¡Feliz Navidad, Phoenixgfawkes! (parte 2/2)

Jan 01, 2014 12:49

Título: En ti (yo creo)
Autor: bela_kikinu
Nombre de tu persona asignada: phoenixgfawkes
Beta(s) (si los tienes): desperatesmirks
Personaje/pareja: Enjolras/Grantaire
Clasificación y/o Género: PG-13
Resumen: Cuando el padre de Cosette le consiguió un puesto en el colegio en que él enseñaba, jamás se imaginó que el año escolar iba a terminar así.
Disclaimer: Les Misérables es del maestro Victor Hugo.
Advertencias: -
Notas (si las necesitas): Felices fiestas, espero que esto sea lo que querías y que lo disfrutes :)



***

Una mañana, durante el tercer mes de clases, Grantaire recibe una llamada telefónica de Cosette. Eso no sería extraño si no fuera porque, a) ellos siempre hablan por Skype y b) son las seis de la mañana. De un lunes. Cosette nunca se despierta antes de las nueve y sólo por cosas fundamentales.

-¿Qué pasó? -pregunta apenas atender, vistiéndose a las apuradas.

Ya está calculando cuánto tiempo le tomaría llegar a París en su moto cuando su amiga le responde, tono dudoso.

-Mmm, nada. Es decir, nada grave. Err, ¿recuerdas el chico del que te hablé?

-¿Marius?

-Mmm, sí. Pues, resulta que hay un pequeñísimo detalle que no te conté.

-Oh, cielos. Para que me llames un lunes a las seis de la mañana para contarme sobre ese “pequeñísimo” detalle, me hace dudar de cuán pequeño es.

-Tiene diecisiete años.

-¡Cosette!

Termina riéndose, tirado sobre su cama, porque aquí estaba él pensando que era un potencial corruptor de menores cuando su amiga no es mucho mejor que él.

-¡Oh, cállate! Es completamente legal, R, lo sabes. El problema es que su abuelo nos encontró anoche y comenzaron a pelear, porque aparentemente soy una “bohemia” y eso no da buena imagen a la familia. Al parecer, ellos ya venían con problemas de antes y terminaron peleándose a los gritos y el abuelo de Marius decidió enviarlo a un internado lejos de París para evitar que nos veamos. Al menos hasta que Marius termine el colegio.

-Eres una rompehogares, Cosette -bromea, imaginando la cara de Jean Valjean cuando se entere de las andanzas de su pura y casta hija-. Pero no entiendo por qué me llamas para contarme esto a esta hora.

-¿A qué no adivinas a qué internado decidió enviarlo?

-No.

-Sí.

Vuelve a soltar una carcajada y puede escuchar como del otro lado de la línea Cosette bufa.

-¿Su abuelo sabe que tu padre trabaja aquí?

-¿Crees que si lo supiera lo hubiese enviado allí?

-Buen punto. Entonces, ¿qué? ¿Quiéres que haga de mensajero entre ustedes dos? Puedo ser tu Hermes romántico.

-Estamos en pleno siglo XXI, R, ¿por qué necesitaría que me hagas de mensajero si tengo internet y celulares?

-Eres muy poco romántica, ¿entonces?

-Marius es un chico muy tímido, ¿puedes fijarte que no se quede solo y aislado?

-No se preocupe, señora, yo cuidaré de su hijo -bromea.

-Eres tan hilarante -dice de forma sarcástica su amiga y Grantaire casi puede oír cómo pone los ojos en blanco-. Y sólo un pequeñísimo favor más…

-Otra vez con el adjetivo “pequeñísimo”.

-Papá sabe de él.

-Oh, rayos.

***

Cosette le pide que evite que Marius y Jean Valjean se crucen todo lo que sea posible. Lo cual es difícil, siendo que Valjean también es profesor de los chicos de último año.

El encuentro ocurre de todas formas y, contra todo temor de su amiga, no es ninguna situación terrible ni de proporciones bíblicas. Valjean se limita a mirar a Marius como si fuera mugre en sus zapatos (lo cual es extraño y gracioso a la vez) y Marius se limita a mirar a cualquier lado menos al profesor.

En cuanto al otro favor que le pidió Cosette, tampoco parece haber muchos problemas. A Marius le asignaron como compañero de cuarto a Courfeyrac, quién había estado solo tras que su compañero de años anteriores se cambiara de colegio, y ambos jóvenes se hicieron amigos de forma instantánea.

Como consecuencia Courfeyrac terminó arrastrando a Marius a las reuniones de Les Amis y, aunque le dio vergüenza ajena ver la primera discusión ideológica entre Marius y Enjolras (quizás no coincida mucho con Enjolras, pero los argumentos y las ideas de Marius son simplemente patéticas), el chico rápidamente se gana un lugar en el grupo.

A quien también le termina cayendo muy bien Marius (quizás demasiado) es a Éponine. Al saber que la chica es hermanastra (o lo que sea) de Cosette, Marius empieza a tratarla como a una princesa y Grantaire casi puede ver los corazones que se le forman a la chica en los ojos cuando cree que nadie la está mirando.

-Sé en lo que estás pensando -le dice a la chica, uno de los sábados que van a la taberna.

El señor y la señora Thénardier están haciendo “negocios” con unos conocidos de ellos en el centro del pueblo, así que la mayor de los hermanos está a cargo del lugar.

-No, no lo sabes.

Éponine le da una mirada que podría matar, pero él la ignora porque realmente la aprecia y no quiere que se rompa el corazón a ella misma.

-Él y Cosette están enamorados y…

-Lo sé.

-Éponine…

-¿Qué? Él está enamorado de la buena, dulce, perfecta y hermosa Cosette, lo sé. Y también sé que es tu mejor amiga, que todos la adoran y… -Éponine se detiene, soltando un ruido de frustación y tirando el trapo con el que estaba limpiando la barra-. Sé que no es justo, porque de pequeña yo le hacía la vida imposible, al igual que mis padres, y ella es una muy buena persona, pero a veces me gustaría que las cosas no fueran tan perfectas en su vida.

Grantaire suspira, tomando la mano de la chica por sobre la barra.

-Sé cómo te sientes, créeme. Quizás no con Cosette, pero sí me ha pasado con otras personas, incluso algunas que han sido muy buenas conmigo. Es normal, está en la naturaleza humana.

Éponine suspira, dedicándole una sonrisa.

-Además -agrega Grantaire-, no quisiera que termines con ese tarambana. Cielos, el único motivo por el cual le permito a Cosette que esté con él es porque es ella la que toma las decisiones en esta relación, porque sino ya le hubiese dicho que se busque alguien con un poco más de luces.

La chica suelta una pequeña risa y a Grantaire le parece aún más bella.

-¿Y qué hay de ti? ¿Ya has intentado algo con el rubio oxigenado? -le pregunta, haciéndole un gesto con las cejas.

Grantaire suelta un quejido, tapándose el rostro con las manos.

-Mierda, ¿tan obvio es?

-Síp. Pero, si me lo preguntas a mi, me parece que algo recíproco hay ahí…

Suelta un bufido, poniendo los ojos en blanco.

-Primero: será mejor que vayas al oftalmólogo, querida amiga, porque tu vista ha comenzado a fallar. Segundo: si intentara algo con él me meterían en prisión más rápido de lo que tu padre le roba a sus clientes primerizos.

-Vamos, tiene diecisiete, no pueden hacerte nada, es legal. Como Marius y Cosette.

-La diferencia es que Cosette no es profesora de Marius. Si el mayor es profesor del menor de dieciocho, aunque éste sea mayor de quince sigue siendo ilegal.

-¿Cómo es que sabes tanto? -le pregunta Éponine con el ceño fruncido.

Él se encoge de hombros, mirando de reojo a Enjolras darle uno de sus discursos al resto del grupo.

-Me gusta leer, supongo.

Entonces Enjolras dice algo que está completamente errado y Grantaire no puede contenerse y retrucarle. Terminan teniendo una enraizada discusión que dura hasta que anochece, así que terminan teniendo que llamar al chofer del colegio para que los vaya a buscar.

Así y todo, hacía tiempo que Grantaire no sé sentía tan feliz.

***

El tiempo pasa y pronto, en lo que parece un pestañeo, están a pocos días de las vacaciones de invierno.

En estos meses su pseudo enamoramiento, pseudo obsesión con Enjolras no se ha pasado y a veces se encuentra a sí mismo en medio de las reuniones de Les Amis comenzando a garabatear perfiles marfileños en los márgenes de sus cuadernos. No se lo ha comentado a Cosette porque sabe que su amiga va a comenzar a hacer conjeturas erróneas, pero hasta a él comienza a preocuparle.

Hablando de hacer conjeturas erróneas, Éponine sigue insistiendo en que Enjolras corresponde sus sentimientos (porque, para esta altura, ya es innegable que hay sentimientos) y Grantaire sigue insistiendo en que está equivocada.

Sí, quizás ha asumido que el muchacho no lo odia y quizás hasta es cierto que lo respeta, pero Enjolras ni siquiera lo considera su amigo, mucho menos algo más. Para él es sólo el profesor que le hace frente en clase y que ayuda a que su grupito de pseudo revolucionarios siga funcionando.

Y sí, quizás a veces se quedan conversando civilizadamente de cosas en las que coinciden, como música y películas, o hablando sobre el futuro de Enjolras, pero eso no significa que el muchacho sienta por él algo más que una fría simpatía.

Pero, como ya se ha dicho, están a pocos días de las vacaciones de invierno. Al ser su último año en el colegio, todo el grupo de amigos ha decidido ir de vacaciones a París, para ver universidades y comenzar a buscar lugares dónde vivir el año próximo. Entre todos le han pagado el pasaje a Feuilly y, a pesar del disgusto que le ha dado a los padres de casi todos, van a quedarse a dormir en la casa de Cosette y Grantaire.

El mentado lugar es una vieja casona desvencijada, no precisamente en el lado malo de la ciudad, pero muy cerca de él. La mayoría de las paredes tienen manchas de humedad, muchas de las puertas y escalones crujen, hay goteras en casi todo el techo y es demasiado grande y fría para ellos dos solos. El único motivo por el que la compraron es que estaba prácticamente regalada y ellos necesitaban un lugar para dormir porque a ambos los habían echado de los dormitorios de la universidad (un tema del cual juraron jamás volver a hablar).

Sin embargo, ahora se alegra de haber comprado esa casa demasiado grande para dos. A pesar de lo patético que suene a comenzado a sentir a Les Amis de l’ABC como sus amigos y le alegra poder pasar con ellos dos semanas libres de responsabilidades adultas.

Con ellos también va Musichetta, la novia de Joly y Bossuet, además de (agregados a último momento y gracias a la generocidad de Jean Valjean, que los lleva en su auto) los hermanos Thénardier, invitados por Cosette.

Si bien la casona es grande, no sabe cómo van a hacer para entrar todos en ella pero la realidad es que no le importa. Por primera vez en mucho tiempo está feliz a la vez que tiene buenas expectativas sobre las próximas dos semanas y teme por cuando todo se vaya al demonio.

***

-Wow. Es… wow -exclama Courfeyrac, anonadado.

-Hey, yo les dije que se caía a pedazos.

-Creo que mi casa está impecable al lado de esto -comenta Azelma.

-Tampoco exageren.

-¡Marius!

Cosette sale gritando de la casona, tirándose a los brazos de Marius, que se tambalea un poco pero por suerte no cae.

-Sí, Cosette, yo también te he extrañado -dice, mirando divertido a la pareja.

-Oh, cállate.

Su amiga se separa de su novio y se lanza a sus brazos. Grantaire la levanta y la hace girar, ambos riendo, como si tuvieran diecisiete años una vez más. Al detenerse ve por el rabillo del ojo a Enjolras mirándolos con el ceño fruncido, pero supone que debe estar impaciente por dejar sus bolsos de una vez por todas.

-Tu papá me dijo que tenía que ir a hacer unos trámites, pero que luego vendría a saludar.

El reencuentro entre los Thénardier y Cosette es un poco más incómodo, pero Grantaire cree que esa es una relación a la cual el tiempo le irá limando las asperezas. Los tres más pequeños no la conocían y Azelma la recordaba vagamente, la única que tenía un recuerdo más consiso de ella era Éponine, pero de todas formas Cosette está muy emocionada de verlos

A los pocos minutos de llegar Marius debe irse a lo de su abuelo, ya que supuestamente aún no ha llegado a París y está ahí de incógnito. El muchacho se despide de Cosette con unos besos demasiado apasionados que a Grantaire le dan risa, pero que hacen que Éponine ponga una expresión demasiado avinagrada.

La chica ya ha ido superando su enamoramiento con Marius, pero algunos rastros de esos sentimientos quedan y supone que de todas formas no debe de ser fácil que el chico que solía gustarte se esté besuqueando con la chica a la que le envidias la vida.

De alguna forma milagrosa, logran ubicar a todos en un lugar medianamente confortable para dormir.

Éponine y Azelma duermen en la cama de Cosette, mientras que esta última duerme sobre el sofá que hay en su cuarto. Alain, Emile y Gavroche duermen en el sofá-cama de Grantaire y éste sobre un viejo colchón inflable que ni recordaba que tenía, solo en el altillo.

Enjolras, Combeferre y Courfeyrac duermen en unas polvorientas bolsas de dormir que Cosette guardaba en su armario, en un cuarto que no usan para nada y que apesta a humedad junto a la habitación de Grantaire. Feuilly duerme en uno de los sillones de la sala de estar y Prouvaire en otro, mientras que Bahorel se tira sobre una pila de mantas viejas junto a ellos.

Finalmente, pero no menos importante, Joly, Musichetta y Bossuet duermen en un colchón que les prestó el padre de Cosette, en otro cuarto que no usan pero que en algún momento planearon convertir en biblioteca.

La casa nunca había estado tan llena de vida, además de que ver a Enjolras por las mañanas con el cabello despeinado y una expresión soñolienta en el rostro mientras espera su turno para ir al baño no tiene precio.

***

La mayoría de los chicos no conocían París, así que entre Grantaire y Cosette (y Marius, cuando puede escaparse de su abuelo) les hacen un recorrido por la ciudad luz, recorriendo universidades, museos, parques y puntos históricos en el menor tiempo posible.

Es increíble lo bien que lo pasan y las contadas veces que él y Enjolras terminan discutiendo. Incluso cuando lo hacen son conversaciones civilizadas en las que ya no terminan a los gritos y al borde de los insultos. ¿Quién iba a decir que podían llevarse tan bien?

Lo único malo de tener a todos Les Amis (más Musichetta, más Thénardiers, más ocasionalmente Marius) instalados en su casa es que tiene que dormir en el ático, rodeado de su pasado.

Apilados sobre una repisa están todos los blocks de hojas en los que descansan sus viejos dibujos. Apoyadas contra una de las paredes están sus pinturas, las cuales aún no se ha animado a volver a ver. Esculturas, láminas, cuadernos, lienzos… todo el ático está lleno de sus fracasos, esos que Cosette no le permite tirar y para los cuales él no ha tomado el valor de quemar.

Y, a pesar de estar viendo día a día su pasado, aún le cosquillean las yemas de los dedos cuando la luz da en el rostro de Enjolras de una forma en particular.

Hablando del rey (ja, monarquía) de Roma…

-¿Y Enjolras? -le pregunta a Combeferre, cuando faltan sólo un par de días para que las vacaciones finalicen.

-No lo sé, te estaba buscando. Creo que fue a tu cuarto.

-Vengo de ahí y sólo están Alain, Emile y Gavroche durmiendo.

-No, tu cuarto-cuarto no. El ático, donde estás durmiendo.

Por un segundo su corazón se detiene y la respiración se le corta. Entonces sale corriendo escaleras arriba, asustando a Joly que bajaba por las mismas. Cree escucharlo murmurar algo de demencia temporal, pero está demasiado atemorizado como para detenerse a tranquilizarlo.

Al subir al ático se encuentra con Enjolras, sentado sobre su colchón inflable, un pilón de cuadernos de un lado y otro de block de notas en el otro. Sus pinturas están dadas vuelta y separadas, obviamente habiendo sido revisadas hace poco.

-Eres un artista -dice en tono acusatorio Enjolras, levantando la mirada del dibujo de Cosette que hizo hace ya tantos años-. No me habías dicho que eres un artista.

-No soy ni nunca fui un artista. Solía garabatear cosas y jugar a ser Leonardo Da Vinci, pero ni de lejos era un artista. ¿No te enseñaron tus padres que no debes revisar cosas ajenas sin permiso? -intenta hablar en un tono despreocupado, pero la voz le termina saliendo ácida y algo rencorosa.

-R, estos dibujos, las pinturas… Grantaire, todo esto es genial.

-¿Y tú qué sabes de arte?

-Sé lo suficiente para reconocer cuando alguien tiene talento. ¿Por qué dejaste de dibujar y pintar? ¿Por qué tienes todo esto oculto en un ático polvoriento?

Puede decir que Enjolras está furioso, pero no sabe por qué. Si alguien que tiene derecho a estar enojado en estos momentos es él.

-No lo entenderías.

-Creo que te he demostrado que soy bastante inteligente, R.

Suelta una risa amarga, negando con la cabeza. ¿Qué puede entender Enjolras de todo esto?

-Sólo eres un niño rico y petulante, con aires de salvador del mundo.

Durante unos instantes fugaces y dolorosos, el rostro de Enjolras se desfigura en una expresión de dolor, como si Grantaire lo hubiese abofeteado. Es una expresión abierta y vulnerable y Grantaire se siente la peor basura del mundo.

Entonces el rostro de Enjolras vuelve a teñirse con los colores de la furia.

-Vete a la mierda, Grantaire.

Enjolras baja del altillo hecho una furia y Grantaire tarda menos de un minuto en reconocer que se ha comportado como un verdadero idiota y salir tras el chico en busca de su perdón.

***

Por suerte no tiene que recorrer medio París en su búsqueda, encontrándolo en la plaza a pocas cuadras de la casona, sentado en el borde de la gran fuente. Enjolras mira el agua con el ceño fruncido y, aunque está seguro de que lo ha notado, no mueve un sólo músculo cuando se sienta a su lado.

Se quedan un largo rato en silencio, hasta que Grantaire toma valor y, tras un suspiro, habla.

-Lo siento -dice, con toda la sinceridad que posee. Enjolras lo mira de reojo pero no dice nada, así que Grantaire decide continuar -. No debí tratarte así y…

-No soy un niño. Ni me doy aires de salvador del mundo. Que tenga diecisiete años y deseos de ayudar a que el mundo sea un lugar mejor no significa que lo sea.

-Lo sé y lo siento, pero…

-No quise entrometerme, R, ni hacerte sentir mal. Pero eres mi amigo y vives despreciándote a ti mismo, diciendo que no eres bueno cuando eres más que capaz. Contigo he aprendido y mejorado más que con todos mis otros profesores juntos. Y ahora… ahora descubro que eres capaz de hacer cosas increíbles con un lápiz o un pincel. R, tu arte es genial.

Vuelve a soltar un risa amarga, negando con la cabeza. Se siente cansado y no tiene ganas de volver a pasar por esto.

-Sigues diciendo eso, pero no es cierto.

-Sí, sí lo es. Grantaire, para mi tú eres increíble.

Enjolras lo mira a los ojos y Grantaire sabe que no miente, sabe que este chico…que este hombre frente a él está siendo sincero y él podría perderse en esos ojos azules.

No puede evitar sonreír, una sonrisa pequeña pero sincera y Enjolras lo imita.

Desvía su mirada hacia el agua de la fuente, porque no puede contar esto con la mirada de Enjolras fija en la suya.

-Filosofía no fue mi primera opción. ¿Conoces el Beaux-Arts de Paris?

-¿Qué no es la universidad de arte más prestigiosa de Francia?

Grantaire se pasa una mano por el cabello de forma nerviosa, para luego asentir.

-Sí, es esa misma. Bueno, antes de terminar el secundario solicité una vacante allí. Envié varios de mis trabajos y esperé durante semanas a que me respondieran. Creo que es obvio que no entré. Soy estúpido y un fracasado, así que no he vuelto a dibujar o pintar desde entonces.

-Deja de hablar así de ti mismo -lo regaña Enjolras, para luego tomar su mano y a Grantaire se le corta la respiración por un instante-. Que no hayas entrado no significa nada. Incluso si ellos no creen que seas material universitario, lo que tu haces es genial y nada va a cambiar eso. Dudo ser el único que alguna vez te haya dicho lo bien que dibujas y pintas, así que sabes que no estoy mintiendo. Además, aunque no hayas entrado un año no significa que no hubieses podido entrar al siguiente. ¡Aún podrías solicitar una vacante si quisieras, las inscripciones aún no han cerrado!

Vuelve a soltar una carcajada, pero esta vez más divertida.

-No podría volver a pasar por lo mismo. Tengo veintidós años, Enjolras.

-¿Eres conciente que eso es sólo cinco años más que los que tengo yo, verdad? ¡Eres joven, R! ¡Podrías ir a estudiar algo que verdaderamente te apasiona si lo quisieras!

Niega con la cabeza, pero no deja de sonreír.

-Ya me negaron la vacante una vez, tranquilamente pueden hacerlo dos veces. No quiero volver a pasar por lo mismo.

Enjolras suspira.

-¿Al menos reconoces que tu arte es genial?

-Un paso a la vez.

El muchacho vuelve a sonreír, entrelazando sus dedos. Están cerca, muy cerca. Entonces nota como Enjolras desvía la mirada hacia sus labios, sus pupilas ligeramente dilatadas y la respiración algo agitada. Grantaire siente como su corazón se desboca y de pronto cree que quizás Éponine no esté del todo equivocada…

Pero aún queda medio año de clases y ni siquiera puede puede permitirse ilusionarse con esto. Se levanta y Enjolras lo imita, sin soltar sus manos.

Se aclara la garganta, esperando no tener las manos sudadas.

-Los demás deben de estar preocupándose, ¿volvemos?

Enjolras asiente y comienzan a emprender el regreso. Al entrar en la casa siguen con las manos entrelazadas, pero nadie dice nada y Grantaire lo agradece.

***

El resto del año pasa en un suspiro y Grantaire no sabe a dónde van a parar los días.

Poco a poco vuelve a dibujar y pintar, más que nada a Enjolras, pero también a Les Amis juntos y por separado, a los hermanos Thénardier, a Javert y Valjean, al Lycée Victor Hugo. Casi todas sus creaciones terminan en manos de Enjolras y la verdad es que no sabe qué es lo que hace el chico con todo eso, pero él le promete que los está cuidando.

El abuelo de Marius parece haber aceptado la relación de su nieto con “la bohemia”, de la misma forma en que Valjean ha aceptado que su hija se ha enamorado de un tarambana. Éponine ha superado su enamoramiento con dicho tarambana y ahora han podido comenzar una amistad verdadera.

Poco a poco todos van recibiendo sus cartas de aceptación de las universidades que solicitaron, todas ellas en París. Feuilly incluso recibió la beca que necesitaba para continuar sus estudios y poco a poco todos hacen planes para ver dónde van a ir viviendo.

Va a extrañar mucho a Les Amis, los únicos que valen la pena de todo el colegio, y teme que el año próximo cuando ya no lo vean comiencen a olvidarse de él.

Faltan pocas semanas para que finalice el año escolar y esta es la última reunión que hacen en la taberna de los Thénardier y siente que su sangre hierve al llegar al lugar y ver que Gavroche tiene un ojo morado.

-¡¿Quién te hizo esto?! -pregunta alterado Bahorel.

La respuesta es obvia, pero no por eso es menos inquietante oírla.

-Papá estaba enojado y…

Dentro de la taberna no hay rastro de los señores Thénardier, pero puede ver como Éponine tiene la marca de unos dedos en el brazo.

-No pueden seguir así -le dice a la chica, porque ya está harto de ver los abusos a los que someten esos monstruos a sus hijos.

-¿Qué quieres que haga? -le pregunta Éponine, la rabia casi palpable-. Mi padre me mataría si me rebelo contra él.

Se le hiele la sangre de sólo pensar que la chica puede estar diciendo eso de forma literal.

-Tienen que irse de aquí -dice Enjolras, poniéndose a su lado.

Éponine suelta una risa amarga, negando con la cabeza.

-¿A dónde quieres que vayamos? No tenemos a nadie.

-Nos tienes a nosotros -dice Grantaire, porque eso es cierto-. Y tienes a Cosette. Nuestra casa es grande, podrían vivir con nosotros.

-¿Qué haríamos en París?

-¿Qué vas a hacer aquí? -le retruca Enjolras-. ¿Vivir por siempre bajo los abusos de tus padres? Tú y tus hermanos se merecen algo mejor, Éponine.

La chica se muerde el labio, nerviosa, mirando de reojo a sus hermanitos hacer la tarea en una de las sucias y desvencijadas mesas del local.

-Quiero algo mejor. Para mis hermanos y también para mi.

***

Entre Cosette y Grantaire (y con un poco de ayuda del buen Valjean) les pagan los pasajes en autobús a los hermanos Thénardier hacia París.

El día que se van (y a sólo una semana del fin del ciclo escolar), sus padres montan un espectáculo en la terminal de autobuses, llegando borrachos y gritándole a sus hijos que si se van no piensen en volver a pedirles un centavo. Éponine les grita desde la ventanilla del autobús que de todas formas nunca les dieron nada, así que no va a haber un gran cambio.

Antes de irse le aseguran entre todos, y con asistencia de una abogada amiga de Cosette, que al haber cumplido la mayoría de edad hace pocos meses sus padres ya no tienen ningún poder sobre ella. Y, que si en algún momento quisieran reclamarle a los niños, sería muy sencillo demostrar que el ambiente que rodea al señor y la señora Thénardier es nocivo para cuatro menores, mientras que Éponine está más que capacitada para cuidar de sus hermanos.

El día anterior a la ceremonia de fin de curso de los muchachos, Grantaire y Enjolras se quedan a solas tras finalizar la última reunión del año de Les Amis.

-No puedo creer que ya no nos reuniremos más aquí -comenta con un dejo de nostalgia el más joven, acomodando las sillas y las mesas.

-Ya encontrarán algún lugar en París para reunirse todo el tiempo.

-Podríamos ir a la cafetería en la que está trabajando Éponine, para no perder la costumbre. ¿Cómo es que se llama?

-Café Musain. Según Cosette es un lugar agradable.

Se quedan en silencio, pero es tranquilo y se encuentra así mismo sonriéndole al chico a través del cuarto. Últimamente tienen muchos de estos momentos, mirándose en silencio, sonriéndose como si supieran un secreto que nadie más sabe, compartiendo segundos robados del día.

Enjolras carraspea, masajeándose un hombro para luego sacar de su mochila una carta y pasándosela a él. Grantaire la mira con curiosidad, ya que está dirigida a él, pero al ver el remitente siente que su corazón se detiene.

-¿Qué es esto?

-Una carta del Beaux-Arts de Paris.

-Sí, eso lo sé, ¿pero por qué está dirigida a mi? Enjolras, ¿qué hiciste?

El muchacho lo mira algo nervioso y eso es tan extraño en él que Grantaire ya ni sabe qué pensar.

-No te enfades conmigo, ¿de acuerdo? Envié algunos de tus trabajos solicitando una vacante y sé que debería haberte pedido permiso antes, pero no me arrepiento de lo que hice. Tú eres bueno en lo que haces, Grantaire. ¿Y qué si una vez te dijeron que no podías entrar a su universidad? Eso no significa nada. Sé que te cuesta creer, sobre todo en tí, pero eres realmente bueno y si te esfuerzas puedes lograr lo que quieras. Todos creemos en tí, Grantaire. Yo creo en ti.

Siente un nudo en la garganta y como los ojos se le llenan de lágrimas, pero se niega a llorar. Rayos, él no es así.

-No puedo pasar por esto otra vez, Enjolras. No puede ver otra carta de rechazo.

-Yo estoy contigo y lo estaré pase lo que pase. Y, si no te aceptan, que les den, ellos se lo pierden.

Sueleta un risa nerviosa y asiente, su mano de forma inconsciente entrelazándose con la de Enjolras.

Como puede abre la carta y comienza a leer.

-Estimado señor Grantaire…

***

La ceremonia de graduación es pomposa, como todo en este bendito colegio, pero por suerte se le pasa rápido. Marius, al ser el alumno con mejores notas del curso, debe dar un discurso y Grantaire se la pasa tapándose los oídos y los ojos porque el chico da vergüenza ajena. Y él lo aprecia, pero hasta Cosette reconoce que su novio es un desastre dando discursos en público.

Como todos los años, Javert despide a los profesores que dejan el colegio, diciendo, sorprendentemente, que es una pena que el profesor Grantaire se vaya, porque fue un gran aporte a la institución.

Grantaire supone que es su forma de decir “buena suerte”.

Aún no puede creer que haya entrado al Beaux-Arts de Paris y se la ha pasado hablando con Cosette, para ver cómo pueden reacondicionar el ático para que él lo vuelva a usar como atelier.

Padres, alumnos y profesores aún festejan, pero él se ha alejado de la fiesta, mirando el cielo estrellado. En la mañana comenzará el regreso a París en su moto y, asombrosamente, se da cuenta de que va a extrañar este colegio.

-Linda noche, ¿verdad? -le dice Enjolras, sentándose junto a él en el pasto.

-Todo es gracias a la compañía.

Se sonríen y sus manos se entrelazan de forma casi automática.

-Ya no eres mi profesor, ¿verdad?

La sonrisa de Grantaire se ensancha y puede sentir como su pulso se acelera.

-No, ya no.

-Eso es genial.

Entonces el chico toma el rostro de Grantaire en sus manos de forma delicada, como si Grantaire fuera algo valioso, besándolo de una forma en la que nadie lo había besado en mucho tiempo.

Es un beso puro y prometedor, es la promesa de un mañana mejor, de un mañana juntos y quizás no sea el mejor primer beso de la historia, pero cuando se separan Grantaire siente como todo su cuerpo tiembla y no podría sentirse mejor.

-Graicas -susurra y, como Enjolras lo mira algo extrañado, continúa-. Gracias por darme algo en lo que creer.

-¿Y qué es eso?

-Tú. Yo creo en tí, Enjolras.

El muchacho sonríe y, por primera vez en mucho tiempo, Grantaire piensa que la humanidad quizás tiene una oportunidad.

pareja: enjolras/grantaire, fanwork: fic, personaje: enjolras, amigoinvisible2013, personaje: grantaire

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