Título: nueve, o solo dos más dos
Fandom | Personajes: Original (Fools In love) | Hellen Wellington, Noelle Raven, Redd Anderson & Rick Dermont
Rating | Advertencias: K+ | nada
N/A: original escrito por
thaly_black &
pepperbee El índice está
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Palabras: 2.881
*CAPÍTULO ANTERIOR La gente, a veces, tiene tendencia a malinterpretar hasta el más mínimo gesto. Y seguramente ver a dos adolescentes caminar de la mano por la calle, sería claramente interpretado al instante como señal de que… se entienden. Pero eso no era algo que realmente preocupase a Helen en aquel momento. Llevaba a Noe de la mano porque sentía que así le transmitía un mínimo de su comprensión y su cariño. Porque estaba empezando a cansarse de que la loca de Maddison hiciese de Noe su punching-ball emocional particular.
Por eso caminaban de la mano por una calle en la que apenas transitaba nadie, con aspecto de barrio de mala muerte, pero donde ellas se sentían más en casa que en sus propios hogares. Por eso Noe caminaba un poco cabizbaja, pese a que le había hecho frente a la imbécil de Maddison con la fiereza de una loba. Por eso Hell tiraba de ella. Porque se cuidaban la una a la otra cuando las cosas iban bien; y siempre estaban dispuestas a defenderse de quien hiciese falta cuando las cosas iban mal.
-Cariñoooo, anímate, porfa. Nunca vi a la loca de Mad poner esa cara de pez globo-dijo Hell, tironeando de Noe. Se paró en seco y la obligó a levantar la cabeza (aunque fuese bastante más alta que ella)-No quiero que agaches la cabeza nunca, ¿vale?-susurró con dulzura-Porque tú, por ti misma, vales más que todas esas imbéciles que no saben ni abrir un yogur-se puso de puntillas-así que, respira hondo, sonríe, y disfruta, que en breve estaremos en lo de Dam y todo irá bien-le dio un beso en la nariz a Noelle, que esbozó una pequeña sonrisa.
-¿Sabías que haces que las cosas parezcan más fáciles?-dijo con suavidad-Casi haces que lo de gritarme con Maddison parezca correcto.
-Es que es correcto, cariño. Nadie tiene derecho a tratarte como te trata esa zorra de…-se detuvo, abriendo mucho los ojos. Las señoritas como ella no decían palabrotas. Soltó una carcajada juguetona y abrazó a Noe con un solo brazo, mientras se colaban por detrás de unas cajas de madera medio podridas, para llegar al callejón de atrás del bar de Dam.
-Pero fijo que va a tomar represalias y… por mi culpa a lo mejor te metes en un lío, Hell.
-Deja de preocuparte por mí, Noe. Sabes de sobra que no pueden hacerme nada, tranquila-dijo Helen con confianza-Ya nos ocuparemos de la represalias cuando lleguen. Mientras tanto, cariño, vamos a olvidarnos de los malos rollos y tomaremos algo a lo que nos invitará el señor Dam-añadió, alzando un diminuto puño y llamando a la puerta trasera del bar.
-Hell… ¿y si le va a la directora con mentiras? ¿Y si me expulsan?
-Noe, confía en mí, por favor. No dejaré nunca que te veas afectada por los desbarres de las niñatas ricas. Tú me has defendido hoy. Y yo cuidaré de ti para que no te pase nada.
Porque el motivo por el que Noelle había empezado a gritarle a Maddison había sido porque la había encontrado en los baños del colegio, enfrascada en una interesante charla con sus amigas, sobre los, según ella, múltiples defectos de Helen. Y Noelle podía dejar que le hiciesen cualquier cosa en el mundo. Podía dejar que Maddison la pisotease como a un chicle si hacía falta, pero no dejaría que nadie hablase mal de Helen en su presencia. Y le había callado la boca con un par de comentarios bien dirigidos.
Al menos, en principio. Porque las damas de la alta sociedad parecían venir con veneno en la lengua. Eso lo había aprendido Noe desde que estaba en su colegio. Pero al menos, Hell no era como las demás. Hell era una tía legal. Y además era la mejor amiga que había tenido nunca.
La puerta se abrió delante de ellas y por ella se asomó un despeinado y ojeroso Dam, que las miró con una sonrisa.
-¿Y vosotras por aquí entre semana, angelito y diablillo?-preguntó, haciéndose a un lado y dejándolas entrar antes de que alguien las viese.
-Nos hemos largado del colegio, básicamente-explico Hell, quitándose la mochila y tirándola encima de una pila de cajas de Heineken.
-¿Y eso?-Dam bebió un sorbo de cerveza de una lata que había abierta encima de una mesa llena de papeles.
-Las niñas ricas son una panda de putas-explicó Hell, acercándose a Noe, que parecía ligeramente fuera de lugar, toda ella luz en un lugar tan oscuro.
-Pues… vais a tener que cambiaros-dijo Dam señalando los uniformes-ya sabéis que no pueden entrar menores y…-soltó un suspiro-… haría muchas cosas por vosotras, pero no quiero meterme en problemas.
Noe se mordió el labio inferior, preocupada, pues no tenía una muda de recambio en el bolso. Pero por suerte, Hell nunca salía de casa sin mitad de su armario en el fondo de la mochila, así que, medio buceando, sacó un pantalón pitillo ajustado, que a ella le quedaba fruncido, pero a su amiga le quedaría bien.
-Toma, cielo, ponte aún más guapa-le dijo con una sonrisa traviesa.
Noe miró la ropa que le tendía su amiga y luego su uniforme, y con una sonrisa de resignación empezó a desabrocharse la falda girándola hacia delante y tirando de la cremallera hacia abajo. Muchas veces era Hell la que se encargaba de su vestuario, tanto para salir como en los complementos para ir a clase- ya que las estrictas normas del colegio exigían que todos los alumnos llevasen la camisa y la falda reglamentarios-. Noe siempre le devolvía las prendas casi en mejor estado del que su amiga se las había prestado, sentía la obligación de hacerlo bien aunque Hell siempre decía que no le importaría tirar ninguna de las cosas que tenía en el armario, que no se preocupase, que todas las cosas prescindían de valor cuando la tenía a ella.
- Hell, ¿y una camiseta? ¿No tendrás nada de eso por ahí? - señaló su mochila.
Helen se giró hacia la mochila y volvió a sumergirse en sus profundidades, hasta encontrar una camiseta larga que ella a veces usaba como vestido, tenía el escote cuadrado, con pequeños brillantitos para realzarlo, y al ser oscura haría un precioso contraste entre la piel y el pelo de su amiga. Se giró, con una sonrisa triunfal.
-Asegúrate de quitarte el suje, ¿vale?-le dijo luego, con una sonrisa traviesa, mientras miraba el fondo de su mochila, valorando qué ponerse o no.
La rubia sostuvo la camiseta entre las manos apretando suavemente los dedos sobre ella. ¿Sin sujetador? Se sonrojó hasta la médula y se anudó el pelo con la goma mientras iba desabrochándose el lazo rojo que colgaba hoy del cuello de su camisa.
Los botones eran difíciles de desabrochar con la idea rondando por su cabeza de ir por un bar lleno de tíos sin sujetador. La última vez que había hecho eso tenía… ¿Diez años? Cuarto botón y el escote quedó al descubierto revelando un sencillo sujetador rosa, vio la mirada reprochadora de Hell y como luego ésta hacía un guiño y susurraba 'eso es totalmente pederasta, querida'. Le temblaban las manos ante la idea de hacerlo. Sexto botón y la camisa se abrió de par en par, la echó hacia atrás y fue quitándosela. Miró a su alrededor, ¿dónde había dejado la camiseta? Aquello estaba tan oscuro y lleno de cajas de botellas…
De pronto, la puerta por la que Dam había salido hacía escasos minutos se abrió y un chico de pelo oscuro fijó la mirada en ella. Oh, dios. Levantó la camisa que acababa de quitarse para taparse como podía y se mordió el labio inferior. ¿La había visto? Bueno, no era difícil. ¿Y por qué seguía mirándola?
-¡Oh! Eres Rick, ¿verdad? El amigo de Redd- salió Hell de detrás suyo.- ¿está aquí?- sonrió sólo como ella sabía hacerlo- Dile que en unos minutos iré a buscarlo -le guiñó el ojo y siguió cambiándose como si nada.
El chico asintió atónito y volvió a fijar la mirada en Noe, ésta retrocedió hacia atrás y apretó con más fuerza contra el pecho la camisa.
-Deberías… -se aclaró la voz y señaló la camisa y luego la puerta- mantener esto cerrado, cualquiera podría entrar y…-cerró los ojos y dio un paso hacia atrás cerrando la puerta. Pero antes de que ésta quedase completamente junta volvió a abrirla y Noe dio un salto hacia atrás- de todas formas no son muy grandes, pero… bonitas-sonrió descaradamente y cerró la puerta.
Al fin la rubia soltó todo el aire que no recordaba haber retenido e inspiró hondo.
-Le gustas…-comentó Hell arreglándose el pelo.
No, definitivamente no iba a quitarse el sujetador esa noche.
Hell había intentado pelearse con un vestido negro con topos de colorines, pero era demasiado chic para tomarse una cerveza en un bar donde lo que primaba era el rock y los polvos contra la pared del pasillo que llevaba al almacén. Así que al final optó por una minifalda vaquera que le quedaba bastante pequeña y se libró de los lazos de la camisa del uniforme, para desabrochársela un poco (lo justo para que asomase el encaje del sujetador negro) y anudarse las puntas de abajo por encima del ombligo. Se quitó los zapatos del uniforme y se puso unas bailarinas negras y sencillas. No le gustaba parecer lo que realmente era. Cuando estaba en el Inferno no quería saber nada de señoritas de alta sociedad.
Se soltó el pelo del pequeño moño que se había hecho y se giró para mirar a Noe, que se estaba perfilando los ojos, mirándose a un barril metálico de cerveza.
-Noe, amor… ¿recuerdas lo que te conté el otro día en la cama?-preguntó, mientras se agachaba a su lado.
-¿Lo del chico que casi te viola contra la pared?-preguntó la rubia, pasándole el kohl a su amiga.
Hell puso los ojos en blanco antes de soltar una risita.
-El chico al que hice perder el control-corrigió, mientras se trazaba la línea de las pestañas.
Noe chasqueó la lengua.
-Lo que sea…
-Pues está ahí, y… quién sabe… a lo mejor hasta tenemos hoy el segundo asalto-comentó divertida, mientras se perfilaba el otro ojo.
-¿Otro asalto? ¿Hell? ¿Te enrollas con ellos o practicas boxeo?
Hell esbozó una sonrisa, incorporándose.
-Puede que un poco de ambos.
-¿Te gusta?
-¡Noe, por favor! Es sólo un juego, cariño. No hace falta que te guste un tío para mezclar sus fluidos con los tuyos. Eso sí: tú no lo hagas.
Porque ella era lo suficientemente fuerte para jugar con un tío; pero su Noe era demasiado dulce e inocente como para dejar que le astillasen el corazón. Y Hell no lo permitiría jamás.
~
¿Cómo habían acabado ahí? Bueno, la fortuna ya les había sonreído en aquel lugar no una sino dos veces y, ¿por qué no probar de nuevo? Rick había tenido un mal día en el taller y la mala leche se la había traído a casa. Así que Redd no dudó en agarrarlo de la chaqueta y llevárselo escaleras abajo, donde Rick de un manotazo se soltó y lo miró de mala gana, cruzar varias calles y entrar en el bar donde sus sueños parecieron flotar unos instantes.
Redd se relajó en el instante que Dam, el dueño, les sonrió y gritó a todo el bar '¡Estos chicos serán los reyes de mañana!' y añadió con una sonrisa cómplice 'la primera ronda corre a mi cuenta'.
- ¿Qué pasa? ¿No puedes olvidarte de lo que pasó?-comentó al primer trago de cerveza y se quedó mirando la botella.
-No, y no quiero hacerlo. ¡Ese tío era un gilipollas! Con su coche caro, creyendo que es el rey del mundo…-bebió un trago que pareció tranquilizarlo sólo un poco- dijo que era culpa mía lo de la caja de cambios… cuando ni siquiera me había acercado a su pijada de triciclo- bufo y se dejó caer en la espalda contra la silla- sólo porque tengo pinta de tío perdido…
-Bueno, ya sabes que eso tiene un remedio-comentó sonriente.
-Me gusta ser lo que soy… por algo hice lo que hice…-comentó misteriosamente como si eso fuese un secreto de estado.
De pronto Rick se levantó y dejó caer la silla por lo precipitado que fue su movimiento, se agachó para recogerla disculpándose entre dientes y caminó hacia los lavabos.
A Redd no le sorprendía esa actitud que proyectaba su amigo, pretendiendo ser un chico malo cuando en realidad sólo quería ser lo que sentía que debía ser.
Bebió un trago, dos, miró a su alrededor y volvió a beber. Cuando iba a pegarle el último trago a la botella Rick volvió, rodó los ojos y se giró para volver a irse por donde había venido.
-¿Qué pasa?
-Nada…-comentó distraído metiéndose las manos en los bolsillos -voy al baño.
-Creía que habías ido hace…
-No, bueno, sí pero no llegué…-distraídamente miró a su alrededor como asegurándose de algo -por cierto, la niña que casi violaste contra la pared el otro día, está aquí-sonrió por encima del hombro -hoy habrá otra barbacoa…- canturreó dirigiéndose al lavabo.
Redd tragó con dificultad el último sorbo de cerveza. La chiquilla, Hell. Como un pequeño infierno dispuesto a condenarlo, o a ser su perdición. No era capaz de creerse cómo se había dejado llevar con ella, cómo había perdido el control cuando él normalmente no era sino todo lo contrario. Y lo último que quería era dejarse llevar con una niña; podía tener muchos defectos, pero al menos no era un criminal.
En ese momento dos cosas sucedieron a la vez en su campo de visión: Rick salió del baño al mismo tiempo que Hell y su amiga rubia (Noe, creía recordar) salían del pasillo del almacén (donde ellos habían esperado antes de tocar, y donde casi había cometido un crimen con la niña). Vio como Rick le pasaba un brazo por los hombros a cada chica y las guiaba hacia donde él estaba sentado. Vio que Hell esbozaba una sonrisa, y él se resignó a intentar no violarla encima de la mesa. Noe estaba sonrojada, y si no fuese porque Rick casi nunca se ponía rojo, Redd casi habría jurado que estaba a punto de ruborizarse también.
-Mira lo que he encontrado, Redd- dijo Rick cuando llegó junto a él, con el tono que habría empleado para decirle que tenían un contrato con la mayor discográfica del país.
-Hey-dijo, con un movimiento de cabeza, intentando por todos los medios no mirar el encaje que asomaba por el escote de Hell. Se centró en Noe-¿Cómo estás?-la pregunta era lógica, dado que la última vez que la había visto estaba inconsciente-¿Recuperada?
La vio esbozar una pequeña sonrisa, mientras se sentaba en un taburete.
-Bien, bien. Hell ha cuidado de mí, y al final no ha sido tanto-respondió, mirando a su amiga con cariño.
-Y sabes que no volverá a pasar, cielo. Pegaré a todo el que intente hacerte daño-replicó Hell, lanzándole una mirada de soslayo a Rick, que soltó una carcajada, sentándose en el taburete de al lado de Noe.
Redd consideró por un momento la posibilidad de que Hell le pegase a Rick, y era bastante gracioso imaginarse a una niña que no levantaba un palmo del suelo pegándole a un tío hecho y derecho como su amigo. Pero había algo, tal vez la forma en que miraba a Noe, que le decía que sí, que seguramente Hell sería capaz de cargarse a Rick a tortas si le hacía daño a su amiga.
No pudo evitar mirarla, y menos cuando ella rozó con sus deditos suaves la mano con la que sujetaba la cerveza.
-¿Y tú qué tal?-preguntó, apoyándose en la mesa con un codo. Esa sonrisa traviesa que esbozó fue una especie de premonición de desastre para Redd-¿Me has echado de menos?-añadió con un pequeño puchero.
¿Era realmente consciente de que resultaba sexy con esa carita de niña y esa pose de diva? ¿O lo hacía simplemente porque sí?
-Yo… he estado bien-respondió con una evasiva.
-No ha sido capaz de sacar un ritmo decente desde la última vez que estuvimos aquí-dijo Rick con una sonrisa traviesa -yo que tú le devolvería lo que le hayas quitado, si no, se nos acabó la carrera-añadió, y Redd podría haberlo matado -Por cierto, preciosa-su amigo se volvió hacia Noe-¿Qué quieres tomar?
-Una cerveza-dijo la rubia, levemente ruborizada.
Redd intentó por todos los medios controlarse, porque la sonrisa de Hell acabaría por condenarlo sin remedio.
-¿Vienes conmigo a buscarla?-le preguntó Redd a Noe.
La rubia le echó a su amiga una mirada de soslayo, y Hell le lanzó a Rick una mirada de advertencia. Entonces Noe saltó del taburete y Rick tiró de ella, llevándosela hacia la barra. En ese instante Redd supo que no tenía escapatoria. Tendría que aferrarse a su fuerza de voluntad o volver a prácticamente cometer un crimen.
Hell ladeó la cabeza, apoyando la barbilla sobre su mano, mirándolo con cierta suspicacia.
-¿Sabes? He tenido una idea-dijo.
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