Título:
Días Del Futuro Pasado (título es link a la primera parte)
Personajes / Parejas: Argentina, Brasil, RD, Ecuador, y Uruguay.
Advertencias: Ninguna, salvo desnudez indigena, pero come on, eso no es algo para advertirse, oh si?
Pedidos:
haruko_hi: En una reunión de América latina, algunos personajes empiezan a revertirse a sus formas pre-colombinas.
Tensión/ Mal Humor
Luego de muchas protestas, finalmente los dejaron salir de la sala de reunión… para encerrarlos en una sala de espera. Al menos venía con baños integrados. Y espejos, también tenían espejos dentro de los baños.
La sala tenía dos muebles circulares con una mesa en medio, en donde se habían acomodado; Martín, Sebastián y Luciano por un lado, Francisco y Gregorio al otro. Unos frente a otros, se miraban a sí mismos y miraban de reojo a sus compañeros.
Gregorio se levantó y caminó hacia el baño, para poder verse mejor en el espejo. Eso lo habían hecho todos, o casi todos.
Un rápido examen médico de un muy malhumorado Martín había dejado en claro que no tenían ningún problema físico. Ninguno allí estaba en guerra y tampoco pasando ningún tipo de revolución social. La única respuesta a su problema era: alguna cosa de que solo les ocurrían por ser país. Pura porquería. Por ahora, todos habían acordado quedarse allí y esperar para ver si el tiempo lo resolvía. Si, había sido una decisión tomada entre todos, incluyendo los cobardes de sus vecinos.
-Nostálgico, ¿verdad? -dijo Luciano, sonando bastante relajado.
-Lo será para ti -dijo Martín secamente-. ¿Cuándo estuviste pintado y desnudo por última vez? ¿Ayer?
Luciano rió de buena gana.
-Sé que lo dijiste para ofenderme, pero me siento muy cómodo para que eso pase.
Martín gruñó. Era el único que no había ido a verse. No lo necesitaba. Cruzado de brazos, esperaba que su apariencia volviera a cambiar para poder irse a casa y olvidarse de que eso jamás sucedió.
-Es decir, mírame -continuó Luciano, poniéndose de pie y dando una vuelta-. Si esto fuera un bar, me estuvieran tirando dólares.
-Oh dios, no -musitó Martín, tapándose la vista.
Francisco y Sebastián rieron bajamente.
-Habla por ti mismo -dijo Gregorio viniendo del baño, con una mano detrás, en su espalda baja-. Este taparrabo se me mete por el culo.
Mas risas que continuaron hasta que Gregorio se sentó junto a Francisco.
-Pues quítatelo y anda desnudo -sugirió Luciano, encogiéndose de hombros. Su tono hacia ver que para él, esa era una solución obvia.
-Me tienes por indio o que -replico Gregorio.
-Pues ahora que lo dices…
-Cállate -le corto de mala gana. Pero su voz indicaba que la respuesta de Luciano le había hecho algo de gracia.
Volvieron a reír.
-Hombre, como te hacías en la selva con toda esa cabellera -preguntó Gregorio al mirar a Francisco.
-Te ves peligroso, Sebas -comentó Luciano, mirando al uruguayo.
-Lo sé -respondió Sebastián, halagado por las palabras de Luciano y contento consigo mismo porque tenía toda la razón-. Ya sabes cómo son las cosas de la naturaleza: mientras más hermosas, más peligrosas.
Martín por su parte, se negaba a participar en la ridícula conversación. Es más, le molestaba la forma en que los demás parecían empezar a tomarse tan a la ligera el asunto. Tuvo esperanza cuando Gregorio volvió del baño, solo para terminar con un comentario idiota de su culo.
Y ahora, para colmo de males, dicho dominicano se había puesto cómodo en el sofá, echándose hacia atrás con rodillas bien separadas. Demasiado para la comodidad del argentino.
Martín no quería mirar. Daba vueltas por toda la habitación, pero la entrepierna de Gregorio le atraía como un imán. No era una atracción sexual, nada que ver. Más bien una curiosidad sobre la vestimenta taína.
En pocas palabras: era el jodido taparrabo. ¿Por qué tenía que ser tan diminuto y ajustado? ¿Es que los taínos no experimentaban erecciones?
-Joder, cierra las piernas -dijo finalmente Martín, irritado-. No es como si tuvieras algo que lucir.
El tono agresivo de Martín no ayudó en nada sus palabras. Y Gregorio pasó prontamente de estar sorprendido ante el inesperado ataque a estar enojado por ello.
-Que haces tú mirándome la entrepierna -fue su respuesta-. Si crees que te voy a dejar chupármela, sigue soñando, chico de la mini-falda.
-¿En serio te vas a burlar de mi vestuario? -Preguntó Martín con sorna, y de pronto una pelea era lo que necesitaba-. A mí no me ves usando pañales, ¿oh si?
-Wow, Marti, detecto mucha hostilidad -comentó Gregorio, fingiéndose sorprendido-. ¿Es porque la calidad de tus equipos de básquet y futbol se evapora más rápido que tu apego a tus raíces?
Un silencio frio cayó en la sala. Los tres chicos miraban estupefactos ante la pelea de palabras que había salido de la nada.
Y Sebastián sentía que si Gregorio seguía presionando teclas, iba a encontrarse con algo mas que palabras hirientes.
Martín miró al dominicano peligrosamente serio.
-Te estás pasando, rambo.
Pero Gregorio no se sentía intimidado.
-¿Y qué harás tu, ricitos de oro?
-Oigan, chicos… -Francisco trató de intervenir, pero una mirada de los dos implicados bastó para hacerlo detenerse.
-Atrás ranpunzel, Paris Hilton y yo estamos hablando -le digo Gregorio bruscamente-. A ver, rubia de botella, ¿Qué vas a hacer? Y espero tengas medallas olímpicas en combate cuerpo a cuerpo para ayudarte.
-Tengo una mejor economía, educación, clase y estilo -replicó Martín mordazmente-. Y claro que una mejor imaginación. ¿España boba? ¿Eso fue lo mejor que se te ocurrió decirle?
-Bueno, el morirte de hambre no deja lugar para mucha imaginación. Pero que vas a saber tu de eso. Aunque mucho si sabes de como casi matar a un pri…
-¡Tus piernas están increíbles! -exclamó Luciano de la nada. Fue lo primero que se le ocurrio para cortar un comentario que definitivamente los haría irse a los golpes.
-¿Qué? -dijo Gregorio perplejo, tomado fuera de guardia.
-¿Jugaban futbol o algo? -cuestionó Luciano, levantándose de su asiento, saltando la mesa que los separaba y sentarse en el lado vacio junto a Gregorio-. Y se ven tan suaves… ¿Me dejas tocarlas?
Por supuesto, Luciano esperaba una negativa. Su propósito no eran las piernas del dominicano, era desviar la confrontación y mejorar el ambiente, aun con algo tan tonto.
Gregorio lo miró desconcertado. Luego suspiró y desvió la mirada.
-Sírvete.
-Oh… ¡Gracias!
Aunque ya que estaba y tenía permiso… no era como si tuviese algo mejor que hacer que revisar el cuerpo de un extranjero y notar de una forma más personal, las diferencias que tenían en esos viejos tiempos.
-¡Wow, ven a sentir esto, Francisco! -dijo mientras subía y bajaba sus manos por el muslo de Greg.
-No gracias -dijo este, desviando la mirada para que no se viera que se estaba riendo. Y es que había visto a través de las acciones de Luciano.
-Y porque te emocionas tanto. Las tuyas están igual -comentó Gregorio-. Y tienes esa genial pintura corporal.
Martín por su parte, también había sido sorprendido por la intervención de Luciano. Pero luego de hartarse de las tonterías, decidió continuar su confrontación.
-Disculpa la interrupción Greg, pero, ¿Qué decías? -cuestionó. Pero Martin sabía que iba a decir Gregorio. Era precisamente por eso que no dejaba pasar el comentario.
Gregorio le miro seriamente por un segundo y luego masculló de mala gana.
-Nada, nada.
-¿Seguro? -Insistió Martin, para luego desviar la mirada con una sonrisa condescendiente en su rostro-. Hmp, que poco aguante tiene el culo en tanga.
Gregorio frunció el seño.
-A ver tú… ¡Agh, Luciano, no subas tanto la mano!
-¡Perdón, perdón! -dijo este alegremente, habiendo evitado que la llama volviese a encenderse.
-Martín, estás haciendo el ridículo -dijo Sebastián calmadamente. Porque Sebas sabía cuándo y cómo atacar para que el asunto cayera de forma definitiva.
Martín no dijo nada. Caminó a paso calmado hacia el baño, dejando a todos atrás en silencio.
Continua
Pues eso, que Martín tiene problemas con sus raíces, según leí.