No vale la pena
Título: Veamos el horizonte
Reto: Sexto de lmf
Palabras: 300
Advertencias: ninguna
Resúmen: te gustaría volver con él, pero sabes que ya no vale la pena.
Miras el camino, solitario y silencioso. El tren no tardará en llegar, lo sabes, pero necesitas ver nuevamente. Tu compañera, al ver que te levantas, te pide que por favor no tardes, sería terrible perder el único pasaje al olvido. Una mirada y le haces entender que no pasará nada, después de todo, tu tampoco soportas seguir en ese lugar. Miras el horizonte, lejano y oscuro. Parece que va a llover.
Deben estar buscandome, piensas, y es normal. También es normal que quieras huir lejos. Es lo mejor para todos, para ti mismo, para él. Porque te repites incansablemente que este mundo esta muerto. Que no merece la pena y tu no estas para invertir energías en vano.
Y aún así, escuchas, en la lejanía, el reproche. Por qué ahora, cómo es que me has traicionado y otras preguntas que no solo vienen de él, también hay otras voces, distantes, pero insistentes. Bufas, exasperado, ellos no entenderían. Quizás él... pero nunca por completo. La voz demandante de tu compañera te hace reaccionar y no respondes, comienzas a considerar la posibilidad de dejarla abandonada en el tren o algo por el estilo.
Tu mente lo recuerda de nuevo, a él, demasiado alegre y optimista; él, que cree que las respuestas a la salvación del mundo se encuentran en una sonrisa. Te gustaría luchar a su lado, compartir y creer con la misma intensidad, pero no puedes. Realmente, no puedes y esperas en el fondo de tu alma que en el último instante, justo antes de abandonar esa estación, él aparezca y te de un puñetazo por estúpido.
Estúpido, eso eres. Quieres volver a compartir como cuando eran niños, jugar, reír y llorar. Pero sabes que no te lo mereces y prefieres escapar.
Escapar, y que cuando no se den cuenta, ya hubieses podido olvidar.
Reto: Sexto de lmf
Palabras: 300
Advertencias: ninguna
Resúmen: te gustaría volver con él, pero sabes que ya no vale la pena.
Miras el camino, solitario y silencioso. El tren no tardará en llegar, lo sabes, pero necesitas ver nuevamente. Tu compañera, al ver que te levantas, te pide que por favor no tardes, sería terrible perder el único pasaje al olvido. Una mirada y le haces entender que no pasará nada, después de todo, tu tampoco soportas seguir en ese lugar. Miras el horizonte, lejano y oscuro. Parece que va a llover.
Deben estar buscandome, piensas, y es normal. También es normal que quieras huir lejos. Es lo mejor para todos, para ti mismo, para él. Porque te repites incansablemente que este mundo esta muerto. Que no merece la pena y tu no estas para invertir energías en vano.
Y aún así, escuchas, en la lejanía, el reproche. Por qué ahora, cómo es que me has traicionado y otras preguntas que no solo vienen de él, también hay otras voces, distantes, pero insistentes. Bufas, exasperado, ellos no entenderían. Quizás él... pero nunca por completo. La voz demandante de tu compañera te hace reaccionar y no respondes, comienzas a considerar la posibilidad de dejarla abandonada en el tren o algo por el estilo.
Tu mente lo recuerda de nuevo, a él, demasiado alegre y optimista; él, que cree que las respuestas a la salvación del mundo se encuentran en una sonrisa. Te gustaría luchar a su lado, compartir y creer con la misma intensidad, pero no puedes. Realmente, no puedes y esperas en el fondo de tu alma que en el último instante, justo antes de abandonar esa estación, él aparezca y te de un puñetazo por estúpido.
Estúpido, eso eres. Quieres volver a compartir como cuando eran niños, jugar, reír y llorar. Pero sabes que no te lo mereces y prefieres escapar.
Escapar, y que cuando no se den cuenta, ya hubieses podido olvidar.