Capítulo seis

Sep 23, 2007 19:43

 Buenos, pues después del intenso final que tube la quinta entrega, aqui os dejo, la continuación de ella. Espero que os guste, y ya llega la parte nueva poco a poco: PROXIMO CAPITULO NUEVO PARA TODOS.

CAPÍTULO 6
EL UNICORNIO HALADO

El expreso de Hogwarts paró en seco; habían llegado al colegio pero nadie quería bajar por alguna extraña razón. El pasillo al que daban todos los compartimientos, estaba repleto de alumnos preguntándose qué debían hacer.

-¿Qué ocurre, por qué nadie baja?- preguntó asustada Ginny.

-¡Hay cientos de Dementores ahí fuera! ...- se exaltó John- ¿qué es esto: Hogwarts o Azkaban?-.

Dolly y Pam se sorprendieron, por lo que decidieron asomarse por la ventana para ver la dura realidad. El paisaje era muy oscuro. Nadie se había dado cuenta, pero el cielo había cambiado de tener un sol radiante a unas nubes negras y una lluvia constante que asustaban a los más jóvenes. Las dos caras se pegaron a la ventana y en ese momento, un Dementor, pasó por delante del cristal, sorprendiéndolas. Mientras tanto, John y Neville hablaban con más gente en el pasillo.

-Parece que no vamos a poder bajarnos, a menos que se vayan... - comentaba una chica de Hufflepuf- no sé como pueden consentir esto los profesores... -. La chica parecía indignada como todos los demás. Sus rasgos asiáticos y a la vez, occidentales, hacían que llamase la atención su rostro. Estaba rodeada de un grupo de amigas, de las cuales, parecía que se alejaba.

-¿Quién demonios es esa?- preguntó Ginny, que acababa de entrar al pasillo.

-Holly Trinitty Semkmet, Hufflepuf- le contestó Neville- es la última del linaje Semkmet, una familia de magos de la zona de Asia occidental, como puedes observar en su mirada... debe tener algún problema familiar con su primo; ya sabes, esto de culturas y costumbres distintas... acarrea algún que otro disgusto-.

La chica se acercó a John que estaba hablando con otra chica al fondo del pasillo.

-¡Spellman! ¿Qué tal el verano?- saludó Holly.

-Trinitty... ¿dónde te habías metido?; muy bien todo, como siempre... ¿qué tal tú por allí?- le preguntó él.

-Mejor no preguntes... -.

Holly se giró y vio que la chica con la que estaba hablando era Jessica McDormand de su misma casa.

-¡Pero si no te había conocido Jess!- se exaltó ésta.

-Ya pensaba que no querías hablar conmigo... - le dijo en bromas ella.

Mientras tanto una voz se habría paso a lo lejos. Pam y Dolly salieron del compartimiento para ver quién estaba armando tal jaleo y cuando le vieron, supieron que no podía ser otra persona, que él:

-¡Dejadme paso, que yo les quitaré del medio! Estos Dementores... - gritaba un chico entre la multitud- ¡saldré del tren y se las tendrán que ver conmigo!...- decía mientras abría la puerta.

-¡Arkyfinch, estate quieto!- le avisó Pam- ¡son Dementores, no Crorcales de Septiemtum!-.

Éste le miró durante unos segundos pensando en algo y cuando iba a abrir la boca, Dolly se le adelantó:

-¡¿Qué demonios es un Crorcal de Septiemtum, Pam?!-.

-¡Eso mismo iba a preguntar yo!- se exaltó por segunda vez él.

-¡Vale, pero ¿por qué chilláis?!- gritó Pam.

Los tres se callaron y Pam retomó la palabra para explicarles a lo que se refería.

-Son una especie de duendecillos pequeños, vestidos con un cacho de trapo negro que merodean las tumbas de los muertos. Normalmente se encuentran en la parte Septentrional y de ahí su nombre “Septiemtum”-.

Dolly y Denis Arkyfinch, se le quedaron mirando sorprendidos sin saber qué decir.

-Mirad, si son Jess, Holly y John... - dijo mientras se acercaba a ellos saltando.

-Oye, y ¿cómo decías que se llamaban esas cosas pequeñas que estaban por las tumbas?...- le preguntó de nuevos Denis a Dolly.

-Crorcales de Septiemtum... -.

-¿Y existen de verdad?- insistió éste.

Dolly alzó los hombres en señal de no saber que responderle y se acercó a donde estaba el resto. Todos hablaban agitadamente sobre lo que estaba sucediendo en el exterior. Los Dementores no se alejaban del tren.

-Pero bueno... ¿no ven los profesores que no podemos salir?- preguntó indignada Jess.

-Hay mortífagos en el tren... ¿crees que no los habrá en el castillo?- le respondió John.

-Entonces tendremos que quitarlos del medio nosotros mismos... estaremos a salvo en Hogwarts- propuso Holly.

-Siento interrumpir, pero eso es prácticamente imposible. Son contados los alumnos que saben hacer un Expecto Patronum en condiciones, y hablamos de cientos de alumnos que habría que evacuar del expreso... - se negaba Dolly.

-¿Y qué propones?- preguntó Denis que acababa de acercarse.

-Quedarnos en el tren hasta que pase todo... -le respondió ella.

-Sí, buena idea... lo que pasa es que no veo a los Dementores con ganas de irse... no sé porqué será... -le recriminó un chico que estaba detrás de él.

Dolly miró hacia atrás para ver quien le había contestado y observó que era uno de los chico que no podía ver en el colegio. Se llamaba Edward Melvin Blackadder y pertenecía a la casa Slytherin.

-Vamos a ver... ¿a ti alguien te ha pedido tu opinión?- le dijo con un tono serio y firme.

-No... pero yo la doy-.

-Pues si quieres salir con los Dementores, sal que seguro que te reciben con los brazos bien abiertos... - le recriminó irónicamente Dolly.

Edward le miró fijamente y se dio la vuelta dejándola a un lado mientras se iba.

-¡Dios, es que no le aguanto!- dijo en bajo ella.

-Bueno... pues parece que estamos atrapados... Pam, ¿tú no podrías llevarnos? Eres desabrual... - se le ocurrió a John.

-Podría con algunos pero no con todo el alumnado- le contestó con una voz dulce a pesar de la situación.

-Está bien... ¿podrías evacuar a algunos de los niños de primer año?... Y una vez estés allí, avisa al profesorado y que bajen a sacarnos- propuso John.

-Bien-.

-Mientras, nosotros podríamos salir a ahuyentar a algunos Dementores- les incitó Holly- entre algunos encantamientos, Expecto Patromun y alguna que otra poción, podríamos alejarlos de aquí-.

Todos se miraron entre ellos y afirmaron con la cabeza con un poco de miedo. Dolly, Jess y Holly fueron a sus respectivos compartimientos para coger lo necesario mientras que Denis y John, advertían al resto de que volvieran a sus estancias para poder protegerse. Pam se acercó a los de primer año.

-Bueno, ya sé que este no es un buen comienzo en Hogwarts pero las cosas están muy feas ahí fuera... - les explicó mientras les observaba las caras de miedo que tenían- os tenemos que poner a salvo de esas horribles criaturas que hay, ahí fuera... y para eso tenéis que darme la mano-.

Todos los niños le miraron extrañados y no sabían que hacer.

-Confiad en mí... dentro de poco estaréis en el colegio... - les alentó ella.

A la vez que les hablaba, en el pasillo era un ambiente totalmente distinto. Algunos querían ayudar, otros salir corriendo... el pánico reinaba en aquel pequeño lugar. Dolly, al salir de su compartimiento cargada de pociones, observó que la espesa niebla ya salía de la estancia de los de primer año, lo que quería decir, que estaban en camino a Hogwarts. Después se acercó a donde el resto se encontraban.

-Pam, ya se ha marchado- dijo Dolly avisando al resto.

-Bien, eso quiere decir que los profesores serán avisados y estarán aquí en cualquier momento-se alegró Jess.

-Sí, pero ahora hay que salir ahí fuera... - le recordó John.

Se miraron entre sí y todos salieron por la puerta pequeña por la que todos los años habían dejado atrás, sin ningún problema, el expreso de Hogwarts. Pero esta vez, el aire era muy frío y escalofriante. Jess, Holly, John, Dolly y Denis se colocaron en línea para atacar a los más de veinte Dementores que tenían delante y lentamente se les aproximaban. El resto de los alumnos, a pesar de que Denis y John les habían recolocado en sus asientos, estaban pegados en el cristal observando lo que hacían.

El silencio cubría el gran valle en el que se encontraban; ni los Dementores, ni los árboles ni si quiera los jóvenes que se agolpaban para ver lo que estaba sucediendo en el exterior, hacían el más mínimo ruido, hasta que Jess, apuntó la varita al suelo y dijo:

-¡Terra Arraqueam!- y de la punta de su varita salió una luz verde que golpeó el suelo. En ese momento, unas fuertes raíces salieron de la tierra como si las estuvieran arrancando. Y con otro movimiento de varita hacia el lugar donde se encontraba uno de los Dementores, las raíces lo apresaron como si lo estuvieran sujetando. Mientras tanto, Dolly tiraba dos de sus pociones al suelo para el bloqueo del paso, como lo había hecho días antes en el Ministerio. El humo cubría todo y únicamente algunos Dementores se quedaron sin poder pasar.

-¡Expecto Patromun!- gritó John mientras de su varita un fuerte caballo salía y se dirigía contra los que habían pasado la barrera.

-¡Bombarda Máxima!- dijeron Holly y Denis a la vez que apuntaban a dos de los árboles que se encontraban a cada lado. Ambos se explotaron por el tronco y se partieron en dos, cayéndose al suelo encima de algunos guardianes de Azkaban.

El polvo y la humareda se hicieron con el lugar. Parecía que no había restos de que Dementor alguno, siguiera por el lugar. Los aplausos y júbilos de los alumnos que estaban dentro del tren, se oían desde el exterior.

-Bonita combinación- le dijo Denis a Holly mientras le sonreía. Ella le devolvió la sonrisa pero una voz cortó el momento.

-¡Ahí vienen!- gritó Jess que veía venir entre el polvo a otros cincuenta Dementores que se acercaban volando dispuestos a acabar con los cinco.

-¡Pero bueno! ¿Queda alguno en Azkaban?- se indignó Dolly.

Éstos no parecían tan afables como los de antes y parecía que Pam nunca llegaría con los profesores.

-¡Hay que preparar los mejores hechizos!-insistió John- o no lo contaremos si Pam no llega a tiempo... -.

Los alumnos que seguían pegados a la ventana, esta vez se alejaron ya que el cristal empezaba a congelarse de una forma más rápida de lo normal. Jess no dudó un segundo en volver a atacar.

-¡Herbar cárcimus!- la hierba se elevó cinco metros hilándose entre ella. Tras un par de segundos se había formado una especie de cárcel natural con ramas y hierbas. Los Dementores sobrevolaron la barrera natural que Jess había formado, aunque muchos otros parecían quedarse atrapados entre las ramas.

-¡Expecto Patronum!- gritó por segunda vez John mientras que Dolly le acompañaba:

-¡Locomotor Mortis!-  El caballo que había salido de la varita de John y el haz de luz roja que había salido de la de Dolly, atacaron a la mayor parte de los Dementores, pero únicamente el Patronum, derribó a cuatro de ellos. Parecía que no paraban de salir de la nada; no había salida.

De repente un chorro de luz, salió entre las nubes, invadiendo el campo de batalla. Algo se estaba acercando poco a poco. Los Dementores al ver la luz, se echaron hacia atrás, intentando evitarla; mientras que los otros cinco, observaban con curiosidad lo que se les avecinaba. Dentro del tren, los jóvenes que antes se alejaban del frío cristal, ahora se agolpaban en la ventana con curiosidad.

-Es un... ¿unicornio?- preguntó Holly. Lo que parecía un caballo de un blanco cegador, descendía de los cielos con unas alas brillantes y un plumaje dorado, y en la parte de la cabeza, un cuerno en forma de pico.

-Pero... ¿qué?- murmuró Denis mientras miraba a la criatura halada. El animal iba guiado por una persona que lo montaba. A medida que se iban acercando, veían mejor quien era el misterioso jinete.  El unicornio halado, se dirigió directamente contra los Dementores que huían de él. Tras alejar a éstos, el jinete le ordenó descender a tierra; y así fue, una chica de pelo rubio bajó del unicornio.

-¿Pero quién es esa?-se preguntó Dolly.

La chica giró la cabeza, exponiendo su brillante y dorado pelo a todos los demás.

-¡Pero ¿quién es esa pedazo de chica tan... ?!- se dirigía a decir Denis cuando Holly le mandó una mirada asesina- ese pedazo de chica... tan lista, que ha llegado en un bonito pajarraco blanco?!- se aceleró a decir.

-¿Pajarraco?- le reprochó Holly- ¿pajarraco?- le miró a Denis como si fuera a comérselo- ¿no ves que es un unicornio halado, Denis Arkyfinch?-.

Él se calló y volvió a mirar a la chica, pero algo más le llamo la atención. Tres figuras se acercaban a lo lejos. Eran tres hombres con túnicas negras y caras malhumoradas. La chica se hizo a un lado, y dejó pasar a los tres hombres que se dirigían directamente a Holly, Denis, Dolly, John y Jess.

-Pero... ¡¿qué demonios pasa aquí?!- gritó enfadado uno de ellos.

-¡Los Dementores no deben ser atacados! ¡Están para proteger el colegio!-gritó el otro.

Los tres hombres alzaron las varitas.

-¡Por las barbas de Merlín, somos alumnos!- les reprochó Jess.

-Tranquila, si son mortífagos... no atienden ni a razones ni a lógica- le dijo John.

-¡Habéis atacado a los Dementores!- rebatió otro.

-¡Y ellos a nosotros!- les recriminó Dolly, sin ningún tipo de contemplación.

-Cierra ahora mismo esa boca... o es que, a ti no te han enseñado ¿que no hay que hablarle así a tus mayores?...- le preguntó uno. Dolly se rió y le contestó con una voz seca y firme:

-¿Me estás diciendo que tú eres mi tutor?...-le miró y pensó en Lupin- tutor, sólo tengo uno y es el mejor que pueda tener... así que deja de darme clases de educación y de razón, porque la única falta de lógica que hay aquí, es la tuya... asqueroso mortífago-.

Éste agudizó sus ojos.

-¡Vienen los profesores!- interrumpió Jess mientras los veía acercase corriendo. Pero el mortífago no estaba dispuesto a que una joven le hablara de tal modo.

-Si no sabes cuales son los modales correctos, habrá que enseñártelos por la fuerza... ¡Cruccio!- gritó apuntando con la varita a Dolly. Ésta se dio la vuelta intentando evitar la maldición, pero una voz cercana a ella, se adelantó:

-¡Protego Máximo!-. John le había lanzado un hechizo protector y la maldición se había perdido, sin hacerla ningún daño.

Los corazones de todos palpitaban al máximo después de todo lo que había sucedido. Los profesores se habían quedado bloqueados después de haber visto lo que habían visto. Los alumnos del tren, salían atónitos poco a poco observando la situación. Dolly miró a John y tras unos segundos, se le abalanzó para darle un abrazo.

-Gracias- le susurró al oído.

-Dáselas a Lupin, cuando le veas... fue él quien me lo enseñó en tercero... -.

Ella le sonrió.

-Ten cuidado, no vaya a estar Fred por aquí y le siente mal... - le dijo cómicamente.

-¿No lo dirás en serio no?- le preguntó, mientras miraba hacia todos los lados.

Mientras tanto Denis se acercaba poco a poco a Holly. Éste, levantó su brazo por detrás de la espalda y después le agarró por el hombro.

-¡Qué emotivo!, ¿verdad?...-le comentaba con la voz entre cortada, observando a los otros dos- se me saltan las lágrimas... yo es que soy muy sensible- le decía a Holly.

Pero el aplauso de uno de los mortífagos, interrumpió la tensión que se había formado.

-¡Qué bonito!... uno de sus amigos, le acaba de salvar de una de las maldiciones... si no hay más remedio, habrá que enseñarles a los dos... -.

Pero en ese momento, la niebla empezó a surgir de forma inesperada y de entre ella Pam.

-Al único que habrá que enseñarle algo aquí, es a ti... - le dijo.

Una línea de alumnos y amigos se había formado enfrente del tren. Primero se encontraba Jess, luego la chica que había aparecido volando en el unicornio halado de una forma sorprendente, después Pam, Dolly, John, Holly y por último, Denis.

-Bueno, bueno... es muy injusta esta situación, ¿no?; siete magos y brujas, en su séptimo curso, en contra de tres pobres mortífagos... - comentó tristemente uno de ellos con aires de superioridad.

-¡De pobres nada!- les cortó por primera vez en un tono francés, la chica que había llegado volando. Todos le miraron de forma extraña.

-¡Ya está bien!- chilló McGonagall- todos los alumnos de Hogwarts, cogerán un carro inmediatamente e irán al Gran Comedor-.

Pero el tercer mortífago, la interrumpió:

-¡De aquí no se mueve nadie!... los alumnos de Hogwarts tienen que aprender lo que pasa, con los que se comportan de un modo incorrecto este año... y una vieja como usted, no les mandará lo que deben o no deben hacer...  -.

Y volviendo a dirigirse hacia los siete, les dijo:

- Acabaremos con vosotros uno por uno...  El que no debe ser nombrado, nos dio órdenes muy claras y estrictas, de que si algún alumno, molestaba más de lo que debía molestar, el único camino sería el exterminio... así que... -. Los tres mortífagos alzaron sus varitas apuntándoles y dijeron al unísono:

-¡Avada Ked... -y cuando se disponían a acabar la tercera de las maldiciones una voz llamativamente grave dijo:

-¡Expelliarmus!- y las tres varitas de los mortífagos saltaron por los aires, quedando desarmados.
CONTINUARÁ
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