Mar 14, 2008 19:53
“La búsqueda se hacía inútil. Entonces se preguntó, como lo hacía antes, ya que perdía a veces las cosas que guardaba, si yo fuese yo y tuviera un documento importante que guardar, ¿qué lugar elegiría? En la mayoría de los casos le ayudaba a encontrar lo perdido.
Pero esta vez quedó tan atrapada en la frase «si yo fuese yo» que la búsqueda de la prueba se había vuelto secundaria y comenzaba sin querer a pensar lo que en ella era sentir. Y no se sentía cómoda.
«Si yo fuese yo» había provocado un malestar: la mentira en la que se había acomodado acababa de ser levemente trasladada del lugar donde se acomodara. Sin embargo ya había leído biografías de personas que de pronto pasaban a ser ellas mismas y cambiaban enteramente de vida, por lo menos de vida interior. A Lori le parecía que si ella fuese ella, los conocidos no la saludarían por la calle porque hasta su fisonomía habría cambiado. «Si yo fuese yo» parecía representar el mayor peligro de vivir, parecía la nueva entrada de lo desconocido.
Sin embargo, Lori tenía la intuición de que, pasadas las primeras perturbaciones de la fiesta íntima que habría, obtendría finalmente la experiencia del mundo. Bien lo sabía, probaría finalmente de lleno el dolor del mundo.
Y su propio dolor de criatura mortal, el dolor que había aprendido a no sentir. Pero también sería algunas veces invadida por un éxtasis de placer puro y legítimo que mal podía adivinar. Es decir, ya estaba adivinando, porque se sintió sonriendo y también sintió una especie de pudor, el que se tiene frente a lo que es demasiado grande.
Ser uno mismo lo que es era demasiado grande e incontrolable. Lori tenía una especie de temor a ir demasiado lejos. Siempre se retenía un poco como si retuviera las riendas de un caballo que podría galopar y llevarla dios sabe adónde. Se reservaba. ¿Por qué y para qué? ¿Para qué se estaba reservando?, era un cierto miedo a su capacidad, pequeña o grande. Tal vez se contuviera por miedo a no saber los límites de una persona.”
Clarice Lispector