que sacar las fuerzas para seguir viviendo la vida que lleva con menos corajes y más alegría. -Tis the season to be jolly!

Él suelta tremenda carcajada y se muerde los dedos intentando callarse la risa y las ansias.
No hace menos frío en la calle ni le sale menos vapor de la boca mientras canta pero la luz azul de las farolas de la calle lo hacen ver un poco más vivo, más contento, le desdibujan el enojo de las cejas y la tensión de la espalda. -Fala la la la la la la la~

Tu caminas de nuevo, saltando sobre un pie y luego el otro y tarareas, con la voz más fuerte de lo que a las tres y tantas de la mañana en la calle es sensato y abres los brazos para que él te siga. No sabes qué más dice la letra, quien sabe inglés es él, así que mientras tú “falalalaleas” todo, es él quien de hecho canta la letra.

No sabes si van en la dirección correcta ni si sea buena idea que Kyungsoo corra así en el frío, pero las mejillas y la nariz se le ponen rojas y se le hincha la cara de contento y grita, tan controlado y preciso como siempre una canción de navidad cuando todavía no es Diciembre mientras tú ríes después de cada estrofa.

En la calle los miran pero van arropados hasta la nariz con los abrigos y más cerca de la avenida, se toman de la mano y se quedan quietos. Sus bocas son como géisers en el hielo y la risa no se les acaba hasta que les ha vuelto el frío a los cuellos y los sonidos de los autos a las orejas.

-¿Ahora cual? Esta tenemos que poderla cantar.- Le susurras y sin soltar su mano, vuelves a hacer camino hacia donde reconoces que está su casa, llena de hombrecillos como tú y como él con los mismos problemas y la misma falta de una corretiza por la madrugada.

-¿Te sabes “Feliz Navidad”?- Te sigue retrasando los pasos. Puedes ver que poco a poco se sitúa otra vez en su realidad y de a poco la emoción se le va drenando de los ojos, la vida se le va cuando la rutina le vuelve pero está bien porque una y mil veces tú estarás para llevarlo a correr y
gritar.

-¿La que está en español, no es lo único que dice?

-Sí, casi.

-Entonces empieza.

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rating: g, *fic, pairing: chensoo, fandom: exo

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