Insomnio.
Llevo tres noches sin poder dormir hasta la mañana. En general, si tengo el horario fuckeado siempre termino por dormirme alrededor de las seis; pero duermo. Insomnio es no dormir. Hasta las siete, ocho, nueve de la mañana. Me desespera que empiece a funcionar el mundo y yo siga mirando el techo mientras la habitación se llena progresivamente de una luz azul-violeta terrible.
Anoche reordené mentalmente los muebles de mi habitación (grande) para encastrarlos en mi nueva habitación (pequeña) y jugué esta suerte de Tetris mental durante no sé cuánto tiempo. La noche anterior hice una lista de cosas que todavía tengo que comprar. Hice otra lista de cosas que tengo por hacer, además. Empecé a leer el prólogo de un libro. Vi Bob Esponja. Vi Los Padrinos Mágicos. Vi Batman Returns. Intenté armar el cubo de Rubik. Elaboré mentiras. Me amigué con VH1 porque a pesar de su constante anormalidad pasó
este video que no veía desde que iba al secundario y, al margen de ser uno de mis temas preferidos de todos los tiempos, siempre me pregunté por qué diantres la boca de Axl se mueve tan desincronizada con respecto al audio. Reubiqué mentalmente todo el contenido de mis cajones en los cajones de la pieza de arriba (mega interesante). Tuve una idea para un proyecto que todos mis amigos van a odiar hasta la médula porque involucra cámaras. Pensé en lo poco que cumplí con todas las ideas firmadas por Motorcrash que iba a llevar a cabo este verano. Imaginé collages. Leí el reloj al revés para ver qué palabras se formaban. Vi Beverly Hills 90210.
Si, vi Beverly Hills 90210.
No me divierte tener insomnio.