Día 037/100.
Número: 037/100.
Título: Bosquejos nuestros [14/15].
Fandom: Kingdom Hearts.
Claim: Roxas/Naminé.
Extensión: 511 palabras.
Advertencias: Universo alterno: escolar.
Notas: Para la tabla Adolescencia de minutitos
Vicios.
Aunque todos los ojos se dirigen hacia ellos con total furia y recriminación, Roxas y Naminé no pueden evitar intercambiar miradas fugaces de cuando en cuando, separados por las figuras de sus padres en medio del despacho de la directora, quien a su vez los fulmina desde detrás de su escritorio. Se han metido en un buen lío y los rumores han empezado a correr como pólvora por el campus, pero es lo que menos les importa, pues todo lo que pueden ver en las pupilas del otro es cierta diversión y resignación ante su situación.
-¿Y qué más se puede pensar al encontrarlos durmiendo juntos? -les recrimina la mujer, que parece a punto de tirarse de los cabellos por la frustración y la vergüenza que tal escándalo ha provocado en su escuela, tan respetada siempre.
-No hicimos nada -se apresura a decir Roxas, aunque su valor se desvanece un poco al sentir la mirada de su padre sobre su rostro, sin duda ponderando su próximo castigo-. De verdad. Sólo dormíamos.
-¿Es eso cierto, jovencita? -la directora quiere creerles, quiere porque de otra manera está arruinada, pero con los adolescentes que tiene por alumnos, llenos de fiestas, vicios, bebidas alcóholicas y hormonas no puede fiarse de nadie.
-Sí -se apresura a decir la joven, aunque una sonrisa traviesa la traiciona en el último momento. No han hecho nada malo, pero el acercamiento que tuvieron, el saberse partes de la historia de otro mundo, la nueva oportunidad de dos sincorazón es incluso aún más íntimo que las relaciones sexuales y más bonito también-. Nos quedamos dormidos hablando.
-Hablando... -repite su madre, aunque la furia se ha desvanecido de sus ojos aún queda un atisbo de cierta duda y tristeza al mirarla-. Bueno, no importa qué haya pasado, jovencita, estás castigada.
-Tú también, Roxas -añade su padre inmediatamente para no quedarse atrás.
La directora aprueba la medida con una sonrisa.
-No se preocupen, señores, me aseguraré de que no puedan reunirse mientras están en clases, ¿los satisface esta medida?
Más que satisfacerlos a ellos, le hace un bien a su ego personal, pero nadie objeta nada y la sanción queda aprobada, para desgracia de ambos. Además de un estúpido papeleo, que les hace firmar que no volverán a comportarse de manera inadecuada en los terrenos del colegio o equivale a una expulsión, la reunión no dura mucho más. Se les exigen disculpas y éstas son entregadas, aunque quizás no lo sienten del todo en realidad. Lo que de verdad les duele es que no podrán verse, bueno sí... Pero desde lejos y al menos durante un mes.
Desde lejos y viviendo de miradas robadas, como la última que se lanzan antes de salir del campus, cada uno siendo conducido como un preso hacia el auto familiar, para una larga plática en la sala de estar de cada familia. Una mirada que habla un poco de disculpas, de promesas y de resignación. Una mirada que, cuando el sol de la tarde ya se ha ido, les recuerda que aún les quedan los sueños.
Porque seguro y ahora que lo han intentado, podrán encontrarse en ellos.
Título: Bosquejos nuestros [14/15].
Fandom: Kingdom Hearts.
Claim: Roxas/Naminé.
Extensión: 511 palabras.
Advertencias: Universo alterno: escolar.
Notas: Para la tabla Adolescencia de minutitos
Vicios.
Aunque todos los ojos se dirigen hacia ellos con total furia y recriminación, Roxas y Naminé no pueden evitar intercambiar miradas fugaces de cuando en cuando, separados por las figuras de sus padres en medio del despacho de la directora, quien a su vez los fulmina desde detrás de su escritorio. Se han metido en un buen lío y los rumores han empezado a correr como pólvora por el campus, pero es lo que menos les importa, pues todo lo que pueden ver en las pupilas del otro es cierta diversión y resignación ante su situación.
-¿Y qué más se puede pensar al encontrarlos durmiendo juntos? -les recrimina la mujer, que parece a punto de tirarse de los cabellos por la frustración y la vergüenza que tal escándalo ha provocado en su escuela, tan respetada siempre.
-No hicimos nada -se apresura a decir Roxas, aunque su valor se desvanece un poco al sentir la mirada de su padre sobre su rostro, sin duda ponderando su próximo castigo-. De verdad. Sólo dormíamos.
-¿Es eso cierto, jovencita? -la directora quiere creerles, quiere porque de otra manera está arruinada, pero con los adolescentes que tiene por alumnos, llenos de fiestas, vicios, bebidas alcóholicas y hormonas no puede fiarse de nadie.
-Sí -se apresura a decir la joven, aunque una sonrisa traviesa la traiciona en el último momento. No han hecho nada malo, pero el acercamiento que tuvieron, el saberse partes de la historia de otro mundo, la nueva oportunidad de dos sincorazón es incluso aún más íntimo que las relaciones sexuales y más bonito también-. Nos quedamos dormidos hablando.
-Hablando... -repite su madre, aunque la furia se ha desvanecido de sus ojos aún queda un atisbo de cierta duda y tristeza al mirarla-. Bueno, no importa qué haya pasado, jovencita, estás castigada.
-Tú también, Roxas -añade su padre inmediatamente para no quedarse atrás.
La directora aprueba la medida con una sonrisa.
-No se preocupen, señores, me aseguraré de que no puedan reunirse mientras están en clases, ¿los satisface esta medida?
Más que satisfacerlos a ellos, le hace un bien a su ego personal, pero nadie objeta nada y la sanción queda aprobada, para desgracia de ambos. Además de un estúpido papeleo, que les hace firmar que no volverán a comportarse de manera inadecuada en los terrenos del colegio o equivale a una expulsión, la reunión no dura mucho más. Se les exigen disculpas y éstas son entregadas, aunque quizás no lo sienten del todo en realidad. Lo que de verdad les duele es que no podrán verse, bueno sí... Pero desde lejos y al menos durante un mes.
Desde lejos y viviendo de miradas robadas, como la última que se lanzan antes de salir del campus, cada uno siendo conducido como un preso hacia el auto familiar, para una larga plática en la sala de estar de cada familia. Una mirada que habla un poco de disculpas, de promesas y de resignación. Una mirada que, cuando el sol de la tarde ya se ha ido, les recuerda que aún les quedan los sueños.
Porque seguro y ahora que lo han intentado, podrán encontrarse en ellos.