Titulo: Mutados
Personajes / Parejas: Paraboli
Advertencias: homo.
Pedidos: de
cherriku, mutantes y este par.
El primer capi.
Notas: Completando mis deudas del evento. No monedas, pero si un historial limpio xD
Trifulca Con El Diablo.
La mesa estaba ubicada junto a la ventana, para mayor claridad y porque necesitaban la ventilación para que Gregorio no sobrecalentara su cerebro.
-Nope -dijo Itzel, echada hacia atrás en su asiento y de piernas cruzadas.
Gregorio, que estaba a punto de mover su caballo en el tablero de ajedrez, alejó su mano de la pieza como si esta se hubiese encendido en llamas. ¿Y si movía un peón?
-Esa tampoco -le advirtió Itzel, muy divertida de lo que estaba viviendo.
Gregorio frunció el seño.
-Sabes, al comienzo pensaba que estabas siendo amable, pero luego de cinco minutos en esto, creo que solo me estas jodiendo.
-Hey, si quieres, mueve la pieza -respondió ella, encogiéndose de hombros-. Entonces te iré diciendo de cuantos turnos hasta que te haga jaque mate.
Itzel suspiró.
-Que infantil -comentó la chica justo al momento en que Gregorio tumbaba todas las fichas del tablero al voltear la mesa.
-¿Qué te pareció esa jugada? -le preguntó el dominicano, sonriéndole como si la chica no lo había visto venir. Cayendo en cuenta de ese detalle, volvió a fruncir el seño-. Sabes, realmente eres un spoiler, Spoiler. Le quitas a diversión a todo.
Dicho eso, Gregorio se fue al otro extremo de la habitación, dejando a Spoiler -Itzel cuando no estaba trabajando o arruinando los juegos- sentada junto a la ventana.
-Ya es hora -dijo ella de pronto-. El plan ya se puso en marcha, y vendrán por ti en diez unos minutos.
Gregorio se volteó a verla, su expresión había mejorado notablemente.
-¡Al fin! -exclamó, chocando un puño contra su otra manos. Ya era hora de algo de acción.
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Las cosas alrededor de Daniel cambiaron notablemente de forma rápida.
-Un mutao, ¡un mutao! -así lo calificó alguien que estaba en la fila. Mutao. Mutado. Mutante. Diferentes palabras para lo mismo: la cosa más peligrosa en la que te podías convertir hoy en día.
Daniel no tuvo tiempo de defenderse o negar la acusación. Gente empezó a gritar y a correr, se oyeron alarmas, alguien arrastró a la chica desmayada mientras le decía algo que no pudo escuchar.
Daniel reaccionó y se dio cuenta de que tenía que salir de allí. Se volteó para ver a una mujer con una pistola, apuntándole. La expresión de su rostro era de terror, y Daniel supo que esa loca iba a dispararle.
Entonces entró Julio. Apareció en el aire, en medio de una cortina de humo y pateó la mano de la mujer, haciéndole mandar la pistola a un costado. Volvió a desaparecer ante los gritos de horror de esta, y apareció junto a Daniel.
-¡Aléjate de él, perra! -le gritó Julio con furia, para luego ver a Dani y sonreírle-. Je, siempre quise decirle eso a alguien.
Acto seguido, agarró a Daniel del cuello de su remera, y antes de que este pudiese decir algo, Julio empezó una sucesión de saltos y tele-transportaciones. Apareciendo sobre mesas de la cafetería o en rincones donde no había gente amontonándose para escapar.
Daniel cerró los ojos, le molestaba el humo. Y empezaba a marearse. Sólo volvió a abrirlos cuando oyó a Julio llamarlo de forma insistente.
-¡Dani! -Julio empezaba a preocuparse al no ver respuesta y suspiró cuando Daniel los abrió.
Se encontraban en el baño. Julio se las había arreglado para llegar allí. Aun así, podía oír a la gente afuera, y las alarmas sonando.
-Joder, ¡me estabas asustando! -empezó a decir Julio, levantando una mano para ponerla en el hombro de Daniel. Pero se cortó cuando el paraguayo se alejó de un salto, mirándolo con miedo.
Daniel bajó el rostro. Estaba confundido. No tenía ni puta idea. Una parte suya pensaba que esa chica se había desmayado por alguna otra razón, no porque él le haya hecho algo. Y pudiese aceptar esa teoría, pero había visto gente desconocida, memorias que no le eran suyas andaban en su mente y eso no lo podía negar, porque las tenía en su cabeza en ese mismo momento.
¿Pero cómo podía ser mutante? Eso era imposible. ¿Acaso se contagiaba? Había oído que era algo genético, no se podía contagiar. ¿O quizás si? Quizás por eso acababa de evitar el toque del mutante que le acompañaba.
Daniel subió el rostro para ver a Julio, y fue entonces que notó algo: Julio había interpretado su salto evasivo de mala manera. Su rostro mostraba cierta sorpresa, mezclada con tristeza.
Se formó un silencio entre ellos, y fue Julio que lo rompió.
-Está bien -dijo con voz resignada, empezando a desvestirse-. Creo ya es hora de que pague por toda la ayuda recibida durante tanto tiempo, ¿no? Y descuida, lo mutante no se contagia.
-¿Qué haces? -cuestionó Daniel, viéndolo quitarse los pantalones y hasta los zapatos. Julio se detuvo cuando solo estuvo en ropa interior.
-Mientras más azul vean, mejor distracción seré -explicó, dándole una media sonrisa-. Tú aprovecha para escapar. Entre la multitud que sale, nadie se dará cuenta. Hoy seré tu superhéroe.
-Julio… -Daniel empezó a hablar, pero realmente no sabía nada que decir. Afortunadamente, su compañero lo interrumpió.
-No planeo morirme hoy -dijo este-. Y Daniel…nunca he hablado más en serio en mi vida: Este año en tu casa… bueno… fue…
Julio sonrió, desviando la mirada con notable vergüenza. Se rasco la cabeza antes de volver a mirar a Daniel, sonriendo aun más ampliamente.
-Fue el mejor año de mi vida. Y sólo porque te conocí.
Julio lanzó una corta risa, que dejaba en claro lo abochornado que se encontraba.
-Lo siento, ojala no me odies luego de todo esto. Y…gracias por todo.
A este punto, Daniel quiso decir algo. Pero Julio desapareció en medio de una explosión de humo y en segundos los gritos fuera del baño se hicieron más notables. Daniel no supo que hacer, hasta que recordó que Julio podía transportarse en menos de un segundo de un lugar a otro. El no. Necesitaba salir de allí, y descubrir que carajos estaba pasando.
Mientras salía del baño a tientas, y luego corriendo para mezclarse con las demás personas que huían, Daniel volteó el rostro para ver a Julio haciendo acrobacias y aunque no estaba seguro de porque, no pudo evitar pensar que le debía una disculpa.
Daniel llego sin problemas a la entrada del centro comercial. Solo tuvo que seguir la corriente de gente que huía. En el camino, vio la seguridad del centro ir en vía contraria, con armas al aire para que la gente le abriese paso. Oyó que alguien gritaba código M. ese era el código que todo ciudadano debía usar para avisar de amenaza mutante, sea donde fuese.
Daniel empezó a sentirse inseguro acerca de dejar a Julio. Y apenas llegó a cruzar la calle, tomar un respiro de la multitud que le apremiaba seguir hacia adelante cuando se dio cuenta de algo: “Gracias por todo”. Esas palabras se dicen al final de recibir un favor.
Julio se había despedido de él.
-“Se va a ir” -pensó, mientras miraba la entrada del centro comercial, del cual seguía emanando gente.
Tan rápido cómo entró, Julio saldría de su vida. Ya no mas secretos con sus primos, ya no mas temor a ser descubierto en medio de la noche compartiendo la cama con un mutante. No tendría que seguir mintiendo acerca de su apetito y decir “que comía por dos”.
Ya no mas noches con Julio, riendo mientras este le contaba de sus travesuras de pequeño, habiendo sido un niño particularmente travieso. Ya no mas noches de películas, en donde las veían en su cuarto con la luz apagada y Julio le pasaba las palomitas con su cola. Julio no volvería a aparecerse de la nada. No volvería a reír cerca de él.
Julio se iría, y lo último que hizo Daniel, fue alejarse de él y herirlo. Por ser mutante.
Daniel no tuvo mucho tiempo para pensar en que era la peor escoria que había pisado la tierra. Porque lo que vio entrar al centro comercial, le hizo temblar.
Para Julio, tele-transportarse al oír el sonido de balas se había convertido en un reflejo. Cinco hombres disparaban casi al mismo tiempo y al mismo lugar, por lo que esquivarlos se hacía aun más fácil. Aparecía detrás de ellos, usándolos como escudo humano y aprovechar el desconcierto para robarle sus municiones. A uno de ellos incluso logró quitarle su bastón policial.
Julio dejó de acosar a la seguridad para esconderse detrás de unos anaqueles que indicaban ofertas, y sonrió al oír los sonidos característicos de armas sin municiones.
-Okey -se dijo a si mismo, poniéndose de pie y saliendo de detrás de su escondite caminando, girando la macana en su mano-. Qué tal un poco de ¡oh mierda!
Julio se transportó nuevamente a su escondite.
-Mutante: Julio Paz. Rango: C. condiciones de captura: vivo o muerto. Recomendación: Rendición completa. Tiene diez segundos.
Esa voz. Esa voz femenina y robótica.Julio se acercó al borde, apenas sacando un centímetro de su cabeza para confirmar lo que ya había visto, y su corazón dio un vuelco. Centinelas.
Salidos directamente de los comics, robots hechos para cazar mutantes. Perdón, para “apresar mutantes que vayan en contra de las leyes del gobierno”, o sea, todos los que quieran vivir su vida. Aunque estos eran mássofisticados. Tenían una base de base de datos con el record de mutantes prófugos. Y venían en diferentes tamaños: algunos tan pequeños como el tamaño de un hombre alto y otros del tamaño de un gigante. Eran más estilizados y de grisáceo, parecido al de las municiones.
Los grandes, no eran tan problemáticos, es decir, eran más usados para pesos pesados, y en áreas abiertas. Los pequeños, eran para los mutantes que como él, se encontraban en lugares públicos. Y en definitiva, eran más peligrosos.
Julio sonrió para sí, aunque empezaba a sudar.
-¿Rango C? Que groseros.Cuando mínimo, un rango B -bromeó consigo mismo.
Bien, con ese pedazo de metal, esperar a que se le acabaran las municiones era un sueño imposible. Esa cosa disparaba laceres. Daniel ya debía estar en su casa, culpándolo por haberlo contagiado o algo así. Hora de hacer la salida. Carai, tan solo recordar la forma en que lo había mirado, le provocaba un punzón en el pecho.
Pero mejor se ponía en marcha, o lo que le daría en el pecho sería un láser, y eso si le iba a romper algo más que el corazón.
-Cinco segundos para rendición -anuncio la maquina.
Julio salió caminando con cautela, levantando las manos al aire. Con expresión seria, fue caminando hacia el centinela, que ya había sustituido su mano robótica por el cañónláser que usaba para disparar.
Bajó un poco el rostro y sonrió ligeramente. Idiota. Había usado este truco mil veces. Se dejaría atrapar, dejaría que lo sacara del establecimiento y luego sencillamente desaparecía a otro lado. Serian más peligrosos, pero seguían siendo robots bastante tontos.
Julio caminó hasta estar en frente de la maquina, y entonces notó algo: el robot no había hecho volver su brazo a la normalidad; seguía siendo un cañón láser. El sentimiento de sospecha se convirtió en alarma cuando vio la oscuridad dentro del arma empezar a brillar.
El disparo le golpeó en el pecho, haciéndolo soltar un grito mudo mientras el impacto le hizo volar unos metros de distancia en el aire, tocando el suelo y siguiendo rodando un poco más.
Julio había olvidado lo que era ser golpeado por una de esas cosas. Fue cómo ser golpeado por un ariete de metal.
-He-hey, miserable -empezó a hablar, mientras lograba ponerse en manos y rodillas-. Yo me…
Entonces Julio pensó: Había usado ese truco varias veces. ¿Podía ser que esta cosa estaba actualizada con esa información? ¿Era eso posible? ¿O quizás lo de rendición había sido una mentira y venía literalmente por su cabeza?
El centinela flotó hacia él, cargando una nueva ráfaga de energía.
-Al diablo -dijo, cerrando los ojos fuertemente al igual que apretaba los dientes. Dejó salir un grito de angustia mientras reunía el resto de sus fuerzas para un último salto.
El centinela disparó, y Julio desapareció. El rayo de energía dio contra el suelo, dejando una mancha negra en el mismo.
-Escaneando área -dijo el centinela con voz monótona. El punto brillante que lucía en su cabeza por ojo empezaba a pestañear-. Localizado.
Lo primero que vio Julio, fue el techo. Y reconocía ese techo.
-¿Me estas jodiendo? -dijo Julio mientras tambaleaba, poniéndose de pie a duras penas. Reconoció el lugar donde se encontraba cómo la cafetería donde había estado comiendo con Daniel. El último piso.
-¿Eso es todo? -se preguntaba a sí mismo, sintiendo un nerviosismo que había olvidado.
No había pensado en algo en específico: “Lo más lejos posible” siempre le había funcionado. Pero había hecho muchos saltos en su lucha con los guardias y recibido un ataque directo de esa máquina asesina. Lo más lejos resultó ser un par de niveles, sin siquiera moverse de sitio.
Hacía un año que había dejado de correr. Las noches que salía se las había arreglado para no tener que meterse con centinelas. Ese alejamiento de la pelea, le estaba demostrando las consecuencias.
Un terrible sonido sonó por encima de su cabeza, cómo si alguien hubiese roto miles de cristales al mismo tiempo. Julio se cubrió con las manos mientras corría a un lado, porque sabía que exactamente eso había ocurrido.
Del cielo llovieron miles de cristales rotos, y Julio tuvo que buscar refugio debajo de una mesa.
El centinela descendió, con dos llamas bajo sus piernas de botas que se extinguieron apenas toco el suelo.
-Julio Paz. Rango: C. condiciones de captura: vivo o muerto. Recomendación: Rendición completa. Tiene diez segundos.
-Si, ya he oído eso antes -masculló Julio. Su mente trabajaba en buscar una solución a su dilema, pero no podía más que pensar que estaba frito. La única esperanza es que el sensor de esa máquina fuese defectuoso ante las mesas de ese establecimiento.
-Cinco segundos -anuncio el centinela, apuntando directamente hacia el.
-En que estaba pensando… -murmuro mientras salía de la mesa. Quizás si fingía desmayarse, esa cosa no le dispararía. Y no sería tan fingido porque realmente sentía que podía perder el conocimiento en cualquier momento.
-No…
Julio estaba con las manos a arriba, a pocos metros del centinela, a punto de dejarse car cuando oyó un disparo y el sonido de la bala al chocar contra el metal.
-Oh no…
Julio había visto quien atacaba al centinela justo antes de que lo hiciera: Daniel.
-¡Corre Julio! -grito Daniel, con la pistola que Julio había pateado de la mano de la mujer anteriormente, disparando al centinela que ahora se volteaba hacia él. Trataba de golpearle en la cabeza, esperando que eso hiciese algún corto circuito o algo. Que los comics no le fallaran ahora.
Para Julio, tantas preguntas que hacerle… Como había llegado hasta allí, porque había regresado, que carajos esperaba hacerle con una pistola a una máquina que escupía láseres.
Pero a pesar de que toda la lógica le dictaba que debía sentir lo contrario, Julio estaba tremendamente feliz: Daniel había vuelto por él.
-Mutante no registrado. Rango aproximado: C. Recomendación: captura.
Julio gritó mientras usaba las fuerzas que no tenía para saltar a la espalda del robot, afianzándose con una de sus garras y arañándolo con la otra en donde quiera que pudiese.
Aun así, el robot disparó contra Daniel, quien horrorizado se cubrió el rostro con las manos.
El impacto le hizo volar a través de la cafetería, estrechándose contra unas mesas, algunas de las cuales salieron volando a causa del aterrizaje.
Julio vociferaba maldiciones mientras golpeaba al robot con las fuerzas que la adrenalina le daba. Fuerzas que menguaban rápidamente, extinguiéndose cuando el robot activo descargas eléctricas en todo su cuerpo, haciéndole caer adolorido.
Cuando Julio sintió que golpeaba el piso, supo que no volvería a levantarse, sencillamente no podría hacerlo. Pero eso no impidió que lo intentara. Porque Daniel había sido atacado por un centinela. Necesitaba sacarlo de allí aunque eso lo dejara en coma.
Oyó el sonido de otro centinela llegar. Y entonces supo que todo estaba perdido.
El sonido de balas volvió a sonar.
-¡Suéltalo!
Julio no estaba tan machacado como para no reconocer la voz de Daniel. Estaba vivo. Y por el tono que usaba, no parecía estar herido.
-“Entonces, eso es que”… -Julio no pudo terminar esa frase. Necesitaba concentrarse en no caer desmayado. Respiro hondo, y sintió la mano robótica cerrarse alrededor de su cuerpo.
Daniel, por su parte, no tenía ni idea de porque no tenía rota la espalda a causa del ataque del centinela, o de la causa por la que ni siquiera le dolía. Apenas sintió cuando toco el suelo. Si realmente era un mutante y su poder consistía en algún tipo de súper defensa, pues no podía haber sido más oportuno. Le hubiese gustado más el set de poderes de Superman, pero algo es algo.
Y entonces el sonido más tétrico hizo aparición: el sonido de un arma cuando se quedaba sin balas.
Daniel no era tonto. Sabía que no le estaba haciendo nada. Pero el poder dispararle le había dado una sensación de seguridad que acababa de ser quebrada. Y entonces el centinela, que parecía haber estado examinándolo, avanzo hacia el.
Daniel miro de reojo hacia Julio, que había sido capturado. Ese otro centinela parecía estar esperando a su compañero, en caso de que este necesitare refuerzos. Que puto amable.
Daniel lanzo la pistola hacia la cabeza del centinela mientras se echaba a correr, tratando de esquivarlo para poder llegar a donde Julio y… y ya se le ocurriría algo.
Pero pronto aprendió que los centinelas eran más rápidos de los que se les daba crédito. Y si balas no lo habían hecho caer, ¿Qué iba a ser un golpe de pistola? Daniel pronto se vio atrapado en la mano metálica que le presiono con fuerza.
-¡Julio! -llamo al oír como el centinela se preparaba para despegar, cosa que ocurrió un segundo más tarde.
Julio reaccionó ante su nombre, y ver a Daniel en la situación que mas había tratado de evitar fue demasiado para él.
-¡Déjalo! -gritaba Julio aunque sin mucha fuerza, arañando la mano del centinela con sus garras, apenas y marcándolas, con este ignorándole y despegando tras su compañero-. ¡Déjalo ya! ¡Daniel, Daniel!
Julio empezó a jadear, gruñendo, tratando de zafarse, intentando transportarse nuevamente. su corazón palpitaba rápidamente mientras su mente empezaba a nublarse a causa de las lagrimas. Cada musculo le dolía, cada movimiento era horrible. Pero no podía quedarse quieto. Sencillamente no podía.
-¡Daniel! -gritó alargadamente, y lo que empezó como un grito, terminó convirtiéndose en un rugido salido de lo más profundo de su ser, suficiente para llamar la atención incluso del robot que sostenía a Daniel.
El color azul de su cuerpo se transformó en un rojo escarlata, sus ojos igual. Su cabello se encendió en llamas, y de su cuerpo empezó a vapor caliente.
Julio volvió a rugir, pero de su boca salió una llamarada de fuego que impactó la cabeza del robot, causando daños instantáneos.
El centinela aflojó su agarre, pero Julio ya no necesitaba eso. Desapareció, en medio de una explosión de fuego, volviendo a reaparecer sobre la cabeza del otro centinela.
-Hellcrawler, baby! -exclamó mientras ponía sus manos sobre la cara del robot, y veía cómo el fuego empezaba a fluir de ellas.
La cabeza explotó al mismo tiempo en que Julio tomaba a Daniel de la parte trasera de su ropa y saltaba al aire, acomodando al chico entre sus brazos, desapareciendo nuevamente y volviendo a aparecer en tierra, cargando a Daniel cual princesa.
Los centinelas fueron cayendo de vuelta, explotando apenas tocaron el suelo y provocando un temblor en todo el centro comercial. Parte del suelo colapso, y las llamas empezaron a extenderse.
Daniel vio a Julio en shock. Julio vio a Daniel y sonrió. Entonces el paraguayo soltó el grito mas histérico y poco masculino que jamás había soltado en su vida. Y pensar que creyó que iba a ser un buen día.