Alai ha muerto.

Mar 05, 2010 00:00




Alai ha muerto.
Hay muchas teorías de cómo sucedió, pero sólo hay una verdad. Alai murió por su propia estupidez. A veces, los seres más inteligente, o los mejor preparados, mueren por un simple despiste, o una decisión mal tomada.

Así murió Alai:
Aruala, Reina de los Cottar, decidió enviar una comitiva diplomática al pueblo drow. La Reina no se fiaba de ellos, y con razón. Ningún otro pueblo había entrado en su ciudad matando habitantes como presentación. Las débiles excusas de los drows, o los destacamentos diplomáticos enviados a posteriori no consiguieron mejorar su imagen.
La comitiva partió con órdenes claras para tres de sus cuatro integrantes. Llegar, verter veneno en sus depósitos de agua y salir vivos. Simple y efectivo. Pero Alai falló.
Falló al dejar al miembro más joven y vulnerable de su grupo sola, falló al no sospechar su mago, falló al querer hacerlo sola. Así murió Alai.

Alai murió por acostarse con un drow.

Pensó que sería una buena vía de escape si todo fallaba, pensó que él se dormiría. Y se equivocó, porque los drows no duermen. Cuando se dio cuenta de su error, cuando Oxios e Ishil ya estaban muertos y a ella le quedaba poco tiempo, vertió el veneno en el depósito de agua. Por prudencia, se dejó los dedos impregnados en la nociva sustancia.
Así, cuando la suma sacerdotisa de sus enemigos la empezó a interrogar, pudo lamerse discretamente la mano, y morir antes de decir ningún dato comprometido.

Fue una muerte estúpida, como otras tantas. Así murió Alai, porque así quiso morir. Murió entre enemigos, murió sola, murió por su propia incompetencia.

Alai ha muerto. Pero no sin llevarse con ella a una veintena de drows que tenían demasiada sed.

relatos, cottar

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