Praktica MTL3 | Kodak Tri-X
La ventana se abre a la calma chicha. Allá abajo, los plátanos. Por lo menos la mitad de las hojas están inmóviles, y el movimiento de las otras es apenas un estremecimiento. Como si alguien les hiciera cosquillas. Traspiro como un condenado. El aire está tenso, pero ya sé que nada va a estallar. ¿Qué puedo decirme? Éste es el momento, estoy seguro. En los días que estuve alegre, siempre me falseé, siempre creí en lo que no soy, la vida color de rosa, etc. En las noches en que me sentí tan mal como para llorar a gritos, no lloré a gritos, sino silenciosamente, tapado por la almohada. Pero ahí también uno exagera. No se puede ser lúcido con el pecho hinchado de congoja, o de desesperación. Mejor llamémosle desesperación. Sólo para mí, claro. Que los demás cuelguen sus etiquetas: hipocondría, neurastenia, luna…
Yo he llegado a un pacto conmigo mismo y por eso la llamo desesperación. Éste es el momento, estoy seguro porque no estoy ni alegre ni desesperado. Estoy, como decirlo, simplemente tranquilo.
No, ven, ya me falseo. Estoy horriblemente tranquilo.
Así está mejor.