FIC - Proceso de restauración de memoria 3/3

Jul 24, 2017 01:23

Proceso de restauración de memoria 3/3
Fandom: Kingsman: The Golden Circle
Tag tráiler



El despertar desorientado en un lugar desconocido estaba volviéndose un molesto patrón para Harry.

En un principio creyó encontrarse en otro hospital, por las cegadoras luces blancas, pero cuando pudo ponerse de pie y observar con detenimiento su entorno, descubrió que el lugar donde se encontraba semejaba más la celda de un pabellón psiquiátrico que una habitación de hospital.

Vestía ropas grises de hospital y estaba descalzo. Las paredes del lugar estaban acolchadas, y un gran espejo casi llenaba uno de los lados del cuarto. Al acercarse a observar su reflejo, se dio cuenta de que se trataba de un espejo de doble vista, cuyo otro lado permitía que sus captores pudieran observarlo. Fingió ignorar ese hecho, concentrándose en revisar si no tenía alguna herida en su cuerpo.

Recordaba, y sonrió ante la ironía de su buena memoria a corto plazo, que había sido tomado a la fuerza cuando salía de su hotel en Boston, para tomar un vuelo de vuelta a Kentucky, luego de completar otra misión para Statesman. Era interesante como toda esa situación - el ser secuestrado, ser prisionero del enemigo - le parecía tan familiar. Seguramente había pasado por eso al menos un par de veces en su vida, si era un agente especial, como se le había dicho desde que había perdido la memoria.

Se sentó en el rústico camastro de la habitación, la espalda recta, las manos sobre las rodillas, acompasando su respiración con los latidos de su corazón. Una técnica de meditación que le permitía desconectarse de su entorno y buscar en su cabeza una posible solución al problema en que se encontraba.

Seguía molestándole el descubrir nuevas habilidades suyas sin poder desentrañar aquellos detalles de su personalidad que pudieran darle acceso a su memoria fragmentada. Desechó el sentimiento de frustración y se concentró en un plan de acción.

Habría dado lo que fuera por un medio de comunicación oculto en algo tan inocuo que no pareciera un riesgo para sus captores, como unos lentes. Sonrió para si ante la idea. Cuando saliera de ahí, le sugeriría la idea a Ginger.

Escuchó con claridad el sonido de la cerradura de la puerta y se puso de pie, en posición de descanso, listo para enfrentar al recién llegado. La puerta se abrió y un joven alto y atlético, con un brazo biomecánico se acercó a él, con una sonrisa de pura satisfacción en el rostro.

- No lo creí cuando me lo dijeron y tuve que venir a comprobarlo por mí mismo. - El tipo dio unos pasos hacía él, manteniendo una prudente distancia. - El gran Harry Hart, Lázaro volviendo de entre los muertos.

Las palabras del hombre no tenían sentido para él, aunque no le pasó desapercibido el hecho de que parecía conocerle.

- No tienes ni idea de quién soy, ¿verdad? - Harry sostuvo su mirada, hasta que el otro bajo la vista, dando un par de pasos atrás.

- Ya que parece conocerme y saber sobre mis problemas de memoria, sería cortés darme su nombre y, si no le molesta, algunos detalles de nuestra pasada relación. - El lenguaje corporal del joven mostraba cuan incómodo le hacía sentir el estar en la misma habitación que él, cuando apenas unos minutos antes se comportara como un irrespetuoso bravucón. Harry guardaba todos esos detalles en su memoria, para luego usarla para unir los destellos que flotaban en su inconsciente.

- Charlie Hesketh. Quisiera decir más, pero no creo estar autorizado a hacerlo. - El nombre no significaba nada para él, aunque el tal Charlie pensara lo contrario. - Será mejor que me vaya, no quisiera hacer enojar a la jefa. - Se dio la vuelta para salir de la habitación. - No quiero perderme la cara de Eggsy cuando vuelva a ver a su héroe y este ni siquiera lo recuerde. - Apenas se cerró la puerta tras él, Harry se dejó caer en el camastro, cegado por la punzada de dolor que taladró su cerebro.

- Eggsy. - Dijo el nombre entre los dientes apretados por el dolor. - Eggsy. - La imagen que acompañaba las pesadillas de aquel día en que su mundo desapareció por entero por el impacto de la bala en su cráneo volvió a su mente. El dolor en su cabeza se volvió insoportable y finalmente, se desvaneció. Antes de que todo se volviera negro, se vio a si mismo, frente a aquel chico con gran potencial, enorme sonrisa y los ojos más tristes que había visto en su vida.

*-*-*

Cuando despertó tirado en el suelo, un par de horas después, cualquier rastro del nombre había desaparecido de su mente. Solo quedaba esa molesta sensación de tener una palabra en la punta de la lengua y no tener idea alguna de lo que era.

Encontró un cuarto de baño en la celda y se sintió terriblemente aliviado cuando al abrir la llave, un chorro de agua caliente golpeó su cuerpo. Se lavó con rapidez, no queriendo perder lo que bien pudiera ser su única ración de buena suerte del día. Un mueble junto al cuarto de baño contenía ropa limpia, así que colocó la ropa que había estado usando en lo que pudiera ser un cesto para tales menesteres y se vistió, para luego volverse al centro de la habitación y esperar, o comida o alguna otra visita.

En lo que se sintió como un par de horas, un hombre con un uniforme verde entró a su celda, llevando una bandeja que dejó en una mesa en una de las esquinas de la habitación. Sin decirle palabra alguna, tomó el cesto de la ropa sucia y se detuvo frente a él, poniendo en sus manos una especia de revista, con la fotografía de una hermosa mujer pelirroja en la portada y el título Poppyland en una tipografía vintage de color blanco tras la imagen de la mujer. El hombre salió del cuarto con el mismo desinterés con el que había entrado y Harry volvió a quedarse solo.

Caminó hasta la mesa, tomando asiento y llevando la revista consigo. La leyó mientras comía - un simple sándwich con jamón y queso y una taza de café caliente -, buscando relacionar su lectura con el lugar en que estaba y su situación de prisionero.

La revista estaba fechada quince años atrás, y hablaba de un impresionante parque de diversiones que acababa de abrir sus puertas e invitaba al lector a disfrutar de sus atracciones. Un hotel calidad Premium, restaurants de primera categoría, un lago para practicar la pesca de temporada, juegos mecánicos, un boliche, una cuadra con caballos pura sangre para montar y correr. Todo en el espíritu de los Estados Unidos de los años cincuenta.

Un lugar de clase para todo aquel dispuesto a pagar el precio.

Mientras daba el último sorbo a su delicioso café, Harry se preguntaba si las celdas acolchadas y el servicio de tercera estaban incluidos en otro panfleto publicitario.

- Señor Hart. - Una voz llenó la habitación y Harry hizo uso de su entrenamiento para no parecer del todo sobresaltado por la inesperada interrupción. - En una hora, alguien irá por usted para llevarlo a nuestras instalaciones principales, donde podrá hacer ejercicio y respirar algo de aire limpio. Más tarde tendrá una entrevista con la encargada del lugar donde se le explicarán las razones de su estadía en Poppyland y lo que se planea hacer sobre su futuro. - Harry miró a su alrededor, buscando la fuente de donde salía la voz, deteniéndose un momento en el cristal de doble vista.

- Pedimos disculpas por los inconvenientes que su captura pudiera haber provocado y confiamos que luego de la charla con nuestra directora, esta situación le será más llevadera.

El silencio volvió a la habitación y Harry decidió echarse de nuevo en la cama. Intentaría descansar un poco mientras esperaba a que transcurriera la hora y le sacaran del lugar. No tenía caso intentar escapar aprovechando su salida de la celda. Era primordial que se hiciera de toda la información posible del lugar y de las personas que le retenían ahí, para luego decidir cuál sería el rumbo que tomarían sus acciones y el tono en que debía comportarse.

Quizá alguien de ahí sabía cosas sobre él que Statesman desconocía, como le había dejado ver la visita de Charlie Hesketh.

*-*-*

A la hora acordada, otro hombre vestido de verde abrió su celda y le indicó la salida. Le parecía peculiar el hecho de que le dejaran salir de la celda sin restricción física alguna, confiados en que no intentaría escapar. Caminó tras el hombre por varios pasillos, escaleras, zonas abiertas y jardines. Personas iban y venían, cruzándose con ellos sin mostrar el mínimo interés, como si estuvieran habituados a ver desconocidos en las premisas o, en el peor de los casos y una posibilidad, estar bajo el control de otros.

Memorizó cada pasillo, vuelta, esquina, cuadro, señales especiales de todo su recorrido, para futuras referencias. Escuchó con detenimiento las contraseñas intercambiadas aquí y allá. Algo en que ocupar su mente y una herramienta eficaz para un posible escape.

Llegaron a un salón abierto, que daba a un gran balcón donde una persona observaba el exterior. A la distancia, pudo reconocer en la silueta definida a contraluz, a la mujer en la revista que le había dejado en su celda. La mente detrás de Poppyland, como parecían llamar a ese lugar.

Su acompañante le indicó que esperara y le dejó solo. La mujer se tomó su tiempo y Harry decidió actuar como si supiera con certeza las razones por las que había sido llevado ante ella. En un rincón del salón estaba un muy completo bar, a donde se encaminó para prepararse una bebida. Estaba sirviéndose una medida de whisky cuando el clinkclink de unos tacones resonó en la habitación.

- Me tomé la libertad de prepararme algo, ¿desea que le sirva algo en particular, señorita…? - Harry la miró con deferencia, dejando en el aire la pregunta y fue correspondido por una sonrisa que nunca alcanzó los ojos de la mujer frente a él.

- Un brandy en las rocas, y puede llamarme Poppy. - Poppy se sentó tras el gran escritorio en la esquina opuesta del salón, hasta donde la alcanzó Harry luego de preparar la bebida que puso frente a ella.

- Para empezar, quisiera pedir una disculpa por las inconveniencias relacionadas a su secuestro y su estadía aquí, espero entienda que, dado nuestra línea de trabajo, se deben tomar ciertas medidas que no siempre serán del agrado de todos los involucrados. - Poppy hablaba con la seguridad dada por una posición de poder y Harry la escuchaba con genuino interés. - Sabemos las circunstancias especiales que llevaron a Stateman a tomarlo bajo su custodia y, por una simple casualidad, tuvimos acceso privilegiado a cierta información relacionada con su pasado que pudiera ayudarle a recuperar la memoria.

Harry le dio un trago a su bebida, manteniendo una fachada de estudiada indiferencia, mientras su mente relacionaba las palabras del tal Charlie con lo que acababa de escuchar. Debía actuar con suma cautela frente a esa mujer, esperando ver cuanta información podía obtener antes de decidir su siguiente paso.

- A cambio de eso, no pedimos más que su cooperación en ciertas misiones especializadas que requieren su nivel de entrenamiento y su natural inteligencia. - Poppy comenzó a teclear algo en la laptop frente a ella y una pantalla se encendió a su espalda. - Contamos con que su corta relación con Stateman no haya generado en usted algún sentimiento de lealtad y que, como agente libre, considere nuestra oferta.

La pantalla mostraba imágenes de los exteriores del edificio en que se encontraban, con hombres realizando guardias y un grupo de reclutas entrenando en las áreas comunes. Harry observó por un momento la pantalla y volvió su vista a su interlocutora, esperando a que continuara.

- Si acepta nuestra propuesta, podrá dejar su celda y tendrá una habitación en el edificio principal, con acceso a las áreas comunes en relativa libertad. Aun no podrá abandonar Poppyland sin supervisión, claro está, pero podrá ganar algunos privilegios si cumple con las órdenes que se le asignen. - Harry torció los labios en una mueca de desdén que hizo sonreír a Poppy. - Cada vez que complete una misión, le daremos información sobre su pasado y trabajará con uno de nuestros especialistas en la recuperación de sus recuerdos. - Poppy se echó atrás en su sillón, sonriendo satisfecha. - Estoy segura de que es mucho más de lo que Stateman pudo haberle ofrecido.

- ¿Y si me negara a aceptar? - Harry preguntó mientras se ponía de pie para llenar de nuevo los vasos de ambos. A su espalda escuchó el característico chasquido de un revolver al amartillarse. - Ah, ya veo, el método tradicional. - Se dio la vuelta y echó a andar hacia el escritorio con las bebidas en las manos. - De alguna forma recuerdo esa parte.

- Creo que cuenta con la capacidad intelectual de ponderar los pros y los contras de mi ofrecimiento. Puede contestar ahora o puedo darle veinticuatro horas para considerarlo en la soledad de su celda. - Harry puso el vaso frente a ella y volvió a tomar asiento.

- Entre la muerte y el recuperar mi memoria, no veo que haya mucho que analizar. Acepto su propuesta, señora, y brindo por la completa satisfacción de ambos gracias a este acuerdo.

*-*-*

Un par de horas después, Harry tomaba posesión de su nueva habitación. Entre las regulaciones de sus nuevos jefes estaba la aplicación de un chip de localización que le fue injertado bajo la piel, con el que se pretendía monitorear sus movimientos. A cambio, tendría su primera cita con el psicólogo que le ayudaría a recuperar su memoria, además de la promesa de recibir información real sobre su pasado, algo tangible que pudiera ayudarle a encontrar el camino de vuelta a su verdadero ser.

Sabía que había hecho un pacto con el diablo al aceptar, pero también sabía que la gente de Champagne no se quedaría de brazos cruzados tras su captura. Stateman no podía no saber quién estada detrás de su secuestro ni ignorar las repercusiones que podía traerles que alguien como él estuviera en manos enemigas.

Poppy no se arriesgaría a ponerle en misiones importantes de entrada y, mientras aprovechaba su ayuda con su problema de memoria, obtendría información suficiente para facilitar su escape. Sabía que era capaz de salirse con la suya, si jugaba sus cartas con cuidado.

El único riesgo que veía en todo ese asunto era que su estabilidad emocional fuera afectada si el proceso de recuperar su pasado resultaba exitoso. Algo en las tripas le decía que algo - o alguien - entre esos recuerdos que no lograba recuperar iba a doler tanto como para destruirlo, si no tomaba las precauciones necesarias para protegerse.

Eggsy, quien quiera que fuera, por ejemplo.

kingsman, fic

Previous post Next post
Up