Otro regalo de cumple ;)

Dec 15, 2007 17:52

Mi amiga light_pearl, a la que he estado atormentando para hacerla fan de SGA, me regalo de cumpleaños un marysue!fic de SGA.

Title : De lo que estan hechos los sueños
Author : light_pearl
Fandom : Stargate Atlantis/AU+Crack
Pairing : Me/John Sheppard/Rodney McKay
Rating : NC-17
Summary : This is crack...



Rodney McKay parpadeó un par de veces en la penumbra. Tras haber sentido el empujón, bastante extraño por cierto, se encontró haciendo bizcos en un espacio que para nada estaba vacío. A pesar de la negrura lo sentía en los huesos.

Extendió las manos delante suyo tanteando aire y con mucha cautela aspiró. No era como si la puerta los arrojara al azar en planetas carentes de oxígeno, todo estaba pre-calculado y se consoló al pensar que antiguos o no, tenían genes humanos dentro. Sin embargo, la oscuridad lo hacía sentir inquieto.

Casi salta de su propio pellejo cuando escuchó un ruido, indefinido, ilocalizable, que parecía provenir de todas partes menos del consolador “afuera” que -supuso- debería existir en algún lado.

Los engranajes de la masa cerebral de la que se sentía orgulloso, comenzaron a elaborar cadenas de lógico pensamiento que comenzaban por «Esta vez sí voy a morir, oh Dios, ¡voy a morir!, y ¿dónde están todos? ¡Por favor! Al menos Sheppard tiene que estar por aquí… no es como si lo necesite verdad, pero admitámoslo, es bueno con las armas, pero entonces, ¿dónde?...»

El ruido a su alrededor, adentro-afuera, seguía reptando insistente, tratando de entrar en lo que fuese que Rodney llamaba conciencia.

Se concentró y pudo escuchar claramente un carraspeo.
- Ejem.

- ¿Qué, quién, dónde?

- Estoy tan sorprendida como usted, doctor McKay -dijo una voz femenina, dulce.

- ¿Cómo sabe quién soy? ¡Le advierto, soy peligroso! -dijo Rodney girando como animal acorralado. La voz a su alrededor ahogó una risita divertida, peligrosamente cercana a lo burlón.

- Sí, sí, lo sé -respondió la vocecita poniendo los ojos en blanco.

- Oí eso -protestó, indignado, McKay.

- ¿Estamos desarrollando visión nocturna? -preguntó la voz.

- No se me ponga sarcástica.

- ¿Uh? Mire Dr. McKay, no quiero ser inoportuna, pero creo haberle dado a entender que esto también es nuevo para mí.

- ¡¿Entonces por qué usted parece verme y yo no puedo ver un carajo?! -respondió McKay sintiéndose extrañamente provocado.

- Ah, eso… es que uno ve lo que quiere ver… supongo.

- ¿Entonces yo no la veo porque no quiero verla?

- Tiene un punto.

- ¡Eso es estúpido! - La vocecita volvió a sofocar una risita.

- Está bien señorita. ¡Dígame dónde estoy... estamos! Soy la mente más brillante de cientos de galaxias humanoides!

- Cielos, creí que lo del ego era una exageración -murmuró la vocecita, ligeramente incrédula.

- ¡También escuché eso! No soy ningún egocéntrico. Sucede que yo…

- Sí, sí, ya me lo sé -contestó la vocecita, volviendo a poner los ojos en blanco. Preguntándose si esa mente brillante era capaz de sobrevivir en este mundo extraño donde los habían colocado para… ¿solucionar cosas?

- ¿Ah sí?, ¿y qué sabe usted de mí? -exigió McKay, picado.

- Todo.

- ¿Todo? -repitió perplejo.

- Ajá.

Por primera vez se quedó sin palabras. No creía que hubiera en el universo *alguien* que *lo supiera todo* respecto a él.

Entonces, nuevamente alguien “salió” de la puerta avanzando a tropezones hasta chocar contra él. Tras el pánico inicial y la frenética búsqueda de un arma, vamos de una condenada lámpara al menos, el tanteo desenfrenado y los gritos de *¡qué rayos se supone que estás haciendo McKay!* el cerebro de McKay hizo clic y se tranquilizó, acomodándose la ropa con embarazo, poniéndose bruscamente vertical y sacudiéndose la sensación de que la vocecita de la oscuridad parecía estar tirada en el piso doblada de la risa.

- ¿Y por qué no hay luz en este lugar? -preguntó la voz de Sheppard.- ¿Y quién es usted? -dijo señalando a la mujer directamente con su arma.

- ¿Qué?, ¿o sea que la estás viendo? -preguntó McKay amoscado.

- Claro, está ahí, doblada de la risa. - McKay abrió los ojos como platos. Seguía sin ver nada. Aunque, tenía que admitirlo, la cercanía de Sheppard lo tranquilizaba, y también tenía que admitir que con todo y la oscuridad que lo rodeaba, podía, de alguna manera, sentir lo que la vocecita -que había llegado a considerar era una parte interna semejante a la conciencia- hacía.

- ¿Qué lugar es este? -preguntó Sheppard brusco.

- Mi suposición es que estamos en la dimensión onírica.

Sheppard la miró incrédulo. Estaba a un par de metros de ellos, mirándolos de manera extraña, parecía que los analizaba. Inició un movimiento hacia ella, que fue detenido por McKay con un agarre fiero en el brazo. Sin pensarlo, con un movimiento suave, se sacudió la mano del doctor. Volvió el rostro hacia él, tratando de entender qué demonios le pasaba, se veía como enloquecido, los ojos abiertos como platos y las pupilas totalmente abiertas. Agitó una mano sobre los ojos de Rodney preguntándose por qué parecía estar ciego, él no reaccionó.

- ¿Demasiado *pensante* para este lugar? -proveyó la mujer. encogiéndose de hombros. Sheppard, a su vez, se encogió de hombros. La comisura de sus labios se elevó imperceptiblemente -esto último sería cierto si el espécimen frente a él no fuera de la especie fangirl, especie sumamente peligrosa que se caracterizaba por hacer esfuerzos denodados en averiguar cosas y saber que todos en la dimensión fandom sabían que ella sabía que ellos no sabían lo que ella sabía-. Sheppard la miró de reojo, y tentativamente, entreabrió los labios.

La chica contuvo el aliento un instante, sincronizado perfectamente con el pequeño movimiento de los labios de Sheppard y luego pareció ceder -quizá por la falta de aire. Ahora fue Sheppard quien levantó el brazo para contener el cuerpo de un desesperado McKay, que seguía estupefacto en su intento de digerir lo de la dimensión onírica.

Sheppard medio giró y medio ladeó la cabeza y entornó los ojos hacia la chica, dividiendo de manera extraña la atención entre ella y McKay. Nuevamente observó el pecho de la chica elevarse y sostenerse ahí.

*¡Adorablemente protector* pensó la chica sin darse cuenta plenamente de que volvía a estar sin respirar. Sheppard la miró de reojo y abrió la boca.

- ¿Estamos en SU sueño? -preguntó vocalizando con lentitud, como tratando de asegurarse de que ella entendiera de manera correcta lo que él quería preguntar.

La chica pareció sorprendida de la pregunta, o tal vez de la forma en que fue planteada -¿quién sabe?-. Recuperó el aliento de forma brusca y miró alrededor, sopesando el entorno antes de dar su veredicto.

- Me parece que no, -afirmó mirando suspicaz alrededor- no me es familiar el escenario, no es UNO de mis escenarios.

- ¿Estamos dentro del sueño de alguien? -preguntó Sheppard, insistente, aún manteniendo contenido a McKay, aunque ahora su mano se había elevado hasta taparle la boca, mientras McKay parecía haber alcanzado la epifanía y por fin había captado un poco al menos, dónde estaban. El llamado de la especie gritó *¡Yay!* en el interior de la chica.

- ¿Sabe de qué están hechos los sueños, señorita? -preguntó Sheppard, ahora ahogando con la mano cualquier ruido que intentara hacer McKay.

- ¿Nou? -contestó la chica, bastante consciente ahora de que tenía ventaja. Y sopesando que tal vez, sólo tal vez, si admitía algún tipo de conocimiento, la dimensión en la que estaba haría “pop” desvaneciéndose del todo.

McKay trató de dar una explicación que fue rápidamente acallada por una brusca mano acopada firmemente sobre su boca.

- De los deseos no realizados de las personas -comenzó Sheppard.

- ¡Qué respuesta más inteligente! -exclamó McKay sarcástico, sacudiéndose con brusquedad la mano del coronel y poniendo cara de póquer- los sueños -comenzó con tono doctoral- son el resultado de la limpieza cerebral.

- ¿Algo así como el excremento de los dioses? -sugirió la chica ante la larga pausa de McKay, que probablemente estaría tratando de poner en términos digeribles su próxima oración.

- ¿Excre... secreciones? No no no, entendió todo mal -dijo McKay ruborizándose y sacudiendo la cabeza, mientras Sheppard cruzaba los brazos y apoyaba el peso sobre una pierna, mirándolo de manera rara.

- Son sub-productos de preguntas planteadas durante el ciclo de vigilia, que el sistema nervioso ha retenido para una posterior evaluación en la fase de sueño NRM que... - Se interrumpió al ver las expresiones de todo su público... y el darse cuenta de que los podía VER, lo hizo aterrizar de caída libre en gravedad cero. - ¿Qué? -preguntó belicoso.

- Creo que el coronel, estaba planteando una pregunta retórica -proveyó la chica, ahogando nuevamente otra risita. *Esto es una locura* pensó la chica, mirando otra vez hacia todas partes y tratando de adivinar quién estaba tras este extraño suceso.

No podría calificarse como precisamente intuitivo a un científico que recurría al arsenal de conocimientos almacenado en su cerebro ante cada situación que se saliera de lo que consideraba normalidad. Sin embargo, ella observó que McKay miraba a Sheppard con cara de interrogación, irremisiblemente perdido. Sintió el acelerarse del corazón, el sudar de las manos y la ansiedad clarividente que corroe el alma.

- ¡No es mi sueño! -exclamó Rodney a la defensiva, ruborizándose a pesar suyo. Sheppard lo regaló con una media sonrisa.

- Estábamos tratando de acceder a un nuevo sector -explicó Sheppard tratando de explicarse más a sí mismo, sus últimas acciones- entonces Ronon se retrasó un poco, Rodney cruzó y yo tras él.

- ¿Cruzar? ¡No crucé! -remarcó las palabras- ¡Fui empujado!

- Ok, ok -dijo Sheppard alcanzando una silla cómoda y espatarrándose a sus anchas, ante el asombro de McKay que ojeaba alrededor en busca de mobiliario.

Ante los ojos del científico, la chica inició un tranquilo descenso, y su sorpresa fue mayor al ver materializarse -literalmente hablando- un cómodo love-seat bajo ella. La chica sonrió y se sentó muy quietecita con las manos posadas sobre las rodillas, mirándolos intensamente de uno a otro.

Rodney también los miraba alternadamente, desesperado, algo se le estaba escapando y no podía captar qué era, por más que los engranajes de su mente trabajaban al vapor, tratando de ubicarse en algún tipo espacio-temporal -a esas alturas CUALQUIERA- razonablemente comprensible.

Sheppard enderezó la postura, apoyó los codos sobre las rodillas y entrecruzó los dedos bajo su barbilla, sin dejar de mirar a Rodney.

La chica no pudo evitarlo y palmeó esperanzada el asiento libre del love-seat. Rodney le lanzó una mirada desamparada a Sheppard, que sólo sonrió con una especie de perversidad y alzó los hombros. Pero ante su propia incapacidad de materializar bártulos utilizables para aposentarse, el científico se fue a sentar junto a ella, que sonrió como el gato chessire.

- Adelante, es su sueño -dijo Sheppard señalándola con la barbilla. Aún mirando fijamente a Rodney, que veía a uno y otro lado de la “estancia”. Sheppard Cruzó las piernas y los brazos, en actitud de atenta espera.

- No coronel, no lo es.

- Atiéndase. -dijo Sheppard sonriendo de oreja a oreja.

La chica se ruborizó y bajó la mirada. «¿Será posible que se refiera a... a... no, no puede ser, y si sí?» Sin alzar la cabeza, miró de reojo a McKay que, ignorante de ellos dos, seguía tratando de descifrar en la sopa de letras, su ubicación espacio-temporal. Ella extendió una mano tentativa hacia la rodilla de Rodney, todavía preguntándose hasta dónde se atrevería, y pensando de paso, por qué tenía escrúpulos de alguna especie si estaban en un sueño. Así qué, recordando de la memoria de vigilia la cantidad de atrevimiento que solía mostrar en sus sueños más locos, se deshizo despiadadamente de los últimos rastros de timidez.

A través del tejido, sintió la piel de Rodney, quien, al sentir el contacto de la cálida mano, dio un respingo y volvió la vista hacia ella. De la mano sobre su rodilla hacia la cara seria, de la cara seria hacia la mano que se posaba en la rodilla, haciendo tímidos avances.

Rodney no pudo evitar pensar que el rostro de ella era ceremonioso, con una especie de reverencia que le sacudió el corazón. No era a Sheppard, era a él a quien *una mujer* miraba con esa ansiedad desnudante, demandante y a la vez sumamente satisfactoria. Sonrió con nerviosismo. El desbocado cerebro tratando de integrar las emociones con las sensaciones y con la, ahora extrañamente, molesta presencia de Sheppard.

- Puedo cerrar los ojos si quieres, McKay. -dijo Sheppard, que parecía leerle el pensamiento, la sonrisa perversa aún impresa en los labios.

Algo, él mismo no supo qué, le molestó en esa aseveración, por un segundo, y para la gloria y un nuevo *yay* de la fangirl, el rostro asimétrico de McKay se vio cruzado por una ráfaga entremezclada de furia con reto. Infló el pecho en una aspiración accidentada, y relajó los rasgos al volver el rostro hacia ella.

La miró intensamente, tratando de encontrar en esos ojos color miel, alguna especie de respuesta a una pregunta no verbalizada, que su exagerado cerebro especulativo no conseguía formular a pesar de los esfuerzos que hacía.

Rodney se acercó al rostro de la chica, la tomó de la barbilla y ladeó la cabeza, posando los delgados labios sobre los de ella.

Ella lo tomó suavemente por la nuca, estrechando más profundamente el beso que arrancaba el aliento, derribando barreras y abatiendo fronteras, mientras la otra, ascendía hasta detenerse brevemente en la entrepierna de Rodney, prosiguiendo un tortuoso camino desfajándolo y recorriendo con la yema de los dedos las sinuosidades de su pecho. Y con una hábil maniobra le sacó la camisa por la cabeza apenas separándose de él.

Ella escuchó una ruidosa inhalación de aire, proveniente de la posición de Sheppard, sin embargo, parecía totalmente concentrada en McKay. Se separó ligeramente de él, siguiendo con la vista la línea de vellos que partía del pecho descendiendo suavemente hasta el ombligo, perdiéndose bajo el cinturón y la bragueta del pantalón; sentía los dedos ardiendo de las ganas de tocarlo.

Él seguía mirándola con esa mirada rara, mezcla de curiosidad y reto. Sus manos se agarraron al tapiz del love-seat. Ella se levantó y tomó entre sus manos las de él, manos finas, de largos y cuidados dedos, sin callosidades, y sin perder contacto visual se los llevó a los labios, besó suavemente las palmas y recorrió con la punta de la lengua cada uno de sus dedos. Rodney se estremeció al sentir la humedad de la caricia y ahogó un jadeo. Sin poder resistirse la tomó de la nuca con una mano, como para no dejarla ir, atrayendo ansioso su rostro y besándola con avidez, y ella le correspondía ciegamente.

Rodney relajó los tensos rasgos, olvidándose absolutamente de todo a su alrededor y ciegamente también, desabotonó la blusa y la desnudó. La chica sonrió, el mundo giró, se invirtió y se convirtió en una llamarada que deslumbró el universo... y a Sheppard.

Sheppard miraba la escena hipnotizado, él había comenzado esa broma, creía que picando a McKay conseguiría fastidiarlo por esa proverbial timidez que tenía con las mujeres. Pero lo que veían sus ojos desmentía totalmente ese mito, y sumamente turbado, notó la fuerte erección que luchaba contra la prisión de sus pantalones. Un ramalazo de vergüenza lo estremeció entremezclándose con el deseo que amenazaba desprenderle la piel. Bajó la mano hasta su miembro y comenzó a recorrerlo a lo largo, con suavidad añorante. Entrecerró los ojos, lánguido, estirado en la silla, amenazando perderse en memorias pasadas, su mirada se fijó brevemente en los ojos color miel de la chica, mientras McKay la acariciaba y leyó una invitación en ellos. Puso cara de interrogación y ella le sonrió. Se levantó y se acercó a ellos.

- ¿Les importa si me uno? -preguntó roncamente. McKay no contestó, sus manos se posaron en la cintura de la chica mientras le lamía y mordisqueaba los senos, alternando las atenciones, completamente ajeno al exterior. Sus manos comenzaron a pasearse por el redondo trasero, le bajó las bragas y acarició los labios de su sexo, suave, casi dulcemente, con una mano, mientras ella separaba las piernas un poco para facilitarle acceso. Introdujo un dedo en su humedad y la acarició con delicadeza, sólo para humedecer el dedo con sus flujos, para luego buscarle el clítoris. Estaba concentrado en darle placer.

SIn esperar la respuesta, Sheppard se deshizo de sus ropas y, sin saber por qué, en lugar de dirigir sus atenciones a ella, se acercó a Rodney y comenzó a acariciarle la espalda. Rodney se sobresaltó inicialmente, volviendo una rápida y extraviada mirada hacia él y le sonrió. Esto lo animó y prosiguió la exploración. Comenzó a besar la nuca de Rodney, que entrecerró los ojos y sonrió con aire bendito, repegó el cuerpo a su espalda y comenzó a deslizar su erección entre las nalgas del doctor, acariciándole el pecho y besándole el cuello, mientras éste seguía concentrado en alcanzar el punto exacto del deleite de la chica.

Y cuando lo alcanzó, el mundo de ella se deshizo en madejas de colores y formas, con una explosión de nitidez que le aclaró el cerebro y la envió al paraíso, entonces, él la recostó suavemente sobre el love-seat, levantando con ambas manos sus caderas, penetrándola profundamente. Ella comenzó a moverse, y él la ayudó, acodándose para darle soporte, mientras su boca incansable seguía dándole placer en los senos y el cuello.

McKay sintió cuando Sheppard se inclinó sobre él, sintió un dedo rozarle el ano, y se estremeció, riendo nervioso sobre los senos de la chica, haciendo un vibratto delicioso, ella abrió mucho los ojos, gratamente sorprendida, acariciando a su vez a McKay y tropezando de cuando en cuando con las manos de Sheppard, que se entretenía en juguetear con los lóbulos de sus orejas y le susurraba palabras incomprensibles. Un sentimiento extraño llenó sus sentidos, mezcla de excitación y ansiedad, percibía el aliento de Sheppard sobre la piel y se estaba esforzando a medias en entender lo que le decía, sentía el corazón oprimido con una expectación exasperante que lo estaba desgarrando entre el placer de la cálida humedad y los gemidos de ella, y el que le estaban proporcionando los dedos que lo abrían con una lentitud alarmante, abrió las piernas invitándolo y sintió el aliento deslizársele espalda abajo. La humedad de la lengua de Sheppard lo hizo estremecerse bruscamente, y su gemido entremezclado con el de ella, disparó su excitación a niveles indecibles, quería decirle a Sheppard que se apresurara, ¿a qué? No lo sabía. Todo era nuevo para él, nuevo y extrañamente deseable... pero la chica eligió ese momento para jalarlo y besarlo ansiosa.

Entonces escuchó nuevamente la voz de Sheppard murmurándole nuevamente frases inconexas mezcla de aliento y deseo, un escalofrío le recorrió la columna cuando sintió el peso del cuerpo de Sheppard, y un terciopelo duro abriéndose paso en su abertura. Relajó lo más que pudo el cuerpo, quedándose quieto un momento, invitante, mientras sentía deslizarse suavemente esa longitud, disfrutando cada pulgada de punzante dolor.

Sheppard se detuvo tembloroso, todo parecía haber quedado en un impasse, sentía la urgencia en su miembro, sentía los latidos que amenazaban estallar en miríadas de fragmentos de deseo ante el apretado cuerpo de Rodney. Dio un último empujón y se quedó quieto nuevamente, sintiendo el roce de los testículos de Rodney en los suyos y se estremeció de placer. Sabía que le estaba susurrando palabras extrañas, que no entendía bien de dónde habían llegado, pero que, de alguna manera, eran verdaderas, era lo que sentía.

Comenzó a moverse despacio, adentro y afuera, y pronto, estableciendo un ritmo ancestral que los tres comenzaron a seguir convulsivamente, bordeando la desesperación. Concentró los sentidos que aún le quedaban útiles en respirar, conteniendo la ansiedad de posesión que urgía a su cuerpo de tener a McKay totalmente, sólo para él. Se dejó llevar por el momento, abandonándose, clavándose muy profundo, aferrando con ambas manos sus caderas, con fuerza. Sin darse cuenta estaba gimiendo de placer, acompañando los gemidos de los otros con los suyos, se inclinó sobre su espalda, buscando a ciegas encontrar los labios de McKay. Mientras empujaba frenéticamente en ese cuerpo que ya era totalmente de él.

Él pareció darse cuenta y volvió el rostro, los ojos entornados ojos y los labios se tocaron, se besaron, bebieron insaciables el placer que sentían. McKay lo sintió engrosarse y palpitar dentro, mientas sentía la vida escapársele de entre las piernas, aceleró el movimiento, su espalda se curvó y el mundo se rompió. Ambos y ella, estallaron en una nova de sensaciones, luz, sudor, latidos cardiacos que amenazaban reventar los corazones.

McKay gritó su nombre, no Sheppard, *John*, con un sonido extraterreno llevado al plano de lo divino, mientras los espasmos sacudían sus cuerpos. Se dejó caer sobre él, exhausto, sintiendo ausentemente cómo ella se movía para prolongar el placer de los tres, sin querer dejar salir de sí a McKay.

****************

El mundo regresó a la oscuridad. Sin embargo, podían -McKay y Sheppard- verse uno al otro. Ambos estaban totalmente vestidos.

- Yo... -comenzó Rodney, mirando sus zapatos. Sin querer encontrar la mirada de Sheppard.

- Me encantó cómo dijiste *John*.-respondió Sheppard con voz ronca.

- Y tú... -*me dijiste que me amas*, este pensamiento no alcanzó a verbalizarse porque, como Sheppard es algo desesperado, simple y sencillamente tomó a Rodney de la nuca y lo besó, ahogando así la retahíla de palabras que -temía por experiencia personal- seguiría como un intento de explicación.

Rodney, por su parte, incapaz de callar el cerebro aún en circunstancias tan placenteras, alcanzó a pensar: “... De lo que están hechos los sueños”.

Y en la oscuridad...
*¡Yay!*
*Sólo puede haber miles... de sueños como este*. pensó la chica bastante sonriente y complacida… por el momento.

Finis

fic, sga, gift, crack

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