Personajes / Parejas: Argentina, Brasil, RD, Ecuador, y pequeñas apariciones de centroamericanos, sudamericanos y eso.
Advertencias: Ninguna.
Pedidos:
haruko_hi: En una reunión de América latina, algunos personajes empiezan a revertirse a sus formas pre-colombinas.
Notas: Creo que es uno de mis fics favoritos...lo cual no es mucho decir porque me he divertido con los pedidos que me han tocado x3
Capítulo I
Grietas
A Francisco le pareció ver la figura de Gregorio desaparecer en el momento en que pestañeó. Fue extraño. Gregorio desapareció cuando cerró los ojos una fracción de segundo y volvió a aparecer una milésima mas tarde de su pestañeo.
Una persona normal no se hubiera dado cuenta, pero un país podía notarlo, al menos de soslayo.
Mientras Ecuador se debatía en si había sido un juego de sus ojos o no, volvió a pasar. Pero esta vez, Francisco no había pestañeado, sino la figura de Gregorio. Y esta vez podía estar seguro de eso, pues no había sido el único en notarlo.
-¿Qué? -dijo el dominicano, al notar las miradas desconcertadas de varios países.
-¿Qué estas haciendo? -le preguntó El Salvador, frunciendo el seño. Aunque su rostro empezó a asombrarse mas y mas.
Gregorio no entendió la pregunta ni la reacción. Había estado ahí sentado, fingiendo que le interesaba el tema en cuestión, aunque ni el titulo recordaba. De pronto, algo le hizo bajar el rostro para ver sus manos. Estas estaban transparentes y desaparecían por un fragmento de segundo.
-Que carajo…
Se oyó un grito corto, como de sorpresa. Muchos voltearon el rostro al otro extremo de la mesa y vieron a Daniel, quien a su vez miraba a Martín.
Argentina también se había vuelto transparente, y su figura pestañaba con más fuerza que la de Gregorio.
Martín lució tan desconcertado como Gregorio, mirando sus manos mientras empezaba a temblar.
Daniel levantó una mano para tocarlo, pero Martín reaccionó poniéndose de pie, retrocediendo bruscamente, haciendo caer la silla detrás de él.
-¡Pará, que hacés! -le gritó a su primo mientras retrocedía. El momento le hizo volver a su propio español, pero se repuso para volver a hablar-. No me toques Dani.
-¿Estás bien? -le preguntó Uruguay, quien estaba en frente suyo del otro lado de la mesa, puesto de pie.
-Sí, eso creo.
-¿Te duele algo? -preguntaba Jamaica al otro lado de la mesa, su preocupación se notaba tanto en su rostro como en su voz. Alrededor del dominicano, se habían juntado los del Caribe y varios del centro.
-N-no -respondió Gregorio, finalmente dejando de mirarse a si mismo para mirar a sus vecinos-. ¿Qué me está pasando?
-No lo sé, pero… -René se interrumpió, volteándose al oír otro sobresalto-. No eres el único.
-¡Lu-Luciano! -tartamudeó María, al ver a su vecino empezar a desarrollar los mismos síntomas.
-¡A dónde vas! -gritó Itzel, tirando de su hermano y haciéndolo retroceder bruscamente-. ¡Puede ser contagioso!
Nadie había pensado en esto hasta que Itzel lo dijo en voz alta. Todos retrocedieron unos pasos. No solo de los infectados, sino entre ellos. Todos menos México.
Entonces todo pasó. La piel de Gregorio volvió a la normalidad, y los pestañeos se detuvieron. Lo mismo ocurrió con Marín, y al poco rato con Luciano.
República Dominicana sonrió aliviado al pasar su mano sobre la otra y verla igual que antes.
Entonces Martín gritó, atrayendo nuevamente las miradas sobre él y las preocupaciones sobre todos. Una grieta se había formado en su brazo, como si se tratara de un espejo. La grieta fue creciendo, dividiéndose en varia que empezaron a viajar por el resto del brazo de Argentina y los demás países .
Más alarmante aun, las grietas no solo eran en la piel. También estaban sobre las ropas de los chicos e incluso una corta cantidad de espacio alrededor de ellos. Su completa existencia estuviese resquebrajándose.
-¿Me-me voy a morir? -Cuestionó Luciano con voz incrédula, viendo las grietas avanzar sobre si-. ¿Me voy a morir y ni siquiera sabré porqué?
-¡Alguien, quien sea! -Gritó Miguel, mirando entre los países-. ¡Haití, Guatemala, México!
-No hay nada de esto en el calendario -respondió Efraín, quitándose los anteojos. Su rostro estaba pálido.
Itzel y Pedros e mantuvieron en silencio, perplejos. Pero sus mentes viajaban a toda velocidad a su pasado, presente y adivinanzas del futuro, en búsqueda de siquiera un indicio de lo que estaba pasando. Conforme avanzaban en esta faena, su confusión crecía mas.
-¿Esto es una broma tuya, Samedi? -llamó René en voz alta. Su tono inseguro no era buena señal-. ¡Un loa que me responda, cualquiera está bien!
Entonces sucedió. Cómo si fuese un espejo, los países explotaron en fragmentos que desaparecieron en el aire.
Los demás se cubrieron el rostro, y los gritos llenaron el aire.
-¡Martín! -llamaron sus primos, siendo los primeros en descubrirse. Y también los primeros en quedarse sin habla.
-No puede ser… -murmuró Salvador al volver a mirar..
Honduras dejó escapar su aliento con un sonido, y una sonrisa emocionada se formó en su rostro.
-Genial…
Martín abrió los ojos al oír las voces y notó que todavía estaba en la sala de reunión y no en el cielo. Estaba vivo. Miró sus manos; las grietas habían desaparecido.
Apenas sonrió cuando de nuevo notó las miradas consternadas. Como le gustaría que dejaran de verlo así.
-¡¿Que?!
-Ah… -María sacó un estuche de maquillaje y se lo lanzó a Martín. Este lo atrapó y de inmediato lo usó para ver su rostro.
Un grito salió al ver su reflejo., soltó el estuche por reflejo, y este cayó al suelo, produciendo un sonido solitario.
-¡Que me pasó! -preguntó a gritos.
Por lo que había visto, Martín ya no poseía la figura de Argentina. Su apariencia volvía a ser una que había usado hace muchos años atrás, una de la que se había desvinculado casi por completo: volvía a ser Kalen.
Un vistazo rápido por la habitación y la escena se repetía.
Gregorio se toqueteaba incrédulo la cabellera rebelde que le llegaba a los hombros.
Luciano observaba pasmado la pintura corporal que recorría su cuerpo desnudo.
-Um, chicos -llamó Uruguay. Levantando sus manos y mostrando las palmas: pequeñas grietas empezaban a formarse allí-. Tenemos un problema.
-Miguel -susurró Ecuador, sin dejar de ver a Uruguay.
-Dime -respondió este en un susurro, detrás de él.
-Qué carajos me estás viendo -masculló el ecuatoriano. Aun en medio de la debacle, sentía la mirada de Perú muy fija en su espalda baja. A eso le llamaba ser inoportuno.
-Hay algo en tu espalda baja -fue la respuesta de Miguel.
-¡¿Qué?!
Francisco estuvo haciendo malabares para poder ver lo que se refería Miguel. Por supuesto, no lo logró. Pero los demás si, alarmándose, algo que Miguel había querido evitar.
-¡Oh, diablos que no! -exclamó Manuel por todo lo alto. La resolución que en sus palabras atrajo la atención-. ¡Todo el mundo menos los pre-colombinos, a correr!
Nadie necesitó una segunda invitación. En segundos, la sala estaba desierta, salvo por los que habían dado un viaje al pasado.
La puerta fue cerrada de un golpe. Solo para abrirse segundos después y algún desconocido empujaba a Sebastián y a Francisco de regreso para cerrarse de nuevo en un golpazo.
-¡Gracias por el apoyo! -gritó Sebastián a la puerta cerrada. Miró su mano nuevamente y vio que las fisuras seguían extendiéndose por su brazo-. Genial.
Y pensar que había creído que sería una reunión aburrida.
FIN
Es decir, fin del capítulo, pero esta rumba sigue.