Jan 23, 2008 22:59
No creo que sea una persona a la que la puede la tristeza, en realidad, es otra cosa. Es como una sensación continua de estar a la espera. Es como estar mirando el infinito, intentando comprenderlo, pero sabiendo que eso no va a ocurrir, totalmente hipnotizada, dejando que la realidad pase por mi lado, mientras yo permanezco ahí quieta, mirando cómo suceden las cosas. Esperar algo y no saber el qué y no poder hacer nada al respecto porque esa sensación siempre estuvo ahí, anclada y ha crecido conmigo y me ha acompañado desde que tengo memoria. Estar siempre observando, mirando alrededor sin casi interferir en la vida de nadie, siempre mirando las nubes en vez de mirar el suelo en el que piso.
He pasado los últimos años con un hambre enorme de saber más, de leer, oír, ver más. Era como intentar alcanzar algo, entender, meterme el mundo dentro. Momentos de un hambre feroz de conocimiento contrarrestados con horas mirando el techo. Acercarme a la realidad y luego huir de ella, como descansando, dejándolo decantarse. La imaginación siempre presente, la vida interior, mis sueños-pesadillas, abarcando cada segundo de vida, de realidad. Es como tener dos vidas y una, la más fuerte, la que no pertenece a este mundo, siempre llevara el control sobre la otra y no sé si eso es bueno o malo o si no importa. Hace tiempo que mis sueños se asentaron aquí y se hicieron fuertes. Que yo recuerde siempre fueron importantes. Siempre he tenido esa sensación, al despertarme, de no saber bien dónde estaba, aún coleando en mi cabeza parte del sueño, imágenes y sobre todo sensaciones, como si me costara desenchufarme de todo aquello, arrastrando lo vivido durante la noche ya no solo durante los minutos u horas siguientes, sino incluso días... y luego vuelta a empezar. Mis sueños y mi vida y en realidad es normal, a muchas personas les afectan por igual sus sueños, pero lo que no sé es si de entre todas las personas a las que les ocurre, si a todas les cuesta tanto enfrentarse luego al mundo.
Me considero una persona débil y tampoco tengo muy claro el porqué. Sé que lo soy y ya está, la verdad es que el miedo a encontrarme con la realidad de mi propia vulnerabilidad frente al mundo me hacen, la mayor parte del tiempo, huir de toda posible respuesta y no es un no aceptarlo, sino más bien, un no querer hundirme más en mis propias rarezas, ya de por sí abundantes. Nunca me gustó la expresión de que la vida es dura y que hay que aprender a sobrevivir en este mundo, porque nunca entendí eso de aceptar todo lo malo como un axioma, para basar tu vida en esas verdades. Supongo que no es muy saludable hoy en día, creer, necesitar, que haya más cosas buenas en el mundo que malas y dejar a un lado las malas para apoyarse en las buenas. Creo que eso es lo que hago y no es que me considere una persona buena o lo que sea, no, nada de eso y quizá por eso mismo soy tan débil, porque baso creencias y esperanzas en algo irreal que ni yo misma sustento. Creer en que todo el mundo tiene motivos, en que todo el mundo tiene algo bueno dentro, creer en nosotros y que esa misma creencia luego te hunda al no verla, ni si quiera en ti misma y esa es una sensación de extraña decepción, es como cuando alabas algo o criticas algo y te sientes terriblemente mal por no tener ese algo al que alabas o te sientes terriblemente mal por tener el que criticas. Así nunca se alcanza la paz ¿No? Así nunca acaba.
Hoy ha sido un día raro y necesitaba poner en claro algunas cosas dentro de mi cabecita y bueno, en los últimos meses he aprendido que no hay mejor manera para hacerlo que escribirlo y así luego poder leerlo de nuevo, al cabo de un tiempo, para así estudiarlo y aprender de ello.
Leyendo a DeLillo y su "Hombre del salto" (Este hombre escribe muy bien).
Leído "Luz de agosto" de mi Dios Faulkner (no es la mejor).
Por leer "Bajo la mirada de Occidente" de Joseph Conrad.
obsesiones,
libros,
Sueños,
Chorrada del día