Fic : Man from U.N.C.L.E. 2/5

Sep 28, 2006 23:20

Title : "CASO: El Irresistible Encanto del Señor Solo" (2/5 )
Fandom : El Agente de CIPOL ( The Man from UNCLE )
Pairing : Napoleon Solo/Illya Kuryakin NS/IK
Rating : PG-13 Situacion M/M insinuada
Summary : Cuando una amistad cruza el punto de no retorno
Link a la pimera parte



Habían pasado algunas semanas desde ese encuentro fallido en la oficina de Napoleón Solo. La escena no se había repetido pero no había sido por falta de interés, solo una excesiva precaución por parte del agente Kuryakin.

Demasiada tranquilidad; poco trabajo de campo y mucho trabajo de escritorio. Apenas si se veían, mucho menos hablaban. Illya evitaba quedarse a solas con Napoleón. Sabía que no podría resistir demasiado los avances de su compañero. Así que, en tanto no se sintiera lo suficientemente seguro de su autocontrol, mantendría una sana distancia entre ellos.

Por su parte, Napoleón Solo no perdía el tiempo. En cualquier oportunidad recorría lascivamente el cuerpo de su colega; cuando se cruzaban en los pasillos del complejo, hacia hasta lo imposible por tocarlo. Una mano en su brazo, una mirada sobre el hombro. En las ultimas juntas Illya se sentaba en el extremo opuesto a el, desde aquel día en que había colocado una mano posesiva sobre su pierna. Napoleón estaba consciente de que estaba siendo evitado. Pero tenia fe en que no pasaría mucho tiempo antes de que el agente ruso comiera de su mano... o de cualquier otra parte de su anatomía.

***********

Después de cinco tediosas horas de papeleo, Illya se desperezo detrás de su escritorio. Estaba mortalmente aburrido. Guardo los papeles terminados y miro con el ceño fruncido el montón que aun faltaba por revisar. Mañana será otro día - pensó - de cualquier modo el papeleo nunca termina...

Salió de su oficina y caminó sin rumbo. Cuando se dio cuenta, estaba frente a la de Napoleón. Sonrió para si. ¿ Por qué no ? - su voz interior le susurro - Dejemos que el señor Solo sepa lo que es desear algo que no se puede tener . Abrió la puerta. Siempre tocaba para prevenir al agente y
evitar cualquier sorpresa. Pero esta vez simplemente lo olvido.

- Nap... - la voz se quedo atrapada en su garganta. Aunque era una escena a la que estaba acostumbrado, su estado de ánimo y el giro en su relación hicieron que la visión frente a sus ojos fuera un golpe inesperado.

Napoleón Solo estaba sentado sobre su escritorio con una de las secretarias montada sobre sus piernas, ocupada en recorrer a besos el torso semidescubierto de el. Una sonrisa de placer llenaba el rostro del agente, ajeno aun a la presencia de Illya en la oficina. Kuryakin no apartaba la vista de su compañero mientras escuchaba gemir a la mujer bajo el toque experto de Napoleón recorriendo su espalda. Solo abrió los ojos, considerando que sería mejor mover la acción a un lugar más cómodo. Al alzar la vista se encontró con la mirada fría de esos ojos azules que parecían clavarse en su conciencia. Se quedo quieto por un largo segundo. No sabía que hacer o decir. Un no es lo que parece cruzó por su mente y fue rechazado inmediatamente. Era lo que parecía y mucho más. La mujer seguía concentrada en desvestir al hombre bajo sus piernas. Illya cerró los ojos, se dio la vuelta y salió de la oficina,
cerrándola por dentro para evitar futuras sorpresas. Caminó al estacionamiento. Deseaba alejarse de
Napoleón. Lo más que pudiera.

Apresuradamente, pero no sin cortesía, Solo detuvo la avanzada situación. Pretextando que debía preparar un informe para Weberly, despidió a la chica prometiéndole una futura cita en un lugar más agradable que su oficina. Marcó la conexión de Illya y no obtuvo respuesta. Para cuando inicio su búsqueda, Illya estaba en camino de su bar favorito.

Illya detuvo el auto y se quedo quieto tras el volante. De nada le serviría embriagarse. Las cosas no eran tan malas como parecían. No tenia nada que reclamarle a Napoleón porque no había nada entre ellos. Además, conociendo la naturaleza de este, no era de extrañar que buscara alguna forma de desfogar la lujuria que sus continuos rechazos habían provocado en el. Sonrió ante la idea. Que Napoleón Solo buscara seducir a una mujer porque el no terminaba de rendirse era descabellado al tiempo que halagador. Encendió el auto y volvió al trabajo. Por una llamada de su superior se entero de que Solo
había salido tras el y aun no se había reportado.

***********

Napoleón recorrió todos los bares donde creía podía encontrar a Illya. Después de dos horas de búsqueda infructuosa, decidió quedarse en uno y beber. Se daba cuenta de que había cometido un error que no seria fácil remediar. El avance en su relación se había retraído por su estúpida necesidad de sentirse deseado. Su arrogancia le haría perder algo que se había convertido en parte primordial de su vida. Se dirigió al baño del bar y saco del saco la pluma/comunicador de CIPOL.

- Abrir Canal D - un zumbido le respondió - Napoleón Solo reportándose. Volveré a la oficina mañana -
suspiro profundamente, masajeándose las sienes - cerrar Canal D. - Guardo el comunicador y volvió al
bar, encendiendo un cigarrillo en el trayecto. Pidió otro vaso de Chivas y se dejo llevar por sus
recuerdos.

Quince años atrás, había comenzado su ascenso dentro de CIPOL. Se había convertido en el Jefe de las Fuerzas de Operaciones de la Sección Dos de CIPOL. Tenía todo lo que siempre había deseado: aventuras, posición, dinero y mujeres. Pero seguía sintiéndose vacio. Su arrogancia era una armadura que lo protegía y lo apartaba de los demás. Su jefe lo respetaba y confiaba en el; por otro lado, sus subordinados le temían y seguían sus ordenes ciegamente. Podía tener cualquier mujer que deseara y
ninguna le reclamaría nada. Era el arquetipo ideal del Playboy. El joven rico y elegante que tenía un trabajo que le divertía. No podía pedir nada mas, excepto, tal vez, un lugar en donde refugiarse esas largas noches que seguían a días de exhaustivas y peligrosas misiones; alguien a quien contarle lo miserable que era su vida tras la brillante imagen que todos tenían de el. Pensaba que nunca encontraría algo así hasta que... sonrió ante el recuerdo. Se había percatado del nuevo empleado extranjero de la sección de investigación. Un ruso frió y serio que había sido reclutado por sus conocimientos en física quántica y el manejo de su lengua natal. Tenía entrenamiento como agente de campo, pero Weberly había decidido colocarlo en un área donde le seria más productivo. Fue por eso que le extrañó encontrarlo en la oficina del director de CIPOL, quien los presento como compañeros. Solo
jamás había aceptado que se le asignara una pareja, ya que confiando totalmente en sus capacidades y
talentos, no quería depender de alguien para sobrevivir. Pero al ver de cerca al agente, reconsidero su actitud. Era mas joven que el, de fuerte complexión aun con su cuerpo delgado, de un cabello tan rubio que parecía casi blanco bajo las luces de la oficina. Como extra a esta interesante combinación estaban sus grandes y profundos ojos azules, que parecían reflejar el frió cielo de Siberia, de donde el agente había salido para estudiar física en la Sorbona. El instinto de Napoleón le decía que podía confiar en el. Y no se había equivocado. Ahora esa confianza se había convertido en una amistad que nada podía romper, excepto tal vez, el que uno de ellos traicionara al otro. Algo muy parecido a lo que el intentaba hacer.

***********

Illya fue avisado del mensaje de Napoleón. Supongo que a final de cuentas esa mujer obtuvo lo que buscaba . Llego a su departamento, que se encontraba en el mismo edificio que el de Napoleón. No vio el auto, lo que confirmo sus sospechas. Al entrar a su hogar, se dio cuenta que no le había parecido tan solitario hasta esos días. También, entendió que, desde esa noche el y Napoleón no pasaban las veladas juntos. Ya no tenían esas reuniones de medianoche - casi todas las noches de la semana - donde el whisky y el vodka corrían libremente, mientras ambos intercambiaban comentarios ingeniosos sobre sus aventuras del día. Nunca se había sentido tan lejos de su compañero. Tan lejos y totalmente ... Sintió un extraño vacio en el estomago. Fue a la pequeña cantina que tenia en la sala de donde tomo una botella de Stolichnaya. Con la botella y un vaso se sentó en el sillón contiguo al
teléfono, que levanto y colgó varias veces, sin decidirse a llamar a Napoleón. Media botella después,
solo una pregunta rondaba su mente : ¿ Por que tuvo todo que terminar así ?

Recordó el día en que Weberly los reunió como equipo. Conocía la reputación de Napoleón Solo y eso basto para que dudara de lo acertado de la decisión de su jefe. Aunque al conocerlo... la primera impresión es inolvidable, dice el adagio y con este hombre era totalmente correcta. El cabello oscuro, los ojos de un café brillante, la eterna sonrisa en los labios. Arrogante y apuesto. Una peligrosa combinación; combinación que se había vuelto letal con el paso de los años.

Illya se había acostumbrado a desaparecer bajo la sombra de su compañero. Tal vez eran iguales en lo que a trabajo se refería. Complementaban sus habilidades y cubrían sus defectos. Esto los había convertido en el equipo Alpha de CIPOL. Pero en cuento entraban en contacto con el mundo real,
Kuryakin era relegado a un segundo plano. El atractivo del señor Solo era tan fuerte, que la inteligencia y astucia del agente ruso pasaban desapercibidos. Pero esto solo ocurría cuando la misión exigía que socializaran - algo que frecuentemente debían hacer-, algo para lo que Napoleón Solo estaba altamente calificado. Kuryakin se recostó en el sofá. Jamás se atrevería a negar que el poder del Jefe de Operaciones estaba en su autosuficiencia y su encanto personal. Hijo de diplomáticos, había crecido entre las mejores familias de Grecia y Londres - lugares donde el trabajo de su padre lo había llevado -, siendo educado para ser el joven millonario que cualquier madre desearía para sus hijas. Pero la muerte de sus padres en un bombardeo y la de su esposa tras un corto matrimonio, le habían cubierto con esa coraza que se llama arrogancia. Illya sabía muy bien que sus affairs eran solo distracciones para aliviar la soledad. Ambos eran espíritus solitarios, solo que Napoleón era
demasiado apasionado. Eso equilibraba su propia frialdad e indiferencia. Por eso eran un buen equipo.
Por eso eran amigos, pero ... ¿ era eso suficiente para que fueran algo mas ?

***********

Los días transcurrieron con calma. Demasiada calma solo podía significar que THRUSH planeaba algo grande. Esa inactividad estaba alterando los nervios de Weberly, haciendo que sus agentes resintieran los altibajos en el ánimo del director de CIPOL. En uno de sus arrebatos acusó a Solo de ser demasiado condescendiente con su trabajo. Napoleón escuchó el regaño sin pestañear, sonriendo socarronamente ante la explosión de su jefe. Todos consideraban el reclamo exagerado y no le daban importancia. Pero Kuryakin sabia que su compañero estaba realmente molesto con toda la situación. Podía ver como crispaba sus manos, como su mirada se endurecía, mientras la fría sonrisa aparecía en sus labios. Weberly debía agradecer que su posición lo pusiera fuera del alcance de la frustración de su agente estrella.

Disuelta la reunión, Solo se dirigió a su oficina. Quería desquitar su rabia sin testigos. Arrojó el saco sobre el sofá y se aflojo la corbata. Golpeo el escritorio con los puños cerrados. Estaba furioso; Weberly no tenía derecho de hablarle como lo había hecho. No tenia idea de lo estúpido de su acusación. Deseaba golpear a alguien, gritar, renunciar... estaba cansado. Física y moralmente agotado.

- Napoleón, será mejor que salgamos de aquí... - te tardaste demasiado en llegar - pensó Solo - ven, te invito un trago. - Napoleón cerró los ojos y suspiro. Sonrió, sacudiendo la cabeza.

- Siempre sabes que decir, ¿ no, tovarish ? - se dio la vuelta y lo miro, cruzando los brazos sobre el
pecho. - Siempre la respuesta fría y correcta. Dime - se acerco a el, con un gesto retador en los ojos - ¿ nunca te enfureces, nunca pierdes el control ? Tal vez Siberia te congelo las entrañas... - los ojos duros de Illya corroboraron la acusación de Napoleón.

- Supongo que eso significa que no aceptas la invitación. Te dejo solo con tu amargura... - antes
de que terminara de hablar, Napoleón lo tomo por las solapas del saco y lo lanzo contra la puerta.

- Te crees muy listo, ¿ no ? Siempre seguro de ti mismo... a veces, tovarish, me das tanta lástima... -
las palabras salían apenas entre sus dientes apretados. Illya suspiro profundamente. Sin aviso tomo
las muñecas de su compañero e invirtió las posiciones. Ahora Napoleón estaba contra la puerta, los ojos
brillantes de furia. Kuryakin soltó sus manos y tomo su rostro entre las suyas.

- Espero que algún día te arrepientas de esto... - inesperadamente su boca estaba sobre la de Napoleón.
Dura, voraz. Napoleón lucho por liberarse. Illya atrapo sus manos de nuevo y las coloco sobre su
cabeza, conteniéndolo sin dejar de besarlo. La lengua del agente ruso buscaba la de el. Napoleón separo los labios y el beso se volvió más profundo y devorador. Era demasiado para el. Sintió como Illya liberaba sus manos y estas fueron a refugiarse en la espalda de su torturador. Apenas podía respirar, mientras Illya enredaba sus manos en los oscuros cabellos. Napoleón podía escuchar la sangre golpeando en sus oídos, perdido en los sonidos que salían de la garganta de Illya y se ahogaban en esos labios húmedos que, parecía, querían quitarle la vida en cada contacto. El tiempo se había detenido y el sentía que cada segundo estaba destrozando su alma. Dolorosamente sintió que Illya se apartaba de el.

- No... - se sintió humillado y avergonzado por el tono suplicante de su voz.

- Te veré después... - Illya abrió la puerta y sin mirarlo siquiera, salió de la oficina.

Napoleón se quedo de pie, recargado en la puerta, ignorando el temblor que recorría su cuerpo, el ardor en su rostro por la violencia de los besos de su amigo. Tras la puerta, Illya sentía como todo su cuerpo se tensaba, mientras su boca aun palpitaba, hambrienta de los labios de su
compañero.

***********

- Señor Solo, ya todos se fueron. ¿ Va a quedarse ? - uno de los guardias entro a su oficina. Pasaba de las 11:00 de la noche. Napoleón se había quedado después de la hora de salida, confundido por sus sentimientos. El desconsuelo que siguió a la partida de Illya, fue algo que no podía manejar. Un vacio y una tristeza que creyó no sentiría de nuevo tras la muerte de su esposa. Abatido tras su escritorio, paso horas sin moverse, apenas pensando. Segundo a segundo, imágenes y palabras giraban en su cabeza. Las palabras hirientes que le dijo a Illya, la forma violenta en que lo había besado, lo humillado que se sintió, la sensación de las manos de el en su cabello, sus ojos azules helados...

- Gracias por avisarme Jack. En un momento saldré.

Llego a su apartamento, donde se quedo dormido con una botella de whisky semivacía a su lado.

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